lunes, julio 11, 2022

SONDRA RADVANOVSKY EN EL COLÓN, ACONTECIMIENTO VALIOSO

               Sondra Radvanovsky es una gran soprano del Met y tiempo atrás comenté su presencia en la gran trilogía de Donizetti abarcando a las reinas célebres de Inglaterra y Escocia. El libro del Colón sobre este año dice: "La prima donna del bel canto protagonizará un fascinante recital en el que encarnará a 3 grandes reinas del siglo XVI: la orgullosa María, Reina de Escocia, la apasionada Anna Bolena y la poderosa Elizabeth I, abordando extractos de la Trilogía Tudor de Donizetti". Lamentablemente esto no ocurrió: presenciamos en cambio un programa de canciones y fragmentos de ópera en italiano, sin duda interesante pero dejó al Colón sin un plan importante, ya que el Teatro sólo presentó "Anna Bolena" hace muchos años con Elena Suliotis: 1970. Quien se animó a presentarlas fue Adelaida Negri fuera del Colón. Al parecer, según me contó un amigo, ella quería una orquesta para las reinas; por supuesto es deseable pero lo mismo puede decirse con respecto a todas las arias de ópera que cantó. Tuvo un buen pianista, Anthony Manoli, aunque no siempre el arreglo pianístico me convenció.

               No me pareció una buena idea iniciar el programa con (como escribió Margarita Pollini en Clarín) "3 de las canciones y arias antiguas de Alessandro Parisotti" (elegidas por él, fueron muy cantadas por los estudiantes en Buenos Aires): "Amarilli, mia bella", de Giulio Caccini" (madrigal de hombre, aquí cantada por Deller, contratenor, 1957, y una mezzo, Merriman, 1958), grabada por Schipa, Hvorostovsky y Jacobs, pero también por Baker y Bartoli; "O del mio dolce ardor", de la ópera "Paride ed Elena" de Gluck, grabada abundantemente por hombres (es Paride el que canta): Bruson, Gigli, Battistini, Carreras, Hvorostovsky, pero también Tebaldi, Berganza, Klose, Jo, Berger; y claramente de hombre, "Danza, danza, fanciulla gentile", de Francesco Durante; aquí la cantó Souzay; la grabaron Pavarotti, Carreras, Hvorostovsky y  Bergonzi, aunque también Baker; es una pieza alegre y breve. Antes de cantarlas Radvanovsky se dirigió al público en inglés (lo hará repetidas veces durante el concierto) para quejarse (como cuenta Pablo Kohan en La Nación): "ingresó con una tablet en la mano, y explicando sus temores sobre el funcionamiento de ese adminículo, que toqueteó hasta que arrancó y que colocó sobre un atril". Lo siguiente fue importante: nada menos que "Piangerò la sorte mia", el aria de Cleopatra de "Giulio Cesare in Egitto" de Händel; aunque expresiva, la coloratura de Radvanovsky no tuvo la pureza de las cantantes barrocas.

               Pero con Bellini entró a lo que mejor hace. Dos canciones: "Per pietà, bell´idol mio", y "La ricordanza", ambas muy bellas. La primera es definida "aria de cámara" y tiene texto del famoso Metastasio; la han grabado hombres y mujeres; la segunda tiene texto de Pepoli, el libretista de "I Puritani". Y luego, una atrayente interpretación del aria más famosa belliniana: "Casta diva" de "Norma". Mi Norma es y siempre será la Callas, pero esta versión fue de primer orden (aunque extraño el coro acompañante).

               La Primera Parte terminó con dos Verdi estupendos en los que la cantante se lució profundamente: el aria "Tacea la notte placida" seguida de la cabaletta "Di tale amor", de "Il Trovatore"; y el impresionante "Pace, pace, mio Dio", Leonora en "La forza del Destino", que termina con esas trágicas "Maledizione". Aquí Radvanovsky confirmó ser una de las grandes voces de soprano de la actualidad: poderosa, con la habilidad de tomar una nota y llevarla de pianissimo a fortissimo y volver al pianissimo (lo hizo varias veces durante el resto del recital).

               Se había ataviado en un magnífico vestido blanco que llegaba hasta los pies; en la Segunda Parte se cambió a un traje negro con escote. Pasó al otro grande, Puccini: 2 canciones y un aria fundamental. Curiosamente, "Sole e amore" es un calco de "La Bohème", cantado con calidez. "E l´uccellino" ("Y el pajarito") es una canción liviana y alegre, muy bien interpretada por una artista que cambia de la comedia al drama en un minuto: no hay duda de que "Sola, perduta, abbandonata" es trágica al máximo en "Manon Lescaut" y ella le dio una intensidad tremenda (como la Callas en su grabación).

               Volvió a Verdi pero con canciones; de las 6 Romanzas, publicadas en 1838; tenía 25 años. Radvanovsky eligió la tercera, In solitaria stanza", texto de Vittorelli; y la quinta, "Perduta ho la pace" de "Faustp" de Goethe en traducción de Luigi Balestra. Un año más tarde presentó su primera ópera: "Oberto, Conte di San Bonifacio". Ambas canciones son muy expresivas y ya demuestran su talento; estuvieron muy bien cantadas y no está de más hacer notar que en las canciones el pianista se lució.

               Las dos arias finales fueron famosas y bien elegidas: "Io son l´umile ancella" de "Adriana Lecouvreur" de "Francesco Cilea, tierna imagen que Adriana hace de interpretar las magníficas obras teatrales de su época (siglos XVII y XVIII); aquí la cantante supo dar belleza y refinamiento a la música. En cambio terminó el programa con una versión ideal de "La mamma morta" de "Andrea Chénier" de Umberto Giordano; fuerte, poderosa, trágica, dio ganas de verla en la ópera completa.

               Cantó cuatro piezas fuera de programa. En la primera salió del italiano y escuchamos una bella versión de la gran aria de "Rusalka" de Dvorák, la Canción de la Luna, grabada en checo por tantas grandes artistas como Renée Fleming. Luego volvió a Puccini con dos arias bien distintas: "Vissi d´arte" de "Tosca" y "O mio babbino caro" de "Gianni Schicchi". Y finalmente, en inglés "americano", una célebre canción de Harold Arlen, "Over the rainbow", de la película "The Wizard of Oz" ("El mago de Oz"), que hizo famosa a Judy Garland. Un agradable final de un concierto que fue afirmándose hasta ser muy bueno.

Pablo Bardin

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