El segundo concierto dirigido por Paolo Bortolameolli a la Filarmónica de Buenos Aires
(Nº 12 de la orquesta) tuvo dos obras nuevas aquí, comentadas por el director al principio
mismo: la Sinfonía Nº 7 de Hans Werner Henze, y después de la pausa de 20 minutos, "Halil"
de Leonard Bernstein, con el flautista Yubeen Kim. El concierto terminó con el Adagio inicial de
la Sinfonía Nº 10 de Gustav Mahler, también comentado por el director. En suma, un programa
difícil e importante.
Henze fue un autor de enorme productividad en muy variados aspectos, como
Villalobos. Tengo el perfecto ejemplo de su interés en la sinfonía con un álbum dirigido por él y
en discos Deutsche Grammophon: son las sinfonías Nº 1 al 6 y con dos grandes orquestas: los
Berliner Philharmoniker y la London Symphony Orchestra. La Nº 1 es de 1947, pero en 1963 le
dará forma de orquesta de cámara. La Nº 2 es de 1949 y está escrita para gran orquesta. La Nº
3 es de 1949-50 y se dedica a Grecia: Apolo, Ditirambo y Danza de encantamiento, todo en
"attacca" (une a los 3 movimientos). La Nº 4, de 1955, también para gran orquesta, en 28
minutos une 9 partes. La Nº 5, de gran orquesta también, tiene 3 movimientos rápido-lento-
rápido. Y la Nº 6 en cambio está hecha para 2 orquestas de cámara dividida en 3 partes: la
primera en 5 piezas, la segunda en 6 y la tercera en 4, total 14. Data de 1969, revisada en 1994.
Y llegamos a la Nº 7, 1983-84, como se ve, 15 años más tarde y de otro carácter. La 8ª, de
1993, se basa en "A Midsummer night´s dream" de Shakespeare. Y la 9ª, de 1995-7, "Das
siebte kreuz", tiene diferente carácter.
La Nº 7 estuvo "comisionada por la Orquesta Filarmónica de Berlín para sus 100 años",
dice el programa. Tiene 4 movimientos: 1: "Danza. Rápida y animada"; 2: "Tranquilo pero
movido" (la tranquilidad dura poco, mi opinión); 3: "Incesante y movido"; 4: "Tranquilo y
contenido". El primero, dice Pablo Gianera, "es una especie de Allemande; el segundo tiene la
forma de un Lied" (pero un Lied violento). Es sorprendente que los dos últimos movimientos
tienen que ver con el poeta Friedrich Hölderlin: "Henze tentó la representación de los
padecimientos en el asilo psiquiátrico de Tübingen" en el tercero. Pero el cuarto, también de
Hölderlin, sigue el poema "Hälfte des Lebens" ("Mitad de la vida"). Ciertos instrumentos se
notan desde el principio y pese a que cada movimiento narra algo distinto se escuchan
especialmente las trompetas, los trombones, la percusión y los contrabajos. Son abundantes
los minutos violentos y similares; pese a contar según el compositor ideas poéticas el resultado
es francamente poderoso y frecuentemente fortissimo. La obra dura unos 35 minutos. El
director al final felicitó a distintos instrumentistas dándoles las manos.
Tras el intervalo escuchamos "Halil" de Leonard Bernstein, con flauta, percusión y
orquesta. Considera Gianera que hay "tensión entre fuerzas tonales y no tonales". "El flautista
Yadid Tannenbaum " fue "asesinado en la guerra de Yom Kippur de 1973. El camino armónico
de Halil va de la serie dodecafónica a la cadencia diatónica". Bernstein dijo: "Es un conflicto
continuo de imágenes nocturnas: sueños, deseos, pesadillas, reposo, insomnio, terror
nocturno, y el sueño mismo, hermano gemelo de la muerte". Tuvimos un notable flautista,
Yubeen Kim, que debutó aquí, pero tiene una notable carrera en Europa, aunque su familia es
de Corea del Sur. Estudió en Lyon, París y Berlín. Ganó varios premios. Fue flautista principal de
la Orquesta Konzerthaus de Berlín, con muy conocidos directores de orquesta incluso el
coreano Myung whun Chung. Tocó con numerosas orquestas de Corea dl Sur y tocó
frecuentemente con la Filarmónica de Berlín. Como era de esperar, fue excelente en la obra de
Bernstein, y luego como extra tocó un fragmento de "Orfeo y Eurídice" de Gluck. "Halil" data
de 1981. En el R.E.D. Classical 2000 Catalogue hay 3 grabaciones; la principal está dirigida por
Bernstein con la Filarmónica de Israel y el flautista es nada menos que Jean-Pierre Rampal.
Por cierto, el primer movimiento de la Sinfonía Nº 10 de Gustav Mahler es una
despedida extraordinaria; él sabía que se estaba muriendo. Dejó fragmentos de los
movimientos restantes en 1911. Muchos años más tarde Cooke desarrolló a su manera basado
sobre elementos que Mahler dejó. Tengo discos de Levine con la Orquesta de Philadelphia; y
en Buenos Aires Pedro Calderón dio a conocer esta obra, que me resulta interesante, aunque
hay una cantidad enorme de grandes versiones de ese primer movimiento puramente
mahleriano y eso es lo que escuchamos con Bortolameolli. Los 25 minutos en Adagio son
expresivos pero no trágicos salvo unos 5 minutos antes del final: un violento sonido aparece
tres veces como síntoma evidente del ataque al corazón definitivo. Fue una versión auténtica
de un sólido director y una orquesta concentrada.
Pablo Bardin
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