Como se sabe, la Orquesta Sinfónica Nacional está muy restringida con respecto a música fuera de la argentina. Este viernes se presentó en el CCK Ballena (Auditorio Nacional). La dirigió por primera vez la Mtra. María Laura Muñiz, que anunció las obras brevemente ya que no hay ni siquiera un papelito para entregar o un anuncio visible en la sala o en el foyer. Positivamente el concierto puede escucharse en Radio Nacional Clásica FM96.7.
Muñiz es Licenciada en Dirección Orquestal y Profesora Superior por la Universidad Católica Argentina. Fue becada por la Fundación Teatro Colón. Se perfeccionó en análisis e interpretación con Pedro Calderón. La Fundación Mozarteum Argentino la envió a París, donde estudió con Mendi Rodan, Zsolt Nagy, Peter Eötvös y John Carewe. Recientemente participó en el Masterclass de Charles Dutoit en el Festival Martha Argerich con la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Dirigió en Paraná, Mar del Plata, Avellaneda, Bahía Blanca, Mendoza, Gral San Martín, San Juan, Concepción (Chile), Matanzas (Cuba) y 3 bandas sinfónicas. Ha dictado cursos de especialización en Argentina y Europa. Participa en la formación y perfeccionamiento de jóvenes directores. Es docente en el Conservatorio Aguirre en Banfield. Y en la UCA (Universidad Católica Argentina), profesora en las cátedras de Dirección Orquestal I, III y IV.
El programa fue breve, con música argentina poco conocida de Manolo Juárez y Alberto Williams y el estreno de "Videbimus Lumen" de Pablo Ortiz con el Trío Luminar, que cumple 20 años de existencia y está formado por Patricia Da Dalt (flauta), Lucrecia Jancsa (arpa) y Marcela Magin (viola). Por cierto resulta escasa la cantidad de música para esta combinación, conocida gracias a Claude Debussy, que la utilizó pocos años antes de su muerte). De paso, Da Dalt forma parte de las flautas de la Sinfónica Nacional y aparte de ello siempre estuvo interesada en estrenar obras para flauta. El concierto terminó 21,35 con buena recepción por parte del público. Recordar que en los conciertos de la Sinfónica no hay intervalo, sólo los minutos necesarios para instalar cada grupo. Tienen una semana para aprender las obras.
Confieso que según la formación e incluso sus cátedras esperaba encontrarme con gestos más variados y expresivos, pero aparentemente los ensayos fueron exitosos, aunque yo, al igual que otros espectadores, no tuve las partituras para comparar. No capté errores molestos. El lenguaje más directo fue el de la "Elegía" del veterano Manolo Juárez; 3 veces se sintieron el contraste entre la música elegíaca especialmente reflejada en las cuerdas y los exabruptos dramáticos de los bronces ff. Me resultó una obra atrayente.
Pablo Ortiz nació en 1966 en Buenos Aires y estudió en la UCA. En 1992 fue a estudiar en la Universidad de Columbia en New York con el argentino Mario Davidovsky. Obtuvo una beca Guggenheim en Estados Unidos y Canadá. Actualmente es profesor en la Universidad de California, Davis. Ha dado formas especiales al tango: "Suomalainen Tango", referencia al tango finlandés, y "Tango futurista". Nombre de ciertas obras: "Parodia" y "Oscuro". Su obra para el Trío Luminar es un homenaje a Gerardo Gandini, profesor en la UCA, que murió en 2013 tras una gran carrera como compositor y profesor (fui su alumno y trabajé con él en el Colón). La obra se inició con un expresivo canto de la flauta, para mi gusto con influencia de Debussy. De los 3 fragmentos el último fue el que más resultó en un estilo "a lo Gandini", moderno y triste. Fue la viola el instrumento de mayor expresividad.
Escribí semanas atrás sobre la Segunda Sinfonía de Alberto Williams, donde marqué su cautivante excentricidad. Ciertamente lo mismo puede aplicarse respecto a "Poema de Iguazú", op. 115. Como la sinfonía, tiene 4 movimientos y notable variedad tímbrica; necesita una amplia orquesta como la Sinfónica Nacional. Su número de opus indica que es una obra relativamente tardía, y que el apelativo debe ser "poema sinfónico", pero en verdad no se diferencia mucho de una sinfonía que cuenta una historia y está en 4 movimientos. Naturalmente hay momentos donde las cataratas se sugieren, pero sobre todo hay melodías simples de chamamé y orquestaciones muy variadas. Inicialmente dominan los bronces, especialmente las trompetas y los trombones, incluso la tuba. Ciertos momentos piden dos timbales poderosos; otros el clarinete y el corno inglés. Todo esto refleja la naturaleza. Pero cuando se canta el chamamé el relegamiento de los violines desaparece y cantan la melodía. Según el movimiento la música puede ser potente (la naturaleza) o dulce (sobre todo en el tercer movimiento). Hacia el final del cuarto se vuelve al estruendo inicial y nos sentimos en el ambiente Iguazú (tengo motivo para sentirlo, estuve allí 4 veces, como niño, joven de 22 años y padre a los 40 y casi 50 con mis hijas y mi mujer). No hay como el Iguazú y Williams lo sabe. La obra es de 1942, cuando tenía 60 años y ya había creado sus 9 sinfonías. Otros poemas fueron para piano.
Pablo Bardin
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