miércoles, septiembre 19, 2018

Sinfónicas Nacional y Sodre y Estable Del Argentino

            Semanas atrás inicié un artículo en dos partes sobre conciertos sinfónicos con tres veladas de la Filarmónica. Hoy lo completo refiriéndome a otros cuatro conciertos: dos de la Sinfónica Nacional, uno de la Orquesta del SODRE y uno de la Estable del Argentino.

 

SINFÓNICA NACIONAL

 

            Un programa muy poco habitual fue el ofrecido por el director Pablo Boggiano el 17 de Agosto en la Ballena Azul. Fue precoz en su carrera; estudió con Benzecry en el Conservatorio López Buchardo y en la UCA y debutó a los 18 años. Luego se perfeccionó en París, en Viena con el argentino Mario De Rose (cuya prolongada ausencia aquí es de lamentar) y en Helsinki con el gran Jorma Panula, todo lo cual revela un firme deseo de aprender estilos. Fue asistente de la Sinfónica Juvenil San Martín, trabajó con la Festival Budapest Orchestra en Buenos Aires por invitación de Ivan Fischer, dirige regularmente orquestas de Rumania, Bulgaria y Ucrania, trabajó desde 2009 con orquestas vienesas, dirigió agrupaciones corales austríacas y en 2013 dirigió la Royal Philharmonic. A partir de 2010 fue invitado a dirigir nuestra Sinfónica Nacional. Un notable currículum para un artista sobrio y concentrado, de físico menudo, ajeno a toda alharaca.

            El programa fue corto pero difícil, un total de 62 minutos. Tengo la impresión de que alguna vez se ha escuchado aquí la breve e intensa Sinfonía para trombón y orquesta del suizo Ernest Bloch (1880-1959), cuya obra más famosa es "Schelomo" para violoncelo y orquesta. La Sinfonía dura 16 minutos y sus secciones se escuchan sin solución de continuidad. Presumo que el apelativo Sinfonía y no Concierto se debe a que en efecto, sin menoscabo del lucimiento del trombón, la trama sinfónica es intrincada y el trombón es un "primus inter pares", ya que los temas principales son expuestos por la orquesta, tanto el turbulento principio como el lírico tema contrastante, aunque luego lo expone y desarrolla el trombón. Es obra tardía, de 1954, cuando tenía 74 años, pero su impulso vital resulta innegable. De paso, no está de más señalar el sorprendente hecho que en Santa Fe  todos los años se hace el Festival Trombonanza con los mejores trombonistas extranjeros y argentinos. Y uno de los mejores es sin duda Pablo Fenoglio, uno de los dos solistas de la Sinfónica Nacional (el otro es Carlos Ovejero, que fue su maestro). Ha dado clases magistrales en Berlín y Basel y es docente en el ISA del Colón. Curiosamente fue discípulo de Branimir Slokar, y una de las grabaciones de esta obra es justamente de este ejecutante. La versión fue excelente: Fenoglio es un virtuoso del instrumento, con una calidad tímbrica y una afinación admirables, y la Sinfónica tocó con muy buen nivel.

            Este año, como se sabe, se cumplen cien años del fallecimiento de Claude Debussy, y en Buenos Aires se lo está conmemorando con numerosos conciertos. "Jeux" ("Juegos") es su última obra sinfónica y se la considera la más avanzada; la creó en 1912-13 y la  denominó poema danzado; fue para la Compañía de Diaghilev. El ballet fue el segundo de Nijinski sobre Debussy (había creado "Preludio a la siesta de un fauno") y no tuvo éxito; el argumento era de Nijinski y de Leon Bakst, creador de la escenografía y los trajes; se refería a un joven que buscando una pelota de tenis se encuentra con dos muchachas y les hace la corte, hasta que  sin éxito retorna a la cancha; como obra de concierto se la relegó demasiado ya que es fascinante.  Tanto se la  ignoró que en los veinte años de 1951 a 1970 nunca la escuché en concierto, pero la conocía por una vieja grabación en 78 rpm. Se dio muy esporádicamente a partir de entonces, y este año Diemecke la incluyó en el concierto de la Filarmónica del 19 de julio, pero ese día yo estaba escuchando Brahms por Barenboim y la Berliner Staatskapelle en la Ballena.  Y bien, aunque hubo numerosas coreografías posteriores (Börlin, Dollar, Taras, Milloss, Flindt), la obra como ballet no logró posicionarse. Pero los estudiosos de Debussy la encontraron muy innovadora: si bien no deja de lado al impresionismo, el sonido se libera de la tensión modulante y llega a un divisionismo acústico asombroso para la época; un puntillismo, una atomización extrema, que se refleja en una orquestación que parece llevar a lo que Schönberg llamó "Klangfarbenmelodie" (melodía de los sonidos-color). La música parece ser no tanto temática sino celular, y su atracción es muy grande para el oyente concentrado, ya que hay gran belleza en los colores y la obra tiene una coherencia distinta pero real, además de ritmos complejos. Y no olvidemos que "Dafnis y Cloe" d Ravel fue escrita paralelamente, y es otra maravilla de impresionismo innovador aunque de otra tendencia. Sin partitura pero teniendo como referencia grabaciones como la de Boulez (entusiasta de "Jeux"), me pareció logrado el trabajo de Boggiano con una Sinfónica que nos dio una miríada de colores.

            Luis Gianneo vivió entre 1897 y 1968 y fue sin duda uno de los compositores argentinos más valiosos; este año se cumple medio siglo de su fallecimiento y por suerte se lo está recordando como merece. Lamentablemente no pude estar presente en la integral de la música para cuarteto que tocó, naturalmente, el Cuarteto Gianneo. Pero aunque sea pude escuchar una obra que según Boggiano no se daba desde hace 30 años: su Segunda Sinfonía, "de las Américas", de 1945; escribiría luego su Tercera Sinfonía, "Antífona", en 1962, obra de estética avanzada, semiserial. Como expresé en otra crítica, tuve el privilegio de ser su alumno de composición y aprendí mucho de su conducción generosa y paternal en la UCA; él lamentó que yo no siguiera después del primer año, pero yo no encontraba un camino propio y no me pareció honesto insistir cuando lo que escribía siempre tenía reminiscencias de otras músicas. Incluso me regaló la partitura de los admirables "Rispetti e strambotti" para cuarteto de  Malipiero. Mi camino iba por el lado de la apreciación musical (tuve la cátedra en la UCA con Marta Lambertini, la primera cátedra de ambos, gran amiga y compositora, ella sí) y de la crítica musical (en 1965 fundé Tribuna Musical, y algo más tarde tuve la cátedra de Crítica en la UCA sucediendo a Suárez Urtubey durante el decanato de Caamaño). Y bien, ya se conoce la triste decisión de no dar información sobre las obras en los programas del CC ex correo. Y ni le dan un micrófono de contacto al director para hablarle al público.  Boggiano dirigió la Sinfonía de las Américas de memoria; tres movimientos sin solución de continuidad; muy complejo y variado el primero, Molto sostenuto, 12 minutos, melódico el Lento (3 minutos) y poderoso el tercero, Allegro vivo, 11 minutos; total, 28 minutos. La Sinfonía no está grabada y busqué en vano información en Google. Se llama "de las Américas" y por su carácter la música me sugiere pueblos originarios. El Primer movimiento tiene un inicio contundente, con un tema simple y directo muy guerrero; ¿evoca a los aztecas? Quizá. Pero el compositor puede haber mezclado etnias en el mismo movimiento ya que luego hay un tema que podría ser del Noroeste argentino. Sigue un gran climax de abundante percusión, y luego se pasa al Segundo movimiento: hay un clima lírico y camarístico de maderas y trompas que gradualmente llega al forte.  El Tercer movimiento  presenta otro tema de gran impacto, ¿pero a qué etnia se aplica? ¿Mayas, incas? Viene el contraste en un amplio tema de las cuerdas. En la parte final hay un curioso y atrayente tema de flautas hasta que llega un cierre algo desaforado, fortissimo. Me llamó la atención la crudeza de ciertas partes de la sinfonía en un compositor que ha hecho gala de refinamiento en obras folklorizantes como el "Concierto aymara" o "El tarco en flor". Nos faltaron datos a todos y podría ser que estas especulaciones estén erradas; son sólo mis impresiones ante una obra para mí nueva. La obra estuvo aparentemente muy bien tocada y siendo directa y poderosa logró una ovación del público; Boggiano comentó luego al respecto y se alegró: si la sabe de memoria evidentemente la considera valiosa. Agradeceré si algún lector tiene datos que aportar.

 

            Actualmente la mayoría de la gente que todavía compra CDs (como yo) tiene en su casa numerosos ejemplares del sello Naxos, ya que abarca un repertorio enorme a precios bajos. Para grabar material sinfónico recurren a orquestas de calidad pero no de fama internacional y preferentemente de países cuyos costos son bajos. Es así que conocí a Theodore Kuchar por sus grabaciones de las sinfonías de Vassili Kalinnikov con la Orquesta Sinfónica Nacional de Ucrania; realizó con ella nada menos que 70 CDs. Estadounidense, Kuchar se graduó en el Instituto de Música de Cleveland y fue violista principal en Cleveland y Helsinki. Ese lado de su carrera está reflejado en haber sido Director Artístico del Festival  de Música de Cámara Australiano (1991-2007) y en serlo todavía del Festival de Música de Cámara de Nevada (2003-18). Su actividad de director lo ha llevado a muchas orquestas de diferentes países, y ahora hizo su debut en Argentina con un programa cuya Segunda Parte ofreció dos estrenos rusos, de considerable interés.

            La Primera Parte se inició con la brillante Polonesa de la Suite Nº3 de Tchaikovsky,  donde el compositor exagera la percusión pero tanto el tema principal vigoroso y rítmico como el suave y melódico tema subsidiario llevan la estampa inconfundible tchaikovskiana. Es curioso el gusto que tienen los rusos por la polonesa teniendo en cuenta que Polonia y Rusia se atacaron una y otra vez durante su larga historia, pero obviamente su ritmo es irresistible y primó el gusto musical; tanto mejor. De paso, qué lástima que se toquen tan rara vez las cuatro Suites de Tchaikovsky, música muy grata aunque sin la importancia de las sinfonías (aunque la cuarta, "Mozartiana", es meramente la orquestación de cuatro creaciones del salzburgués). La versión fue vigorosa y por momentos demasiado ruidosa, pero mostró el firme brazo del director, que tiene mucho oficio.

            El pianista argentino Sebastián Forster, nacido en 1975, fue discípulo de Aldo Antognazzi y ganó el XI Concurso Argentino del Mozarteum. Hizo su debut internacional con la Orquesta de Cámara del Concertgebouw de Amsterdam en 1997, y desde entonces se ha quedado en el Hemisferio Norte, aunque nos ha visitado a veces. Muy promocionado aquí en sus primeros años como gran joven talento, en esa etapa tenía una técnica muy pulcra para tocar el repertorio clásico (Mozart, Beethoven) y su maestro le había enseñado ese estilo especialmente. En Europa y Estados Unidos tocó con varias orquestas buenas pero no de primera línea, dio recitales y con el Trío Fundación Astor Piazzolla visitó Europa, Estados Unidos y Argentina. Actualmente New York parece ser su lugar de residencia, donde es profesor de The Piano School of NYC desde 2005. Ahora se presentó con la Sinfónica Nacional abordando el arduo Segundo Concierto de Rachmaninov y el resultado fue correcto; tengo la impresión de que no es el repertorio más afín a sus medios y temperamento ya que la partitura está densamente orquestada y el pianista debe tener un sonido muy poderoso para no quedar tapado, como lo estuvo muchas veces; pero también es verdad que Kuchar, aunque bien ensamblado con el solista, hubiera debido bajar la dinámica con frecuencia. Con todo, hubo momentos líricos gratos, sobre todo en el movimiento lento, en los que Forster tuvo un toucher sensitivo, y en el tercer movimiento hubo mayor brío y volumen en su fraseo, pero sigo creyendo que es un pianista para repertorio clásico. Al menos, si hubo falencias dinámicas, es un artista de  buen gusto y formación.

            La Segunda Parte empezó apenas diez minutos más tarde y nos dejaron sin luz, otra cosa "simpática" de la Ballena (de paso, un bebe berreó justo cuando empezaba el concierto; Kuchar bajó la batuta y esperó…).  El compositor ucraniano Yevhen Stankovych nació en 1942  y no recuerdo que se haya tocado antes aquí ninguna obra suya. Consultando mi catálogo RER de CDs del año 2000 compruebo que Kuchar, con la antes mencionada Orquesta Nacional de Ucrania, grabó tres sinfonías suyas pero para Marco Polo, la etiqueta de la misma compañía que produce los Naxos y que tiene por norma grabar lo inédito (aunque es más cara que los Naxos). Y otro director, Fyodor Glushchenko con la Orquesta de Cámara Ucraniana y en otra marca, aparece grabando  fragmentos de "La noche antes de Navidad"; y surge una anomalía: según el programa de la Sinfónica, se trata de un ballet; según RER, es música incidental para una pieza de teatro radiofónica; resulta que ambas cosas son ciertas: basada la música sobre un relato de Gogol, fue luego reelaborada y ampliada como ballet; de éste el compositor armó una suite de tres fragmentos; se escucharon dos de los tres  pero sin aclarar cuáles: la Introducción es un retrato musical sobre una canción folklórica; sigue "Oksan y Koval", sobre el amor en toda su dimensión; finalmente, "Kozachok", danza extática de los cosacos, con la energía y fuerza de los ucranianos. Es el propio autor que da estos datos y expresa que el ballet es una tapicería musical basada en el folklore ucraniano, con gente cantando villancicos o canciones de Año Nuevo. Y bien, me entero que Stankovych es considerado el más valioso compositor ucraniano y que tanto puede crear un ballet alegre como dos Requiem, incluso uno sobre la  matanza de Babi Yar (la Sinfonía Nº 13 de Shostakovich tiene texto de Yevtushenko y es una estremecedora musicalización de ese amargo asunto antisemítico). El mismo relato de Gogol que inspiró el ballet, por otra parte, se convirtió en la ópera "Vísperas de Navidad" (1895) de Rimsky-Korsakov. Y bien, supongo que escuchamos la segunda y tercera pieza de la Suite, y realmente me gustó mucho: una orquestación chisporroteante, con breves motivos pasando rápidamente de un grupo instrumental a otro, con texturas muy originales y un trasfondo folklórico en la segunda pieza; y una gran variedad en la vibrante Danza cosaca con un acelerando final. Valía la pena este primer contacto, y el público reaccionó con entusiasmo, ya que la versión de Kuchar fue muy ajustada y comunicativa, y muchos ejecutantes se lucieron.

            Si Stankovych fue una grata sorpresa, "La ejecución de Stepan Razin" nos coloca ante el más poderoso Shostakovich. Su op.119, de 1964, es una cantata para bajo, coro mixto y orquesta que dura 27 minutos y abreva en la historia rusa. La evocación de este personaje  también la realizó Glazunov en su mejor poema sinfónico, "Stenka Razin" (sería bienvenida su programación). Conocí la obra con su primera grabación en vinilo dirigida por Kondrashin, pero era un préstamo; me impresionó, aunque es un recuerdo lejano; sin embargo la audición en vivo estuvo muy de acuerdo con esa  experiencia que suma décadas. Como "Babi Yar", el texto es de Yevtushenko y bien en su estilo áspero. Quiero mencionar también otras grabaciones, como la de Ashkenazy con la Filarmónica de Helsinki o la de Gerard Schwarz  en Naxos con la Orquesta Sinfónica de Seattle. Razin fue un líder cosaco rebelde y héroe popular ruso que con su banda saqueó las barcazas llenas de productos de los terratenientes que bajaban por el Río Volga (la famosa canción con su estribillo "Volga, Volga" es sobre Razin y está citada por Glazunov); luego retenía parte del saqueo y distribuía  comida entre paisanos famélicos. También hizo acciones de guerra y fue exitoso durante largos años, hasta que en 1671 fue capturado, llevado a Moscú, torturado y luego descuartizado en la Plaza Roja ante el pueblo y el Zar. Comentario en la revista Ritmo, 2006: la obra, "haciendo gala de una escritura maestra y de una incontenible fuerza dramática, denuncia con virulencia, desgarro y negro sentido del humor cualquier tipo de totalitarismo político". Hubo dos versiones; en agosto 1964 Shostakovich veranea a orillas del Lago Balaton húngaro; están escritos los coros pero no la orquestación; el compositor hace una versión para piano y va a Moscú, donde pretende orquestar mientras canta el coro; pero pronto aceptó que había que postergar el estreno y con más tiempo realizó la espléndida orquestación que ahora escuchamos. Algunos fragmentos del poema: "En Moscú, en la blanca y amurallada ciudad, un ladrón roba un pan de centeno. No tiene miedo de ser linchado. ¡Es que ya traen  a Stepan Razin!" Tras varios versos describiendo actitudes pueblerinas y mencionando que el Zar está bebiendo vino dulce, llega Stepan: "Stenka, tú eres como una rama que ha perdido todas sus hojas. ¡Y querías entrar en Moscú!" El escribano del Zar le dice: "Decidiste lanzarte contra el pueblo", y Razin contesta: "¡Contra los dueños de la tierra, es cierto; contra el pueblo, no!" Y luego monologa: "He elegido mi propio destino. Estuve siempre a medio camino contra las cosas. He pecado en esto. No hay zares nobles". Y llega el momento de la ejecución; le cercenan la cabeza. Y Yevtushenko termina: "La cabeza del Zar temblaba al ver esos ojos diabólicos; ¡la cabeza de Stenka explotó en carcajadas sobre la cabeza del Zar!"  Material muy fuerte para poner en música, pero  se sabía desde "Lady Macbeth de Mtsensk" que el compositor tenía una veta sardónica. El Zar en cuestión es Alexis, segundo de la dinastía Romanov.  Tras un Preludio, la música alterna entre intervenciones del bajo  y las del Coro. Hay una influencia de Mussorgsky, y con toda lógica, ya que Shostakovich hizo dos orquestaciones notables: la de las "Canciones y danzas de la muerte" y la de "Boris Godunov", mucho más cercana de la expresividad trágica del autor (aunque claramente del siglo XX) que la tan famosa (y excelente a su manera) de Rimsky-Korsakov. Aquí, en la cantata, está el pueblo enardecido de la Escena Revolucionaria (verdadero final de la ópera) pero también el canto que nos liga con la tradición de la Iglesia Ortodoxa. Y por otra parte, el solista se enfrenta con numerosos pasajes expresionistas muy dramáticos.  Se estrenó en época de Kruschev; paradojalmente, el mismo político que jugaba con la guerra nuclear hasta que Kennedy lo disuadió era bastante liberal con respecto a los artistas; Brezhnev fue luego mucho más limitativo. Rostropovich y Vishnevskaya, grandes amigos de los últimos doce años de la vida de Shostakovich, obsesionado por la muerte y cada vez más enfermo, quisieron convencerlo de pasarse a Occidente; pero él, con lágrimas, les dijo: "yo amo a Rusia, no puedo vivir en otro lado". Su Némesis fue Stalin, pero era comunista leninista; para él (y es cierto) Stalin destruyó el verdadero sentido socialista.

            Tuvimos al Coro Polifónico Nacional bajo la excelente dirección de José María Sciutto (no lo nombraron Director, figura como Director Emérito) en muy buena forma (no olvidemos que muchos de ellos son solistas), y a Mario De Salvo, bajo-barítono de amplia experiencia y que estuvo en su mejor nivel; la voz bien emitida y con bastante volumen y una comprensión del estilo ruso notable; no hablo el idioma, pero visité ese enorme país dos veces y conozco bien cómo suena; me animo a decir que su pronunciación fue bastante convincente. Y sin duda fue un notable trabajo del director de orquesta, que mostró un total dominio de la obra. Sería interesante que Kuchar retorne, trayéndonos más repertorio ucraniano o ruso que no conocemos.

           

            Quiero referirme brevemente a un concierto al que no pude asistir; el 10 de agosto Gustavo Fontana, hasta hace poco titular de la Filarmónica de Mendoza, estrenó  "Sueños de verano" de Daniel Doura, ofreció una interesante obra de Schumann (la Pieza de concierto para cuatro cornos y orquesta, con el Argentina Horn Ensemble; ¿porqué en inglés?) y el gran desafío del "Don Quijote" de Strauss, con el admirable primer atril de violoncelo de la Sinfónica, José Araujo. Y a una curiosa ligazón del atrayente ballet "Las estaciones" de Glazunov, dirigido por el español Ignacio García Vidal, con "Perséfone: el origen de las estaciones", con Ana Hernández Sanchiz, narradora y diseño escénico, y jóvenes bailarines nuestros. Esto fue el 6, 7 y 9 de septiembre.

            Lamentablemente, estamos viviendo una aciaga crisis, y se está reflejando en la Secretaría de Cultura (ya no Ministerio), donde el intento de empezar a cumplir con tantas promesas en los meses iniciales se ha paralizado. Ya se sabe que Lano y Kuchar tendrán que esperar vaya a saber cuánto tiempo para cobrar, y que Rettig, nuevamente defraudado, canceló su intervención en una gira a Rosario y en un concierto en la Ballena; sería reemplazado por Vieu. Además no hay fondos para material de orquesta protegido  (hasta 70 años después de la fecha de fallecimiento), de modo que varias obras programadas caerán. Y siguen siendo muchos los que no cobraron de años anteriores, incluso Diemecke, impago desde 2015. 

 

             

ORQUESTA SINFÓNICA DEL SODRE

 

            Pese a que estamos a distancia de dos horas y media con el Francisco de Buquebus, son  raros los cruces de orquestas argentinas a Montevideo o de uruguayas a la CABA. Es una lástima y un desacierto que esto ocurra. Si se ha hablado del SODRE en años recientes ha sido por el Ballet que Bocca revivificó, pero para los veteranos como yo el SODRE significaba mucho, ya que su radio se sintonizaba bien  décadas atrás y era una seguridad sintonizarla para escuchar horas de buena música sin palabrería. Ya no es así, lamentablemente.   La OSSODRE (Orquesta Sinfónica del SODRE) fue fundada en 1931, antes que nuestras Sinfónica Nacional y Filarmónica de Buenos Aires. Escuché a la OSSODRE muy esporádicamente y no recuerdo cuándo fue su última visita a nuestra ciudad, de modo que  me resultó importante que por primera vez visitara la Ballena y con un programa Mahler/Bruckner. El programa aclara que Diego Naser es su actual Director artístico y musical.

            Si bien encontrar una historia completa de la OSSODRE en Google es imposible, aquí van algunos datos. Lamberto Baldi (a quien aprecié como director en la Wagneriana muchas veces) fue su director entre 1932 y 1941, y de nuevo en 1953-4. Grandes nombres la dirigieron como invitados: Respighi, Stravinsky, Busch, Kleiber, Ansermet, Wolff, Paray, J.J.Castro, Entre los uruguayos, Santórsola, Fabini, Serebrier. Stefan Lano fue su director en 2012, Piero Gamba fue invitado varias veces.

            Su época de oro fue en los años 50 y 50. Pero con la dictadura hubo muchos exilados, y en décadas recientes lamentables decisiones de las autoridades: tener cada vez menos estables y más contratados, pagar poco y tarde, y compartir un muy alto porcentaje de músicos con la Filarmónica de Montevideo. Y en años muy recientes, peleas y falta de coordinación con el Ballet regido por Bocca. Su anterior director, Martín García (sí, como la isla), renunció a fines de 2017 frustrado por la falta de tino y colaboración de las autoridades. Pero al ser nombrado Diego Naser, a los 36 años, a principios de 2018, las cosas cambiaron: nuevos concursos, mejores salarios, programación ambiciosa como la Tercera sinfonía de Mahler. Naser integra como violinista la West-Eastern Divan Orchestra; como director ya tiene una carrera europea abundante en buenas orquestas, y ha sido docente en muchos lados, incluso nuestro ISA.

            SODRE significa Servicio Oficial de Difusión Radioeléctrica y de la institución también dependen el Coro Nacional, el Coro de Niños, la Orquesta Juvenil, el Conjunto de Música de Cámara, el Archivo Nacional de la Imagen y la Palabra, Escuelas de formación artística, el Auditorio y la Fundación Prosodre.

            Hubo algo extraño en el programa: no tuvo intervalo, y la soprano brasileña de origen japonés Eiko Senda (bien conocida por sus actuaciones en el Argentino y el Colón) cantó sólo tres Lieder de "Des Knaben Wunderhorn" ("El cuerno mágico de la juventud"), de Mahler, apenas un cuarto de hora; traer a una figura de cierto prestigio para tan poca música no fue una buena idea. Estos Lieder son un placer, si bien previos a los más profundos del compositor, y tienen orquestaciones muy imaginativas. "Lob des hohen Verstands" ("Alabanza al elevado entendimiento") es una sátira en la que un burro decide que un cucú canta mejor que un ruiseñor; "Wo die schönen Trompeten blasen" ("Donde suenen las bellas trompetas") es en cambio una meditativa y extensa canción que preanuncia la total madurez del compositor: un soldado corteja a una muchacha pero debe ir a la guerra y le dice que ella lo encontrará bajo el césped, allí donde suenen las bellas trompetas; y "Rheinlegendchen" ("Leyenda del Rin"), narra una historia extraña en la que un segador arroja un anillo de oro al río, un pez lo traga, como pescado aparece en el plato de un rey, quien trinchando descubre el anillo; se lo da a una muchacha,  y el segador pide que se lo devuelva. A Senda el humor liviano le va menos que el drama, y su voz y expresividad se apreciaron mejor en la canción intermedia. Ya aquí se pudo aquilatar la calidad de la orquesta bajo una precisa y comprensiva dirección, puesto que las canciones presentan desafíos a los instrumentistas, y quedó claro que la OSSODRE actual es una orquesta de alto nivel.

             Claro está que la Cuarta sinfonía de Bruckner  sólo está al alcance de un organismo de categoría, y los 98 ejecutantes demostraron que, pequeñas fallas aparte, pueden medirse con sus dificultades y sonar bellamente tanto en los momentos camarísticos como en los grandes climax, donde los bronces soplaron con sólida afinación; merece destacarse el solista de corno Damián Barrera, muy exigido por el compositor. Naser demostró tener un claro enfoque de la partitura y control sobre la dinámica y el fraseo, manteniendo el nivel durante la hora larga que dura la que es la más ejecutada de las sinfonías brucknerianas.  La partida fue ganada y la OSSODRE demostró que ha recuperado su calidad, muy apreciada por Lano, y que todos los sectores y solistas están en muy buena forma.

 

ORQUESTA ESTABLE DEL TEATRO ARGENTINO DE LA PLATA

 

            Es de público conocimiento la desastrosa situación actual del Teatro Argentino: debido a un drástico corte de presupuesto está demorada la refacción de la sala principal y su escenario, que en principio debía terminarse este año. Pero además se eliminaron los fondos para que en otros teatros alquilados pudiera hacerse temporada de ballet y ópera, y así quedaron cancelados "La Belle Hélène" de Offenbach en Mar del Plata y el estreno de "Candide" de Bernstein en la temporada de Nuova Harmonia en nuestro Coliseo, y ballets en varios lugares. Ha quedado una sola posibilidad: aprovechar a la Orquesta y eventualmente el Coro para dar conciertos. Bauer acertó al nombrar a Pablo Druker Director de la Orquesta; si bien lo eligió por su experiencia europea en música contemporánea, es un artista de amplia formación y capaz de obtener muy buenos resultados en estilos más tradicionales. Muy probablemente también ahora tendrá dificultades para programar material de orquesta protegido, como le pasa a la Sinfónica Nacional. Posiblemente por eso ofreció en la Ballena dos grandes autores del romanticismo tardío: Brahms y Mahler. Sin novedad en el frente pero calidad asegurada.

            Creo que el orgánico de la orquesta es exagerado, y esto viene de Alejo Pérez: 114. Con 95 a 100 se puede hacer casi todo el repertorio, y es más lógico y más barato sumar instrumentistas ad-hoc para obras de gigantismo evidente que tenerlos incorporados. Como la nómina no menciona a ninguno como contratado, todos son estables, si bien hay algunos interinos.

            Son escasos los Conciertos dobles (para dos solistas) y el más famoso es el de Johannes Brahms, op.102 (1887), que combina al violín con el violoncelo y la orquesta. Si bien en grabaciones se suele acudir a nombres famosos, en los conciertos en vivo es bastante habitual (si la orquesta es de categoría) que lo hagan el concertino y el primer atril de violoncelo, y así fue: Nicolás Favero y Siro Bellisomi. Favero es venezolano, tiene 40 años, estudió en el Conservatorio Gilardi de La Plata, fue alumno de Bajour, se graduó en el Boston Conservatory, recibió el título de Master of Music del New England Conservatory of Music y se perfeccionó con Ilya Kaler y Erick Friedman. Fue director musical de la Orquesta de Cámara Mayo, concertino de la Orquesta Académica del Colón y concertino invitado de la Filarmónica de Buenos Aires y la Camerata Bariloche. Fundó con Antonio Formaro y Bellisomi el Trío Williams e integra el Cuarteto de la Universidad de La Plata. En cuanto a Bellisomi, es platense, estudió en el Conservatorio Gilardi y se perfeccionó con Claudio Baraviera y Stanimir Todorov. Forma parte del Trío Williams y del Cuarteto de la Universidad de La Plata. O sea, dos artistas de importante curriculum y que hacen cámara juntos.

            Sucede sin embargo que las dificultades del Doble de Brahms son virtuosísticas y requieren instrumentistas excepcionales, ya que la obra tiene una densidad de ideas y de técnica de primer rango. Sucede con los concertinos que suelen tener muy buena técnica y son impecables en cuanto a lectura y musicalidad pero carecen del volumen gordo, la "cavata", requerido por obras como el Doble brahmsiano; y esto ocurre con Favero, muy honorable pero no heroico. Bellisomi tiene las mismas cualidades de Favero pero logra un sonido más amplio y de profundo color. La orquesta dista de ser un  marco para los solistas; es compleja y rica en texturas; y Druker la manejó con soltura. Una buena versión, entonces, pero no memorable.

            La Primera de Mahler es desde hace al menos medio siglo obra de repertorio habitual, y sigue siendo la más tocada; muy cercana en el tiempo al Doble de Brahms, ya que es de 1889, y sin embargo tan diferente, ya que todo el mundo mahleriano ya está aquí. Son innumerables las versiones que se han escuchado en Buenos Aires y un buen porcentaje ha sido de admirable calidad. Sin llegar al más alto nivel, la de Druker fue un trabajo minucioso, a veces un poco lento, sin exageraciones, muy respetuoso de las indicaciones del autor (son una miríada), con la dinámica muy bien graduada, logrando que la orquesta en fortissimo suene poderosa sin estridencia. En suma, una grata experiencia que vuelve a demostrar el profesionalismo de los ejecutantes y del director. Qué extraño país lleno de sobresaltos pero que suma cuatro orquestas de nivel internacional, las tres de la CABA y la del Argentino, en un radio de 60 km.

Pablo Bardin

 

 

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