Joonas Ahonen es un pianista finlandés notable que se especializa en las músicas más arduas de los siglos XX y XXI, como quedó claro en este concierto en el Colón. La obra de fondo fue la fundamental Sonata Nº 2 de Charles Ives, pero antes se escucharon dos partituras: una de considerable importancia, la Suite para pìano op. 26 de Arnold Schönberg; la otra (en 1ª audición, aunque el programa de mano no lo aclara) de Bernhard Gander, nacido en 1969: "Peter Parker". Escuchando sus interpretaciones de lapidaria fuerza no deja de asombrarme que haya grabado con instrumentos de época Tríos de Fanny y Felix Mendelssohn. Grabó para BIS (sólida empresa sueca) las dos sonatas de Ives. También obras tan disímiles como las Variaciones Diabelli de Beethoven y el "Pierrot Lunaire" de Schönberg. Y el Concierto para piano de Ligeti. Aparte de las grabaciones, sus actividades de concierto también son disímiles: miembro del Klangforum Viena, que nos visitó hace varios años (no me consta si estaba Ahonen) pero también del Rödberg Trio, de repertorio clásico y romántico. Visitó como pianista la Orquesta Sinfónica de la Radio Finlandesa y la importante Sinfónica de la BBC. Realizó conciertos con la violinista Patricia Kopatchinskaja en los Festivales de Lockenhaus y de Gstaad, el Festival Internacional de Edimburgo, la Scala de Milán y el Konzerthaus de Viena. Estrenó obras para piano y conciertos para el mismo instrumento. En suma, Ahonen lleva una carrera valiosa y es bienvenido aquí, como lo probó el entusiasmo del público en este concierto.
Desconozco el origen del piano que tocó pero respondió a las grandes exigencias del pianista en todo momento. Creo útil e interesante el haber empezado por la Suite para piano op.25 de Schönberg, ya que se trata de su primera obra dodecafónica, elaborada durante varios años (1921-23) y paradójicamente evocando el Barroco bachiano: "Präludium; Gavotte; Musette; Intermezzo; Menuett; y Gigue". Sólo dura unos 15 minutos. Naturalmente tuvo fuerte influencia en sus discípulos Berg y Webern y tiene grabaciones abundantes: 2 de Gould, 1 de Helffer, 1 de Pollini y otras 5. Por mi parte, me impresionó en mi adolescencia, ya que la escuche en las manos de Orestes Castronuevo (28/10/54) y en mis 20 años, de nuevo Castronuovo (14/7/59). Si bien años más tarde Schönberg fue más flexible en cuanto a su invención del dodecafonismo, a propósito es estricto en su op. 25. Si se mira al piano, están las 7 notas blancas y las 5 negras; sobre esa base el compositor arma su docena en el Präludium; luego añade 3 variantes a la serie elegida: la inversión en espejo; la forma retrógrada (desde la 12 a la 1) y la inversión de la retrógrada. No es fácil entender cabalmente todo esto, pero si lo pensamos captar totalmente a Bach en "El arte de la fuga" o en "El clave bien temperado" (donde por primera vez se utilizan las 24 opciones) también es difícil. Ahonen es muy preciso en todo lo que toca pero con una tendencia al fff en ciertos momentos que me resultan innecesarios.
Aparentemente a Bernhard Gander le gusta el cine. Su "Peter Parker" se refiere "al alter ego de El Hombre Araña y retrata sus metamorfosis mediante endiabladas figuraciones del teclado", según Rodolfo Biscia en el programa. Cita lo que dice Gander: "La obra es como un libro de comics con diversas aventuras". "También aludió al virtuosismo lisztiano que la pieza demanda". En efecto, la obra es muy exigente y Ahonen la tocó brillantemente; a mí me resultó vacía en cuanto al contenido musical. La breve biografía dice: es "discípulo de Beat Furrer" y "ha compuesto obras por encargo de prestigiosas agrupaciones como Klangforum Wien", y es obvio que allí la conoció Ahonen. En la actualidad músicas violentas como ésta se escuchan en numerosas asociaciones de música contemporánea como Ensemble Modern, Ensemble Intercontemporain, Arditti Quartet, todos conocidos aquí) u orquestas interesadas en la vanguardia o salas con esa apertura por ser especialistas desde hace muchas décadas como Donaueschinger Musiktage o Biennale München.
Y pasamos a la obra de mayor interés: la extraordinaria Sonata Nº 2,"Concord, Mass. (Massachussetts), 1840-60", o sea que es un homenaje a grandes figuras de esa época que vivieron en Concord.. Son 4 movimientos sui generis; la obra fue terminada en 1919 tras varios años elucubrándola, la revisó ya viejo en 1947 y allí le hizo dos agregados a mi juicio discutibles: unos 20 segundos (¡) de una viola; y un minuto y medio de una flauta sobre el final sereno, grato pero más una variante que una obligación. El catálogo R.E.D. 2000 lista nada menos que 10 grabaciones por artistas poco conocidos y no hay esos agregados en ninguno. Aquí se escucharon desde un palco bajo: Diana Gasparini en viola y Patricia Da Dalt en flauta. Al final, siguiendo una manía de este año (antes no ocurría) los 3 recibieron un ramo de flores; ¿por 20 segundos en el caso de Gasparini? No tiene lógica, pero sí corresponde decir que ambas tocaron bien esa música extra.
Concord es un pueblo. La presentación sin firma sobre Ives hace un ñlstado de recursos que vale la pena reproducirlo aquí: "La politonalidad, clusters y disonancias libremente empleadas, microtonalidad, estructuras polimétricas, e incluso introduce un elemento de aleatoriedad". También Biscia da informaciones útiles con respecto a la Sonata "Concord": "En 1921 financió la impresión de una vasta sonata para piano y repartió copias a unos 200 músicos y críticos. Acompañaban al envío sus ´Ensayos ante una Sonata´. Hubo que esperar hasta 1938 para la primera impresión pública de esta sonata maximalista. En la Argentina fue Margarita Fernández quien la estrenó en 1968 en el Club Americano. A partir de 1984 Susana Kasakoff la incorporó a su repertorio." Se trata "de una obra cíclica, donde un tema recurrente- llamado ´de la Fe Humana´- enlaza los 4 movimientos. Además el compositor se apropia del motivo inicial de la Quinta Sinfonía de Beethoven, que retorna velado" varias veces.
"Dedicado a Ralph Waldo Emerson, el movimiento es un atípico allegro de sonata que presenta al menos 7 temas y 8 episodios de desarrollo"; es aquí donde aparecen innecesariamente los 20 segundos de viola. La cantidad de temas es abrumadora y cuesta seguirlas. Era Emerson un poeta, ensayista y filósofo que, aunque nació en Boston y estudió en la racionalista Harvard, se instaló en Concord con ideas románticas que defendieron el derecho a ser uno mismo; Thoreau lo apoyó, Carlyle en Inglaterra y varios en Francia. Dice Mosco Carner en "The Modern Age", de The New Oxford History of Music: "Ives escribió programas para cada movimiento. Su música es intensamente fuerte, con una estructura que obedece sus propias leyes orgánicas; no hay nada que se le parezca en la literatura del piano. Poderosas disonancias alternan con tranquilos himnos. Es la impresión de todo lo que sabía de Nueva Inglaterra en pensamiento y en sonido". Su música no se conoció hasta 1930. Y en Buenos Aires se fueron conociendo gradualmente sus obras sinfónicas en manos de Maazel (Orquesta de Cleveland) y Rostropovich (la de Washington). La Segunda Sinfonía se escuchó una sola vez y la ardua Cuarta hace pocos años (necesita dos directores simultáneamente). Volviendo a la Segunda Sonata, la segunda parte nos lleva a Nathaniel Hawthorne, un escritor de gran trascendencia (baste mencionar "The house of the seven gables" -La casa de las siete paredes laterales"- publicada en 1851, y "The scarlet letter" –"La carta escarlata"-, de 1850, dos libros de profunda intensidad que leí en inglés en mis años jóvenes). Él también vivió en Concord. Dice Biscia: "un scherzo que conjuga síncopas de ragtime con delicados clusters pentatónicos" (lamentablemente hubo gente que interrumpió aplaudiendo); música notable pero que a mí no me sugiere al escritor. La tercera parte, "The Alcotts", "ofrece un cálido retrato del filósofo Bronson y su hija Louisa May, la creadora de ´Mujercitas´. Si bien leí en castellano esta obra, no perdí las varias películas que hubo sobre este tema y que tuvieron mucho éxito. La música es muy atrayente y variada. Por último, "Thoreau" (Henry David Thoreau), famoso por su libro "Walden, o La vida en los bosques", es muy serena y bella incluso sin el agregado de la flauta, que queda bien y ayuda la imagen pastoral, pero igual esa sensación se siente sin la flauta (muy bien tocada por Da Dalt, siempre refinada). Hace ya bastantes años que no escuchábamos esta obra esencial de Ives y Ahonen es un pianista de primer orden. El público apreció obra e intérprete.
Pablo Bardin