Un grato compromiso de amistad me impidió estar presente en un valioso concierto de la Filarmónica dirigida por Baldur Brönimann: el Concierto Nº 2 para violín de Bartók con Xavier Inchausti y la Sinfonía Nº 14 de Shostakovich para 2 cantantes y orquesta de cuerdas dedicada a textos relacionados con la muerte (cantaron Tabernig y Spies). El concierto Nº 8 de la serie de la Filarmónica tuvo como directora a la finlandesa Anu Tali, que debutó en el Colón, y a un muy joven talento argentino, la violinista Pilar Policano (que reemplazó al pianista David Fray en el Primer concierto de Mendelssohn) que tocó el Concierto Nº 2, en re menor, op. 22, de Henryk Wieniawski. Sólo lamenté que en vez de la célebre obertura de "Coriolano", op. 62, de Beethoven, no dirigiese Tali alguno de los poemas sinfónicos de Sibelius, como "La hija de Pohjola", muy interesante y raramente escuchada aquí.
Nos llega muy escasa información sobre artistas europeos jóvenes y confieso no haber tenido datos sobre Tali hasta leerlos en el programa de mano. Ex directora musical de la Orquesta de Sarasota en Florida, aparece regularmente con orquestas de todo el mundo, incluídas New Japan y Tokyo Philharmonic, la Nacional de Francia, la Sinfónica de Houston, la del Mozarteum de Salzburgo, la de la Radio Sueca. En Alemania con la Sinfónica Alemana de Berlín, en la misma ciudad la Orquesta Konzerthaus (Sala de Concierto), la Filarmónica de Cámara Alemana de Bremen y el Ensemble Modern. Con la Orquesta Barroca de Freiburg "Telemaco" de Gluck en el festival de Schwetzingen. El año pasado fue la primera mujer en dirigir en el Teatro de la Maestranza de Sevilla. Participó en documentales de emisoras internacionales.
Comenzó su carrera como pianista y se graduó en el Conservatorio de Tallinn (Estonia). De 1998 a 2000 estudió en el Conservatorio estatal de San Petersburgo; entre sus maestros, el finlandés Jorma Panula. Su versión de "Coriolano" fue clara y con fuerza; la Orquesta respondió bien, salvo un par de ataques mal coordinados cerca del final. Los gestos de la directora fueron comprensibles y tradicionales.
Hasta hace muy poco no sabía nada sobre Pilar Policano, sólo que había intervenido en un concierto de la Sinfónica Nacional al cual no pude asistir hace unas semanas. Fue el 13 de mayo y tocó el Concierto para violín de Mendelssohn. Nació en Buenos Aires en 2007. Empezó a estudiar el violín a 6 años, y a los 11 la guió Rafael Gintoli. Becaria del Mozarteum Argentino y del Fondo Nacional de las Artes, fue solista en la Orquesta Uniart París, Filarmónica de Pitesti (Rumania) y en varias orquestas argentinas (Salta, Bahía Blanca, Avellaneda y Nacional Juvenil San Martín). Intervino en Festivales en Villa Angostura, Moscú y Waterloo (Bélgica). Tomó masterclases con artistas como Pavel Berman y Xavier Inchausti. Ganó premios en Pitesti (Rumania), San Petersburgo y Nouvelles Étoiles de París. Está invitada para competiciones en Omsk (Rusia) y Boston. Desde este año toca un violín del luthier Horacio Piñeiro en préstamo del Maestro Pablo Saraví con cuerdas Warchal Timbre. En suma, una trayectoria extraordinaria para sus 15 años.
La mera elección del Concierto Nº 2 en re menor, op. 22, de Henryk Wieniawski, revela el virtuosismo de la artista. Gran violinista polaco, Wieniawski produjo con este Concierto una obra valiosa y muy bien escrita no sólo para el violín, también para la orquesta. Por algo ha sido grabada por artistas de la talla de Heifetz, Perlman, Stern, Igor Oistrakh, Shaham, Huberman y Joshua Bell. Su vida fue breve (1835-80) y este concierto fue escrito a los 27 años, cuando era muy famoso, y dedicado a otro grande, Pablo de Sarasate. No sólo hay una escritura de gran variedad para el instrumento solista sino también una introducción orquestal amplia y atrayente muy bien presentada por la Filarmónica. Ya desde el primer minuto de la ejecución de Pilar Policano quedó en evidencia su calidad. Y a medida que fueron pasando los minutos fue irreversible: tenemos en ella a una importante violinista de calidad internacional. Toca con asombrosa seguridad en todo momento, con bello y expresivo sonido. Ya sea en los virtuosismos o en las melodías (especialmente en el movimiento lento) fue un placer intenso escucharla. Y no me extrañó la pieza extra que eligió: el Capricho Nº 24 (tema y variaciones) de Paganini, tantas veces ejecutada aquí y en el mundo por ser un catálogo exhaustivo de distintas maneras de usar al violín: quien lo toca bien es indudablemente un (una) violinista de primer orden. Y es lo que tenemos en esta magnífica adolescente.
La Tercera sinfonía en Mi bemol mayor, op. 97, "Renana", es en realidad la Cuarta, porque la que figura con ese número es la Tercera modificada. Compuso la llamada Tercera entre noviembre y diciembre de 1850 en Düsseldorf, donde era desde hacía unos meses el director musical de la ciudad. Se estrenó el 6 de febrero de 1851, dirigida por el autor. No es nada habitual que tenga 5 movimientos en vez de 4; tanto el 1º como el 5º son rápidos y alegres. El 2º, si bien está denominado Scherzo, es "muy moderado" ("Sehr mässig"). El 3º, "Nicht schnell" ("No rápido") parece un Ländler en ¾. El 4º movimiento es el que está inspirado en Köln (Colonia), sobre el Río Rin, y está marcado "Feierlich" ("Solemne"), como será luego tan habitual en las sinfonías de Bruckner. Más exactamente, lo que intenta Schumann es dar una imaginación musical sobre la magnífica catedral de Köln, que le había impresionado fuertemente. Es muy notable el impacto de las trompas agudas y de las trompetas y los trombones. La versión fue muy buena; lástima que bastante gente aplaudió después de los dos primeros movimientos; a partir del 3º la directora logró una continuidad que evitó aplausos. La dirección firme e intensa de Anu Tali se reflejó en una orquesta muy bien trabajada donde por ejemplo sorprendió el sonido de las trompas, siempre firmes y expresivas. Mucho entusiasmo del público al final.
Pablo Bardin
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