Enrique Arturo Diemecke se despidió de la Filarmónica tras 17 años de dirigirla más 4 años en los que fue invitado para algún concierto. Con la presencia del actual Director General Jorge Telerman, que lo felicitó cálidamente, en una despedida en el Salón Dorado, Diemecke dijo que estos años habían sido muy cálidos para él y que se va con gran afecto a la orquesta y al público. El 2 de diciembre el Concierto Nº 19 fue el último del año y tuvo una extraña mezcla: se inició con la "Rhapsody in Blue" de Gershwin con el pianista Sergio Tiempo y después del intervalo Diemecke se despidió del público y dijo que había elegido la Sinfonía No. 7 de Mahler porque termina triunfalmente y así quería irse. Tener en cuenta que hasta hace poco era también Director Musical para la Orquesta Estable, el ballet y la ópera. Actualmente (y figura en el programa) lo reemplazó Jan Latham-Koenig, pero no fue designado sucesor en la Filarmónica. Y hay otra novedad: Pablo Maritano es ahora Director de Programación (presumiblemente en acuerdo con Latham-Koenig). Diemecke se va con el pelo blanco; sin embargo sigue teniendo un aguante asombroso y dirigió los 80 minutos sin señal alguna de cansancio y manteniendo su prodigiosa memoria (no trae partitura pero sus gestos son muy claros); y sigue sin batuta.
Pero volvamos a Gershwin. Es difícil imaginar algo más disímil que su música con la de Mahler y no me pareció una buena idea (otras veces Diemecke hizo mezclas erróneas). Conozco bastante a Sergio Tiempo; lo he visto con su hermana Karin Lechner tocando obras a 2 pianos con gran eficacia y perfección (a ella ya la conocí de niña cuando visitó el departamento que era de mi madre y ahora lo ocupo yo; tenía una buena amistad con su padre, Jorge Lechner). También conozco un disco suyo sobre Chopin, interesante aunque muy personal. Y bien, Tiempo tiene gran facilidad técnica, pero en este caso no estoy de acuerdo. Tengo dos versiones antiguas auténticas: la del propio Gershwin y la de Sanromá, ligada a la Orquesta de Paul Whiteman; y mucho después, la versión muy límpida de Jerome Lowenthal con la Sinfónica de Utah dirigida por Abravanel en un disco Vanguard. Todas con la orquestación de Grofé, excelente. Pero Whiteman le había dado muy escaso tiempo al Gershwin de 25 años, y éste tenía la música en claro en cuanto al piano pero no todavía en la orquestación. Sin embargo, Gershwin con tiempo disponible hubiera orquestado muy bien, como lo hizo en "Un americano en París" y el Concierto en Fa. Diemecke tiene esta música completamente controlada, incluso ese espléndido inicio del clarinete con un glissando que sube (supongo que fue Mariano Rey, gran talento) y un brillante sonido orquestal; no hay que olvidar que Diemecke vive en Estados Unidos aunque no sea New York. Y bien, el problema no fue la técnica de Tiempo, que es de primer orden, sino los cambios que le hizo a la música apurando demasiado (sobre todo en los primeros minutos) las melodías y si la palabra "rapsodia" implica cierta libertad, me resultó demasiada en varios momentos. No faltaron momentos brillantes y de gran seguridad pero demasiado personales. Tiene un aspecto muy joven aunque probablemente anda cerca de los 50 años y por cierto no le faltaron grandes guías: Argerich, Perahia, Fischer-Dieskau, Freire. Pese a mis reparos, llegó al público y dio 3 piezas fuera de programa: una de Piazzolla, bastante breve; otra de Ginastera con mucho de malambo; las dos rápidas en demasía y con fortissimi. Me quedé mucho más contento con un refinado Nocturno de Chopin, tocado entre "pianissimo" y "piano".
Las sinfonías Nos. 5, 6 y 7 de Mahler son de orquestación pura, sin voces como las hay en las Nos. 2, 3 y 4. Tengo preferencia por la Sexta, la de mayor contenido, con su final trágico, pero la Séptima tiene aspectos interesantes; está en Mi menor y se llama "Canción de la Noche". Por pocos compases al principio la música es lenta ("Langsam") pero pronto pasa a una marcha fúnebre marcada "Allegro risoluto ma non troppo"; Diemecke mantuvo la intensidad hábilmente. La característica más valiosa de esta Sinfonía está en las dos Músicas Nocturnas (Nos. 2 y 4), si bien la segunda es un poco larga. En el medio está un muy expresivo "Scherzo", que tiene momentos sardónicos. Y el Quinto, Rondó-Finale, me resulta demasiado ruidoso, con excesivas campanas y poderosas explosiones (bombo). Prefiero una interpretación que suavice la exageración mahleriana, como me pasa en la versión vienesa de Bernstein y en la de Solti al frente de la gran Orquesta de Chicago. Y recuerdo que esa misma orquesta dirigida por Barenboim la tocó en Buenos Aires para el Mozarteum. Diemecke quería irse con alegría. Su público lo aplaudió con entusiasmo y afecto. Veremos qué pasa el año próximo (hoy recibí la programación y mañana la analizaré). Aparentemente me queda una sola cosa en este año: despedirme del Colón (por este año) viendo "Cascanueces".
Pero debo comunicar algo que me preocupó: antes del concierto dos miembros de la orquesta mostraron un cartel: "Recomposición salarial"; uno de ellos, el concertino Xavier Inchausti. Al final, el aplauso fue interrumpido por el mismo cartel, esta vez mediante todos los músicos: un cartel grande y muchos pequeños. Y recordé que hace 3 años ocurrió algo similar; pero 3 meses más tarde la pandemia hizo que se cerrara el Colón por un año y medio.
Un dato para terminar: Mahler necesitó 141 ejecutantes; 107 de la Filarmónica y 34 agregados. Y Gershwin tuvo 3 saxos para tocar la obra como la orquestó Grofé.
Pablo Bardin
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