domingo, septiembre 05, 2021

ÚLTIMOS CONCIERTOS DE AGOSTO EN EL COLÓN CON NOVEDADES INTERESANTES PERO DISCUTIBLES

               El viernes 27 de agosto Carlos Vieu dirigió un programa en el que Elías Gurevich tocó el Concierto para violín y orquesta de vientos, Op. 12, de Kurt Weill; no estaba anunciado como estreno, de modo que supongo que alguna vez se ha dado; yo lo conozco por la excelente grabación de Susanne Lautenbacher con el Conjunto de vientos de Detmold dirigido por Jost Michaels; disco Candide con un excelente lado B, el Concerto funebre para violín y cuerdas de Karl Amadeus Hartmann. El programa se completó con repertorio: dos obras famosas de Mendelssohn: "La gruta de Fingal" y la Sinfonía Nº 4, "Italiana". El domingo 29 hubo un concierto interesante aunque extraño: música tocada por el Ensamble de metales y percusión de la Orquesta Estable, dirigidos por Enrique Schneebeli en obras que abarcaron desde el Barroco del siglo XVII a Richard Strauss a principios del siglo XX. 

               La corta vida de Kurt Weill (1900-1950) produjo en Alemania obras famosas: en sus dos maneras "Mahagonny-Gesänge" y la ópera "Grandeza y decadencia de la Ciudad de Mahagonny", y "Der Dreigroschen Oper" ("La ópera de tres centavos"). Siendo judío tuvo que huir de Hitler y pasó buena parte de sus años en Estados Unidos, cambiando de estilo y logrando considerable éxito en numerosos "musicals". Nació en Dessau y estudió con Busoni en Berlín. En pocos años fue considerado uno de los tres compositores más valiosos de Alemania, siendo los otros Paul Hindemith (nada menos) y Ernst Krenek. En esos primeros años escribió la Primera sinfonía (1921), el Cuarteto Op. 8 (1923) y este Concierto para violín y orquesta de vientos Op.12 (1924). Los grandes de la época dirigieron sus obras: Walter, Klemperer y Busch. Si bien el concierto fue compuesto para Joseph Szigeti, quien lo estrenó fue Marcel Darrieux (que dos años antes había estrenado el Concierto Nº 1 de Prokofiev). El Concierto fue tocado con frecuencia en diversas ciudades europeas durante los años 20 por varios violinistas. El violinista no domina la música sino que es un "primus inter pares". El conjunto se integra con 2 flautas, 1 oboe, 2 clarinetes, 2 fagotes, 2 trompas, 1 trompeta, 3 contrabajos (¡) y 1 percusionista; total, 14.

               La obra tiene 3 movimientos y dura media hora. El primero, Andante con moto, da poco lucimiento al violín, y las trompas y trompetas dominan, pero yo sentí que el violinista, artista responsable pero no de amplio volumen, fue tapado por metales en ff; esto es menos evidente en mi grabación, aunque los ingenieros pueden compensar lo que la agresividad muy marcada de Weill provoca. No tengo la partitura y creo que Vieu es un director muy competente; no obstante, creo que hubiera debido bajar los ff a f o quizá mezzoforte; por otra parte, es más interesante (lo admito) en este movimiento la música orquestal que la del violinista. Me asombra que este Concierto tenga en el catálogo RER 2000 de CDs nada menos que 9 versiones (no está la que yo tengo) y hay dos que me sorprenden por la calidad de los artistas: Zimmermann/Jansons (EMI), y C. Juillet/Mauceri (Decca). Según Mosco Carner en la New Oxford History of Music, Weill empezó su carrera con obras audazmente experimentales, expresionistas y abstractas. Y considera importante la influencia de Busoni.

               El segundo movimiento es tripartito: "Notturno (Allegro un poco tenuto)", "Cadenza (Moderato)" y "Serenata (Allegretto)". Aquí el solista tiene mayor oportunidad de lucir sus facultades, y así fue: no hay que olvidar que Gurevich tiene un amplísimo repertorio de sonatas tocadas para la radio, de modo que su musicalidad es muy auténtica. Adorno cree que hay influencia mahleriana en este movimiento y la compara con los movimientos 2 a 4 de la Séptima sinfonía. El "Notturno" es extenso y variado dando a veces preeminencia al violín y en otros momentos a combinaciones tímbricas muy hábiles de los vientos. Si bien la Cadenza tiene apoyos de los vientos, el violín tiene un solo bastante largo y agresivo. La Serenata es bastante liviana y grata, dando su lugar al solista y con gran igualdad a los vientos. El tercer movimiento es inicialmente casi una tarantela con abundantes mezclas del solista con solos de maderas y metales; hay un interludio lento donde domina el violín; y la coda es maciza y larga, aunque termina tranquila con una sensación de cierre algo arbitraria. Gurevich se fue asentando, siempre seguro en su ejecución, pese a que hubo pasajes orquestales demasiado sonoros.

               En cuanto a las célebres obras de Mendelssohn, cualquier aficionado las conoce y las goza por la frescura de las ideas y la inteligente combinación de melodías y detalles armónicos con gran sentido narrativo: son óptimos clásicos románticos. Y como era de esperar, la sólida formación de Vieu moldeó cada compás con fidelidad ortodoxa al autor. La orquesta colaboró en todo momento con correctas entradas y bellos sonidos.

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               A diferencia de todos los otros conciertos que se vieron en el Colón durante Julio y agosto, los anuncios del Ensamble de Metales y Percusión de la Orquesta Estable, dirigidos por Enrique Schneebeli, sólo mencionaron autores sin aclarar las obras. Para ser exacto, se trata de todas las trompas y trompetas, todos los trombones, la tuba y los timbales; unos16 músicos que forman parte de la Estable. Que quede claro: no es una banda sinfónica, en la que hay numerosos clarinetes, flautas, pocos oboes y fagotes, saxofones, todos los metales, bombo y platillos.

               Comenzó el concierto con danzas de Michael Praetorius (1571-1621), uno de los músicos más fecundos de la historia, ya que escribió mucho más que mil obras sumando música vocal e instrumental. Naturalmente los instrumentos de ese período terminal del Renacimiento e inicial del Barroco son muy distintos a los actuales, pero es música que se adapta a un ensamble como el que se presentó. Tras unos 20 minutos de danzas lentas y rápidas, Schneebeli se dirigió al público e informó lo que habíamos escuchado. Se trató de piezas de "Terpsichore" (seleccionadas entre sus dos volúmenes). A su vez son parte de "Musae Sionae", que también incluye 2 volúmenes de "Calliope", 2 de "Thalia", 1 de "Erato", 1 de "Diana Teutonica" y 1 de "Das Regensburgische Echo"; hay 8 volúmenes más… Si esto es gigantesco, qué decir del inmenso "Syntagma Musicum" ("Tratado Musical"), que incluye no sólo música sino también una exhaustiva explicación de todos los instrumentos disponibles. Además también creó los 15 volúmenes de "Polyhymnia", música sacra luterana. Volviendo a "Terpsichore", menciono que hay grabaciones de algunas piezas, que incluyen en francés courantes, gavottes, ballets, bransles, gaillardes y en italiano, "La Volta". Muy probablemente al menos algunas de estas se tocaron en el Colón. En lo que fue una experiencia nueva para ellos, resultó evidente que habían estudiado mucho y estaban muy concentrados. De la más pequeña trompeta que yo recuerde salieron sonidos agudísimos.  Para mí lo de Praetorius (de quien tengo algunas piezas de "Terpsichore" en versiones auténticas de Gaillardes del Ulsamer-Collegium en Archiv) fue lo mejor del concierto.  Recordé haber cantado en el conjunto Ars Rediviva una pieza religiosa suya, "Es ist ein Ros entsprungen", una docena de veces.

               Lamento decir que me pareció una mala idea un arreglo para este conjunto de metales del Concierto brandeburgués Nº 3 de Bach, que sólo puede tocarse en un conjunto de cuerdas.  

En metales sonó erróneo por completo, más allá de algún desliz. El primer Barroco va bien para estos instrumentos; el segundo Barroco no. Sin embargo, también cuenta el carácter de la obra y por eso resulta más aceptable la "Entrada de la Reina de Saba" ("Sheba") del oratorio "Solomon" de Händel; entre las innumerables versiones sueltas de ese célebre momento hay sólo uno que parezca posible en el catálogo RER 2000 de CDs: "Berlin Brass Ensemble (arr. Archibald); DG. Sea como fuere, esta música brillante y breve sonó bastante bien.

               Pasamos al Romanticismo, etapa en la que este tipo de ensemble no era habitual, pero los dos ejemplos elegidos funcionaron correctamente. Hay un lado austero en Mendelssohn y es el de su música sacra, y en particular varios salmos; Schneebeli eligió el Nº 42-43, "Lamento del levita desterrado", escrito por el compositor para 3 solistas, coro y orquesta de cámara: "Tiene mi alma sed de Dios". Las grabaciones en el RER están dirigidas por Herreweghe, Hickox y Rilling. No tengo grabación de este salmo pero releí su texto en la Biblia y es muy extenso; seguramente Mendelssohn tomó parte de este salmo, que es un caso especial porque son dos salmos juntos con el mismo tema. En la versión que escuchamos en el Colón sin texto la música duró unos 6 minutos y me resultó expresiva e intensa, con especial intervención de trombones y tuba.

               Para mí "El Ocaso de los Dioses" ("Götterdämmerung") es la obra máxima de Richard Wagner y en ella los dos fragmentos más importantes son el Funeral de Sigfrido y la despedida de Brünnhilde con la caída del Walhalla. Si bien la orquestación wagneriana da primacía a los metales, también son esenciales las cuerdas y su ausencia en el arreglo se hizo sentir, pero la esencia de este Funeral se comunicó y hubo grandes momentos, más allá de algún traspié, ya que Schneebeli logró coordinar a los ejecutantes con tempi adecuados y  gran impacto.

               Y llegamos a la única obra que fue escrita para metales en el programa: "Feierlicher Einzug der Ritter des Johanniterordens" ("Solemne entrada de los Caballeros de la Orden de San Juan"), para metales y tambores, 1909. Strauss estaba en el tope de su carrera, habiendo escrito nada menos que "Elektra" y todos sus poemas sinfónicos a 45 años. También escribió buena cantidad de marchas de distinto carácter, para ser tocadas al aire libre, como esta entrada de caballeros de una orden religiosa o marchas militares, donde su consumada habilidad en cualquier tipo de orquestación está siempre presente. Esta Entrada tiene 5 grabaciones en el catálogo RER 2000 de CDs, 2 de ellas en arreglos, pero una de ellas en versión original fue realizada por Seiji Ozawa con la Filarmónica de Viena. Yo no conocía esta obra y me alegró escucharla en el Colón en una interpretación cuidadosa y convincente.

               Lástima que el concierto se deslució con una pieza extra mal elegida, ingrato arreglo de una obra de Piazzolla; el conjunto de metales no es adecuado para su música. Pero salí del Colón valorando ciertos aspectos positivos en lo personal, como habiendo escuchado este tipo de conjunto por primera vez tras 52 años de escribir críticas de conciertos y agradeciendo que Schneebeli me haya dado esta oportunidad de apreciar cómo suenan estos metales todos juntos, sin maderas ni cuerdas.

Pablo Bardin