lunes, diciembre 07, 2020

SEGUNDA PARTE DE LES TROYENS DE BERLIOZ

                Como recordarán, la segunda parte de la historia troyana según Hector Berlioz es "Les Troyens à  Carthage". Dura alrededor de dos horas y media. El Tercer Acto de la obra completa es el Primero de la Segunda Parte y está ambientado en una vasta sala del palacio de Didon (Dido) en Cartago y dura unos 44´. Sobre un lado se eleva un trono rodeado de los trofeos de la agricultura, del comercio y de las artes; sobre el otro lado anfiteatro con gradas donde se encuentra una multitud. La primera media hora está dedicada a Dido y su popularidad, así como su tristeza por la muerte de su marido, y muy pocos momentos provienen de Virgilio. Un Coro se alegra del buen tiempo después de una gran tormenta. Luego entra Didon (D) con su séquito y todo el pueblo se levanta agitando flores, velos de distinto color y palmas. D se sienta en el trono; a su derecha está su hermana Anne (A) y a su izquierda Narbal (N), su ministro. El llamado Canto Nacional del coro se repetirá varias veces y expresa el afecto del pueblo; la melodía es pegadiza. "¡Gloria a D, nuestra querida reina! ¡Reina por la belleza, la gracia, el genio, reina porque los dioses la favorecen, y reina por el amor de sus felices súbditos!" Sigue un recitativo de D que se basa en su historia: "Apenas han pasado 7 años desde el día en el que huí con ustedes desde Tiro a la costa africana, así escapando del odio del tirano asesino de mi augusto esposo". En el mito el Rey de Tiro era Siqueo, marido de D, y fue asesinado por su hermano Pigmalión, y D fundó Cartago. En el magnífico libro "Los fenicios", de Parrot, Chehab y Moscati, de la colección "El Universo de las formas" impulsada por Malraux, figura Dido (nombre griego) pero también el suyo tirio, Elissa; no mencionan a Siqueo como Rey sino al padre de ella, Mattan, y confirman que ella fundó Cartago en 814 a.C.   Tiro y Sidón eran las principales ciudades del pequeño y próspero mundillo fenicio, famoso por su habilidad para el comercio durante siglos; actualmente quedan algunas ruinas en una zona del Líbano cercana a la frontera con Israel y por lo tanto en frecuentes luchas. En la antigüedad los fenicios (llamados cananeos por los judíos) ya estaban en 3000 a.C. en esa zona del Líbano y tenían gran dominio del mar. Nunca formaron una unidad; también fueron fenicias Biblos, Ugarit y Beirut. Tiro se integraba con dos islas más bien chicas y un rosario de islas mínimas, muy cercanas a la costa, donde unos pocos km2 se llamaban Paleotiro (los destruyó Nabucodonosor en el siglo VI a.C.); tenía una notable influencia pese a su escaso territorio. Más allá del mito, la realidad es que fueron grandes mercaderes y marinos y que vivieron etapas pacíficas y guerreras. Fueron fenicios de Tiro los que fundaron Cartago; las otras ciudades fenicias no intervinieron. A través del tiempo fueron grandes colonizadores y tuvieron la audacia de explorar el Océano Atlántico y de ser los primeros en llegar a muchas ciudades costeras africanas. Y en España fundaron Cartagena los cartagineses (claro está) pero Gadir (Cádiz) nació por otros fenicios. Con el tiempo los de Cartago ya no se consideraron fenicios sino cartagineses, ya que no volvieron al Líbano. En la actualidad quedan pocas ruinas de Cartago, cercanas a Túnez, ciudad que tiene un notable Museo del Bardo con mucho material cartaginés. Los fenicios o cananeos abarcaron una amplia costa desde la desembocadura del Río Orontes en Antioquía (actualmente turca) hasta una zona ahora israelí, la del Monte Carmelo hasta el mar, de modo que tenían presencia importante en Siria y Líbano. De los monumentos antiguos del Líbano el más famoso es el templo de Baalbek, bien alejado de la costa, en el valle entre las dos cadenas de montaña; allí no vivían los fenicios, pero colaboraron en su construcción, así como ayudaron a Salomón en Palestina para erigir su templo. En lo artístico Sidón y Ugarit se distinguieron más que los tirios. Los museos de Beirut, Alepo, Damasco, Estambul, el Louvre (entre otros) tienen buena muestra del arte fenicio, sobre todo de Biblos y Ugarit. La contribución más valiosa fenicia fue la invención del alfabeto, al considerar que el sistema cuneiforme que les llegaba de la Mesopotamia era demasiado complicado y elemental; de ese alfabeto derivará el griego. Fue a través del contacto con el mundo micénico, ya que sus barcos tocaban Chipre y la cercana Ugarit. Pero por otra parte ya las cinco primeras dinastías de faraones comerciaban con los fenicios buscando madera y esencias resinosas. Ya en el siglo XVIII a.c. Biblos produce admirables medallones y pectorales con oro, piedras preciosas y esmaltes. Algo muy importante: esos misteriosos Pueblos del Mar aparecen en 1.200 a.C. y son un gran problema para los pueblos de la zona fenicia y siria, pero también en Egipto; una época no lejana de la caída de Troya. Los fenicios fundan colonias en Sicilia, Cerdeña, Ibiza, Melilla, Tánger, entre muchas otras. Se ha podido reconstruir el plan de Cartago: por un lado el puerto, Salammbó (sí, como la obra de Flaubert), el barrio elegante de Mégara, la acrópolis-fortaleza, las murallas. Conviene señalar que hay otra opinión en cuanto a Cartago: aquellos que creen que la fundación fue posterior, en el s. IX, y se llamó Qart Hadesht, Cartago según los romanos.

               Volvamos a Dido. Sigue su recitativo: "¡Ya vemos levantarse a Cartago, sus praderas florecen, su flota construida! Vosotros, trabajadores del mar, nos traéis el trigo, el vino, la lana y el hierro y los productos de las artes que todavía nos faltan" (última frase extraña). Aria con coro: "¡Queridos tirios, tantos nobles trabajos embriagan mi corazón de legítimo orgullo! ¡Pero no os canséis, seguid la voz sublime del Dios que os llama a nuevos esfuerzos! ¡Grandes en la paz, convertíos en la guerra en un pueblo de héroes!" (el Coro repite esta última frase). "El feroz Iarbas quiere imponerme la cadena de un himen odioso; su insolencia es vana" (el Coro repite las 4 últimas palabras). Se refiere al tirano de Numidia, tierra salvaje muy cercana a Cartago.  "El cuidado de mi defensa es tanto vuestro como de los dioses". Coro más largo: "¡Cada uno de nosotros está dispuesto a daros la vida! ¡Todos la defenderemos, desafiamos la insolencia y la rabia de Iarbas, y lo rechazaremos hasta el fondo de los desiertos!"  Dido y el pueblo retoman para terminar frases iniciales del aria. Y luego Dido en recitativo les dice: "Este bello día, que espero recuerden siempre, fue destinado por mí a coronar las obras de la paz. Acercaos, constructores, marineros, labradores; recibid de mi mano la justa recompensa debida al trabajo que da poder y vida a los Estados". Siguen tres entradas solemnes de figurantes; cada uno se avanza hasta el trono. Primero, los constructores: Dido da a su jefe una escuadra de plata y un hacha; el cortejo vuelve al fondo del teatro. Luego, los marineros: la Reina da a su jefe un timón y un remo; ellos también se van al fondo. Finalmente, los labradores, más numerosos, conducidos por un robusto viejo, a quien Dido le da una hoz de oro, y enseguida, teniendo en la mano una corona de flores y espigas, dice al pueblo: "¡Todos los honores para el arte más grande, el que alimenta a los hombres!" Coro del pueblo: "¡Vivan los labradores! Somos sus hijos agradecidos; ¡nos dan el pan!" D, aparte: "¡Oh Ceres, el porvenir de Cartago está asegurado!" El Coro repite el Canto Nacional y va retirándose, conducido por Narbal. En las Entradas, puramente orquestales, Berlioz da sentido a cada una: sólida la primera, evocativa del mar la siguiente, y pastoral la tercera. D hasta ahora es la Reina positiva que quiere a su pueblo y es querida, pero ahora queda sola con su hermana y allí queda reflejada su tristeza. D es la admirable Susan Graham, una artista de noble línea de canto y buen francés, aunque en 2013 se insinuaba tanto en su aspecto como en su voz que su carrera empezaba a tener una leve declinación, pero su nivel era todavía de primer orden y transmitió en todo momento la vivencia de esta D que sabe reinar con firmeza y afecto pero que no está hecha para la soledad. A, muy bien interpretada por la inglesa Karen Cargill, la conoce a fondo, y Berlioz en el siguiente diálogo deja de lado la pompa pública y expresa con sensibilidad los sentimientos íntimos. Es un recitativo y dúo de 10 minutos. Inicialmente D está contenta: "Esta noble fiesta ha dado paz a mi agitado corazón. Respiro, mi alegría es perfecta, vuelvo a encontrar la calma y la serenidad". "Una extraña tristeza sin motivo a veces me abruma. Un vago fastidio me oprime y en mi rostro enardecido las lágrimas me queman…"  A da en la tecla, sonriendo: "Amarás, hermana mía…" D: "Todo nuevo ardor está prohibido a mi corazón para siempre". "La viuda fiel debe apagar su alma y detestar el amor".  A: "Sois Reina, joven y bella, no debéis obedecer aquella dulce ley; Cartago quiere un Rey". D le muestra el anillo de Siqueo: "¡Podrían maldecirme el pueblo y los dioses si me quitara este anillo consagrado!" A: "Venus sonríe ante tal juramento; los dioses se niegan a inscribirlo en el libro sacro" (Berlioz sigue a Virgilio: los dioses son los romanos). De aquí en más las hermanas juntas pero separadas, y su contenido es crucial: D: "Su voz hace nacer en mi seno la peligrosa embriaguez; ya en mi debilidad resisto en vano una confusa esperanza"; A: "Mi voz hizo nacer en su seno sueños de ternura; ya en su debilidad se resiste en vano a la dulce esperanza de amar". D: "Oh esposo, perdona este instante de error involuntario y que recordarte quite de mi corazón esta confusión que le asombra"; A: "D, tierna hermana, perdona si disipo un querido error, si mi voz excita en tu corazón esta confusión que le asombra". Y entonces ocurre algo que cambiará todo: irrumpe Iopas, poeta tirio de la corte, y exclama: "Habiendo escapado con gran dificultad de un mar enfurecido, Reina, los integrantes de una flota desconocida imploran ser admitidos ante vos". D: "La puerta del Palacio jamás se le niega a tales suplicantes". Sale Iopas a avisarles y ella canta una breve aria: "¡Errando sobre el mar también yo fui llevada de orilla a orilla por tormentas, juguete de amargas olas! Conozco la violencia de los golpes de la suerte. Quien sufrió no puede ver sufrir en vano".  Se escucha la Marcha troyana "en modo triste", acota el compositor, y es asombroso cómo el cambio a modo menor y con cambios de orquestación la convierte en símbolo de la derrota. D para sí: "Siento una impaciencia viva y súbita, tengo ganas de verlos y en secreto tengo miedo de su presencia".  Sube al trono; entran Eneas (E) disfrazado de marinero, Panthée (P), Ascagne (As) y los jefes troyanos trayendo regalos. Recitativo: no es E sino A el que cuenta de modo muy sintético los peligros por los que pasaron; tras varios años de vicisitudes, ahora A es un adolescente y siguiendo la tradición operística lo canta una mezzosoprano: Julie Boulianne; no la conocía y me pareció bien elegida, por calidad de voz y sentido dramático. "Augusta Reina, un pueblo errante y desgraciado os pide un asilo durante algunos días. Pongo a vuestros pies estos presentes, fragmentos de su grandeza, que por mi débil mano en nombre de Júpiter os los ofrece un jefe creyente". D: "Dime el nombre y la raza de ese jefe, bello niño". As: "Una sangrienta huella ha marcado nuestro camino de los montes frigios hasta el mar. Este cetro de Ilione, hija del Rey Priam, la corona de Hecuba y este velo liviano de Helena cuyo oro lo hace radiante deben deciros  que somos Troyanos". D: "¡Troyanos!" As: "Nuestro jefe es Eneas" (E) "y soy su hijo". Se avanza Panthée (P): "Obedeciendo al soberano de los dioses este héroe busca llegar a Italia, donde la suerte le promete una muerte gloriosa y la felicidad de dar a los suyos una patria". Richard Bernstein expresa bien al personaje. D: "¿Quién no admira a este Príncipe, amigo del gran Hector? Decidle que mi puerto está abierto a sus barcos. Que venga, que olvide en mi corte con vosotros sus penosos trabajos". Berlioz denomina Final a los 8 minutos que siguen. Entra N muy agitado: "¡Apenas oso transmitir la terrible noticia! Iarbas avanza hacia Cartago con innumerables soldados". Cartagineses lejanos: "¡Armas!" N: "La tropa salvaje degüella nuestros rebaños y devasta nuestros campos. Nuevas desgracias amenazan la ciudad: le van a faltar armas a nuestros jóvenes guerreros cuyo ardor es extremo". "Tendremos un combate desigual". E deja su traje de marinero y lleva un brillante traje y la coraza pero sin casco ni escudo. "¡Reina, soy E! ¡Permitid que los Troyanos combatan con los vuestros!" D: "¡Acepto con orgullo tal alianza! Los dioses se declaran a favor nuestro". Dice aparte a A: "¡Cuánto coraje tiene este hijo de diosa, y cómo se ve sobre su frente la gracia y la nobleza!" E: "¡Sobre esta inmunda horda marchemos juntos, tirios y troyanos, volemos juntos a la victoria! ¡Expulsemos a los Númidas temblando al desierto!" Conjunto: E, P, N, Iopas, As, D, A, los jefes troyanos: "¡Nos junta Marte, el hijo de Venus nos guía en los combates! ¡Exterminemos el negro ejército y que mañana la fama proclame la vergüenza y la muerte de Iarbas!" E ya lleva puestos el casco y el escudo y ha tomado las jabalinas. E: "Reina, dejo a mi hijo librado a vuestros generosos cuidados". "D: "No dudéís de mi amor de madre hacia él". E, a As, que llora: "Ven a abrazar a tu padre. Otros te enseñarán el arte de ser feliz; yo sólo puedo enseñarte la virtud guerrera y el respeto a los dioses; reverencia en tu corazón los ejemplos de gloria de E y de Hector". Entra el pueblo cartaginés pidiendo las armas; sólo algunos tienen armas habituales, otros llevan hachas, hoces y hondas. Todos cantan juntos repitiendo lo anterior. Fin de acto. Glorificación del héroe semidios por un lado, flechazo de D por otro, Berlioz omite totalmente el relato virgiliano con respecto a los años desde la partida de E de Troya. Tampoco menciona la muerte de Creusa.

               El libro III de "La Eneida" cuenta las aventuras de E y su gente y parece un calco de "La Odisea" mientras deambula de un lado a otro porque no sabe dónde está el Río Tíber. Hay episodios grotescos y fantasiosos que poco tienen que ver con un relato normal de guerrero. Tan despistado está que elige ir a Tracia primeramente y allí se encuentra con un troyano ladrón, Polidoro, que está arrepentido y le dice que debe ir hacia el Oeste para encontrar a Italia. Luego va a Mykonos, ciudad de Apolo, y le pide apoyo al Dios, que no se manifiesta. Entonces cree que Creta es el lugar; curiosamente pasa por Sicilia para llegar a Creta, aparentemente sin sentido; bastante tiempo más tarde Virgilio explica por qué pero es ilógico narrar de esa manera. Cuando llega a Creta cuenta que Idomeneo había ido al exilio obligado por los dioses (o sea que la historia del "Idomeneo" mozartiano ocurre en paralelo con la guerra de Troya); E funda una ciudad, Pergamea, pero pronto la peste afecta a los hombres y al agro. Entonces vuelve a Ortygia en Sicilia y vuelve a consultar al oráculo; así se explica la anterior visita; ¿qué le habrá dicho entonces el oráculo? Si Creta, se equivocó. Tampoco se sabe qué le dijo el oráculo esta segunda vez. E consulta a los Penates (dioses del hogar) que le sugieren ir a Hesperia, nombre que los Dioses daban a Italia en Grecia, ¡pero para los latinos Hesperia era Iberia! Y Virgilio era latino. Anquises cita que Cassandra le habló de Hesperia; E acepta ir allí (¿Iberia?). Tras 3 días de mal tiempo van a parar a las Islas Jónicas y allí se topan con las arpías, que los atacan violentamente y son repelidas por los troyanos; Celaeno, la más fuerte de las Furias (otro nombre de las arpías), le dice: deben ir a Italia (no le explica cómo) pero tendrán hambruna antes de levantar las murallas de la nueva ciudad por haberlas atacado. Navegando pasan delante de la isla Ithaca y maldicen la tierra donde nació Ulises (Odiseo). En Epiro llega a Buthrotum y allí se encuentra con que Helenus (uno de los hijos de Príamo) es Rey y que allí está Andrómaca; va a verla y la encuentra orante ante la tumba de Hector. Andrómaca le cuenta que Pirro la tomó como esclava y la obligó a tener relaciones; de él tiene un hijo. Lo que confunde es que Pirro tiene otro nombre: Neoptolemo; así aparece en Homero. Pirro cortejó a Hermione, hija de Leda, y a Andrómaca la unió con Helenus. Lo insólito fue que al morir Neoptolemo parte de su reino pasó a Helenus, que llamó a esa tierra Cheonia, nombre troyano, y construyó la nueva ciudadela. Al llegar Helenus se conmueve al ver a E y sus camaradas y dice a E que Apolo le contó cómo llegar a la sibila de Cuma, que le indicará cómo entender las tribus italianas y cómo actuar.  Eurípides cuenta la historia de Andrómaca en su pieza de ese nombre, y allí es no es Neoptolemo-Pirro sino Menelao quien le hizo un hijo y se enamora de Hermione; ambos quieren matar a Andrómaca y a Molossus, el hijo que tuvo con Menelao, pero Peleo, Rey de Tebas, los salva. La cosa se complica porque nada menos que Orestes mata a Neoptolemo, hijo de Peleo, por pedido de Hermione, pariente de Orestes. Y es por eso que Helenus recibe el reino. Sigue el viaje de E y Anquises pide buen tiempo; ritos a Pallas y Juno. Conocen el golfo de Taranto y luego prosiguen hasta el estrecho de Messina: ven al Etna en erupción; pasan por Charybdis; luego Aqueménides les cuenta un largo relato sobre el monstruo Polifemo y los Cíclopes. Navegan por Sicilia hasta Orepanum (Trapani); allí muere Anquises de muerte natural. Y desde Trapani llega a Cartago tras fieras tormentas.

               Acto IV (II de "Les Troyens à Carthage"), Cuadro I. Caza Real y tormenta-Pantomima. Unos 9´. Así lo describe Berlioz: "Un bosque de África, de mañana". ¿Por qué de África, y no "cercano a Cartago"? En toda la zona Norte africana no abundan los bosques, pero es la única zona de la actual Tunisia donde hay bastante lluvia, y tanto Túnez como las ruinas de Cartago (muy cercanas) no están muy lejos de los escasos bosques de la zona, zona lluviosa gracias a la cadena de montañas Mogods, última prolongación de la cadena Atlas Sahariana de Argelia. Aún más cerca están los restos de Utica, ciudad fenicia anterior a Cartago (Kartajannah para los musulmanes). Cazar jabalíes o ciervos y gacelas parece razonable. (Otro dato geográfico es que el único Río permanente, el Medjerda, desemboca como Cartago en el Golfo de Túnez y de allí que la agricultura, como lo señala Berlioz, fuera abundante; cuando los romanos tomaron la zona fue un granero asegurado para ellos). "Al fondo una roca muy elevada; abajo y a la izquierda de la roca, la entrada de una roca. Estanque natural con juncos y cañas; náyades nadando. Caza Real: se oyen fanfarrias fuera de escena. Pasan cazadores tirios conduciendo perros atados. Ascagne pasa a caballo al galope. El cielo se oscurece, llueve; la tormenta crece; pronto la tempestad se hace terrible, con granizo, rayos y truenos. Los cazadores se dispersan. Aparecen D vestida como Diana cazadora, con arco y carcaj, y E con ropa semi-guerrera. Entran en la gruta. Aparecen las ninfas de los bosques; van y vienen gritando, con gestos desordenados. En medio de sus clamores, a veces se distingue "¡Italia!". Aparecen cascadas cayendo de la roca. Los Sátiros y los Silvanos ejecutan con los Faunos danzas grotescas en la obscuridad" (en la semi-obscuridad, debería decir). "Un rayo quiebra un árbol y lo inflama; Sátiros, Silvanos y Faunos toman las ramas, bailan, y con las ninfas desaparecen al fondo del jardín. La tempestad se calma". Cuando se estrenó la obra este Cuadro fue muy polémico y muchos creyeron que era una manifestación del entusiasmo sinfónico del compositor y de su vanguardismo; es las dos cosas, pero tiene sentido en cuanto al desarrollo de la trama de la ópera. Pero paradójicamente si uno lee a Virgilio se encuentra con que sólo el Libro IV de los XII de "La Eneida" se ocupa de lo que sucede en Cartago con la presencia de los troyanos, y se observan fuertes desavenencias entre el texto virgiliano y el de Berlioz. Más allá de su indudable calidad literaria, Virgilio suele ser descuidado en cuanto a la razonable presencia de datos que en Berlioz están más claros.  En décadas recientes estos 9 minutos se han apreciado en conciertos sinfónicos con bastante frecuencia, ya que es sumamente interesante más allá del relato: indudablemente ningún francés en esos momentos tenía similar dominio orquestal ni era tan innovador. Una crucial diferencia aparece ya en Acto III (I) cuando E se pone al frente del ejército y va a luchar contra Iarbas: no existe tal encuentro en Virgilio. Y Berlioz pinta a D como una Reina muy querida por el pueblo; Virgilio en cambio favorece la imagen de E porque, como escritor pro-romano, ensalza la figura del troyano y ataca la de D, a quien considera una frenética sexual culpable de retener al troyano. Además la presencia de los dioses existe en Berlioz pero moderadamente; en cambio es dominante en Virgilio. En cuanto a Iarbas, Berlioz lo ataca ferozmente; Virgilio da la imagen de un líder que se ha convertido a los dioses romanos y les pide ayuda; pero elige a aquellos que están en contra de los troyanos. Conviene aclarar que Numidia es palabra romana y se refiere a un pueblo de la actual Argelia que tuvo buenas relaciones con los cartagineses que ocuparon ciertos puntos de la actual Tunisia desde el s. VI a.C. (la Encyclopedia Britannica considera mito la historia de D y E); hubo soldados númidas en los ejércitos cartagineses hasta que el Rey Masinissa, que era aliado de Cartago, pasó al lado romano en 206 a.C. Los númidas d.C. tuvieron influencia cristiana hasta la conquista árabe en s. VIII, y pasaron a ser musulmanes; había númidas todavía en el s. XX. Volvamos a Virgilio; desde la línea 116 a 130 culmina una charla entre Juno (Hera) y Venus (Afrodita); Juno, no quien habitualmente lo hace, su marido Júpiter (Zeus), produce la tormenta que obliga a D y E a entrar en la cueva; E, ante el frenesí de D, le hará el amor, y olvidará su obligación de ir a Italia. O sea, exactamente lo que Berlioz cuenta. Claro está que en Berlioz ya no existe Iarbas; nunca más se lo menciona, lo que implícitamente significa que murió y que los númidos, ante la fuerza troyana, no insistirán. No es así en Virgilio, puesto que no hay batalla. Yendo a la puesta en escena, me pareció de mediana calidad; no es fácil hacerlo pero en la actualidad en el Met hay poderosos medios técnicos. En cambio la versión orquestal fue notable, con Luisi atento a crear los climas y una orquesta que respondió brillantemente.

               Ante de ir al siguiente cuadro, veamos qué ocurre según Virgilio: llama fama al rumor que se expande sobre la relación de D y E y su próximo casamiento, y llega a Iarbas, que se enfurece. Le cuenta a Júpiter la relación de E y D y éste instruye a Mercurio (Hermes, hijo de Zeus y la titana Maia) que le lleve el mensaje del Dios que lo salvó en Troya: su misión es llegar a Italia, tierra de imperios y turbulencias, ser su líder y que Ascanio sea su sucesor; debe dejar Cartago de inmediato. Mercurio viaja con rapidez desde el Cielo, pasa cerca de Atlas que sostiene al mundo en Etiopía (qué absurdo) y recorre Libia hasta llegar a Cartago, donde ve a E construyendo casas y le da el contundente mensaje de Júpiter. E se desespera porque sabe que debe hacerlo: no puede desobedecer a Júpiter (línea 287).

               Acto IV (II), Cuadro II. Dura unos 47´y sólo en los segundos finales aparece Mercurio y dice tres veces "¡Italie!"; nada más; no hay referencia a la orden de Júpiter. Todo el texto es de Berlioz. Los jardines de D al borde del mar. Recitativo de A y N. N opina que los Númidas no volverán pero le preocupan los cambios en D: pasa su vida en cazas y festines; suspendió trabajos, los obradores están desiertos. (Virgilio en cambio menciona que E hace trabajos agrícolas). "La prolongada presencia del troyano me preocupa y el pueblo también lo siente así". A: "Ellos se aman; ¿acaso no sería él un valeroso marido, un magnánimo Rey para Cartago?" N: "¡Pero el imperioso destino lo llama a ir a Italia!" A: "El amor es el más grande de los dioses". Aria en dúo de N y A, mezclándose. N: "Sombrío porvenir, ¿cuáles son los reveses con que amenazas a Cartago? Júpiter, dios de la hospitalidad, ¿por qué, ejerciendo la virtud que te es cara, hemos merecido los golpes de tu cólera?" A: "¡Terror vano, Cartago triunfa! Nuestra encantadora Reina ama un héroe vencedor; pronto se unirán. Tal es la amenaza de un sombrío porvenir". Seguro canto de Kwangchul Youn (aunque con dudoso francés) y Cargill. Sigue la Marcha para la Entrada de la reina sobre el tema del Canto Nacional, mientras entran D, E, P, As e Iopas; D se sienta en un estrado con A, y E y N están cerca. Siguen casi 10´ de ballets, para mi gusto de relativo interés. El motivo de su presencia es muy simple: Berlioz se ilusionó que la Ópera de París iba a estrenar "Les Troyens" y ya vimos en mi anterior artículo que eso no ocurrió: era obligación hasta para los más grandes incluir un ballet a aproximadamente la mitad de las extensas óperas de 5 actos que estaban de moda; ni Verdi en "Don Carlos" se libró de ello; el "Don Carlo" italiano lo elimina. Son 3: "Paso de las almeas" (mujeres que improvisan danzas y cantos en público); "Danza de las esclavas" y "Paso de esclavas nubias". Las coreografías de Doug Varone fueron bastante clásicas aunque de buena técnica y las bailarinas respondieron con profesionalismo; el exotismo estuvo más bien en ciertos ribetes musicales y en los trajes. Y Berlioz, como había inventado un lenguaje demoníaco en "La Damnation de Faust" ("Irimaro karabrao", etc.), aquí nos espeta un lenguaje que suena a África ecuatorial francesa negra y selvática, no sahariana: "¡Amadoué midonaé faï caraïmé deï beraïmbé Haha!", divertido pero erróneo. La reina desciende del estrado y se recuesta en una camilla en el proscenio. D, con languidez: "Basta, hermana, apenas tolero esta fiesta importuna" (A les hace un signo y las bailarinas se retiran).  "Iopas, cántanos de manera simple y dulce tu poema de los campos". Se acerca un arpista tebano para acompañarlo; es de la Tebas egipcia, ya que tras 7 años Cartago es una ciudad asentada y con campos productivos que puede atraer a artistas de esa procedencia en una época difícil de esa gran civilización, y este arpista lleva el traje religioso egipcio.  La canción estrófica se basa en una grata melodía; la cantó Eric Cutler con adecuados medios líricos aunque fue marcado por la régie con gestos amanerados. Agradece a Ceres (Demeter), Diosa de la agricultura y de la fertilidad de la Tierra, por la verdura fresca del campo; el renacimiento de los labradores jóvenes y viejos por la abundancia de la cosecha. Y también cantan sus beneficios los pájaros, los corderos, hasta los vientos de la pradera. Pero cuando empieza la cuarta estrofa lo interrumpe D: "Perdona, Iopas, ni siquiera tu voz puede esta noche calmar mi extrema inquietud". E se sienta a los pies de D y le exclama "¡Querida D!" D: "E, terminad el relato de vuestro largo viaje y de las desgracias troyanas" (allí nos enteramos que aunque no está en la ópera, E, como figura en Virgilio, le había ya contado mucho de lo que le pasó, con la diferencia de que antes había vencido a Iarbas). "Cuénteme qué le pasó a la bella Andrómaca". E: "Esclava de Pirro imploraba morir, pero el obstinado amor de ese príncipe la hizo infiel y tras rechazarlo largo tiempo, se casó con Pirro, y así subió al trono de Epiro". D para sí: "Todo conspira para vencer mi remordimiento y mi corazón está absuelto". D y E ambos con similar texto exclaman: "¡Ama a su vencedor, asesino de su padre, e hijo del que mató a su ilustre esposo!"  Inspiración del Berlioz libretista: Ascagne retira de la mano de D el anillo de Siqueo; D si bien lo recupera lo deja distraída sobre la cama. A lo vio y se lo hace notar a N en el comienzo de un notable quinteto: A, Iopas y N cantan: "La mano liviana del niño, como Cupido, roba dulcemente a D el anillo que ella reverencia". Esos mismos tres y D repiten la frase "Todo conspira…" y E canta: "D suspira pero su corazón se siente absuelto". Breve recitativo de E: "Dejemos estos tristes recuerdos. ¡Noche espléndida! Venid, querida Dido, a respirar los suspiros de esta brisa acariciadora", y ambos se levantan. Sigue un septeto lento y melódico (octeto si se cuenta al Coro, que también canta el mismo texto) de gran belleza: "¡Todo es paz y encanto a nuestro alrededor! La noche extiende su velo y el mar adormecido murmura los acordes más dulces". Se retiran todos salvo D y E (As, A, N, P, Iopas, el Coro). El magnífico dúo de D y E, lento y admirable en todo sentido, es el apogeo del amor del héroe y la Reina. Alternan un texto principal con otros vinculados a los mitos. "¡Noche de embriaguez y éxtasis infinitos! Rubia Febe, grandes astros de su corte, vertid sobre nosotros vuestro bendito resplandor; ¡flores del cielo, sonreíd ante el amor inmortal!" (Febe es diosa lunar, y Berlioz especifica que haya claro de luna; el iluminador le hizo caso). D: "En noche semejante, su frente cubierta de cítiso, vuestra madre Venus llevó al bello Anquises a los bosquecillos del Ida". E: "En noche semejante, loco de amor y alegría, Troilo esperó a la bella Crésida al pie de los muros de Troya". D y E: "¡Noche de embriaguez", etc. E: "En noche semejante, la púdica Diana finalmente deja caer su diáfano velo ante los ojos de Endimión". D: "En noche semejante, ¡el hijo de Citerea recibió fríamente la embriagada ternura de la reina D!" E: "Y en la misma noche la injusta Reina acusando a su amante obtuvo de él tierno perdón". D y E: "¡Noche de embriaguez", etc. Marchan lentamente abrazados hacia el fondo del escenario y desaparecen cantando. Mercurio aparece súbitamente en un rayo de luna: se acerca a una columna donde están las armas de E y golpea con su caduceo el escudo produciendo un sonido lúgubre y prolongado. Con voz grave y señalando el mar exclama tres veces "¡Italia!", y desaparece. Kwangchul Youn lo interpreta. Creo que aquí Berlioz cometió un error: Mercurio es el Mensajero de los Dioses y tiene la obligación de cumplir con el mensaje, y se sabe del deseo de Júpiter en cuanto a que E vaya a Italia. Sólo vale que Mercurio se enfrente a E y le dé una filípica como la hay en Virgilio. Si Mercurio vuelve a Júpiter sólo tras esas exclamaciones despertará la ira del máximo Dios. El Quinto Acto hubiera debido empezar con Mercurio enfrentado a E al aba del día siguiente y que D lo vea.

               Acto V (III), Cuadro I. El borde del mar cubierto de tiendas troyanas. Se ven sus barcos en el puerto. Hylas, un joven marinero frigio (troyano) canta balanceándose en lo alto del palo de un barco. Dos centinelas montan guardia ante las tiendas. Canción de Hylas: "Valle sonoro donde desde la aurora caminaba cantando, ¿podrá cantar nuevamente bajo tus grandes bosques el pobre Hylas? ¡Oh poderoso mar, mece suavemente en tu seno sublime al hijo de Dindymo!" La canción es estrófica, de grata melodía muy lírica, y el texto sigue siendo nostálgico de ese Cartago al que no volverá; antes de terminar la tercera se queda dormido, presumiblemente habiendo bajado el tope del palo (el texto no lo aclara). Durante la tercera estrofa dos centinelas comentan: "Sueña de su país"; "que no volverá a ver", agrega el segundo. Paul Appleby, tenor lírico, fue la versión troyana de Eric Cutler, aunque en tono nostálgico; cantó con sentimiento y musicalidad. Hylas es joven (supongamos 20 años) y rememora su infancia, ya que su adolescencia está atravesada por diez años de guerra sobre la cual no sabemos casi nada, ya que Homero sólo describe el último año de los 10: el primer libro explica el odio entre Agamenón y Aquiles y las intrigas de los dioses a favor de uno u otro, pero nada concreto con respecto a las batallas, salvo que fueron muchas y están cansados. Entran P y los jefes troyanos. Recordemos que P (Panteo) es sacerdote troyano y amigo de E, pero también guerrero. El segundo en autoridad después de E. Les dice a los jefes: "Preparen todo, hay que partir; E vanamente ve desesperado la angustia de la reina; la gloria y el deber sabrán quebrar la cadena y su corazón será fuerte cuando deba decir adiós". P y Coro (los jefes): "Cada día es más evidente la cólera de los dioses. Nos lo advierten signos que asustan; gimen el mar, los montes, los bosques; nuestras armas sienten golpes invisibles; como en la fatal noche troyana, aparece en armas Hector con ojos enojados; le sigue un coro de sombras; y estos muertos irritados la noche pasada gritaron 3 veces". Las Sombras: "¡Italia!" 3 veces. P y los jefes: "¡Se vuelven a escuchar! Demasiado tiempo hemos desafiado la orden celeste; ¡vayámonos cuanto antes de esta costa funesta! ¡Mañana debemos partir!"; entran en sus tiendas. Cuando se estrenó la obra fue protestada la escena de los dos centinelas y luego se cortó, pero es interesante y se la debe incluir.  Caminan uno de derecha a izquierda y el otro al revés; cuando se encuentran en el medio dialogan. Primero: "¡Por Baco, están locos con eso de Italia!" Segundo: "Yo no escuché nada". Primero: "¡Sin embargo aquí la pasamos bien!" Segundo: "En varias casas encontramos buen vino y caza de carne de calidad". Primero: "Ya le hablo en fenicio a mi bella cartaginesa". Segundo: "La mía comprende el troyano y me obedece sin disputas". Primero: "¡Y quieren que dejemos todas estas dulzuras por un largo viaje!" Segundo: "¡Las caricias de la tormenta!" Primero: "¡Maldita locura!" Segundo: "Por esta Italia…" Primero: "Donde debemos gozar del fruto de nuestro trabajo…" Los dos: "¡Rompiéndonos los huesos!" Primero: "¡De nuevo padecer! Nuestra ley es la obediencia. ¡Silencio! A grandes pasos llega E". Se van. Paul Carona (barítono) y el veterano bajo James Courtney dieron carácter a estos soldados contentos de estar en Cartago y ajenos a las señales de los dioses. En el acto anterior Hymel y Graham vivieron su amor con dulzura e intensidad, en ambos casos con cuidada línea de canto. Berlioz llama a este gran solo de E Recitativo medido y Aria; es poco habitual agregar "medido"; parece indicar que debe cuidarse mucho el ritmo sin perder el sentido del monólogo. Con gran agitación: "¡Inútiles pesares, debo irme de Cartago! D lo sabe" (lo cual indica que en el acto anterior lo disimulaba, en ningún momento se la escucha referirse al tema) "su miedo y estupor cuando se lo dije" (¿en cuál momento?) "quebró mi coraje, ¡pero debo hacerlo! No puedo olvidar la palidez mortal de su bello rostro, su silencio obstinado, sus ojos fijos y llenos de fuego sombrío. Hablé en vano de prodigios sin nombre recordándome la orden de los dioses, invocando la grandeza de mi santo cometido, el porvenir de mi hijo y el destino de los Troyanos, la muerte triunfal que me prometen para coronar mi gloria en los campos de Ausonia" (así se llamaban los campos en la zona que luego fue Roma); "al no poder vencer su silencio huí de la terrible elocuencia de su mirada". El recitativo es rápido e intenso; aunque bien resuelto por Hymel el francés le resultó algo arduo. Uno se pregunta nuevamente cuándo pasó todo esto; parecería que pasaron varios días desde el gran dúo de amor, aunque nada lo indica en el libreto. El aria es de gran lucimiento y pasa por dos momentos psicológicos aunque con el mismo tema: irse de Cartago cuando llegue el momento sin despedirse, o despidiéndose; es exigente en lo vocal y muy dramática; no en vano quienes la tienen mejor grabada son Georges Thill y Vickers (en la completa de Davis); Hymel la resolvió con firmeza e intensidad. "Cuando venga el instante de los supremos adioses ¿cómo tolerar el aspecto terrible de su indignado dolor? ¡D, luchar contra mí y contra tí! ¡Quebrando tu corazón implorar mi perdón! ¿Sería capaz de hacer eso?"  Desde aquí la música se hace más rápida y rítmica y el canto a todo pulmón. "¡Si dejara Cartago sin volverte a ver que yo muera en un último naufragio! ¡Sería despreciar los derechos sagrados de la hospitalidad! ¡No, Reina adorada, alma sublime! Quiero volverte a ver una última vez, regar tus rodillas de mis lágrimas aunque me quiebre tal desesperación". Además la contribución de ideas orquestales innovadoras termina de redondear una gran escena de tenor dramático. Lo que sigue estremece a E: un Coro de sombras lo llama y 4 espectros velados aparecen sucesivamente. Al primero le dice E: "Mensajero amenazante, ¿quién te ha sacado de tu sombría morada?" Espectro de Priam (visible): "Tu debilidad y tu gloria". E: "¡Quisiera morir!" Espectro de Priam: "¡Basta de demoras!" Espectro de Chorèbe (invisible): "¡Ni un día!" Espectros de Hector y Cassandre (invisibles): "¡Ni una hora!" Espectro de Priam, levantando su velo: "¡Soy Priam; debes vivir y partir!", y desaparece.  E corre y se topa con el Espectro de Chorèbe, ahora visible: "Soy Chorèbe, debes partir y vencer!" E va hacia el fondo del escenario y se encuentra con los Espectros de Hector y Cassandre, ahora visibles: E: "¡Hector, Cassandre!" Los espectros: "¡Hay que vencer y fundar!"; desaparecen. E: "¡Debo ceder ante vuestras órdenes despiadadas! Soy bárbaro, ingrato; ¡lo ordenáis, grandes dioses! ¡Inmolo a D mirando hacia otro lado!" E pasa ante las tiendas: "¡Arriba, troyanos, levántense, alerta! ¡El viento es bueno, el mar está abierto!" Los troyanos dentro de las tiendas: "¡Alerta! ¿Oyen la voz de E?" Salen de las tiendas. "Dad la señal del despertar". E a un jefe: "Ve, corre, lleva esta orden a las sorprendidas orejas de Ascagne: ¿Qué se levante y suba a bordo! Hay que dejar el puerto antes del alba. Grandes dioses, mi obligación se cumplirá hasta el final. ¡Cortad los cables! ¡Al mar! ¡Italia!" El Coro lo celebra. E, mirando el palacio: "¡Noble D, parto, digno de tu perdón! Te soy infiel por la muerte de los héroes". Todos se precipitan preparando la partida; hay barcos que comienzan a navegar. Lejanos rayos y truenos (Neptuno no apoya). Pero E se topa con D, que presentía la partida y será intransigente; para ella sólo vale el amor y su creencia en los dioses griegos es relativa (no son los de los fenicios). D: "Errante siguiendo tus pasos, quise ver, veo y no lo creo; ¿preparas tu huida?" E: "¡Querida D, mi dolor es profundo, no me ataque!" D: "¿Te vas? ¡Sin remordimiento! ¡Desdeñando el cetro de Libia arrancándome el corazón corres a Italia!" (extraña mención de Libia cuando Cartago era sólo un promontorio). E: "Tardé demasiado…órdenes soberanas de los dioses". D: "¡Sigue la voz de implacables destinos sin escuchar la mía! Me ve exponer mi dolor sobrehumano con cobarde desdén" (y a un grupo de troyanos que se sonríen mirándola) "¡y mi belleza de Reina recibe las insolentes risas de estos ingratos Troyanos!" (verdad, son ingratos, pero también expusieron su vida al luchar contra las tropas de Iarbas). "No te parió Venus, te amamantó una loba horrible!" E: "Cuando a ti se consagró mi alma sufrió la ley del amor inmortal, y hasta mi último día mi corazón vivirá con ese ardor". D: "¡Calla! Nada te detiene; ¡la muerte que se cierne sobre mi cabeza, mi nombre de libro de oro borrado desde hoy!" (no es una imagen posible en esa época). "Si de tu fe tuviera una tierna prenda, si un hijo de E sonriera sobre mi seno, si con un rostro dulce y fuerte me recordara tus rasgos me sentiría menos abandonada". Se escucha la fanfarria de la marcha troyana. E: "Debo partir, pero para morir obedeciendo a los dioses, ¡parto y te amo!" D: "¡Que mis gritos no te detengan por más tiempo, monstruo de piedad! ¡Maldigo a ti y a tus dioses!" Se va. Llega Ascagne, él y su padre suben a un barco; grupos de soldados a su vez suben a varios barcos. Telón. Intensa reacción de D con frases insultantes, mostrando un lado suyo violento, ante un E desesperado que no puede ir contra los dioses. Hymel lo actuó y cantó de modo muy convincente, y Graham mostró la amplitud de sus recursos artísticos, viviendo el personaje y dando a su timbre durezas donde debe haberlas. Puesta en escena bien lograda, salvo la escasa realidad de los barcos.

               Acto V (III), Cuadro II. Un apartamento de D, al alba. D se arrepiente de sus actitudes: "Hermana, implórale, ya no hay orgullo en mi alma abatida". A: "Yo fui la culpable cuando te di coraje para formar una nueva relación. ¿Se puede luchar contra los dioses? Su partida es inevitable y sin embargo os ama". D: "¡Me ama! ¡No, su corazón es de hielo!  Conozco el amor y si Júpiter me hubiera prohibido amar, mi insensato amor desafiaría el anatema. Pero id, mi hermana y N, a suplicarle que me acuerde unos días más".  Se escucha al Coro lejano: "Ved 6 barcos en el mar, 7, 9, 10!" Iopas, entrando: "¡Partieron los troyanos!  ¡Antes de la aurora su flota estaba en el mar, todavía se la apercibe!" D: "¡Armaos, tirios, cartagineses, perseguid a los troyanos! ¡Volad sobre las aguas, quemad sus barcos! ¿Qué digo? ¡Impotente furor! ¡Devora tu dolor, desgraciada! ¡Hubiera debido exterminar la raza vagabunda de esos malditos y dispersar en el mar los restos de sus cuerpos! ¡Entonces hubiera debido vengarme de E y servirle los miembros de su hijo en odioso festín! ¡A mí, Dios de los Infiernos! ¡El Olimpo es inflexible!" (¿cómo vengarse de algo que no había ocurrido?). "¡Reclamemos los oficios del sacerdote de Plutón! ¡Ofreceré un sacrificio al imperio de los muertos! ¡Que se levante una hoguera! ¡Que en la lívida llama desaparezcan los dones del pérfido y los que le di! ¡Salid!" N a A: "¡Su mirada me espanta, quedaos!" D: "Soy Reina y ordeno; déjame sola, A". A, N e Iopas salen. Es imponente el cambio de personalidad que se revela durante ese largo recitativo, avalado por ideas orquestales que crean un clima terrorífico: esta D de aparente bondad al perder el amante se transforma y asusta; Graham hizo una composición de personaje admirable, expresando un odio irracional que a la vez la va a aniquilar. Y esto se refleja en el terrible Monólogo que sigue. D: Gritando: "¡Ah!"; deja de recorrer la escena golpeándose el pecho. "Me voy a morir. Si algo queda en su alma de humano quizá llorará cuando se entere de mi horrible destino. Mi alma  sigue encadenada a tu amor. ¡Venus, devuélveme tu hijo! Inútil plegaria: D sólo espera la muerte". Y tras la tremenda amargura del Monólogo, total cambio en la bellísima aria de D: "Adiós, orgullosa ciudad que con rapidez se levantó floreciente mediante un generoso esfuerzo; mi tierna hermana que errante me siguió; adiós mi pueblo; adiós, orilla venerada, que me recibiste, yo suplicando; adiós, bello cielo africano, astros que admiraba en las noches de infinita embriaguez y éxtasis; no os veré más, ¡mi carrera terminó!", y sale lentamente. Así como los extensos recitativos mostraron la habilidad del compositor para crear climas y exigieron a la artista exabruptos en f, el aria tiene una noble melodía de poco común refinamiento y debe cantarse p. Graham es sin duda una cantante muy valiosa y fue un placer escucharla; sin embargo, me volvían a la memoria Crespin y Troyanos (magnífica cartaginesa de apellido troyano…).

               Acto V (III), Cuadro III. Ceremonia fúnebre. Una zona de los jardines de D al borde del mar. Catafalco de hoguera; en su plataforma hay una cama, una toga, un casco, una espada son su tahalí y un busto de E. Entran los Sacerdotes de Plutón (uno se pregunta por qué los tienen y de dónde provienen), vestidos de prendas fúnebres; se agrupan en procesión ante dos altares en los que brillan llamas verdosas; luego A, N y D velada y coronado con hojas. Durante el coro A desata la cabellera y el coturno del pie izquierdo de D. Coro de lo sacerdotes: "¡Dioses del olvido, devolved la fuerza y el descanso al corazón herido! Desde las profundidades del negro Tártaro escuchadnos, Hécate, Érebo y Caos!" (Hécate: Diosa de la brujería y la magia; Érebo: La oscuridad primigenia; Caos: el principio de todo cuando no tenía forma). A y N: "Si E debe abordar Italia, ¡que allí encuentre una muerte oscura! ¡Que el pueblo latino se una al de la Umbria para detener sus pasos!  ¡Que sea atravesado de vulgar manera en la ardiente refriega, que quede abandonado sobre la sangrienta arena para servir de pasto a devorantes pájaros!" Sacerdotes, A y N repìten: "Dios del olvido", etc.  D, como soñando: "Plutón parece propiciarme; terminemos el sacrificio pío. Siento que la calma vuelve a mi corazón". El Gran sacerdote extiende la horquilla plutónica hacia la zona donde habrá hoguera. D sube las gradas del catafalco, desata el velo que cubre su cabeza, toma la toga de E y tira a ambos sobre el catafalco, expresando: "Éstas son las prendas funestas de un desgraciado amor; ¡que las llamas lleven estos símbolos de mis penas!" Llora en la cama y luego toma la espada de E y dice en tono profético: "A través de las edades perdurará mi recuerdo; mi pueblo logrará destinos heroicos. Un día nacerá de mis cenizas un glorioso vengador sobre la tierra africana. Ya escucho tronar su nombre vencedor: ¡Aníbal! ¡Mi alma está llena de orgullo! ¡Es así que conviene descender a los infiernos!" Ella toma la espada y la hunde en su cuerpo; cae sobre la cama. Entra N con el gran Coro. D, moribunda, gime; A está a su lado. Es parte del mito que el moribundo ve el futuro; D: "¡Cartago morirá…implacable furor del destino enemigo!"  Berlioz llama Imprecación los minutos finales: se ve lejano el Capitolio romano en cuyo frontón brilla la palabra ROMA. Ante el Capitolio desfilan las legiones y un Emperador rodeado de una corte de poetas y artistas. Durante esta apoteosis se escucha la Marcha troyana transmitida a los Romanos por la tradición, convertida en su canto triunfal. D: "Roma…¡inmortal!"        Cae y muere. A se desvanece a su lado. El pueblo de Cartago avanza hasta el proscenio de espaldas a la hoguera y lanza su Imprecación, primer grito de guerra púnica. Coro: "¡Odio eterno a la raza de E! ¡Que una guerra encarnizada precipìte por siempre a nuestros hijos contra sus hijos! ¡Que sobre la tierra y el mar nuestros últimos descendientes, siempre armados contra ellos, espanten algún día al mundo con la masacre de nuestros enemigos!" Telón final. En la compleja personalidad de D se mezcla su orgullo de Reina con un amor sensual obsesivo; la tragedia está en suicidarse con la espada de su amante. Graham fue conmovedora en la etapa final de un personaje extenso que pasa por emociones contrastantes hasta inmolarse, tras volcar odio en un rito que invoca al caos, nada menos. Zambello acertó en toda la escena, salvo en la evocación de Roma, poco sugerente. No he vuelto a mencionar a Luisi y la orquesta y quiero recalcar su gran solvencia y claridad, con tempi bien elegidos y mucho color. El Coro se adaptó al distinto carácter de las escenas con flexibilidad y estilo.

               Dejo de lado las numerosas vicisitudes de E, ya que toman en Virgilio los libros V a XII y no son mencionados por Berlioz, pero quiero sintetizar las Guerras Púnicas (los cartagineses eran llamados Poeni por los Romanos). Si consideramos auténtica la existencia de D y la fundación de Cartago en el s. XII, pasarán 900 años antes de que ocurran; si Cartago fue fundada en el s. VIII, pasarán 500. Son el resultado de una fuerte rivalidad entre Roma (que para entonces había controlado a los etruscos) y los cartagineses, mercaderes marinos y guerreros colonizadores. Primera Guerra Púnica (264-241 a.C.): los Romanos no querían que los Cartagineses tomaran control del Estrecho de Messina en Sicilia y formaron una flota con asesoramiento griego, venciendo a los cartagineses en Mylae (Milazzo) en la zona Oeste de la isla, pero luego terribles tormentas destruyeron centenares de barcos romanos y murieron no menos de 100.000 hombres. En 241 a.C. lograron vencer a los cartagineses en las Islas Egadi (sicilianas); se quedaron con Sicilia y ya habían conquistado a Córcega y Cerdeña en 238 a.C. La Segunda Guerra Púnica (218-201 a.C.) es la más famosa (junto con la Troyana) de las guerras de la antigüedad. Los Cartagineses habían fundado Cartagena y otras colonias en España; los Romanos los persuadieron a aceptar el Río Ebro como frontera, pero quisieron tomar Saguntum, que estaba del lado cartaginés. El joven Hannibal tomó el mando cartaginés y logró pasar los Alpes con su ejército (¡y elefantes!) y tener apoyo de los Galos. En 217 a.C. obtuvo una gran victoria en el Lago Trasimeno y al año siguiente una batalla que pareció decisiva en Cannae en el Sur de Italia. Sin embargo luego Roma fue venciendo en varias batallas, aunque Aníbal pudo escapar. La Tercera Guerra Púnica (149-146 a.C.) por un lado dio control de España a los Romanos; por otro llevó a la destrucción de Cartago y el afianzamiento del Imperio Romano. Eso es lo que vio D antes de morir.

               Quiero agregar algunos datos que me han llegado sobre versiones grabadas de "Les Troyens"; sólo voy a mencionar algunas que me parecen de buen nivel y me asombra que haya tantas versiones de una ópera difícil y larga; a partir de la inicial de Colin Davis han proliferado. 4/8 octubre 1983 (versión mezclada de las dos funciones), DVD Met: C: J.Norman; D: T. Troyanos; E: Domingo; dir, Levine. Todas son DVD, todas en vivo. Salzburg 2000: C y D: D. Polaski; E: Jon Villars; dir, Cambreling. Châtelet París, 2003: C: Antonacci; D: Graham; E: Gregory Kunde; dir, Gardiner. Covent Garden, 2012: Antonacci, Westbroek, Hymel; dir, Pappano.

Pablo Bardin

 

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