La Sinfónica Nacional se encontró con la presencia del director de orquesta Ezequiel
Silberstein, quien programó una combinación atrayente y difícil. Se inició con el Concierto Nº 3
de Sergei Prokofiev, con el pianista Alberto Bohbouth. Continuó con los Corales criollos Nº 3,
de Juan José Castro. Y terminó con la ardua Sinfonía de los Salmos de Igor Stravinsky, con el
Coro Polifónico Nacional dirigido por Antonio Domenighini. El concierto tuvo lugar el viernes
22 de septiembre en el Auditorio Nacional del CCK.
El Concierto Nº 3 de Prokofiev es el más famoso de los 5 para piano y orquesta. Estuve
mirando el cuaderno de todo lo que vi entre 1950 y 1970 y me figuran 6 versiones de notable
categoría: Argerich con Calderón (16/8/65) y Dutoit (30/7/69) con la Sinfónica Nacional; A. De
Raco (2/7/52) con Markevitch y la Sinfónica Nacional y con Peter Maag y la Filarmónica de
Buenos Aires (11/8/69). Además, la pianista argentina Fanny Ingold con Washington Castro y la
Filarmónica (16/9/61). Y André Tchaikowsky, notable artista ruso, con Cillario y la Sinfónica
Nacional (18/7/60). Como se ve, notable. Por supuesto, ya sin cuaderno (razones de familia me
obligaron a no poder seguir) hubo muchas otras versiones, incluso otras dos de Argerich. Y
bien, tengo un positivo recuerdo de Bohbouth en otras actuaciones de varias etapas en Buenos
Aires ciudad. Es ahora un artista maduro en plenitud, que supo dar una ejecución sólida y
segura en todo momento, dando mucho placer al oyente. Fue bien acompañado por la
orquesta y su director, salvo quizás algún detalle de percusión demasiado ruidoso (y yo estaba
completamente al fondo de la subida). Bohbouth ofreció dos piezas extras: una famosa, el
Claro de luna de Debussy tocado con muy buen gusto; y luego una muy brillante y rápida (no
logré entender qué era). Olvidé mencionar que Silberstein al principio se refirió a las tres
obras, lo cual fue útil.
Justamente resultó adecuado que explicó varios aspectos de los Corales, ya que como
se sabe lamentablemente la orquesta carece de información publicada. Resultó que hay
mucha intensidad por parte de los cornos, las trompetas, los trombones y las tubas. Recordar
todas las piezas que tocaron me fue imposible, eran muchas con diversas condiciones. En
suma, fue una obra dura y directa y pareció estar interpretada correctamente.
Largo tiempo pasó antes de la Sinfonía de los salmos, ya que utiliza dos pianos y un
arpa muy cerca del director y hay muchos momentos sin el canto en los cuales se aprovechan
muchos instrumentos expresivos y detallados. El Coro es enorme y cubrió tres zonas: la
principal que abarca especialmente a las mujeres, más los cantantes masculinos
completamente a la derecha y a la izquierda. El texto se canta en latín (Stravinsky era católico)-
En efecto están elegidos entre salmos y es notable la pureza de la música. En el cuaderno que
llevé dos versiones fueron aquí: El gran director Van Otterloo dirigió al Coro y la Orquesta del
Colón (6 de abril 1962) y la Wagneriana dirigida por Brückner-Rüggeberg tuvo a la Filarmónica
y el Coro dirigido por Russo (de la Wagneriana); fue el 16/10/1967. Además tuve la gran suerte
de apreciar esta obra (30/1/1964) con el Coro (Jackson) y la Orquesta de la Filarmónica de
Londres (con Norman Del Mar). Fue concebida por el compositor en 1930 (48 años) a pedido
de Koussevitzky y se basa en los salmos XXXVIII y XXXIX y además el Salmo CL. "Compuesto a la
gloria de Dios". Se la considera una de sus obras más profundas y perfectas. La versión que
tuvimos fue importante, trabajada con cuidado.
Pablo Bardin
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