lunes, mayo 13, 2019

El Colón estrena “A tramway named Desire” de Andre Previn

            A mí, como a tantos otros de mi generación, "A Tramway named Desire" ("Un tranvía llamado Deseo") de Tennessee Williams me refiere a la película de Elia Kazan en la que Marlon Brando se consagró como gran estrella haciendo del polaco Stanley Kowalski y Vivien Leigh como Blanche Dubois agregó otro gran personaje sureño después de "Lo que el viento se llevó". Pero conviene agregar que fue Kazan quien estrenó la pieza original y fue allí donde Brando se reveló como gran ejemplar del Actors Studio, esa escuela tan influyente de interpretación natural y directa. No tuve el placer de poder apreciar esa pieza ni en inglés ni en castellano, de modo que fue la pelicula lo que me marcó y la vi varias veces; me convertí en entusiasta de Kazan, que también tuvo a Brando en "Nido de ratas" y "Zapata".

            Hará una década tuve ocasión de conocer la ópera que con texto de Philip Littell había creado André Previn (su primera ópera, escrita a los 68-69 años) en una notable versión DVD con la gran figura de Renee Fleming, magnífica en su Blanche, y me impresionó bien, aunque sin entusiasmarme más allá de esa gran artista en su plenitud. En la versión en CD de 1998 la Orquesta de la Ópera de San Francisco fue dirigida por el autor, Kowalski fue Rodney Gilfry, Elizabeth Futral interpretó a Stella y A.D.Griffey a Mitch; no estoy seguro de si esos datos son idénticos en el DVD (lo vi en casa ajena).

            Creo que la mejor pieza de Williams es "El zoológico de cristal" ("The Glass Menagerie"), 1944, vista aquí en castellano en buena versión, ya que están sus conflictos sin la exageración cada vez mayor de las posteriores y además hay una sutileza que luego fue desapareciendo, aunque está todavía en varios pasajes de "Un tranvía…", de 1947 (Premio Pulitzer). Varias fueron trasladadas al cine, no sólo estas dos; vale la pena mencionar "Summer and Smoke" ("Verano y humo"), "The Rose Tattoo" ("La rosa tatuada"), "Cat on a hot tin roof" ("El gato sobre el tejado de zinc caliente"), 1955, duro drama que vi en Broadway y en cine y que también ganó el Pulitzer. Varias más fueron películas con grandes estrellas y contenidos cada vez más sórdidos. 

            El mundo de Tennessee (verdaderos nombres Thomas Lanier) es el Sur de la inmediata posguerra y lo que le interesa es explorar las psicologías de personajes del pueblo. Desire (Deseo), curiosamente, era realmente el nombre de una parada de tranvía en el New Orleans de entonces. En su infancia Blanche y Stella Dubois vivieron en cierta opulencia en una gran propiedad, Belle Reve, pero la muerte del padre y la codicia de parientes terminó con todo eso y las hermanas tomaron caminos distintos; Stella  fue a New Orleans y se casó con un  obrero de raigambre polaca, Stanley Kowalski; Blanche cae en la pobreza y tras años de ausencia llega a la casa de Stella pidiéndole asilo. Sólo tres mediocres y pequeños ambientes: un comedor-estar, un dormitorio y un baño. Blanche aparece de sopetón y si bien Stella la quiere y trata de defenderla, el violento contraste entre una ex mujer rica que en la miseria no perdió sus ínfulas y que pone de relieve la pobreza y mal gusto de Stanley, hombre sensual y rudo cuya gran diversión es jugar  al poker con amigos y alcohol, no tarda en provocar enfrentamientos. Pero Kowalski investiga y al final queda claro que Blanche ha seducido a muchachos y su mala reputación hizo que la echen de otra ciudad, Laurel. Stanley se enoja con Stella y borracho la golpea; luego, ya sobrio, recapacita, y con  grandes gritos de "Stella", logra que ella lo reciba y que hagan el amor; Stella sabe de la vulgaridad de Stanley, pero también que él la quiere y no la engaña.

            En una trama paralela un amigo de Stanley, Mitch, va cortejando a Blanche; ella gradualmente va contándole cosas de su vida, incluso un momento crucial, el haberse casado a los 16 años con un muchacho de 18, haberlo sorprendido en unión carnal con otro hombre y haber provocado (ella cree, arrepentida) el suicidio del muchacho. Más tarde, al enterarse por Stanley de lo acontecido en Laurel, Mitch corta relaciones con Blanche.  Antes Stanley en el día del cumpleaños de Blanche le "regala" un pasaje de ferrocarril para que se vaya de la ciudad. Esto y la ruptura con Mitch desequilibran la razón de Blanche; y luego en un acto de ira Stanley la viola. Al final, un médico y una enfermera la llevan a un asilo mental; dependerá de "la bondad de los extraños".

            El berlinés Previn (en realidad, Priwin) tuvo una amplia y variada carrera; autor de la música o de los arreglos orquestales de gran cantidad de musicals cinematográficos como "Gigi", notable pianista de jazz,  pasó luego a ser un muy reconocido director de orquesta con gran cantidad de grabaciones, llegando a ser titular de la Sinfónica de Londres, la Filarmónica de Los Angeles y la Royal Philharmonic Orchestra.

            Tras "Streetcar" escribió otra ópera, "Brief encounter" (cuyo tema fue notable película inglesa de la inmediata posguerra) y a su reciente muerte dejó terminada "Penelope", ópera de cámara que se estrenará en Tanglewood.

            En cuanto al libretista Littell, conservó las situaciones dramáticas principales pero redujo las 17.000 palabras de Williams a 7500 y eliminó personajes secundarios. Es un buen libreto, dando fiel imagen de Blanche, Stanley y Stella; sólo parece demasiado neutro y débil Mitch. Tanto poética como musicalmente, lo mejor es la tercer aria de Blanche, "I want magic!".  En cuanto a la música, es admirable la calidad de orquestador de Previn, la riqueza de ideas de los interludios orquestales, y el clima que logra con la aparición de la mujer mexicana y su fantasmagórica voz en off, creando un clima de angustia y posible muerte. Pero mucho es recitativo correcto, palabras entonadas sin mayor relieve musical. Sin embargo, la exaltación del relato autobiográfico de Blanche y la creciente rudeza de Stanley están dados  con realismo, y la bella melodía de Stella en un momento tenso logra alivianarlo.

            En suma, este estreno es plausible, pero óperas del siglo XX muy importantes  siguen sin conocerse aquí; basten tres ejemplos: Hindemith, "Mathis der Maler"; Henze: "Der Junge Lord"; Britten, "Billy Budd". Y agrego una obra de Estados Unidos: "Vanessa" de Barber. Y otra de Janácek: "De la casa de los muertos". Descarto por dificultad de idiomas notables óperas de Finlandia o las danesas de Nielsen.

            La puesta fue valiosa. Después de larga ausencia la tuvimos de vuelta a la argentina Rita Cosentino, que ha trabajado mucho en Europa, y que demostró mucho conocimiento del estilo adecuado y notable manejo de personajes, salvo una débil escena de violación, poco sugerida.  Y tuvo un equipo local de calidad: Enrique Bordolini supo dejar de  lado su natural tendencia a las grandes escenografías y en cambio propuso tres habitaciones simples, con detalles de época, y en el fondo carteles lumínicos de lugares de entretenimiento; Gino Bogani, tan hábil para lo lujoso, aquí deja todo bien simple salvo para Blanche, con ropa recargada de pobre con pretensiones de rica; y José Luis Fiorruccio se atiene a luces muy controladas y en general tenues. Y se añade algo muy imaginativo: el diseño de videoescena de Álvaro Luna, que en ciertas partes crea un clima atemorizador.

            El director de orquesta fue el irlandés David Brophy (debut), cuya labor se desarrolló básicamente en su país de origen, donde dirigió esta obra. También ha tenido considerable carrera en Estados Unidos, con orquestas como la Sinfónica de Pittsburgh o la Sinfónica Nacional de Washington. La Estable respondió muy bien a una conducción conocedora y profesional; la música se oyó bien ensayada, con texturas y ritmos bien americanos, tocada con soltura y cohesión, incluso en esporádicos elementos derivados del jazz. De paso, esta ópera no tiene coro.

            El folleto anual anunciaba a Daniela Tabernig como Blanche, pero fue reemplazada por Orla Boylan (debut). Especulo que puede haber sido por la muy difícil y cercana labor que hizo en "Powder her face" de Adès. El rol de Blanche es muy demandante y extenso y en los dos casos se trata de mujeres maduras  con una fijación sexual que han sido ricas y pasaron a ser pobres; quizá no tuvo tiempo suficiente para asimilar tanto texto y tanta música. En cuanto a Boylan, ha tenido una carrera importante, pese a que su nombre no ha trascendido aquí, pero debemos admitir que estamos en general muy mal informados, salvo  ese pequeño grupo que hace viajes operísticos año tras año. Boylan, irlandesa, cantó en famosos teatros roles como Arabella, Ariadne, Tosca y Turandot. Es una voz grande con bastante vibrato (lo fue domando), conoce muy bien el personaje y lo cantó con creciente intensidad para lograr

sus mejores momentos  en el aria autobiográfica en la que cuenta el suicidio de su joven amante, y su aria del Tercer Acto, unida al mar, poética y sutil (lo único que fue aplaudido separadamente). Actúa bien pero carece de carisma y su físico es algo amplio para un rol que necesita  belleza (cómo olvidar a Fleming). Impresionó muy bien David Adam Moore como Stanley: voz firme y poderosa, capacidad de actor, buen físico, dio un retrato convincente del personaje. Él también ha trabajado largamente en teatros  como La Scala, el Met y Covent Garden, y tiene nada menos que 60 roles en su repertorio.  Si bien la voz de Sarah Jane Mahon no es muy sonora, tiene un grato timbre y canta afinada y  con seguridad; además se mueve bien y con simpática presencia. Carrera sobretodo americana, también cantó en Munich y Viena. Según la biografía de Eric Fennell, nacido en Pennsylvania, cantó roles más bien líricos como Rodolfo o el Duque de Mantua en teatros americanos y algunos europeos. Si bien Mitch es  un personaje dominado por Blanche y tiene poco que cantar, su manera apática lo colocó más relegado que lo necesario; su timbre no atrae. Fennell, Mahon y Moore debutaron; en cambio, Victoria Livengood hizo aquí "El Cónsul" de Menotti en 1999 (la secretaria) y  "The Rake´s progress" de Stravinsky en 2001. Interpretó más de 100 roles en variados lugares y cantó 125 veces en el Met. Ahora hizo Eunice, la vecina de Stella, que varias veces la ayuda y reconviene a Stanley; la voz está algo áspera, pero el personaje lo hizo con soltura. Darío Leoncini (Steve Hubbell, jugador) y Joaquín Tolosa (Pablo Gonzales) completan la mesa de poker con Stanley y Mitch. Pablo Pollitzer hace de joven diariero que debe sortear un intento de conquista de Blanche;   tiene la experiencia para salir del paso. El elenco se completó con la mezzo Alicia Ceccotti como Mujer  Mexicana y Enfermera y con la sobria presencia de Eduardo Marcos como Médico.

Pablo Bardin 

Mozarteum inicia temporada de abono y conciertos de mediodía

            Este artículo tiene tres partes: el primer concierto del abono del Mozarteum Argentino en el Colón, el primero de los Conciertos de Mediodía y la programación 2019 de estos últimos.

 

PRIMER CONCIERTO DE ABONO

 

            Se presentó la Venice Baroque Orchestra y me quedé pensando porqué no se llama Orchestra Barocca di Venezia; a qué viene el inglés en un conjunto donde todos son italianos salvo uno, y en buena parte venecianos. (I Musici no se llamaba The Musicians). Y si no, ya que vienen aquí, Orquesta Barroca de Venecia. Tal como nos llegaron fue un conjunto de cuerdas: cuatro primeros violines (concertino Gianpiero Zanocco), tres segundos, dos violas, dos violoncelos, un contrabajo, un laúd (raro, generalmente se agrega archilaúd, también llamado tiorba, ya que tiene más volumen) y clave.

            Fundada en 1997 por el investigador y clavecinista Andrea Marcon, la Venice Baroque Orchestra (lo dejo así ya que supongo motivos comerciales; en inglés vende mejor…) tiene un currículum formidable de reestrenos: p.ej., las óperas "L´Orione" de Cavalli, "Atenaide" y "Andromeda Liberata" de Vivaldi, "La morte d´Adone" de Benedetto Marcello y "La Clementina" de Boccherini (ya en el clasicismo). En La Fenice de Venecia "Siroe" de Händel y dos "L´Olimpiade" de Galuppi y de Cimarosa. En tiempos recientes acompañaron a nuestro contratenor Franco Fagioli en conciertos desde Londres al Japón o a la mezzosoprano Magdalena Kozena en los Festivales Enesco o al mandolinista Avi Avital en el Festival de Schleswig-Holstein. Y por supuesto han realizado grabaciones importantes, como arias de Porpora con Philippe Jaroussky, o "L´Olimpiade" de Metastasio  (fragmentos de las diversas versiones de este libreto famoso) o el estreno mundial de la mencionada "Andromeda Liberata" vivaldiana. Y conciertos para violín  y "Las cuatro estaciones" de Vivaldi con el solista que los acompañó en esta visita porteña: Giuliano Carmignola.

            Este artista fue discípulo de nada menos que Nathan Milstein, Franco Gulli y Henryk Szeryng; se especializó en el siglo XVIII  y fue solista con grandes directores, no historicistas (Abbado, Inbal, Maag y Sinopoli) e historicistas (Pinnock, Marcon, Hogwood, Brüggen, Bolton, Antonini). Ya desde los Setenta trabajó con I Virtuosi di Roma, Sonatori della gioiosa Marca, Il  Giardino Armonico, Concerto Köln, Academy of Ancient Music, Accademia Bizantina. Últimamente también ha sido director invitado de la Academy of Ancient Music, la Orchestre de Chambre de Paris y la Orchester der KlangVerwaltung. Últimamente graba en exclusividad para Deutsche Grammophon, incluso las Sonatas y partitas de Bach.

            En la Primera Parte las tres obras iniciales fueron tocadas por el conjunto sin Carmignola. Vivaldi de entrada: la Sinfonía en Do para cuerdas y bajo continuo de "L´Olimpiade", RV 725 (RV es catálogo Ryom  y Sinfonía equivale a Obertura); espléndida pieza de inconfundible autor, da ganas de escuchar la ópera entera y fue ejecutada con prestancia, ajuste y brillantez. En tres breves movimientos, fue solista el concertino en el andante y el "concertado" final; demostró su solvencia Gianpiero Zanocco. Luego, el Concierto a cuatro Nº 3 en Re para cuerdas y bajo continuo de Baldassare Galuppi (1706-85), muy fecundo autor más conocido por sus óperas, pero nada manco en la música instrumental. Gran creador del "dramma giocoso" goldoniano, también fue Maestro de Coro de San Marco y escribió unas 200 obras sacras; y como clavecinista produjo 130 sonatas. Había estudiado la tradición contrapuntística veneciana con Antonio Lotti; allí abrevó Galuppi para sus "Siete conciertos a cuatro voces"; en efecto, aquí son cuatro los solistas que dialogan con el "ripieno"(miembros no solistas del conjunto), o sea que se trata de un "concerto grosso". Es música muy bella y tengo la impresión de que invirtieron el segundo y el tercer movimientos, ya que el final fue brillante, no un Andantino; si fue así, no me parece una buena práctica, pero ello no quita que la ejecución fuera de alto nivel. Benedetto Marcello criticó el exceso de ornamentación en las óperas y se distinguió por sus salmos y cantatas de puro estilo y magistral contrapunto. La Sinfonía en Sol mayor para cuerdas y continuo, C 779, fue la página de inicio en tres movimientos breves de la cantata profana "Clori e Tirsi" y nuevamente el conjunto demostró estilo y profesionalismo. (Para los datos me baso en las excelentes notas de programa de Claudia Guzmán).

            A partir de la cuarta obra fue solista Carmignola. Y todo fue Vivaldi. Dentro de su enorme producción instrumental priman los conciertos para violín en cantidad asombrosa, prueba evidente del talento de las huérfanas del Ospedale della Pietà, con las que trabajó  muy largos años. El escrito en Fa "Per la solennità di San Lorenzo", RV 286, es raramente ejecutado; es la segunda versión la que se oyó. El primer movimiento no es el típico Allegro, sino que se inicia "Largo e spiccato" ("Lento y resaltado") para luego pasar a un tempo rápido; difícil y original. Sigue un expresivo Largo y termina con un Allegro non molto  intenso. Carmignola, que tiene una muy larga carrera, con seguridad pasa ampliamente de los 60 años pero no se le notan: su concentración y habilidad técnica fue evidente tras unos pocos minutos de escucharlo, así como su conocimiento del repertorio barroco. También se notó la mutua empatía entre solista y orquesta, ya que han tocado mucho juntos. Pero…patea; sí, patea; ¿se da cuenta y no lo puede evitar por su tensión nerviosa? No lo sé, pero ciertamente molesta. Siguió el Concierto en mi menor para violín, cuerdas y continuo, RV 281, en los habituales Allegro-Largo-Allegro, pero teñido por la tonalidad menor y la originalidad armónica. También raramente escuchado (son tantos que pocos se tocan con frecuencia), vuelve a demostrar cuánto hay que descubrir y que la boutade de Stravinsky sobre Vivaldi ("escribió 600 veces el mismo concierto") es falsa.  Misma calidad de ejecución y mismas patadas.

            Y en la Segunda Parte, "Las Cuatro Estaciones" vivaldianas, ciertamente la obra instrumental más grabada del Barroco italiano. No niego que sea una maravilla, ¿pero no podrían haber evitado repetirla, cuando la escuchamos varias veces cada año? Si bien el Mozarteum no la dio en el ciclo de abono en años recientes, no hay melómano que no la haya escuchado en vivo muchas veces en una década y que no tenga varias grabaciones. Por mi parte, la conocí de modo inolvidable, dos veces en una semana por rara casualidad con los mismos intérpretes, los mejores del mundo en ese momento: Félix Ayo con I Musici. Fue en febrero 1956, en New York y en Middlebury, Vermont; yo estaba en transición, justo antes de empezar estudios en EEUU; cuando volví a Buenos Aires a principios de 1958 compré la caja de "Il cimento dell´armonia e dell´invenzione"; "Las cuatro estaciones" inician la serie de doce conciertos; y los intérpretes fueron los mismos. Entonces y ahora, la creo la mejor grabación de esta obra, pese a haber escuchado otras valiosas a partir de los Solistas de Zagreb de Janigro. Y cuanto el Mozarteum trajo a I Musici en 1964, ellos incluyeron la obra, siempre con Ayo. Luego hubo muchas visitas más con distintos solistas cuando Ayo pasó a formar parte del notable Cuarteto Beethoven de piano y cuerdas, también huésped frecuente del Mozarteum. Y bien, pasaron las décadas y apareció el historicismo, que ciertamente es interesante y permite fraseos distintos y gran virtuosismo de otro tipo; Manfred Kraemer es nuestra gran figura y ha realizado notables conciertos vivaldianos. Pero se puede ser historicista sin extravagancia, como Kraemer; en cambio Carmignola fue francamente extraño en sus fraseos, sus retrasos de tempo, y en particular su versión propia y casi "recompuesta" de los movimientos lentos, hasta hacerlos a veces casi irreconocibles; y una velocidad en los presto admirable como acrobacia (también del conjunto, que obviamente lo siguió) pero excesiva. En suma, lleno de sorpresas y a veces de hallazgos pero muy discutible. Las patadas disminuyeron bastante (¿le habrán avisado en el intervalo?).

            Hubo tres piezas fuera de programa. Las primeras dos, 1º y 3º movimientos del Concierto en Do, RV 180, "Il Piacere", muy atrayente, y donde el violinista pareció aquietarse y evitó exabruptos  (es verdad que no conozco los conciertos que tocó en la Primera parte pero no sentí en ellos el afán de ser diferente que me pareció flagrante en "Las Cuatro Estaciones"). Me gustó el genuino cantabile que el violinista le supo dar al bello Largo del Concierto para violín en La, D.96, de Giuseppe Tartini, ya de otra generación yendo al clasicismo y un compositor de primera agua mal conocido más allá de la  trillada Sonata "El trino del diablo", tantas veces escuchada en versión romantizada. Fue un buen final.

 

CONCIERTOS DE MEDIODÍA

 

            Sí, los Conciertos de Mediodía cumplen 60 años, desde que Jeannette Arata de Erize los fundó con la premisa de dar buena música gratis durante una hora para aquellos que no podían pagar el abono. Estaban previstos para los que trabajan en el Centro y pueden contar con una hora larga libre (hay que ir y volver) aunque el dilema de cuándo almorzar aparentemente no se planteó. Sea como sea, en sucesivos lugares fue un éxito y pasaron por ellos grandes artistas locales y extranjeros. Ya desde el año pasado dejaron el Gran Rex, abrumados por los frecuentes piquetes, y probaron el CC ex Correo, tanto en la Sala Sinfónica como en la Sala Argentina. Menos problemático que el Gran Rex, pero sin embargo está cerca de la Casa Rosada y a veces es difícil llegar.

            Nuestro notable Cuarteto Petrus tuvo el honor bien merecido de inaugurar el año

60, precedido por un sucinto discurso de Luis Alberto Erize, hijo de Jeannette y actual Presidente del Mozarteum, quien apoyado por la siempre vigente y admirable Directora Artística Gisela Timmermann, y él mismo brazo derecho de su madre durante largas décadas, siguen llevando adelante la tradición del Mozarteum contra viento y marea.

            La Ballena, como a mí me gusta seguir llamándola, tiene una acústica muy vívida que favorece a un cuarteto de cuerdas, así como resulta problemática para los bronces que se escuchan estridentes; en el Gran Rex era al revés. Los espléndidos integrantes del Cuarteto son Pablo Saraví, Hernán Briático (violines), Adrián Felizia (viola) y Gloria Pankáeva (violoncelo). Eligieron un programa de gran belleza y densidad, tributo a Viena. Si bien Mozart escribió 23 cuartetos y a partir del Nº 14 casi todos son importantes, por razones de tiempo y no sólo de calidad eligieron el Adagio y fuga en do menor, K.546, de 1788, donde el Adagio tiene una armonía adelantada a su tiempo y la magistral fuga revela el extraordinario dominio contrapuntístico que Mozart había logrado estudiando a Bach y que tuvo su coronación en el Finale de la Sinfonía "Júpiter", del mismo año (qué grotesco que no se haya escuchado en vida del compositor…). Ya en esta obra reflejó el Petrus su gran nivel, tanto en el completo profesionalismo de cada miembro por su comprensión del estilo. Y luego, el Cuarteto Nº 14, "La muerte y la doncella", en re menor, de Franz Schubert, el mejor y más famoso de los 15; data de 1824, cuando sólo tenía 27 años pero ya había alcanzado su total madurez como el más gran creador del pre-romanticismo, para mí mal llamado así aunque es lo generalmente aceptado, ya que  considero a esta obra romanticismo pleno. El fuerte dramatismo del primer movimiento, el Tema con variaciones que le sigue sobre el Lied "La muerte y la doncella" ("Der Tod und das Mädchen"), el incisivo Scherzo y el rápido Finale (sin embargo con episodios líricos) son todo un desafío para ese perfecto diálogo que es (o debería ser) un cuarteto; por cierto los Petrus lo entienden cabalmente y sin perder un segundo su concentración nos dieron casi 40 minutos de música intensa y emocionante expresada noblemente.

            Y luego una grata sorpresa: Saraví tomó la palabra y tras felicitar al Mozarteum y agradecer que los hayan elegido, confesó que ellos cumplen su primera década; y decidieron ofrecer a la institución un regalo especial: "Happy birthday to you" en el estilo de grandes compositores: Bach, Haydn, Mozart, Beethoven, Schubert, Brahms, Dvorák y Johann Strauss II. No aclaró si alguien lo preparó para ellos o si fue el Petrus el "autor", pero me pareció muy logrado y divertido, con citas de famosas obras y muchos toques personales armónicos y melódicos. Por supuesto, tocado admirablemente. Y hubo en este concierto algo valioso que resaltar: como ningún cuarteto está en el abono y es un género fundamental, la presencia del Petrus fue una buena demostración de lo importante que resulta escuchar  la textura esencial de la música de cámara y por cierto la de mayor gran repertorio.  

 

CONCIERTOS DE MEDIODÍA: TEMPORADA 2019

 

Al I me acabo de referir.

 

II) Mayo 15. Carla Filipcic Holm (soprano), María Cecilia Muñoz (flauta) y Fernando Pérez (piano). "Enchanté". Programa francés, con obras de Caplet, Saint-Saëns, Debussy, Enesco, Roussel, Fauré y la « Shéhérazade » de Ravel (que prefiero en la versión orquestal).  Música refinada y bella por artistas de primer orden.

III) Mayo 22. Ensamble Ecléctico (Lucía Zicos), Florencia Machado (mezzosoprano), Natalia González Figueroa (piano). Respighi: Siciliana; Il tramonto; Claudia Montero: Ausencias; Concierto en blanco y negro para piano y cuerdas. Interesantes intérpretes y obras de Montero, compositora argentina más conocida en Europa que aquí.

  IV) Junio 12.  Knabenchor Collegium Iuvenum Stuttgart (Michael Chulo). Si bien la información es escasa, sólo citan dos compositores, supongo que será un programa muy similar al que darán para la Academia Bach, donde no sólo los dos mencionados para los conciertos de Mediodía, Schütz y Mendelssohn, sino también varios más figuran (aunque quizá eliminen algunos en este caso por razones de tiempo: no pasarse de la hora): Bruckner, Duruflé, Distler, Hassler, Di Lasso y contemporáneos. Es muy buena la tradición de los coros de niños alemanes, debería ser un concierto atrayente.

IV) Junio 19. Indiana University Violin Virtuosi (Mimi Zweig). Indiana University Jacobs School of Music; String Academy Virtuosi. Programa muy largo que excede la hora; supongo que deberán eliminar algunos autores. Corelli, Sarasate, Hummel, Bazzini, Bloch, Freund, Brahms, Arad, Bartók (Rapsodia Nº1), Ravel ("Tzigane"). Waxman, Kreisler, Cortés Álvarez. Notable agrupación que nos visitó no hace mucho en la Usina del Arte.

V) Julio 3. Ezequiel Castro, piano. Beethoven: Sonata "Appassionata"; Alex Nante: Otras iluminaciones (estreno); Scriabin: Sonata Nº 10; Debussy; Imágenes, 2º Cuaderno. Posibilidad de conocer a un pianista argentino que está haciendo carrera en el exterior en un programa variado, aunque hubiera sido mejor una sonata beethoveniana menos trillada.

VI) Julio 10. Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional José de San Martin, directores Mario Benzecry y María Claro Marco Fernández. Tchaikovsky: Marcha eslava; Sinfonía Nº4. La Juvenil está tocando muy bien y probablemente se luzca en este programa.

VII) Agosto 8. Leonardo Jaffé, violín (ganador Concurso Tucumán 2018-Festival Mintz), Paula Peluso (piano). Beethoven: Sonata Nº7; Paganini: La Campanella; Dvorak/Kreisler:  Canciones que me enseñó mi madre; Ysaÿe: Sonata Nº4 ("Fritz Kreisler").  Un programa que permite apreciar cabalmente tanto la técnica como el estilo de los artistas.

VIII) Agosto 14. Julia Botchovskaia, pianista ucraniana. Händel: Suite en mi menor; Lili Boulanger: Tres piezas; Debussy: L´ísle joyeuse; Schubert-Liszt: Cinco Lieder. Programa variado e inteligente.

IX) Agosto 21. Musica Quantica Voces de Cámara (Camilo Santostefano). Brahms: Un Requiem alemán. No se especifican los dos pianistas ni los solistas vocales. La duración excede la hora.

X) Septiembre 4. Antonio Formaro, piano. Weber: Rondó brillante; Mendelssohn: 6 Preludios y fugas; Fauré: Barcarola Nº4; Impromptu Nº3; Saint-Saëns: África, Fantasía. Fascinante programa por el mejor pianista argentino de su generación.

XI) Septiembre 11. Ensemble Alma Viva (violín, flauta, clarinete, violoncelo, piano); Ezequiel Spucches. Obras de Menotti, Villalobos, Guastavino, Debussy, Márquez y Beytelman. Programa variado y novedades por un grupo de cámara sui generis.

XII) Septiembre 18. Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación (Sebastiano de Filippi), Coro Nacional de Jóvenes (Pablo Banchi), Jaquelina Livieri (soprano), Carlos Ullán (piano), Gustavo Gibert (barítono), María Inés Natalucci (piano).  Magnífico programa dedicado a Gustav Holst: Suite St.Paul; Himno de los viajeros (del Rig Veda); y "Savitri", ópera de cámara, estreno (episodio del Mahabharata).

XIII) Octubre 10. Benjamin Baker, violín; Daniel Lebhart, piano. Programa a confirmar.

            En suma, otro año valioso para Conciertos de Mediodía.

Pablo Bardin

 

 

“Powder her face”, Ópera demiporno de Thomas Adès

            "Powder her face" ("Empolva su cara") es la primera ópera compuesta por el británico Thomas Adès y tuve mi primer contacto con ella a través de una grabación que comenté en la Revista Clásica Nº 130 de Junio 1999, página 41. La tapa tenía una boca abierta con mucho rouge y la grabación era de EMI Classics. La edición era del año anterior y duraba 115 minutos. Los cantantes de esta ópera de cámara eran Jill Gomez, Valdine Anderson, Niall Morris y Bryson, acompañados por el Almeida Ensemble dirigido por el autor. Notar que no era editado por una compañía de segundo rango sino por EMI, cuyo único gran rival era Decca London.

            Voy a citarme ampliamente. "Nacido en Londres en 1971, Thomas Adès ya tiene en sus pocos años una trayectoria envidiable. Estudia en la Guildhall School of Music y luego en King´s College, Cambridge, con Alexander Goehr. A los 19 años escribe "Five Eliot Landscapes" op. 1 y su Sinfonía de cámara op. 2. A los 21 años firma un contrato exclusivo de publicación con Faber Music Limited y a los 22 es compositor asociado de la Orquesta Hallé. Al año siguiente (1994) "Living Toys" op.9 es estrenada por la London Sinfonietta y luego aclamada en el Paris Rostrum como mejor obra de un compositor menor de 30 años". "Powder her face", op.14, data de 1995; se estrena en el festival de Cheltenham y luego se da en Londres con gran éxito. Un año más tarde es estrenada en Alemania con notable repercusión y en 1997 en los Estados Unidos (en Berkeley y luego en Aspen). Sir Simon Rattle da a conocer un poco más tarde "Asyla", una amplia obra sinfónica. Adès es nombrado profesor de composición en la Academia Real de Música y en 1998 Director Artístico del Festival de Aldeburgh (que había fundado Britten)".

            "Por su parte, el libretista Philip Hensher nació en 1965 y es producto de Oxford y Cambridge. Ganó el premio de novela Somerset Maugham con "Kitchen Venom" (1996). También es crítico de arte del Daily Mail".

            "Probablemente Buenos Aires sólo conoce de la producción operística inglesa posterior a Britten las "Canciones para un rey loco" de Peter Maxwell Davies. Nuestra desinformación es tan grande que ni siquiera se ha dado algo de Tippett. Pero están los discos, y por ellos hemos conocido obras de Maconchy, Williamson y Harrison Birtwistle (la notable "Punch and Judy")".

            "Ahora nos llega esta obra. Se trata de una ópera de cámara para cuatro solistas sin coro y un conjunto instrumental de 15 ejecutantes: clarinetes y saxofones, corno, trompeta, acordeón, piano, violines, viola, violoncelo y contrabajo. Dividida en dos actos, estos a su vez constan de ocho escenas y un ´epílogo fantasmagórico´. La acción se inicia en 1990 y continúa en 1934, 1936, 1953 (en dos escenas), 1955, 1970 y nuevamente 1990. Hay interludios entre las escenas. Salvo la soprano dramática que canta la Duquesa, los otros intérpretes (soprano aguda, tenor lírico y bajo característico) personifican varios roles".

            "El libreto se basa en la historia verídica de Margaret Whigham, nacida en 1912, Duquesa de Argyll debido a su segundo matrimonio. Al llegarse a un acuerdo de divorcio en 1963 el juez Lord Wheatley escribió un cruel veredicto, describiéndola como ´una mujer altamente sexuada que ya no se satisface con relaciones normales´. En 1990 se la echó del hotel Dorchester, donde debía 33.000 libras. Murió en un geriátrico en 1993. Había escrito su autobiografía en 1975, y Charles Castle contó su historia en ´The Duchess who dared´ (´La Duquesa que fue audaz´)".

            "El estilo musical tiene influencias del cabaret de Weill, pero también de autores como Britten, Berg en ´Lulu´, Ligeti y Stravinsky. El texto es bastante crudo al mencionar las lacras y abiertamente sexual en muchos pasajes. Para el gusto de quien escribe hay demasiada repetición de elementos dramáticos  y la historia de la promiscua Duquesa dista de tener la riqueza de ´Lulu´, por ejemplo. La música sí tiene notable variedad y exige mucho del talento de cantantes y ejecutantes, ya que es siempre difícil. Ciertos pasajes parecen innecesariamente extravagantes, aunque hay invención de buena ley en este compositor". Pero que es una obra escandalosa lo demuestra  que la hayan llamado según Wikipedia "La ópera de la felación".

            Creo que su segunda ópera representa un  gran salto adelante, se trata de "The tempest" ("La tempestad"), sobre Shakespeare, con orquesta sinfónica y grandes requerimientos vocales y escénicos; la música es mucho más madura, el texto por supuesto de gran vuelo y sustancia; la puesta del Covent Garden en su estreno en Febrero 20014 fue notable, y por suerte se hizo un DVD al que tuve acceso años atrás: quedé muy bien impresionado. Su tercera ópera tomó un  arduo tema: "The exterminating Angel" ("El ángel exterminador") es una adaptación de la terrible película de Luis Buñuel y fue presentada por el Metropolitan de New York en la temporada 2016-17; aquí se pudo apreciar en la serie por satélite en el Teatro El Nacional y la comenté en su momento. Si bien la siento menos lograda que "The tempest", es una obra de gran calibre y audacia.

            Volvamos a "Powder her face". En Diciembre pasado cerró la temporada de la Ópera de Cámara del Colón; fue estrenada en cuatro funciones en el teatro 25 de Mayo, lugar plausible ya que  es una buena sala, mucho mejor que la del CETC, y esta obra ciertamente no es para la sala grande del Colón. Razones de salud me retrasaron y envié a tambor batiente una cantidad de críticas en las últimas semanas de Diciembre y principios de Enero, pero no alcancé a realizar la de la ópera de Adès; sin embargo, yo sabía que Marcelo Lombardero, Director de la Ópera de Cámara, también la había programado para empezar la temporada 2019 en Marzo, en el mismo teatro pero esta vez con seis funciones, cuatro con el elenco original y dos con otro cuarteto. Mi comentario es sobre la versión que presencié el 13 de Diciembre, primera de las cuatro (las otras: 15, 16 y 18; poco recomendable pegar en días seguidos una obra tan ardua para los intérpretes).

            Volví a escuchar la música después de 19 años y nada cambió en mi apreciación. Y más allá del talento de Adès, no puedo menos que considerar que deliberadamente quiso debutar con una ópera chocante y semiporno. Como el CD comentado tenía el texto ya sabía a qué atenerme; pero pese a que la complejidad de ir hacia atrás en el tiempo y luego hacia adelante obliga a considerable concentración para entender lo que pasa, la sustancia es tanto menor que la de "Lulu" o "Salome" que el resultado lleva a lo morboso y barato. Pero hay maneras de contar lo sexualizado: el trabajo técnico de Maritano fue admirable en "Die Soldaten", pero triplicó sin necesidad los actos sexuales, por ejemplo. Que Lombardero tiene afinidad con el sórdido mundo de "Mahagonny" de Weill-Brecht fue evidente en sus puestas y allí funcionó muy bien; creo en cambio que en varios pasajes fue más allá del texto y subrayó y agregó las desviaciones sexuales llevando el semiporno al porno. La mera síntesis de la obra que figura en el programa de mano demuestra que son los elementos escandalosos los que interesaron al puestista. Fue secundado en la escenografía por Noelia González Svoboda; en el vestuario por Luciana Gutman y en la iluminación por Horacio Efron; hubo video a cargo de Natalio Ríos y Paula Rodríguez. Se logró evocar las distintas épocas recorridas por el libreto, más allá de detalles de mal gusto. Y ciertamente fue una tontería no aclarar  qué personajes encarnan los otros tres  aparte de la Duquesa; Oriana Favaro fue la Criada pero no solamente; Santiago Burgi fue Electricista  y otros personajes; y Hernán Iturralde fue el Manager del Hotel pero también el Duque. Daniela Tabernig fue la Duquesa; el devenir del tiempo en su caso no quedó claramente demarcado en sus maquillajes, y esto era importante.

            El inglés de las mujeres y de Iturralde fue muy bueno; el de Burgi un poco trabajoso pero aceptable. Los cuatro cantaron y actuaron con un profesionalismo completo; la música tiene muchos momentos complicados y las situaciones a las que están expuestos los personajes con frecuencia están más allá de lo habitualmente exigible a un cantante lírico, incluso en obras contemporáneas. Salvo una situación especialmente ridícula, Iturralde fue el menos exigido; Burgi es muy flexible por naturaleza pero esta vez a veces es provocado (la felación) y en otras el provocador es él. Se conoce la calidad musical de Daniela Tabernig en personajes como Rusalka; aquí debe parecer de 22, 24, 42, 43, 58 y 78 años y esto no sólo depende del maquillaje, sino de cambios de intensidad y energía muy grandes; no olvidar que fue Duquesa por matrimonio y nada indica que haya tenido la capacidad de parecer una verdadera Duquesa de abolengo. Tal como la muestran a medida que avanza el tiempo se vuelve más estragada en lo más íntimo; ya no es una mujer de sana sexualidad sino una depravada. Oriana Favaro es muy atrayente, joven y sensual; aquí, mientras canta música florida en registros muy agudos, seduce y es seducida con toda naturalidad y realismo.

            La pequeña orquesta tiene curiosas características: tres clarinetes pero ninguna otra madera; bandoneón (qué raro en un inglés; ¿habrá alguna adaptación?); no sólo acordeón, también sampler, algo asociado a la música popular. Hubo varios nombres de primer orden en un conjunto de muy buen nivel: los violinistas Gustavo Mulé y Sebastián Masci; Matías Tchicourel de primer clarinete; Valentín Garvie en trompeta; Iván Rutkauskas en piano. Marcelo Ayub, más conocido como pianista y director de coro, pareció muy seguro y cómodo coordinando esta música tan variada, en distintos estilos.

            En suma, no es una obra que me atraiga como logro total; pese a los valores de la música, el libreto es demasiado desparejo y escabroso. Y en este caso, intérpretes de talento al servicio de una puesta excesiva y licenciosa.

Pablo Bardin