Pasados los años de infancia en el verano de Punta del Este, ya adulto seguí pasando mis vacaciones allí, salvo los años en los que Perón cerró la frontera con Uruguay y los de mis estudios en Estados Unidos. Claro que llevé tocadiscos y vinilos, pero además me regodeé con la bien provista discoteca del SODRE. Pasada la etapa del vinilo vino la del CD pero yo seguí escuchando el SODRE hasta que la institución cambió muy erróneamente su política en cuanto a música clásica y pasaba una mezcla barata de músicas crossover en su mayoría y dejé de oírla. Pero otros aspectos del SODRE llegaron a Buenos Aires y pude apreciar su ballet de la época de Bocca y más recientemente un buen concierto en la Ballena. Supe de la construcción de una importante sala nueva en Montevideo pero mis visitas a la capital uruguaya fueron más esporádicas y por motivos de negocios. Hasta que me llegó una noticia que me sorprendió: el estreno de "Tristán e Isolda" en Montevideo y con un elenco argentino-brasileño de alto nivel; me resultó irresistible, gestioné una entrada de crítico y allá fui. El Francisco de mañana, "Tristán" de noche; dormí en un buen hotel y al día siguiente a las 11 retorno a la CABA con el Francisco. No sólo salió redondo el planteo práctico de mi visita sino que la función de la gran obra wagneriana me resultó memorable.
Me impactó el edificio; 6 años atrás conocí las nuevas Óperas de Copenhague y Oslo y son magníficas…y muy costosas. No sé cuánto costó el SODRE pero es ahora uno de los edificios más interesantes del Montevideo de estos últimos años. Dos muros laterales dan a sendas calles y cuando se entra da una sensación de amplitud poco común; aunque hay ascensor, tremendas escalinatas muy anchas suben al primer piso. La entrada que me dieron fue en la primera fila de la segunda platea, y al entrar en la sala entendí por qué: es muy distinta que la del Colón, ya que tiene gradas que van subiendo y subiendo, apenas separadas por un panel que hace de límite entre primera y segunda platea. No es muy cómodo para gente grande, pero el público parecía estar conforme. Desde el tope de la segunda platea se elevan varios pisos de palcos y el resultado es bastante espectacular. No sé cuál es la capacidad, pero a la vista parece cercana a 2.000 localidades. Hay un bar en Planta Baja y lo aproveché porque cambiaron la hora de comienzo de 19 a 19,30; presencié la segunda función el 20 de noviembre; hubo una más. También hay un bar en el Primer piso y está atiborrado en los intervalos pero con gente de pie, hay pocas mesas.
Como en el Colón, en este edificio se presentan óperas, ballets y conciertos. El actual director del área lírica es el bajo Ariel Cazes, que años atrás se presentó en el Colón (y creo que en el Argentino). Me contó Boris en el intervalo que Montevideo conoce poco de las óperas wagnerianas, y hace ya muchos años: "El holandés errante" y "La Walkiria" (en dos temporadas), de modo que esta iniciativa de Cazes debería ser seguida por otras en el inmediato futuro. Salvo "Peter Grimes" de Britten, donde Montevideo se adelantó a Buenos Aires, en general su vida operística ha sido bastante acotada. Tal como se presentó en "Tristán e isolda" la orquesta tuvo 98 integrantes a los que se agregó una banda interna de 13 miembros dirigida por Esteban Rajmilchuk (con la participación de la Orquesta Juvenil del SODRE, dice el programa, aunque sin especificar que todos esos 13 sean de esa orquesta; de todos modos es positivo que el SODRE tenga una Orquesta Juvenil); nada menos que 111 ejecutantes, todo un esfuerzo para cumplir del mejor modo con la enorme orquesta wagneriana. Originalmente iba a dirigir el titular de la Orquesta del SODRE, Diego Naser, que dejó buena impresión en su concierto en la Ballena, pero bastante a último momento fue reemplazado por Alejo Pérez, que había dirigido esta ópera cuando se estrenó en el Argentino de La Plata. Alejo, amigo de mi familia (fue alumno de mi mujer en Historia del Arte y amigo de mi hija menor), mandó un mensaje a sus amigos diciendo que de apuro iba dirigir este "Tristán". Es interesante que haya estado disponible ya que en Diciembre se está en plena temporada europea y Alejo es actualmente el Director de la Ópera Flamenca en Bélgica, pero quizá coincidió con alguna breve licencia; él vuelve periódicamente a su país para dirigir o para reanudar amistades y afectos. También se contó con el Coro Nacional del SODRE, 78 cantantes dirigidos por Esteban Louise; las intervenciones corales son escasas y casi siempre fuera de escena; quizá sólo cantó una selección del total del Coro. Conviene aclarar también que el edificio no se llama Ópera sino Auditorio Nacional del SODRE.
Por supuesto, tuvimos una versión musicalmente extraordinaria de "Tristán e Isolda" el año pasado con la Orquesta de la Staatsoper Berlin dirigida por Daniel Barenboim, con dos magníficas Isoldas: Anja Kampe e Irene Theorin; y más atrás, el Segundo Acto en versión de concierto con la Orquesta del Divan, Barenboim, Waltraud Meier, el magnífico René Pape como Marke (única visita suya a Buenos Aires). En ambos casos Melot fue cantado por Gustavo López Manzitti, único argentino en los repartos. Y ocurrió que este año cuatro admirables cantantes argentinos estuvieron disponibles, dispuestos a preparar sus personajes enormemente complejos: López Manzitti (Tristan), pero también Carla Filipcic Holm (Isolda), Cecilia Díaz (Brangania) y Hernán Iturralde (Marke), único que quizá cantó el personaje cuando trabajó en Stuttgart. También se pudo contar con un talentoso barítono brasileño, Leonardo Neiva, para mí nuevo.
Fue durante el período de Marcelo Lombardero en La Plata cuando se hizo aquel "Tristán", con dos Tristanes y dos isoldas, todos extranjeros. Pérez era entonces el director de la Orquesta. La puesta en Montevideo fue realizada por un equipo similar: Lombardero en la régie, vestuario de Luciana Gutman, y Diego Siliano, pero en cuanto a este último si no recuerdo mal (no tengo el programa a mano) él estuvo a cargo de la escenografía. En Montevideo figura así: Siliano: Dirección de Arte y Multimedia. Reposición Escenográfica (de la de Siliano, entiendo) y Diseño de video: Matías Otálora. E iluminación: Horacio Efron. Equipo enteramente argentino. En su momento el trabajo de Lombardero y colaboradores me pareció bien conceptuado y con rasgos poéticos. El que ví en Montevideo también me resultó positivo y en líneas generales logrado; Otálora demostró en años recientes tener sensibilidad para el diseño de video y aquí su aporte ayudó a ambientar cada acto; lo que no entiendo es por qué Siliano no repuso su propio trabajo escenográfico y exactamente qué implica dirección de Arte y por qué Multimedia si hay videos de Otálora; quizá no estaría de más que nos expliquen a los espectadores hasta dónde llega el aporte de cada uno. Sea como sea, todo estuvo bajo el control general de Lombardero. Hay un aspecto que me extrañó: la dirección de cantantes fue más eficaz en La Plata: aquí miraban al público casi todo el tiempo y no interactuaban lo suficiente; ¿quizá por estar muy pendientes del director de orquesta en roles que les eran nuevos y muy extensos? Sólo el esfuerzo de memorizar tanta música y tanto texto alemán es enorme. El Acto Primero tuvo el clima necesario del viaje en barco aunque si no recuerdo mal con menor presencia del mar; pero los dos niveles (cubierta y camarote) estuvieron bien ensamblados; el marinero hubiera debido estar más distante. En el Segundo el momento álgido de la llegada de Melot y Marke no estuvo bien manejado y Brangania debió estar mucho más lejos para su "Einsam wachend". Y no estoy de acuerdo con el casi suicidio de Tristan con Melot. En el Tercero un Kareol desolado concuerda con el trágico estado de un Tristan moribundo y la marcación de personajes es adecuada hasta que llegan los barcos. Allí hay varios momentos confusos que deberían haber sido más cuidados. Sin embargo, la Muerte de Amor logra un clima poético y metafísico. Me gustó más la de La Plata, pero el balance fue aceptable.
¿Por qué escribí que este "Tristán" fue memorable? No sólo debido a que es un estreno fundamental para Montevideo, sino porque Filipcic Holm, López Manzitti, Díaz, Iturralde y Leiva cantaron en un nivel internacional; no quiero decir con esto que estén listos para el Met pero sí para muchos buenos teatros europeos. Poder afirmar esto en una gran obra de Wagner es importante. Filipcic Holm e Iturralde tienen a su favor un dominio completo del alemán, pero López Manzitti es desde hace décadas un ejemplo de profesionalismo poco común, y Cecilia Díaz sorprendió con un estado vocal notable, tras tantos años de ser dejada de lado con toda injusticia por el Colón. Y Leiva demostró ser un barítono internacional. Con una puesta razonablemente buena y una Orquesta que jamás había hecho la obra y que con relativamente poco ensayo tocó bastante bien bajo las expertas manos de Alejo Pérez, hubo buenas razones para considerar este proyecto como un éxito que debería dejar secuelas.
Las genuinas voces wagnerianas son en la gran mayoría alemanas o nórdicas. Además, y a diferencia de las italianas o las francesas, su maduración es lenta y generalmente no alcanzan la fama antes de los 40 años. Si están bendecidas por aptitudes naturales, han tenido muy buenos maestros y no exageraron cansando su voz, llegan bien a los 60 años y declinan hasta el retiro en la década siguiente, con excepción de algunos bajos de sorprendente aguante. Días atrás un gran amigo melómano estuvo escuchando conmigo a Leo Slezak y Franz Völker en magníficas versiones muy bien grabadas de hace casi un siglo y su comentario fue doble: a) que esas voces ya no existen; b) que cantan con una facilidad que sugiere que lo hacían sin esforzarse. Coincido con él: no existe hoy un elenco que pueda vencer a los de los años 30, 40 y 50. Razón de más para alegrarse de haber tenido un elenco no europeo de nivel muy respetable.
López Manzitti le resolvió al Colón muchos problemas a través del tiempo: reemplazó a varios tenores que no vinieron y lo hizo muy bien; esto además de cantar en otras instituciones óperas difíciles y poco vistas. Y hasta con una mala puesta brilló, como pasó con su Baco en "Ariadne auf Naxos" de Strauss. Hay tenores que vencen por la belleza de timbre o por una personalidad carismática o por un gran refinamiento; otros, como López Manzitti, porque cumple impecablemente con el texto y la música, tiene volumen y resistencia, siempre canta afinado y es buen actor; y además tiene excelente memoria. Y puede cantar en buen alemán o francés. El timbre es eficaz pero no bello; sin embargo es tal la autoridad del artista que lo compensa con expresividad y presencia; y su figura alta y de peso normal también ayuda. (Hubo tenores wagnerianos que rivalizaban con Bómbolo). Del principio al fin cantó Tristan sin fisuras, seguro de su música y texto. En el Tercer Acto, donde canta durante tanto tiempo con música en su mayor parte angustiada, recurrió a la botella de agua para refrescar la garganta; no me parece objetable: Wagner exagera en sus exigencias. Y el corte en el Dúo de Amor de la repetitiva escena sobre el Día y la Noche es frecuente y adecuado: lo más flojo en texto y música de la ópera. Llega tarde (55 años) a Tristán pero su voz nada ha perdido.
Cuando Filipcic Holm inició su carrera la voz era más liviana y tenía agudos notables: no en vano participó en esa "Semiramide" rossiniana condensada y de concierto del Argentino. Tiene ahora 42 años y en su formación hay un dato importante: estudió no sólo aquí, también en la Escuela Avanzada de Música de Nürnberg. Y estudió además con dos importantes wagnerianos: Siegfried Jerusalem y Reiner Goldberg. Sin embargo durante bastantes años su repertorio fue ante todo mozartiano aunque con roles fuertes como Vitellia, Elettra y Donna Anna. También la Agrippina de Händel, Elisabetta en "Don Carlo" de Verdi y en el Colón "Fidelio" de Beethoven. A ello se añade un considerable repertorio de Lieder y participación en conciertos sinfónicos en salas que incluyeron el Carnegie Hall y la Kunsthalle de Viena. No hubo ningún rol wagneriano menos exigente, como la Elisabeth de "Tannhäuser", de modo que largarse a hacer Isolda fue una decisión audaz, que me alegra considerar muy exitosa. Nunca escuché su voz tan poderosa y equilibrada, con su registro grave (el más débil) reforzado, su centro muy bien y todo el registro agudo de sorprendente calidad en timbre, volumen y rango (perfectos los riesgosos Do del Dúo de Amor). Sí creo que el aspecto teatral es mejorable, pero ya desde la ardua y fundamental escena en la que Isolda cuenta la verdad a Brangania la expresiva voz y el dominio de la música impresionó. Tenemos una Isolda argentina internacional.
Cecilia Díaz tuvo su auge cuando ganó el Concurso Operalia en 1994, hace ya 25 años, y como consecuencia acompañó a Plácido Domingo en una gira internacional. Pero también fue Dalila en el "Samson et Dalila" con Domingo en el Colón en 1997. Allí también cantó Nerón en "L´incoronazione di Poppea" (1996), Amneris en segundo reparto ese mismo año, Adalgisa en 2001 y Carmen en 2003. Demasiado poco. Supongo que su presencia en salas internacionales explica que ante el silencio del Colón Díaz siguió su carrera en el Hemisferio Norte: la "biografía" del programa indica que estuvo en La Fenice, Ginebra, Lausanne, Washington, Bilbao, Sevilla, Madrid y Sao Paulo. Y que participó en festivales: Granada, Valencia, San Sebastián, Braunschweig, y también que cantó óperas del siglo XX de Falla, Prokofiev y Stravinsky. Esto hace comprensible que su Brangania permitió comprobar un sólido estado vocal. Por otra parte Lombardero innovó con respecto a la puesta del Argentino al elevar la importancia argumental de Brangania y le doy la razón: sin ella todo hubiera sido distinto al extremo de que no hubiera habido ópera: los dos principales habrían muerto en el Primer Acto. Además Brangania, al no tolerar la muerte de ambos, tuvo plena conciencia de las terribles tristezas de ese amor incontrolable. Y por eso esta puesta la pone varias veces en primer plano (aunque erróneamente en el "Einsam wachend", como ya expresé), a veces llegando al proscenio. Nunca la escuché antes en Wagner, pero Díaz, con poderosa proyección y fuerte dramatismo, confirmó que su "retorno" está más que justificado y vuelve a hacer pensar sobre la mediocridad de las sucesivas direcciones del Colón, donde ciertas figuras son relegadas sin motivo y otras utilizadas de manera excesiva. Dudo que esta Brangania la lleve al Colón: la administración no cambió sus figuras y no está programada en 2010.
Si en este elenco hay alguien que a ojos cerrados podía predecir que sería muy bueno es Hernán Iturralde, cuya preparación en Karlsruhe con Aldo Baldin y sus años en Giessen, Leipzig y Stuttgart lo formaron como bajo barítono de admirable categoría; y la supo mantener en sus ya muchos años en Argentina en el Argentino, el Colón y otros ámbitos. No voy a desdecirme, como Pape no hay nadie; pero este Marke fue de gran nivel y puede cantarlo en cualquier teatro del mundo. El amargo y dolorido gran monólogo del Rey en el Segundo Acto fue uno de los momentos más valiosos de la noche, como canto e interpretación.
El barítono brasileño Leonardo Neiva fue una grata sorpresa como Kurwenal. Nacido en Brasilia, tuvo éxito a los 23 años en "El Barbero de Sevilla" y desde entonces además de en teatros de su país cantó en Chile, Lisboa y Toulouse (donde intervino en "Rienzi" de Wagner, raramente programada). También dio recitales en España, Estados Unidos y Colombia. Es joven (diría que alrededor de 30 años) y en 2010 cantará John Sorel en "El Cónsul" de Menotti (y Magda Sorel será Filipcic Holm). Voz firme y de calidad, afinado, de buen aspecto físico y dominio del alemán, fue un KurwenaL fiel y convincente en todo momento.
Hace ya bastantes años un Gerardo Marandino joven se presentó en el Colón; su voz entonces era fresca y grata. No obstante tras pocos años no fue más invitado. Después de décadas lo volví a escuchar y en dos personajes (mala idea, no tienen nada que ver): como Marinero en el Primer Acto Lombardero lo colocó cerca del proscenio, como ya escribí, y esto es erróneo: su voz debe ser clara pero lejana; se lo escuchó afinado aunque con excesivo vibrato y poco volumen. Y luego como el malvado Melot en los otros dos actos actuó bien y cantó más afirmado. En el Tercer Acto el Pastor de Javier Mayo Cordero cantó con voz de escaso cuerpo mientras que la única frase de Álvaro Godiño como Timonel dejó entrever un buen material. Cabe agregar un resultado positivo de los figurantes que intervienen en los tres Actos (Marineros y miembros de la Corte).
El Coro Nacional del SODRE dejó una impresión correcta en sus escasas intervenciones.
La Orquesta del SODRE es de buen nivel pero la música de "Tristán e Isolda" (salvo el Preludio y Muerte de Amor) le resulta nueva y son muchas horas. Pérez tiene la experiencia de La Plata (no sé si la dirigió en otros teatros) y un gran oficio desarrollado en la última década; sin embargo lograr una versión adecuada con escasos ensayos y una orquesta novicia en la obra no es nada fácil. Él sabe no tapar a los cantantes (lo demostró en La Plata) y aquí también se notó, adaptándose a una acústica distinta y que presumo no conocía; sus tempi y fraseos son muy musicales y de acuerdo a la partitura. Hubo algunos deslices (escasos), también en las arduas fanfarrias, pero la música estuvo bien llevada en todo momento; faltó algo de garra y colorido; dadas las circunstancias el resultado fue netamente positivo.
En suma, rara vez un viaje a Montevideo me resultó tan justificado.
Pablo Bardin
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