martes, agosto 15, 2017

El debut del gran tenor Javier Camarena en el Colón

            No sólo Barenboim, Argerich y la WEDO ilustraron las últimas semanas  en el Colón: el 27 de Julio debutó el gran tenor mexicano Javier Camarena  acompañado por la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires dirigida por Arturo Diemecke, un compatriota que entre 1984 y 1990 fue Director Artístico de la Ópera de Bellas artes de México. El trabajo de Diemecke aquí, como bien se sabe, ha sido esencialmente sinfónico, salvo "Werther", pero tiene experiencia operística y lo demostró acompañando con eficacia al tenor con una orquesta que no hace ópera pero que supo adaptarse.
            También es bien conocido que el paso de Darío Lopérfido fue polémico, pero al lado de manifiestos errores tuvo algunas buenas ideas, y entre ellas sin duda está la de traer grandes cantantes a dar recitales, ya sea con piano (Jonas Kaufmann) o con orquesta (Diana Damrau y su marido Nicolas Testé, y ahora Camarena). Es un reconocimiento tácito en cuanto a que el Colón no está en condiciones de armar un gran reparto en ópera por esenciales fallas estructurales: ante todo, una Ley de Autarquía limitativa que impide contratar a varios años de distancia, y sólo así puede concretarse un reparto de grandes figuras. Y nadie mueve un dedo para cambiarla.  Pero también presupuestos que sólo se conocen poco tiempo antes de fin de año, cuando se supone que un director artístico para entonces debe tener todo listo para el año siguiente, y al menos previsto qué hará a dos y tres años de distancia. Además del triste hecho de los repentinos cambios que obligan a cortar un determinado porcentaje de lo ya contratado porque fallaron los cálculos de Hacienda, y de la lamentable práctica de los precontratos.
            No tendremos la calidad de ópera que quisiéramos tener, pero al menos apreciamos a notables artistas en parte de su repertorio, ya que vienen por pocos días, ensayan, dan su concierto y se van, no deben quedarse casi un mes. Pueden tener un hueco disponible en sus agendas –a veces sacrificando parte de sus vacaciones- porque el edificio del Colón es prestigioso, pese a que sus temporadas no lo son, y porque se sabe que alguna vez hubo un Colón que podía competir con los mejores. Que su público es muy cálido y la acústica, sobresaliente.
            Por eso vino Camarena y logró un éxito extraordinario; si bien está acostumbrado a tenerlos, no dudo de que se fue de aquí contento, porque pudo hacer el programa que él quería y en buenas condiciones. Sí, el Abono Verde es carísimo y puede discutirse si correspondían tales precios para Tiempo/Karabtchevsky, y  dudarse que una muy otoñal Jessye Norman los vaya a justificar, pero al menos en el caso de Camarena si el costo fue alto  el resultado también.
            Se lo llama tenor lírico ligero y lo creo erróneo; no es del tipo vocal de Alva, Valletti o Schipa, sino del de Gianni Raimondi, Kraus y Gedda, artistas de amplia voz y registro que llega a los superagudos y que tienen coloratura. En la actualidad hay dos tenores con los que vale la pena compararlo: Juan Diego Flórez y John Osborn; al primero lo pudimos ver en plenitud años atrás gracias al Mozarteum; Osborn, admirable rossiniano, no ha venido. Camarena demostró que tiene gran dominio de la coloratura en este programa, pero me pregunto si en roles muy extensos como el tenor en la "Semiramide" de Rossini, con centenares de frases con coloratura, Camarena podría resolverlos.
            Lo que hizo en este programa fue demostrar que su repertorio ya es grande y lo será aún más. Tras la Obertura de "Romeo y Julieta" de Gounod, sin su pasaje coral, se saltó al recitativo "L´amour" seguido del aria "Ah! Lève-toi, soleil", y muchas cosas quedaron claras: que el tenor tiene excelente francés; que su timbre es poderoso; que sabe expresar distintas emociones;  que su fraseo es muy musical; y que sus agudos son firmes y expansivos. La belleza de un timbre es quizá lo más discutible entre melómanos y personalmente el de Camarena no me parece estar entre los más atrayentes, pero tiene tantas cualidades compensatorias que la balanza queda muy inclinada hacia lo alto.
            Tengo un cariño especial por la difícil aria "Je crois entendre encore" de "Les pêcheurs de perles" de Bizet, ya que cuando estuve en La Plata como Director General en 1992 convencí al Director Artístico Antonio Russo que valía la pena estrenar la versión en francés de esta atrayente ópera de Bizet, que sólo se escuchó una vez en el Colón y en italiano, allá por 1913; y tanto le gustó a Russo que años después la dio a conocer en Buenos Aires para Juventus Lyrica. El aria tiene un lirismo refinado y requiere de un dominio del canto en dos factores: el "fiato" (la respiración) para mantener la continuidad de largas líneas melódicas; y el "piano" (suave) en una tesitura que está siempre en el registro agudo. Camarena demostró tener estas cualidades, como las tenía Alain Vanzo, a quien escuché en su rol de Nadir en la Opéra-Comique décadas atrás.
            Y entramos al bel canto. Tras una anodina interpretación de la Obertura de "Il Barbiere di Siviglia" de Rossini, "Sì, ritrovarla io giuro", de "La Cenerentola" (qué lástima que no fue la obertura de esa ópera la elegida), fue una rotunda demostración de los talentos de Camarena en este repertorio. Es una curiosa aria ya que tiene tres "tempi" (velocidades) y en escena se complementa con intercalaciones corales (aquí omitidas); el tenor supo articular el italiano de modo que se comprendiese cada sílaba, resolvió la coloratura admirablemente, demostró sentido del humor y coronó el aria con un espléndido agudo.
            Y luego, en francés, el célebre "Ah! Mes amis" seguido de "Pour mon âme » que hizo famoso Pavarotti en su gran versión de "La Fille du Régiment" (Donizetti) con Sutherland. Sus tan peligrosos repetidos Do agudos fueron producidos por Camarena con toda libertad y supo dar dinamismo y gracia al fragmento como si estuviera actuando en escena.
            Más Donizetti iniciando la Segunda Parte. Demostrando que no es un "lirico leggiero", cantó una expresiva y estilística versión de una escena de una ópera que todavía no cantó (y fue especialidad de Kraus, como pudimos comprobar para placer nuestro en 1972): de "Lucia di Lammermoor", "Tombe degli avi miei…Fra poco a me ricovero". Y luego, sí "leggiero", demostrando su versatilidad, "Povero Ernesto…Cercherò lontana terra", de "Don Pasquale", dando su exacto carácter a la tristeza de Ernesto que cree perder a Norina, en frases que uno siempre asocia a Schipa (la anunciada Obertura fue eliminada). 
            El grupo Verdi no empezó bien, porque la magnífica Obertura de "La Forza del destino" no fue adecuadamente calibrada por Diemecke, con tiempos muy retenidos en varios momentos y carencia de garra en otros (¡oh recuerdos de Mehta, Previtali y Mitropoulos!). Otra ópera que aún no hizo Camarena, "La Traviata", nos permitió escuchar una muy buena versión de "Lunge da lei…De´ miei bollenti spiriti", pero en el único error estético del programa elegido por el tenor, añadió la "cabaletta" del final del acto, "O rimorso" (no anunciada), que se escucha como 20 minutos después en la ópera y contradice por completo la tierna expresión del aria; ¿la habrá añadido para lucir nuevamente su poderoso agudo?
            Y finalmente, por supuesto notable, "La donna è mobile" de "Rigoletto", aunque no tan perfecta como al menos yo esperaba.
            Las ovaciones no terminaban más, pero al parecer tanto el tenor como Diemecke lo dieron por descontado, ya que hubo tres piezas extra, y en las tres se salió de la ópera para darnos canciones. No es esto lo que me molestó, sino los dulzones y similares arreglos de Dimitri Dudini. Era lógico empezar por algo mejicano, y María Grever tiene muy lindas canciones, pero "Alma mía" no me parece de las mejores; hubiera preferido "Muñequita linda". Además del dulce, Dudini puso fanfarrias en la célebre "Granada" de Agustín Lara, que tuvo una espectacular versión por parte de Camarena, demostrando tras todo un recital un "fiato" interminable y toda la potencia en los agudos. Para quedar bien con Argentina, "El día que me quieras", ese tango-canción de Gardel tan trillado y de la cual hubo tantas buenas versiones, pero no la de Dudini, que le quitó todo ritmo, y allí Camarena sólo cumplió.
            Pero poco le hizo al total: fue una gran noche de canto. No está de más mencionar que Camarena habló al público varias veces con fácil comunicación.
Pablo Bardin