El viernes 1º de septiembre la Orquesta Sinfónica Nacional presentó "La Quête de
Bronwyn" de Luis Mucillo, el estreno del Concierto para flauta y orquesta de Alex Nante,
estreno, y la Sinfonía Nº 1, en mi menor, Op. 39, de Jan Sibelius. La Directora invitada fue la
Mtra. Yeny Delgado. La flautista, Patricia Da Dalt; y la soprano en Mucillo, Susana Caligaris.
Yeni Delgado es una artista de amplia cultura. Fue invitada por la Filarmónica de
Buenos Aires, la del Colón, las Filarmónicas de Mendoza y Montevideo, varias sinfónicas en
Argentina, 7 temporadas en la Sinfónica de Matanzas (Cuba); también dirigió la Sinfónica
Carlos Chávez en México. Estudió con maestros como Claudio Abbado y Günther Schüller.
También dirigió en Chile (Antofagasta y Concepción).
Desgraciadamente mi amigo Mucillo murió hace unos meses apenas pasados los 60
años de un ataque al corazón. Conocí claramente su especial interés de la Francia de las
épocas góticas y anteriormente la de las iglesias románicas. Casado con una clavecinista
brasileña, vivieron allá muchos años antes de pasar a Buenos Aires. Tuve ocasión de hablar
largamente con él en muchas charlas muy unidas a la Francia antigua; ambos cambiamos ideas
con nuestras respectivas damas. También lo escuché en varios conciertos (era un pianista
notable). No conocía "La Quête de Bronwyn"; resultó ser una serie de 4 canciones. Confieso
que mis ojos no pudieron leer el texto bastante lejano. La soprano Susana Caligaris cumplió
correctamente la escritura bastante poderosa y difícil, tanto en la voz como en la orquesta,
que es amplia y sonora. Hay drama intenso en estas canciones y me interesaron aunque no
supe qué ocurrió.
Alex Nante fue el principal discípulo de Mucillo; hace varios años escuché un concierto
en el que varios estudiantes (incluso Nante) presentaban obras propias ante Mucillo. El
Concierto para flauta y orquesta tuvo una artista admirable: Patricia Da Dalt, a quien conozco
desde largo tiempo y considero un verdadero placer escucharla por la pureza y seguridad que
presenta. El estilo de Nante me resultó variado, con aspectos que me hacían pensar en
Mucillo, pero también en los minutos finales la orquesta (sobre todo las cuerdas) fue expresiva
y sin violencias. Con toda razón el autor subió y saludó con entusiasmo a Da Dalt y a la
orquesta.
Meritoria la música argentina elegida. Pero lo siguiente fue mucho más: la Sinfonía Nº1
en mi menor, op. 39, de Ian Sibelius. Desde mis años adolescentes tuve la suerte de
escucharla en vivo: Fabien Sevitzky, Filarmónica de Buenos Aires, 14/8/53 (yo 15 años).
Mitchell, Orq. National Symphony (15/1/58) (yo estudiando en Washington, 19 años). Sir
Malcolm Sargent, Orq. Filarmónica de Buenos Aires, 11/10/58 (yo 19 años). Lamentablemente
yo no pude seguir haciendo estos análisis después de 1970, pero es obvio que la Primera
sinfonía es una gran obra, Sibelius escribió 7 sinfonías; las mejores fueron la primera, la
segunda y la quinta. Tengo la integral por Lorin Maazel con la Orquesta Filarmónica de Viena,
un espléndido trabajo (hay otra notable, la de Colin Davis con la Sinfónica de Boston). Sibelius
la completó en 1899 cuando tenía 34 años. Su madurez ya era plena. En el primer movimiento
el clarinete desde el principio da a conocer una muy bella melodía; luego las cuerdas dan un
impetuoso tema. Hay aspectos subsidiarios, que llevan a un segundo tema, más melódico.
Pero pronto se va a un carácter fuerte, con algo trágico. El final completa los 12 minutos de
música. El segundo movimiento, un Andante, se inicia tranquilo y melódico en las cuerdas y así
continúa durante un tiempo; pero el carácter cambia con fuerte garra y rapidez inesperada,
aunque luego se calma y el final de los 10 minutos se hace más sereno. El tercer movimiento
es rápido, un scherzo de gran calidad de apenas 4 minutos, aunque el trio se suaviza. El cuarto,
Finale, está denominado "Quasi una fantasía", y en efecto sus 12 minutos pasan por muy
variados aspectos, con intensas melodías de fuerte carácter, hasta que la más atrayente gana y
nos lleva a un triunfal final. Podrá discutirse si la percusión suena algo exagerada, pero varias
veces he sentido eso desde diferentes lugares en anteriores conciertos. Lo sentí muy bien
llevado por la directora y esta Primera sinfonía me fascinó nuevamente, con gran firmeza
musical. Salí entusiasmado de esta música genial.
Pablo Bardin
Bronwyn" de Luis Mucillo, el estreno del Concierto para flauta y orquesta de Alex Nante,
estreno, y la Sinfonía Nº 1, en mi menor, Op. 39, de Jan Sibelius. La Directora invitada fue la
Mtra. Yeny Delgado. La flautista, Patricia Da Dalt; y la soprano en Mucillo, Susana Caligaris.
Yeni Delgado es una artista de amplia cultura. Fue invitada por la Filarmónica de
Buenos Aires, la del Colón, las Filarmónicas de Mendoza y Montevideo, varias sinfónicas en
Argentina, 7 temporadas en la Sinfónica de Matanzas (Cuba); también dirigió la Sinfónica
Carlos Chávez en México. Estudió con maestros como Claudio Abbado y Günther Schüller.
También dirigió en Chile (Antofagasta y Concepción).
Desgraciadamente mi amigo Mucillo murió hace unos meses apenas pasados los 60
años de un ataque al corazón. Conocí claramente su especial interés de la Francia de las
épocas góticas y anteriormente la de las iglesias románicas. Casado con una clavecinista
brasileña, vivieron allá muchos años antes de pasar a Buenos Aires. Tuve ocasión de hablar
largamente con él en muchas charlas muy unidas a la Francia antigua; ambos cambiamos ideas
con nuestras respectivas damas. También lo escuché en varios conciertos (era un pianista
notable). No conocía "La Quête de Bronwyn"; resultó ser una serie de 4 canciones. Confieso
que mis ojos no pudieron leer el texto bastante lejano. La soprano Susana Caligaris cumplió
correctamente la escritura bastante poderosa y difícil, tanto en la voz como en la orquesta,
que es amplia y sonora. Hay drama intenso en estas canciones y me interesaron aunque no
supe qué ocurrió.
Alex Nante fue el principal discípulo de Mucillo; hace varios años escuché un concierto
en el que varios estudiantes (incluso Nante) presentaban obras propias ante Mucillo. El
Concierto para flauta y orquesta tuvo una artista admirable: Patricia Da Dalt, a quien conozco
desde largo tiempo y considero un verdadero placer escucharla por la pureza y seguridad que
presenta. El estilo de Nante me resultó variado, con aspectos que me hacían pensar en
Mucillo, pero también en los minutos finales la orquesta (sobre todo las cuerdas) fue expresiva
y sin violencias. Con toda razón el autor subió y saludó con entusiasmo a Da Dalt y a la
orquesta.
Meritoria la música argentina elegida. Pero lo siguiente fue mucho más: la Sinfonía Nº1
en mi menor, op. 39, de Ian Sibelius. Desde mis años adolescentes tuve la suerte de
escucharla en vivo: Fabien Sevitzky, Filarmónica de Buenos Aires, 14/8/53 (yo 15 años).
Mitchell, Orq. National Symphony (15/1/58) (yo estudiando en Washington, 19 años). Sir
Malcolm Sargent, Orq. Filarmónica de Buenos Aires, 11/10/58 (yo 19 años). Lamentablemente
yo no pude seguir haciendo estos análisis después de 1970, pero es obvio que la Primera
sinfonía es una gran obra, Sibelius escribió 7 sinfonías; las mejores fueron la primera, la
segunda y la quinta. Tengo la integral por Lorin Maazel con la Orquesta Filarmónica de Viena,
un espléndido trabajo (hay otra notable, la de Colin Davis con la Sinfónica de Boston). Sibelius
la completó en 1899 cuando tenía 34 años. Su madurez ya era plena. En el primer movimiento
el clarinete desde el principio da a conocer una muy bella melodía; luego las cuerdas dan un
impetuoso tema. Hay aspectos subsidiarios, que llevan a un segundo tema, más melódico.
Pero pronto se va a un carácter fuerte, con algo trágico. El final completa los 12 minutos de
música. El segundo movimiento, un Andante, se inicia tranquilo y melódico en las cuerdas y así
continúa durante un tiempo; pero el carácter cambia con fuerte garra y rapidez inesperada,
aunque luego se calma y el final de los 10 minutos se hace más sereno. El tercer movimiento
es rápido, un scherzo de gran calidad de apenas 4 minutos, aunque el trio se suaviza. El cuarto,
Finale, está denominado "Quasi una fantasía", y en efecto sus 12 minutos pasan por muy
variados aspectos, con intensas melodías de fuerte carácter, hasta que la más atrayente gana y
nos lleva a un triunfal final. Podrá discutirse si la percusión suena algo exagerada, pero varias
veces he sentido eso desde diferentes lugares en anteriores conciertos. Lo sentí muy bien
llevado por la directora y esta Primera sinfonía me fascinó nuevamente, con gran firmeza
musical. Salí entusiasmado de esta música genial.
Pablo Bardin
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