domingo, agosto 20, 2023

CLARA CERNAT Y THIERRY HUILLET DIERON UN BRILLANTE CONCIERTO

El Concierto del Mediodía del miércoles 16 de agosto tuvo lugar a las 13 hs en
el Teatro San Martín en la amplia sala principal presentando a dos artistas que han venido en
anteriores temporadas: la violinista Claire Cernat y el pianista Thierry Huillet, que son pareja
desde hace ya largo tiempo. Ella es romana, discípula de Stefan Gheorghiu en la Academia de
Música de Bucarest. Se perfeccionó con Tibor Varga en Suiza e Igor Ozim en Alemania. Ha
visitado a no menos de 16 países para dar conciertos, incluso Buenos Aires en el Teatro
Coliseo. Gravó 10 registros discográficos y fílmicos, especialmente en dúo con su esposo, el
pianista y compositor Thierry Huillet, nacido en Toulouse. Allí estudió con Simone Sabatier-
Perrier. Luego, en el Conservatorio Nacional Superior de Música estudió con Pierre Sancan
(que alguna vez hace muchos años vino a Buenos Aires) y Germaine Mounié; ganó el Primer
Premio en piano, música de cámara y pianista acompañante. Se perfeccionó con 2 grandes
figuras: Leon Fleisher y Paul Badura-Skoda. En 1987 obtuvo el Primer Gran Premio en la
Cleveland International Piano Competition. En 1985 y 1994 ganó el Concurso Busoni y en los
concursos internacionales de Tokio. Como compositor llegó a las 100 obras para instrumento
solista, música de cámara y creaciones sinfónicas. Grabó discos de su música pero también
Rachmaninoff, Enesco, Turina, Bloch, Saint-Saëns, Liszt y Beethoven. Es profesor en Toulouse y
jurado de concursos internacionales. En suma, los dos artistas ya tienen una carrera amplia.
Esta vez optaron por compositores de gran creatividad en sus años distintos: el Rondó
brillante en Si menor, Op. 70, de Franz Schubert, y la Sonata para violín y piano en Fa menor,
Op. 4 de Felix Mendelssohn, y la Rapsodia de Valaquia, Op. 98, de Huillet, que así homenajea la
zona de Romania de su mujer. Como figura en datos que aparecen en un programa del
Mozarteum en el Colón, este dúo va a visitar varias ciudades en el país.
El concierto se inició con el Rondó brillante en Si menor, Op.70, de Franz Schubert. No
deja de sorprender que aparezca "brillante" estando en menor; sin embargo, el menor dura
poco y el brillante domina; además es un rondó bastante largo. El pianista tocó con habilidad y
firmeza; ella, que siempre tocó parada, tuvo un sonido agudo un poco excesivo en Schubert,
pero entusiasta. Después los dos hablaron en castellano; él explicó que se buscó contraste: el
Rondó grato y directo, pero Mendelssohn asombrosamente maduro para un Op. 4. Como
sabemos cómo son las sinfonías para cuerdas, todas ellas con su intensidad y realizadas en
años de primera adolescencia, no asombra la madurez y dramatismo de los 4 breves
movimientos; estuvieron muy bien ambos en dar a la obra lo que merece.
Creo interesante comentar las grabaciones que figuran en R.S.D. Classical 2000
Catalogue. Es sorprendente en el caso del Rondó brillante, que data de 1826, en Re menor, D.
895: nada menos que 16 grabaciones. Elijo 5 de especial interés: Yehudi y Hephzibah Menuhin;
la de 1943 con dos grandes: A. Busch y R. Serkin, grabado en Music and arts; Gidon Kremer con
V. Afanassiev (Deutsche Grammophon); nada menos que I. Stern y D. Barenboim en una gran
serie de 12 discos (Sony); y T. Brando con B. Canino en Nimbus. En cuanto a Mendelssohn, es
considerable la cantidad de grabaciones ya que es una obra bien temprana, Op. 4. Sin embargo
hay 7 grabaciones. Menciono 3: F. Ayo con Canino en Dynamic; Susanne Lautenbacher con R.
Keller en Bayer; y P. Fontanarosa con M. Nordmann en EMI. Luego, escuchamos los 4
movimientos y realmente fue una experiencia de mucho carácter y gran belleza. Los dos se
concentraron y para mí, que no conocía la obra, fue un caso muy bien elegido.
Finalmente la Rapsodia de Valaquia, Op. 98, de Huillet, fue realizada en un estilo gitano
de hace un siglo o más, con frecuentes dificultades en ambos instrumentos, pero aún más
difícil en el violín, sobre todo cuando lo colocan en el extremo agudo por bastante tiempo.
Siendo bastante extenso, la gente lo apreció y se agregó un fragmento más del mismo estilo.
Es un homenaje de Huillet a su esposa, quien también habló con soltura.
Pablo Bardin

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