El muy interesante concierto de la Sinfónica Nacional dirigido por Manfred Kraemer en
la Ballena se había programado hace algo más de un mes, pero debió pasar a otra fecha debido a la lamentable muerte de un veterano ejecutante de corno muy querido por sus colegas, ya que falleció ante la orquesta. Se entiende, entonces, que la nueva fecha tuvo el preludio hablado de una artista de la Orquesta Sinfónica Nacional, que se refirió con gran afecto al talento y bondad del cornista, muy aplaudido por la audiencia. Me disculpo de no dar nombre y apellido del difunto, ya que no hay programa de mano en estos conciertos.
Manfred Kraemer es un gran violinista y director argentino, que previo a la pandemia dividía su tiempo entre su Córdoba natal y especialistas europeos del Barroco. Su programa estuvo dedicado a Johann Sebastian Bach, su hijo Carl Philipp Emanuel Bach y Franz Joseph Haydn. Johann Sebastian Bach escribió entre 1717 y 1723 las 4 Suites para orquesta BWV 1066 a 1069, escritas en Weimar, ciudad no protestante; de allí que sean años en los que Bach se dedicó a obras sinfónicas y de cámara que no fuesen religiosas. Las Suites tienen fuerte influencia francesa en sus fragmentos. La Nº 3, en Re mayor, tiene el número de catálogo BWV 1068 (de 1066 al 1069). Está instrumentada para 2 oboes, 3 trompetas, cuerdas y timbales. La influencia francesa es evidente: "Ouverture" (lento y solemne, rápido y retorno del lento, más breve); "Air" (Aria sobre la cuerda de sol), "Gavotte", "Bourrée" y "Gigue". Las trompetas barrocas tienen escritura muy aguda y brillante; el Aria es muy melódica y la toca el concertino (Kraemer). Las restantes son danzas eficaces y muy gratas. Es impresionante la cantidad de grabaciones de esta suite, y recuerdo en concierto la de Karl Richter y Maurice André con la Orquesta de Amigos de la Música (1964). La que ví en la Ballena tuvo el privilegio de tener a Kraemer como director y concertino.
Carl Philipp Emanuel Bach es el más importante de los hijos de Johann Sebastian. De inmensa productividad (unas 700 obras), nació en 1714 y murió en 1788. Escuchamos una de sus obras más conocidas: la Sinfonía Nº 1 en Re mayor, Wq (Wotquenne) 183-1. Fue Wotquenne el primero en realizar un intento de catálogo a principios del siglo XX. En el diccionario Grove se mencionan 49 sinfonías. Un Mozart de 8 años tocó con Carl Philipp en Londres y le tuvo gran admiración (mutua) y arregló 3 conciertos de los 37 compuestos por el hijo de Johann Sebastian. Las 4 sinfonías escritas en 1775-76 son de un hombre maduro (61-62 años) en la plenitud de su estilo tardío. Escuchamos la primera de esas 4 (por eso Nº 1 no significa la primera de todas sus sinfonías). Escuché una Sinfonía en Re mayor en 1963 por Lamberto Baldi dirigiendo la Orquesta d la Asociación Wagneriana pero no me consta que haya sido la Wq 183-1. Mirando las grabaciones en CD del catálogo R.E.D. 2000 me encontré con varias grabaciones de esta sinfonía: Orquesta Bach de Munich, dir. Karl Richter (1961); Orquesta C. P. E. Bach, dir. Hans Haenchen; Orq. de Cámara de Salzburgo, Y.K. Lee; y OAE, dir. S. Kuijken. O sea que es música apreciada y conocida, con razón porque resulta en efecto atrayente. Los 3 movimientos sólo duran un cuarto de hora, rápido- lento- rápido, que se escuchan con verdadero placer. La Sinfónica Nacional tocó muy bien bajo la hábil dirección de Kraemer.
El concierto terminó con la penúltima sinfonía de Franz Joseph Haydn: la Nº 103, "Redoble de Timbal", en Mi bemol mayor, que se inicia de manera muy original con, en efecto, un poderoso redoble de timbal que lleva a una parte inicial Adagio; sigue el Allegro con spirito con dos melodías: una popular croata y otra similar a un vals, para entonces en formación (Johann Strauss Padre aparecerá décadas más tarde); pero el final es muy curioso porque vuelve el redoble de timbal y el Adagio antes de un final breve y rápido. El segundo movimiento es un extenso Andante; hay un tema doble variado 2 veces y en la coda aparece un período dramático, pero al final la música se tranquiliza. El Minué tiene influencia escocesa (Haydn arregló muchas canciones de ese origen) y el Trío es sereno y cortés. El Finale: Allegro es típico del buen humor haydniano: numerosos incidentes engendrados por un motivo del fagot al inicio. Me resultó muy lograda la interpretación de Kraemer y la orquesta le respondió con cuidado, entendiendo el espíritu haydniano.
Pablo Bardin
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