El concierto del 23 de septiembre de la Filarmónica de Buenos Aires tuvo dos aspectos de especial interés: el debut argentino del gran clarinetista Andreas Ottensammer y el interesante hecho de la programación del director Enrique Arturo Diemecke: empezó y terminó con una passacaglia.
La Passacaglia op. 1 de Anton Webern dura 10 minutos y es una obra de singular importancia dentro de su producción sinfónica y su carácter de discípulo de Arnold Schönberg. Tanto él como el otro gran creador de la Escuela de Viena, Alban Berg, han imaginado partituras de singular calidad. Bien dice Pablo Gianera en su excelente comentario: "Webern compuso la pieza en 1908 en el último período de sus estudios con Schönberg y bajo el influjo de su primera sinfonía y del segundo cuarteto de cuerdas". Ya se "insinúa la economía temática y la exigencia de eludir toda repetición". "La orquestación es muy típica de Webern en su claridad". El compositor tenía entonces 25 años: había nacido en Viena en diciembre de 1883 y ya se casó para cuando escribió la Passacaglia, lo que le obligó a tomar una tarea que odió: dirigir operetas en Bad Ischl. Pero esas concesiones a la falta de dinero también fueron de Schönberg y Berg: tengo un disco de valses de Strauss arreglados por los tres, aunque cada uno por su lado. Atesoro un álbum de LPs en donde están grabadas todas las obras de Webern, con Boulez dirigiendo las sinfónicas. Webern estudió con Schönberg entre 1904 y 1908, pero a partir de ese año le irá mostrando sus obras para saber qué opinaba su maestro. Su op.1, la "Passacaglia para gran orquesta", comenta Humphrey Searle (que escribió un admirable estudio del compositor acompañando a los discos): "La Passacaglia todavía es tonal, aunque muy cromática, y admite duplicaciones de instrumentos que luego no habrá en futuras obras". A su vez, Susan Bradshaw analiza las obras grabadas y así se expresa: "El tema de la Passacaglia tiene 8 compases anunciados en octavas en pizzicato" (lo mismo hará Britten en su Passacaglia de "Peter Grimes"). "Hay dos contra-melodías que contrarrestan las 17 veces que se escucha el tema y que llevan al momento en el que el tema inicial desaparece. El desarrollo llega a un tormentoso pasaje. La recapitulación es breve y casi elimina el tema inicial. Tras el último fortissimo, la coda se basa en pocos instrumentos y la obra se cierra suavemente con 3 trombones". Diemecke volvió a demostrar su famosa memoria, dirigiendo con gran firmeza sin partitura. La orquesta respondió con bastante exactitud. Esta "Passacaglia" no se escuchó en la etapa 1950-1970, pero luego se ha interpretado algunas veces. Palabras de Webern: "La música es la ley de la Naturaleza relacionada con el sentido del oído". "No hicimos la nueva ley sino que ella se impuso a nosotros". "Después de los Clásicos, la explosión de la tonalidad".
Los Conciertos para clarinete son abundantes; los hay valiosos: el de Mozart, los dos de Weber, los de Hindemith, Milhaud, Nielsen, Spohr, C. Stamitz. Sin embargo, Ottensammer optó por un arreglo de una Sonata de Brahms orquestada para clarinete y cuerdas por Darko Butorac.
La Sonata es la op. 120 Nº 1, escrita en 1894 por Brahms para un notable clarinetista, Richard Mühlfeld, de la Orquesta de Meiningen, importante en esa época. Brahms aceptó que la parte del clarinete la tocara una viola, y hay grabaciones, pero como Brahms no tuvo en cuenta que la viola hubiera debido tener pasajes tocando 2 o 3 notas juntas, no suena correctamente. Además del arreglo de Butorac, existe el de una figura más conocida, el de Berio. No conozco a Butorac pero hizo un buen trabajo: las cuerdas están bien compaginadas y no se lamenta en demasía la ausencia del piano. Creo que la decisión es del clarinetista, que seguramente la tocará en conciertos con piano pero también le gusta presentarla con orquesta. Los 4 movimientos son los siguientes: Allegro appassionato; Andante un poco/Adagio; Allegretto grazioso; y Vivace. La orquesta no tapa al clarinete, y hubo una buena relación entre Diemeke y Ottensammer. Conocí al clarinetista cuando en la televisión lo vi y escuché tocando el Primer concierto de Weber y una pieza gitana de un autor poco conocido y nada menos que la Orquesta del Concertgebouw con Jansens en un puerto de Chipre al aire libre en verano con varios miles de personas entusiasmados. Me pareció un gran virtuoso, y ahora lo confirmé. Es nada menos que el primer clarinete de la Filarmónica de Berlín. En años recientes también dirigió orquestas de cámara. Nació en 1989 en Viena. Toca como solista con grandes orquestas. Además también interviene en obras de cámara y para Deutsche Grammophon grabó el Trío de Brahms con Yuja Wang (piano) y Gautier Capuçon (violoncelo). Como era de esperar, su ejecución del op. 120 Nº 1 fue excelente y confirmó su gran carrera. La pieza extra fue inesperada: la melodía de Puccini en "Tosca" del Acto 3º justo antes de "E lucevan le stelle". Confieso no conocer piezas de clarinete solo y sumergirnos en "Tosca" no dejó de asombrarme; por supuesto lo tocó muy bien.
La Cuarta Sinfonía de Brahms es extraordinaria en todos sus movimientos, pero sobre todo en la Passacaglia del Cuarto Acto se está ante algo que es simultáneamente conmovedor y de extraordinaria habilidad. No está de más recordar que está marcado "Allegro energico e passionato" y que termina "Più allegro", pero antes de esos minutos rápidos finales está ese célebre solo de flauta lento y triste. Pocas veces Diemecke ha sido tan musical como en esta interpretación, y me quedé asombrado con la perfección total de los primeros violines, con una afinación y belleza de timbre de una gran orquesta. Esto sin olvidar que todos tocaron muy bien y merecieron el gran aplauso final. Diemecke le había pedido a la audiencia que no aplaudieran entre movimientos y así fue (lo habían hecho en la Sonata de Brahms, molestando al buen aficionado). En suma, una noche para recordar.
Pablo Bardin
No hay comentarios.:
Publicar un comentario