lunes, mayo 13, 2019

“Powder her face”, Ópera demiporno de Thomas Adès

            "Powder her face" ("Empolva su cara") es la primera ópera compuesta por el británico Thomas Adès y tuve mi primer contacto con ella a través de una grabación que comenté en la Revista Clásica Nº 130 de Junio 1999, página 41. La tapa tenía una boca abierta con mucho rouge y la grabación era de EMI Classics. La edición era del año anterior y duraba 115 minutos. Los cantantes de esta ópera de cámara eran Jill Gomez, Valdine Anderson, Niall Morris y Bryson, acompañados por el Almeida Ensemble dirigido por el autor. Notar que no era editado por una compañía de segundo rango sino por EMI, cuyo único gran rival era Decca London.

            Voy a citarme ampliamente. "Nacido en Londres en 1971, Thomas Adès ya tiene en sus pocos años una trayectoria envidiable. Estudia en la Guildhall School of Music y luego en King´s College, Cambridge, con Alexander Goehr. A los 19 años escribe "Five Eliot Landscapes" op. 1 y su Sinfonía de cámara op. 2. A los 21 años firma un contrato exclusivo de publicación con Faber Music Limited y a los 22 es compositor asociado de la Orquesta Hallé. Al año siguiente (1994) "Living Toys" op.9 es estrenada por la London Sinfonietta y luego aclamada en el Paris Rostrum como mejor obra de un compositor menor de 30 años". "Powder her face", op.14, data de 1995; se estrena en el festival de Cheltenham y luego se da en Londres con gran éxito. Un año más tarde es estrenada en Alemania con notable repercusión y en 1997 en los Estados Unidos (en Berkeley y luego en Aspen). Sir Simon Rattle da a conocer un poco más tarde "Asyla", una amplia obra sinfónica. Adès es nombrado profesor de composición en la Academia Real de Música y en 1998 Director Artístico del Festival de Aldeburgh (que había fundado Britten)".

            "Por su parte, el libretista Philip Hensher nació en 1965 y es producto de Oxford y Cambridge. Ganó el premio de novela Somerset Maugham con "Kitchen Venom" (1996). También es crítico de arte del Daily Mail".

            "Probablemente Buenos Aires sólo conoce de la producción operística inglesa posterior a Britten las "Canciones para un rey loco" de Peter Maxwell Davies. Nuestra desinformación es tan grande que ni siquiera se ha dado algo de Tippett. Pero están los discos, y por ellos hemos conocido obras de Maconchy, Williamson y Harrison Birtwistle (la notable "Punch and Judy")".

            "Ahora nos llega esta obra. Se trata de una ópera de cámara para cuatro solistas sin coro y un conjunto instrumental de 15 ejecutantes: clarinetes y saxofones, corno, trompeta, acordeón, piano, violines, viola, violoncelo y contrabajo. Dividida en dos actos, estos a su vez constan de ocho escenas y un ´epílogo fantasmagórico´. La acción se inicia en 1990 y continúa en 1934, 1936, 1953 (en dos escenas), 1955, 1970 y nuevamente 1990. Hay interludios entre las escenas. Salvo la soprano dramática que canta la Duquesa, los otros intérpretes (soprano aguda, tenor lírico y bajo característico) personifican varios roles".

            "El libreto se basa en la historia verídica de Margaret Whigham, nacida en 1912, Duquesa de Argyll debido a su segundo matrimonio. Al llegarse a un acuerdo de divorcio en 1963 el juez Lord Wheatley escribió un cruel veredicto, describiéndola como ´una mujer altamente sexuada que ya no se satisface con relaciones normales´. En 1990 se la echó del hotel Dorchester, donde debía 33.000 libras. Murió en un geriátrico en 1993. Había escrito su autobiografía en 1975, y Charles Castle contó su historia en ´The Duchess who dared´ (´La Duquesa que fue audaz´)".

            "El estilo musical tiene influencias del cabaret de Weill, pero también de autores como Britten, Berg en ´Lulu´, Ligeti y Stravinsky. El texto es bastante crudo al mencionar las lacras y abiertamente sexual en muchos pasajes. Para el gusto de quien escribe hay demasiada repetición de elementos dramáticos  y la historia de la promiscua Duquesa dista de tener la riqueza de ´Lulu´, por ejemplo. La música sí tiene notable variedad y exige mucho del talento de cantantes y ejecutantes, ya que es siempre difícil. Ciertos pasajes parecen innecesariamente extravagantes, aunque hay invención de buena ley en este compositor". Pero que es una obra escandalosa lo demuestra  que la hayan llamado según Wikipedia "La ópera de la felación".

            Creo que su segunda ópera representa un  gran salto adelante, se trata de "The tempest" ("La tempestad"), sobre Shakespeare, con orquesta sinfónica y grandes requerimientos vocales y escénicos; la música es mucho más madura, el texto por supuesto de gran vuelo y sustancia; la puesta del Covent Garden en su estreno en Febrero 20014 fue notable, y por suerte se hizo un DVD al que tuve acceso años atrás: quedé muy bien impresionado. Su tercera ópera tomó un  arduo tema: "The exterminating Angel" ("El ángel exterminador") es una adaptación de la terrible película de Luis Buñuel y fue presentada por el Metropolitan de New York en la temporada 2016-17; aquí se pudo apreciar en la serie por satélite en el Teatro El Nacional y la comenté en su momento. Si bien la siento menos lograda que "The tempest", es una obra de gran calibre y audacia.

            Volvamos a "Powder her face". En Diciembre pasado cerró la temporada de la Ópera de Cámara del Colón; fue estrenada en cuatro funciones en el teatro 25 de Mayo, lugar plausible ya que  es una buena sala, mucho mejor que la del CETC, y esta obra ciertamente no es para la sala grande del Colón. Razones de salud me retrasaron y envié a tambor batiente una cantidad de críticas en las últimas semanas de Diciembre y principios de Enero, pero no alcancé a realizar la de la ópera de Adès; sin embargo, yo sabía que Marcelo Lombardero, Director de la Ópera de Cámara, también la había programado para empezar la temporada 2019 en Marzo, en el mismo teatro pero esta vez con seis funciones, cuatro con el elenco original y dos con otro cuarteto. Mi comentario es sobre la versión que presencié el 13 de Diciembre, primera de las cuatro (las otras: 15, 16 y 18; poco recomendable pegar en días seguidos una obra tan ardua para los intérpretes).

            Volví a escuchar la música después de 19 años y nada cambió en mi apreciación. Y más allá del talento de Adès, no puedo menos que considerar que deliberadamente quiso debutar con una ópera chocante y semiporno. Como el CD comentado tenía el texto ya sabía a qué atenerme; pero pese a que la complejidad de ir hacia atrás en el tiempo y luego hacia adelante obliga a considerable concentración para entender lo que pasa, la sustancia es tanto menor que la de "Lulu" o "Salome" que el resultado lleva a lo morboso y barato. Pero hay maneras de contar lo sexualizado: el trabajo técnico de Maritano fue admirable en "Die Soldaten", pero triplicó sin necesidad los actos sexuales, por ejemplo. Que Lombardero tiene afinidad con el sórdido mundo de "Mahagonny" de Weill-Brecht fue evidente en sus puestas y allí funcionó muy bien; creo en cambio que en varios pasajes fue más allá del texto y subrayó y agregó las desviaciones sexuales llevando el semiporno al porno. La mera síntesis de la obra que figura en el programa de mano demuestra que son los elementos escandalosos los que interesaron al puestista. Fue secundado en la escenografía por Noelia González Svoboda; en el vestuario por Luciana Gutman y en la iluminación por Horacio Efron; hubo video a cargo de Natalio Ríos y Paula Rodríguez. Se logró evocar las distintas épocas recorridas por el libreto, más allá de detalles de mal gusto. Y ciertamente fue una tontería no aclarar  qué personajes encarnan los otros tres  aparte de la Duquesa; Oriana Favaro fue la Criada pero no solamente; Santiago Burgi fue Electricista  y otros personajes; y Hernán Iturralde fue el Manager del Hotel pero también el Duque. Daniela Tabernig fue la Duquesa; el devenir del tiempo en su caso no quedó claramente demarcado en sus maquillajes, y esto era importante.

            El inglés de las mujeres y de Iturralde fue muy bueno; el de Burgi un poco trabajoso pero aceptable. Los cuatro cantaron y actuaron con un profesionalismo completo; la música tiene muchos momentos complicados y las situaciones a las que están expuestos los personajes con frecuencia están más allá de lo habitualmente exigible a un cantante lírico, incluso en obras contemporáneas. Salvo una situación especialmente ridícula, Iturralde fue el menos exigido; Burgi es muy flexible por naturaleza pero esta vez a veces es provocado (la felación) y en otras el provocador es él. Se conoce la calidad musical de Daniela Tabernig en personajes como Rusalka; aquí debe parecer de 22, 24, 42, 43, 58 y 78 años y esto no sólo depende del maquillaje, sino de cambios de intensidad y energía muy grandes; no olvidar que fue Duquesa por matrimonio y nada indica que haya tenido la capacidad de parecer una verdadera Duquesa de abolengo. Tal como la muestran a medida que avanza el tiempo se vuelve más estragada en lo más íntimo; ya no es una mujer de sana sexualidad sino una depravada. Oriana Favaro es muy atrayente, joven y sensual; aquí, mientras canta música florida en registros muy agudos, seduce y es seducida con toda naturalidad y realismo.

            La pequeña orquesta tiene curiosas características: tres clarinetes pero ninguna otra madera; bandoneón (qué raro en un inglés; ¿habrá alguna adaptación?); no sólo acordeón, también sampler, algo asociado a la música popular. Hubo varios nombres de primer orden en un conjunto de muy buen nivel: los violinistas Gustavo Mulé y Sebastián Masci; Matías Tchicourel de primer clarinete; Valentín Garvie en trompeta; Iván Rutkauskas en piano. Marcelo Ayub, más conocido como pianista y director de coro, pareció muy seguro y cómodo coordinando esta música tan variada, en distintos estilos.

            En suma, no es una obra que me atraiga como logro total; pese a los valores de la música, el libreto es demasiado desparejo y escabroso. Y en este caso, intérpretes de talento al servicio de una puesta excesiva y licenciosa.

Pablo Bardin  


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