miércoles, julio 13, 2022

NOTABLE PRESENTACIÓN EN LA FILARMÓNICA DE HERNÁNDEZ SILVA


               En el libro Teatro Colón 2022 figura como director del concierto Nº 10 Alpesh Chauhan, al que no conozco. También es nuevo para mí quien lo reemplazó, el venezolano Manuel Hernández Silva. Quedó la pianista letona Arta Arnicane. Se mantuvo el programa sin cambios: dos obras de Beethoven y una de Schubert, con una característica: están cerca en el tiempo.

               "Las criaturas de Prometeo" es algo raro en la vida de Beethoven: un ballet (op.43) sobre argumento del coreógrafo Salvatore Viganó, que estaba a cargo del Ballet de Corte en Viena. La obra completa es bastante extensa, 1 hora y 10 minutos. Recuerdo que Yehudi Menuhin trajo una síntesis cuando vino a dirigir una orquesta en Buenos Aires; también que con una versión grabada presencié una visita de un ballet alemán. Tengo una versión completa en vinilos de los años 50 (Walter Goehr) y me resulta una obra simpática aunque con pasajes de mero enlace. Pero la Obertura tuvo éxito y aquí se ha tocado con frecuencia en conciertos sinfónicos. Recuerdo con placer las de Van Otterloo en Buenos Aires y Kempe en Praga. La interpretación que logró Hernández Silva fue cálida y bien controlada, con gestos muy comprensibles, y la Filarmónica respondió con mucha atención tanto en el comienzo lento como en la brillante música rápida. La obra es de 1801, la época del Tercer concierto para piano y de la Segunda Sinfonía. El Burgtheater dio 15 funciones en 1801 y 13 en 1802; más tarde en la vida del compositor, silencio.

Si bien el director es caraqueño, se graduó en el Conservatorio Superior de Viena. Ganó el Concurso Forum Junger Künstler (Foro de Jóvenes Artistas) de la Orquesta de Cámara de Viena (que vimos varias veces en Buenos Aires, traída por el Mozarteum), dirigiéndola en la Konzerthaus de Viena y la Brucknerhaus de Linz. Actualmente es director titular y artístico de dos orquestas españolas: la Filarmónica de Málaga y la Sinfónica de Navarra. También lo fue de la Orquesta de Córdoba y la llevó a Viena. Como venezolano fue invitado a dirigir a la Sinfónica Simón Bolívar durante 5 temporadas (la conocimos bien). Además de la Sinfónica de Viena, dirigió 3 orquestas alemanas, 5 checas y viajó abundantemente: Armenia, Israel, Seúl, Hartford (USA), Puerto Rico, Bogotá, Chile, México. Además desarrolla una intensa actividad docente. Su visita a nuestra ciudad reveló ser muy convincente.

               Confieso no saber que Arta Arnicane es una muy buena pianista letona hasta que la escuché y leí su breve currículum. Nació en Riga en una familia de músicos. Si bien Letonia es un país que produce talentos y ella estudió en la Academia Letona de Música, se perfeccionó en el Conservatorio Real de Escocia y en la Universidad de las Artes de Zürich. Uno de sus profesores fue  Homero Francesch que hemos visto en años recientes.  Tuvo un galardón en la Primavera de Praga (que conocí bien décadas atrás) pero también en la competencia Vianna da Motta (2001), portuguesa, y el Premio Iturbi (2010), que supongo español. Toca en dúo con su marido, el violoncelista Florian Arnicans; grabaron sonatas de Chopin y Ernö von Dohnanyi. Se presenta como Arnicane, pero no se aclara su apellido pre casamiento.

               Nos ofreció el Concierto Nº 2 de Beethoven, en Si bemol mayor, op. 19, que en realidad es anterior al Nº 1. Beethoven lo compuso entre 1794 y 1795. Santiago Giordano cuenta algo interesante: "tres veladas consecutivas en el Burgtheater en las que el joven Beethoven se presentaba como compositor en una gran ´academia´ organizada por Haydn en beneficio de las viudas de los muertos en alguna de las tantas guerras a las que por entonces hacía frente el imperio tambaleante". El 29 de marzo de 1795 tocó el Concierto K. 466 de Mozart y su propio Concierto op. 19. Es una obra de gran atractivo en la que se siente la influencia de Haydn: un Allegro con brio que es en efecto lleno de vida y muy grato; un Adagio extenso y refinado; y un "Rondó. Allegro molto", fresco y rápido. Pocos días antes de este concierto escuché al siempre joven Wilhelm Backhaus grabándolo septuagenario y admirablemente. Arnicane y Hernández Silva hicieron un bello trabajo, muy bien controlado y fino; sólo creo que el Rondó final fue un poco demasiado rápido aunque siempre fresco y alegre. Lamento decir que no identifiqué la obra fuera de programa que nos ofreció la pianista; sólo puedo decir que me pareció una pieza lenta beethoveniana muy serena y tocada con evidente buen gusto.

               La Sinfonía Nº 6, en Do mayor, D. 589, de Franz Schubert, no es de las más conocidas; de las primeras 6, salvo la Nº 1, menos lograda, el ranking de las mejores es la Nº 5, la Nº 4 (llamada "Trágica"), y las Nos. 2 y 3 sin duda interesantes; sin embargo la 6ª tiene valores considerables. Tengo la grabación vienesa de Münchinger y la Filarmónica de Viena; me ha dado mucho placer desde hace medio siglo. Lo asombroso es que esas primeras 5 son de un   adolescente, desde los 14 a los 19 años; lejos está la Inconclusa y no se sabe cuál es la 7ª que se perdió. Schubert no fue un niño prodigio pero sí un adolescente que merece considerarse así. Baste considerar que algunos de sus mejores Lieder son de entonces. Inició la Nº 6 a 20 años (octubre de 1817) y la terminó a los 21 (febrero de 1818; nació el 31 de enero de 1797). No es una obra "muy inferior", como injustamente la denomina Maurice Brown en su artículo del Grove sobre Schubert. Es verdad que está atraído por Rossini en esa etapa, cuando también creó las Oberturas en Estilo Italiano, pero también está la base de Haydn y Mozart. En el primer movimiento una breve introducción Adagio lleva a un allegro en forma sonata con dos temas,  siendo el primero dedicado a las maderas. Sigue un Andante bastante extenso; coincido con Giordano, que menciona "el clima sereno y optimista". El tercer movimiento, a diferencia de los anteriores, es un Scherzo de influencia beethoveniana marcado Presto, pero el Trio "più lento" hace un contraste bastante firme antes del regreso del Scherzo. El Allegro moderato final es muy vital aunque algo repetitivo. Tuve la suerte de ver dos espléndidas versiones en mi época formativa: Hans Rosbaud con la Orquesta de Amigos de la Música (septiembre 1952) y en una visita a Londres (febrero 1957) Beecham con la National Symphony. Y ahora que soy octogenario me interesó esta muy buena versión de un director serio y hábil y la Filarmónica que respondió muy bien (escuché a la Filarmónica con Kinsky en octubre 1968). Los movimientos del director siempre fueron claros y expresivos. Más allá de la gente que aplaudió entre movimientos, hubo entusiasmo del público, con razón.

Pablo Bardinb 

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