Hacía mucho tiempo que el Colón había presentado a una de las óperas fundamentales
de Giuseppe Verdi: "Il Trovatore", que formó parte de la trilogía junto con "La Traviata" y
"Rigoletto". No había sido brillante en el año 2000: Leonora, Verónica Villarroel; Manrico,
Darío Volonté; Conde di Luna, Genaro Sulvarán; Azucena, Larissa Diadkova; director de
orquesta, Guido Guida; régie, David Amitín. El cuarteto principal ahora fue extraordinario:
Anna Netrebko /Leonora), Yusif Eyvazov (Manrico), Fabián Veloz (Conde di Luna) y Olesya
Petrova (Azucena); director, Giacomo Sagripanti. Pero no hubo puesta en escena normal; la
Divina Italia no la pagó. En cambio, una "Puesta en espacio" de Marina Mora y un "Concepto
escénico" de Gabriel Caputo. Este último muestra en el programa su mejor invento y dice:
"Apuesta a expandir el universo visual habitual en un concierto" (pero la ópera no es un
concierto) "sin la pretensión de ser una puesta en escena" (de acuerdo: esa es la falla). "Se
busca, al no situar la acción ni en un lugar ni en una época determinada, un espacio escénico
con algunos significantes para que sea el espectador quien pueda completar ese mundo". Soy
uno de aquellos que creen absurdo este asunto que lleva a la carencia de sentido al pasar
según el libreto de un lado a otro pero ver lo mismo, además de que el aspecto es mediocre. A
su vez Marina Mora por un lado viste bien a Leonora y a su ayudante Inés pero no a los
hombres. Además los coros están sentados en grupos que van subiendo y no salen de allí.
Tuve buenos artistas y los mencionaré luego, pero el cuarteto mejor fue el de Leontyne
Price, Fiorenza Cossotto, Piero Cappuccilli y Carlo Bergonzi; director De Fabritiis, régie Ernst
Poettgen; 1969; fue grabado. Antes fui a partir de 1952 y las versiones de ese año, 1953, 1954
y 1955 fueron flojas; mejoró mucho 1963: Cornell MacNeil, Oralia Domínguez, director
Previtali. 1974: importante: Elinor Ross, Irina Arkhipova, Matteo Manuguerra, Flaviano Labò,
dir. Cillario. 1975: Manuguerra, Giuseppe Giacomini, Josella Ligi, Adriana Cantelli; dir. Cillario.
Salto grande a 1990: Leona Mitchell, Lando Bartolini; dir. Veltri. 1991: Sergei Leiferkus, Aprile
Millo, Nina Terentieva; dir. Eugene Kohn. Naturalmente el Colón tuvo grandes estrellas entre
1908 y 1950. Mencionaré algunos nombres famosos desde el principio. 1921: Galeffi, Muzio,
Martinelli; Panizza (Muzio vuelve varias veces). 1926: Pertile. 1927: Lauri Volpi. 1929: Apolo
Granforte; Rosa Raisa. 1930: Benvenuto Franci, Lauri-Volpi; Panizza. 1937: Galeffi, Maria
Caniglia, Lauri-Volpi; dir Tulio Serafin. 1941: Zinka Milanov, Bruna Castagna, Pedro Mirassou;
dir. Fritz Busch. 1948: Carlos Guichandut, Caniglia, Fedora Barbieri, Beniamino Gigli. 1950:
Enzo Mascherini, Mario del Monaco; dir. Antonino Votto.
Hay muchos artistas de primera en esta lista; sin embargo, creo que el único año en el
que escuchamos 4 cantantes de gran nivel fue 1969. De paso, no lo mencioné, pero los
Ferrando previos a 1950 fueron admirables con frecuencia. Esta vez tuvimos a un buen
cantante argentino de mucho trabajo en Europa: Fernando Radó. Lo hizo bien, pero cantó
hacia el público, no al coro.
Lo confieso, mi grabación favorita es la de Maria Callas con Herbert Von Karajan
dirigiendo la orquesta de La Scala. Di Stefano, Panerai, Barbieri y Zaccaria completan el reparto
principal. Pero hay otras muy buenas. Dentro de las 30 que están presentes en el R.E.D.
Classical 2000 Catalogue, elijo 5: 1) Domingo, Price, Milnes, Cossotto. Dir. Mehta. 2) Del
Monaco, Tebaldi, Savarese, Simionato; dir. Erede. 3) Bonisolli, Price, Cappuccilli, Obraztsova;
dir Von Karajan en Berlín. 4) Bergonzi, Stella, Bastianini, Cossotto; dir. Serafin, Scala. Y única
que figura con puesta en escena: Corelli, Price, Bastianini, Simionato. Y sí, Price está en 3, y 4 si
se cuenta la del Colón.
No deja de molestar "Il Trovatore" debido a dos absurdos de libreto basados en el libro
de Antonio García Gutiérrez y en libreto de Salvatore Cammarano; por algo en el comentario
de Francis Toye (en la grabación de Callas) dice "ha llegado a convertirse en ininteligibilidad";
"Cammarano ha suprimido explicaciones". Sin embargo, en el Prólogo Ferrando cuenta "la
horrible historia del rapto del niño del viejo Conde de Luna" y personalmente creo que ese
Prólogo es muy útil. En cuanto a la verdadera ambientación, que no tuvimos, es así: el primer
cuadro, "El duelo", es precedido en el Prólogo en el palacio de Aliaferia, construido por los
árabes en el siglo XI, convertido en residencia zaragozana de los Reyes de Aragón. Ferrando
cuenta exactamente lo que hizo la Gitana; sin embargo al final tanto él como la gente están
asustados de la gitana. Se pasa a los jardines del palacio; aquí no se vio. Es de noche.
Conversan Leonora e Inés. Le cuenta Leonora que ha visto a un desconocido guerrero en un
torneo y que ella le colocó de su honor la insignia. Bella aria: "Tacea la notte placida"; "un
Trovador cantó con un laúd; se repetía mi nombre"; "Corrí y ¡era él!". Inés: "¡Trata de
olvidarlo!" Leonora canta la difícil "cabaletta" "Di tale amor": "¡De amor que yo sola
comprendo se enardeció mi corazón! ¡Si no vivo por él yo moriré!" La seguridad de Netrebko
fue notable tanto en el aria como en la cabaletta. Ambas se retiran. Buen trabajo de María
Belén Rivarola como Inés. Entra el Conde; curiosamente dice "¡Tace la notte!" "Está soñando
la Real Señora; la cuida su dama…Leonora, estás despierta; me lo dice un rayo de la lámpara
nocturna…¡La amorosa llama me hace arder cada fibra!...Debo verte, es necesario…Voy, tal
momento me es supremo…" Oye los acordes de un laúd. "¡El Trovador! ¡Tiemblo!" Voz algo
lejana de el Trovador: "Deserto sulla terra"; "¡Con el amargo destino de la guerra, sólo el
corazón salva al Trovador! ¡Pero si él posee ese corazón, lleno de casta fe el Trovador es mayor
que cualquier Rey!" A Yusif Eyvazov se le oyó bien aunque algo demasiado lejos. Conde: "¡No
me engaño, ella baja!" Leonora corre hacia el Conde: "¡Alma mía! Al fin te guía piadoso amor
entre mis brazos". El Trovador: "¡Infiel!" Leonora: "¡Las tinieblas me llevaron al error!" se tira a
los pies de Manrico el Trovador. "¡Yo te amo de inmenso amor!" Conde: "¡Si no eres vil,
descúbrete!" "Soy Manrico". Conde: "Eres secuaz de Urgel, exiliado para morir, ¿y vienes a
estas puertas regias?" Manrico: "Llama a los guardias y hazme rival para caer bajo el hierro del
verdugo". Conde (se inicia una trilogía poderosa): "¡Despreciado de mi celoso amor, arde en mí
tremendamente el fuego! ¡Falta poco para extinguir tu sangre!" A Leonora: "¡Te animaste a
decirle ´te amo`! "Pronunciaste tal acento que lo condenó a morir!" Leonora: "¡Sólo yo soy la
causa! Que caiga tu furor sobre la rea que te ultrajó. Que te ame no puedo ni quiero".
Manrico: "Caerá atacado por mí". Al Conde: "Ya sonó tu hora". Los dos salen con su espada y
ella cae, atacada por su sentimiento. Y bien, los tres artistas se expresaron con gran intensidad
y con muy buenas cualidades.
Segunda Parte: "La Gitana". Cuadro Primero. No se vio lo que dice el libreto. Faldas de
un monte de la Bizcaya. Hacia el fondo hay un gran fuego y Azucena está junto a él. Manrico
está junto a ella (aparentemente ganó la batalla). Coro de gitanos (colocados tal como
estuvieron los del palacio. Canto coral muy bien expresado por su Director Miguel Martínez
(Coro Estable del Colón). Gitanos: "¡A la obra! Martilla. ¿Quién embellece los días del gitano?
¡La gitanilla! Ahinco y coraje el cuerpo y el alma traen del beber". Azucena canta "¡Stride la
vampa!" ("Grita la llamarada") "El gentío indómito corre hasta ese fuego; gritos de alegría
resuenan: ¡la mujer se avanza! Amenazadora resplandece con vueltas horribles la tétrica llama
¡que se alza hasta el cielo!" Segunda estrofa: "¡Grita la llamarada! Llega la víctima vestida de
negro, descalza. ¡Un grito feroz se levanta, llega la muerte; el eco lo repite de barranco en
barranco!" Olesya Petrova reemplazó a otra artista rusa que se enfermó; ya en esta trágica aria
demostró ser una gran artista, de excelente rango desde lo más grave a lo más alto de una
mezzosoprano. A los otros tres cantantes los conocemos bien por anteriores visitas pero no a
Olesia. Nació en San Petersburgo y se formó allí. Amneris en el "Covent garden", el Met de
New York y la Arena de Verona; la Abadesa de "El ángel de fuego" y Amelfa de "El gallo de oro"
en el Teatro Real de Madrid. La Princesa de Bouillon en "Adriana Lecouvreur" y Ulrica en la
Deutsche Oper Berlin. Conciertos: "Requiem" de Verdi con Mehta en Tel Aviv; Sinfonía Nº 8 de
Mahler dirigida por Fabio Luisi y "Aleksandr Nevsky" de Prokofiev con Daniele Gatti en el
Maggio Musicale Fiorentino. Volviendo a Azucena, le dice a Manrico: "¡Véngame!" Manrico a sí
mismo: "De vuelta esa extraña palabra". Un Viejo Gitano dice que hay que buscar el pan en
ciudades que conocen y hombres y mujeres dicen "Vayamos". Quedan solos Manrico y
Azucena. Él le pide que narre esa historia. Ella: "Tus pasos de ambición te excitan y te llevan
lejos". La culpó de maleficios el Conde; se habría llevado un bebe, hijo suyo. Se quemó donde
arde ese fuego". Durante los 5 minutos siguientes ella le cuenta en detalle a Manrico, quien
apenas puede preguntar. "¡La llevaban en cepo a su destino tremendo! Ella tenía un hijo en sus
brazos; yo la seguía llorando. ¡En vano intentó parar y bendecirme! Tras blasfemas obscenas,
pinchándola con hierros, los esbirros la cazaron y la tiraron a la hoguera. Ella exclamó:
"¡Véngame!" Dejó un eco eterno en ese corazón. El hijo intentó que el Conde lo llevara. Lo
traje yo. Lloraba él sin parar; la madre en suplicio gritó "¡Véngame!" de nuevo. Agarro la
víctima. Veo el hijo del Conde; ¡Yo había quemado a mi propio hijo!" Manrico: "¿No soy tu
hijo? ¿Quién soy?" Azucena: "¡Eres mi hijo!" "¿No tuviste en mí una tierna madre?" Y luego le
recuerda varias situaciones donde lo salvó al "hijo". Se recordará que mencioné antes de esta
reseña que hay en la obra dos errores excesivos: éste es uno. Por otra parte, no error pero sí
ausencia de información, ¿qué pasó entre él y el conde cuando pelearon con las espadas? No
queda explicado. Volviendo a ella y él: Manrico explica que fue lastimado en la batalla: "¡Yo caí
pero como persona fuerte!" Y luego, a pedido de ella, sí explica qué pasó en la pelea entre
ambos: "Un grito me vino del Cielo que me dijo: ¡No herirlo!" Pero ella le pide que lo ataque
en el corazón; y Manrico le dice: "Lo juro, esta espada le llegará al corazón". Un sonido de
corno hace que llegue un mensajero que trae un texto para leer: "En Castellor: en el claustro
de la cruz se ceñirá Leonora". Dice al mensajero: "Tráeme un caballo". Azucena: "¿No temes
más heridas? ¡Tu sangre es la mía!" Manrico insiste sobre su amada: "Si yo me quedase aquí, a
tus pies habría muerto de dolor tu hijo".
Cuadro Segundo. Debería verse "Atrio interno de un lugar de retiro cercano a
Castellor" pero nada hay que lo muestre salvo que es de noche. Están el Conde, Ferrando y
algunos secuaces. El Conde: "Todo está desierto. ¡Llego en momento adecuado!" Dice algo
asombroso: "Muerto el rival"; no sabe que vive…"¡Leonora es mía!" Famosa aria: "Il balen del
suo sorriso" "¡El fulgor de su bello rostro me da coraje!" "Que el sol de su mirada apague la
tempestad de mi corazón". Muy bien cantado. Suenan las campanas. El Conde: "¡Antes de que
ella llegue al altar debe ser raptada!" Le dice al grupo: "Escóndanse". Cabaletta: "¡La alegría
que me espera no es mortal! ¡Mujer, ni un Dios puede evitar el rapto!" Coro interno religioso
expresa a Leonora: "¡Ven y que te esconda el velo a cualquier mirada humana! Ve al Cielo que
se abrirá para ti". Aparecen Leonora e Inés. Inés llora, le dice: "Tú para siempre nos dejas".
Leonora: "Una risa, una esperanza, la tierra no tiene para mí. Llévenme". El Conde: "¡Nunca!"
Leonora: "¡Insano! ¿Veniste aquí?" El Conde: "A hacerte mía". ¡Pero aparece Manrico! Y hay
un terceto donde cada uno canta en orden. Primero Leonora: "¿Puedo creerlo? ¡Te veo al lado
mío! ¡Esto es un sobrehumano encanto! ¿Bajaste del Cielo o estoy allí contigo?" El Conde:
"Conque los que murieron dejan el reino eterno. Si vives huye de ella y de mí". Manrico: "No
me tuvo el cielo ni el horrible infernal sendero. ¡Guerreros infames me dieron golpes mortales!
¡Pero esos impíos fueron confundidos por Dios! Y ese Dios me socorró". Llega Ruiz (Santiago
Martínez): "¡Viva Urgel!" Manrico: "Mujer, sígueme". El Conde quiere atacarlo pero Ruiz y la
gente armada lo impiden y le quitan la espada. El Conde: "¡Tengo las furias en el corazón!"
Ferrando y secuaces: "Ceder ahora no es vileza". Fin de la Segunda Parte.
Tercera Parte: El hijo de la gitana. Primera Escena. Campamento. Nuevamente esta
versión errónea ubica a los soldados sentados en varios niveles. Dicen: "¡Este acero, lleno de
sangre, pronto se llenará de más sangre!" Ferrando pensando en Castellor: "Se vencerá, es
nuestro". Famosa versión de los soldados en un canto pegadizo: "Sonó el timbre, retumbó la
trompeta guerrera. Llaman a las armas, al asalto. ¡Nunca nos sonrió la victoria con las más
alegres esperanzas de ahora!" Y se van. El Conde: "¡Corro a separarlos, oh Leonora!" Pero
sucede algo grave: Ferrando trae a la gitana Azucena y el Conde le hace preguntas. Azucena:
"De una gitana es costumbre mover el paso vagabundo, su techo es el cielo, su patria el
mundo". El Conde: "¿De dónde vienes?" Ella: "De Vizcaya". El Conde y Ferrando se sorprenden.
Ella: "Viví días pobres pero estuve contenta. Sola tenía un hijo. ¡Me dejó! Yo voy errante
buscándolo". El Conde: "¿Recordarías un niño, prole de condes, robado en su castillo, hace tres
lustros?" Ella: "¿Tú quién eres?" El Conde: "Hermano del robado". Ferrando: "¡Es quien quemó
al bebe!" El Conde a ella: "No puedes huír de tu destino". A los soldados: "Apriétenle el nudo".
Ella: "¿Y tú no me oyes, Manrico, hijo mío? ¿No socorres a tu infeliz madre?" El Conde:
"¡Madre de Manrico!" Poderoso trío de ella, el Conde y Ferrando con Coro. Ella: "Suavizad,
bárbaros, mis acerbas retorsiones. Este cruel suplicio es muerte prolongada". El Conde:
"¡Podré con tu suplicio herirlo en el corazón! ¡Conmigo la fraterna ceniza tendrá plena
venganza!" Ferrando y Coro: "Verás pronto una infame pira. Las llamaradas del infierno te
darán hoguera eterna".
Escena Segunda. Sala adyacente a la capilla en Castellor según el libreto, no en lo que
vimos. Manrico a Leonora: "¡Es alto el peligro! ¡En la nueva aurora estaremos atacados! Pero
tendremos victoria". Dice a Ruiz: "Vete, las obras bélicas estarán a tu cargo" (se va Ruiz).
Leonora: "¡De cuál tétrica luz nuestro amor resplandece!" Muy bella aria de Manrico: "¡Ah, sì,
ben mio!" "Siendo tú mi consorte tendré el alma más intrépida. Pero si yo estuviera entre las
víctimas pensaré en ti". Se oye un órgano de la capilla. Los dos cantan brevemente: "¡La onda
de los sonidos místicos pura desciende al corazón! Ven; se cierra el templo, alegrías de casto
amor". Vuelve Ruiz. Le cuenta lo que le pasa a la gitana. Manrico le dice que él es su hijo.
"Junta a un grupo, apúrate". Y se escucha la rápida y poderosa aria "Di quella pira", sin duda lo
más célebre de esta ópera. Escuché múltiples veces a tenores demostrando su timbre y sus
aspectos más agudos. La versión de Eyvazov fue buena pero con dos aspectos distintos: el
extremo agudo lo consigue plenamente; pero le escuché menos detalles en las palabras como
"pira" o "fuoco". Frases que importan mucho fueron bien cantadas: "No puede frenarme tu
martirio. Madre infeliz, corro a salvarte, ¡o contigo corro a morir!" Ruiz volvió con hombres
armados y cierran así: "¡A las armas! Estamos listos a luchar contigo hasta morir", triste final.
Parte cuarta. El suplicio. Cuadro Primero. Lo que se vio nada tiene que ver con el
libreto: "un ala del palacio de la Aliaferia". "Al ángulo una torre con ventanas. Noche
oscurísimas (así fue). Ruiz: "Allí está la torre donde gimen los prisioneros". Leonora: "Puedes
irte. No tengas temor de mí. Podré quizá salvarlo". Se va Ruiz. Ella: "Segura, lista está mi
defensa". Y llega a su aria más compleja e importante. Allí pudo Netrebko mostrar lo mejor de
su talento. "D´amor sull´ali rosee" comienza: "De amor sobre las alas rosadas anda, suspiro
doliente: del prisionero mísero conforta la mente…¡Como aurora de esperanza sopla en ese
cuarto! ¡Lo suscitan las memorias de los sueños del amor! ¡Pero no le digas las penas de mi
corazón!" Voces internas: "¡Miserere de él, bondad divina, que no sea presa del infernal cuarto
de estar!" Ella: "Ese sonido solemne y funesto llenó estos aires de lóbrego terror". Manrico en
la torre: "¡La muerte tarda en venir a quien desea morir! ¡Adiós, Leonora!" Y ella pasa a su
Cavatina, muy poderosa: "Tú verás que el amor en la tierra no fue más fuerte que el mío;
vence el destino en áspera guerra, vencerá a la misma muerte. Salvaré tu vida con el precio de
la mía, o siempre unida contigo bajaré a la tumba". Excelente Netrebko.
Escena Segunda. No hay cambio de escena. El Conde entra y da decisiones a los
secuaces: "Alboreando, el hacha al hijo y a la madre la hoguera". Piensa en Leonora: "¿Dónde
estás, cruel?" y lo inesperado: "Ante ti", dice Leonora. "En cuanto a él pido piedad". El Conde:
"¿Yo sentir piedad del rival?" Duro intercambio durante 2 minutos y medio. Ella: "Mira, de
acerbas lágrimas derramo a tus pies un río; desvanéceme, bebe mi sangre…¡Pisa mi cadáver
pero salva al Trovador!" Él: "De este indigno personaje quisiera peor su suerte: entre mil
atroces espasmos centuplicar su muerte…¡Cuanto más lo amas más terrible es mi furor!" Ella
parece tener un cambio. Él: "Explícate, a qué precio". Ella: "Yo misma". "Sabré cumplir mi
promesa". "Libérame la vía tras aquellos muros. Que él me escuche. Que se escape la víctima y
seré tuya". El Conde: "Júralo". Ella: "¡Lo juro a Dios!" Él va corriendo a la salida de la torre. Ella
entretanto toma un veneno que está dentro del anillo que ella tiene. "Me tendrás pero frío,
exánime cuerpo". Vuelve el Conde y le dice: "Éste vivirá". Y bien, bastante más arriba
mencioné dos errores, hemos llegado al segundo error: el veneno; como pronto se verá, ella
cuando ve a Manrico no le dice la verdad inicialmente y él se cree engañado. Leonora cantará
para sí misma lo siguiente: "¡Vivirá! Señor, contenderás mi júbilo en el llamado…Ahora
impávida espero llena de alegría…Podré decirle muriendo: ¡debido a mí estás salvado!" El
Conde: "Repíteme el llamado o me parecerá delirio lo que ya escuché…¡Tú mía!, repítelo.
Serena la duda del corazón…¡Que yo lo crea oyéndolo de ti!" Ella: "Vayamos". Él: "Lo juraste,
¡piénsalo!" Ella: "¡Mi fe es sacra!"
Cuadro segundo. Cárcel horrible. Reja en la ventana. Azucena yace en una burda
colcha. Manrico: "¿No duermes?" Azucena: "Lo intenté varias veces pero no me llega el sueño.
Sólo quisiera irme de esta tumba, ¡ya que respirar aquí me sofoca! ¡Ya tengo estampado el
dedo de la muerte! ¡Encontrarán un cadáver gélido! ¡O un esqueleto! ¡Ya quieren llevarme a la
hoguera! ¡Defiende a tu madre!" "¡Ya la crin quemada manda chispas al Cielo!" Manrico:
"Reposa, madre; que Dios te conceda imágenes menos tristes". Azucena canta una bella
canción justamente célebre. Notable la artista. "A nuestros montes volveremos. En la antigua
paz gozaremos. Tú cantarás en el laúd; ¡Un sueño plácido dormiré!" Manrico: "Yo volveré con
la mente al Cielo". Llega Leonora: "Soy yo, Manrico". "No morirás, vengo a salvarte. Apúrate,
vete". Manrico: "¿Y tú no vienes?" Ella: "¡Debo quedarme!" "Huye!" Él: "No". Ella: "¡Tu vida!"
Él: "La desprecio. ¿De quién estás aquí? ¿Y a qué precio? ¿No quieres hablar? ¡Ocurrencia
tremenda! ¡De mi rival!" Ella: "¡Cómo la ira te hace ciego!¡Cuán injusto y cruel eres conmigo!"
Notable decisión de Verdi: vuelve el canto de Azucena a pesar de dormir con el mismo texto.
Él: "Vete". Ella: "No me rechaces. Languidezco, me oprimo". Él: "¡Vete! Te maldigo". Ella: "No
me ataques, sino volver la plegaria a Dios para mí; es la hora". Él reacciona: "¡En mi pecho
corre un escalofrío!" Ella cae de bruces. Él: "Mujer, aclárame, narra". Ella: "La muerte está en
mi seno". "¡Fue más rápida la fuerza del veneno de lo que esperaba!" "¡En vez de vivir con
otros quise morir contigo!" Él: "¡Y yo a este ángel osaba maldecirlo!" Ella: ¡Ya no resisto!"
Entra el Conde. Ella moribunda repite sus palabras y expira. El Conde: "¡Quiso defraudarme y
morir para él!" Le dice a los hombres armados: "¡Que sea llevado al cepo!" Azucena se
despierta: "¿Dónde está mi hijo?" El Conde: ¡Corre a la muerte!" La lleva a la ventana. "¡Ha
muerto!" Y Azucena da la verdad: "¡Él era tu hermano!" El Conde: "¡Horror!" Azucena: ¡Madre,
estás vengada!" El Conde: "¡Y todavía vivo!"
Y así mueren los dos principales, Azucena muy probablemente morirá y vivirá el Conde
con gran amargura.
Pablo Bardin