Paloma Herrera había programado como última obra del año la versión coreográfica de "La viuda alegre" de Lehár. La música de la opereta está arreglada por John Lanchbery para el Covent Garden, con coreografía de Ronald Hynd y un importante bailarín invitado de La Scala, Roberto Bolle. Personalmente no me atrae que se pase al baile una de las más famosas operetas y espero que Bolle sea contratado en el futuro para una obra de calidad.
"El Cascanueces" era programado con frecuencia en los últimos 15 días del año por el New York City Ballet de Balanchine y tuve el placer de ver en 1957 esta espléndida versión (yo estudiaba en Washington y esos días finales eran de vacaciones, fácilmente coordinadas por el tren). Pero había otro entusiasmo de mi niñez: la estupenda "Fantasía" de Walt Disney con la Orquesta de Filadelfia dirigida por Leopold Stokowski; yo tenía 8 años la primera vez pero volví a verla con frecuencia en los años siguientes, formando mi gusto yendo de la Suite de Tchaikovsky a nada menos que "La consagración de la primavera" de Stravinsky, además de otras maravillas como "El aprendiz de brujo" de Dukas con Mickey (ideal). En unos 20 minutos Disney eligió varios fragmentos de "Cascanueces" a partir del refinado principio (en el ballet, antes de levantar el telón); décadas después, conseguí una copia de "Fantasía" y mis niñas de 6 y 8 años gozaron de la imaginación de Disney; desde entonces pasaron 40 años y me sigo acordando.
El ballet fue creado por Tchaikovsky para la Navidad de 1892 en San Petersburgo con coreografía de Marius Petipa y Lev Ivanov, pero no gustó la adaptación de Alexandre Dumas del cuento de E. T. A. Hoffmann; fue considerada demasiado blanda. No fueron bien recibidos los niños en escena, y así futuros coreógrafos (Gorsky en 1919, Vasili Vainonen en 1934) eliminaron los niños en roles protagónicos. Ya mencioné "Fantasía" de Disney, que tuvo gran éxito desde 1940 aunque yo la vi más tarde; en 1944 William Christensen acertó en el Ballet de San Francisco con una versión completa. Dos coreografías rusas fueron famosas en Estados Unidos: la de Baryshnikov para el American Ballet Theatre en 1976. La de Nureyev fue anterior, ya que como estudiante conoció la de Vainonen y aprendió el rol del Príncipe en la escuela de ballet de Leningrado. Por supuesto, bien se sabe que luego dejó Rusia y no volvió. Dio su propia versión en Estocolmo en 1967; tras pasar por Londres y Milán, llegó a Buenos Aires: fue el 6 de abril de 1971; nos cuenta Alina Mazzaferro: "la única obra que el bailarín montaría en la sala, y que protagonizó junto a las primeras bailarinas argentinas Olga Ferri y Norma Fontenla; era el príncipe de los sueños de la niña". Pero Clara dormida veía "ratones, murciélagos y amenazantes seres cabezudos". Durante un tiempo la versión se fue olvidando, pero tras la muerte por cáncer de Nureyev, Aleth Francillon, que trabajó con él en París, repuso la obra en el Colón, no sin pelearse duramente con la directora del ballet y publicarlo en La Nación. Quizá porque el actual director del ballet, Mario Galizzi, es un hombre maduro de amplia carrera que no suele enojarse con la gente, la tuvimos a Francillon nuevamente, y sin dificultades. Orquesta y ballet han trabajado con firmeza y claridad, y si en algún momento después de que saluden todos los artistas vuelve a verse el pedido de mejores pagos, tienen razón. Me pregunto qué pasará ahora que la Corte Suprema decidió que le devolvieran a Rodríguez Larreta un amplio dinero que fue a parar a Kicillof, porque en los comentarios que hice sobre lo previsto para el próximo año en el Colón resulta evidente que van a tener mucho menos dinero que este año. Entretanto, el diario expresa que el kirchnerismo no acepta lo determinado por la Corte Suprema con todo derecho.
Ezequiel Silberstein es un hábil director de orquesta y resultó evidente que conoce a fondo "Cascanueces"; por otra parte, la Filarmónica de Buenos Aires tenía la obra estudiada a fondo y están tocando admirablemente, con notable calidad en los bronces. Más allá de los bailarines, en sí muy estudiosos y organizados, su conjunción con la música fue evidente durante toda la representación. No ha cambiado la Escenografía y vestuario de Nicholas Georgiadis desde q ue Nureyev lo trajo a Buenos Aires. En cambio, no creo culpable a Rubén Conde por momentos de grave oscuridad en la fantasía imaginada por Clara, pero me resultó francamente molesta en varios momentos.
De paso, el título completo del cuento de Hoffmann es "El Cascanueces y el Rey de los Ratones". Tchaikovsky le escribió a su editor Jurgensen que en París había conocido un nuevo instrumento, la celesta, y que la iba a utilizar en un fragmento. Completó toda la orquestación en marzo de 1892; Petipa se enfermó y la coreografía fue completada por su asistente Ivanov, de mucho talento. El compositor escribió la célebre Suite, muy aprobada por los espectadores. Varios números fueron bisados.
En la versión Nureyev el Primer Cuadro es "La calle" y un grupo de estudiantes se divierten como patinadores; varios son alumnos del ISATC. Van llegando los invitados e invitadas, así como amigos de Clara (estos últimos también alumnos del ISATC) y entran en el interior de la residencia de los Stahlbaum; parientes, amigos y niños. Es la sala chica. Llega con ropa roja y amplia el padrino Drosselmeyer cargado de regalos. Entretiene a los niños con un teatrito de marionetas y también con 3 personajes a quienes les da cuerda el mago y así hacen difíciles movimientos (no entiendo por qué sus nombres no aparecen en el reparto, lo hacen bien). El padrino le regala a Clara el fundamental Cascanueces; en un gesto malvado, Fritz, el hermano de Clara, lo rompe; Drosselmeyer lo echa, rehace al cascanueces y se lo da a Clara. Su hermana Luisa casi no aparece. Están los Abuelos (Norma Molina y Julián Galván), la Sra. Stahlbaum, madre de Clara (Analía Sosa Guerrero) y el Dr. Stahlbaum, el Padre (Igor Vallone), la Gobernanta (Claudia Pereyra Sábato) y dos Señoras Mayores (Elena Duarte, Florencia Albareti). La acción ocurre en vísperas de Navidad y a principios del siglo XIX. Es el hogar del Presidente del Consejo de la ciudad.
Se baila una marcha vivaz, luego una galopa de los niños con una famosa canción francesa, "Bon voyage, Monsieur Du Mollet". Y además todos los invitados bailan una Polonesa con gran entusiasmo. También está la Danza de los abuelos sobre una melodía folklórica que utilizó Schumann en "Carnaval" y "Papillons". Simpática y bien de época, al final el Abuelo (Galván) bailó con la rapidez de un joven. Los invitados se retiran y también los padres. Clara se queda dormida y su imaginación la asusta. Ahora la Sala es Grande aunque tiene el mismo árbol de Navidad. Está oscuro (demasiado) y aparecen los ratones; al ver a soldados de mazapán marchando, se tiran encima y los comen…Cascanueces, que estaba con los soldados, tenía los rasgos de Drosselmeyer. Y antes de la batalla el árbol de Navidad con espléndida música había crecido y crecido. Al ver al Rey de los ratones que puede atacar al cascanueces, Clara lo mata de un zapatazo (¡): todo esto soñando. En la versión tan especial de Nureyev, el cascanueces se convierte en un Príncipe.
El quinto cuadro se llama "La Nieve". Han caminado Clara y el Príncipe hasta un bello bosque con una zona abierta, y allí danzan con gran pureza, ya que Nureyev respeta la tradición rusa. Y es entonces cuando los artistas principales muestran su talento. La pareja argentina (Carla Vincelli y Juan Pablo Ledo) baila con elegancia y cabal conocimiento. La que viene de la Ópera Estatal de Viena combina a María Yakovleva (San Petersburgo, Rusia) con Davide Dato. Ella estudió en 2004 en la Academia Vaganova de su ciudad natal y formó parte en 2004/2005 del Teatro Mariinsky. Más tarde en 2005 la contratan en el Ballet de la Ópera Estatal de Viena; allí la nombraron Primera Solista en 2010, y a partir de entonces también se presentó en Roma, París, Israel y China, con amplio repertorio allí y en Viena, incluyendo modernos como Kylián, Neumeier y Forsythe. En cuanto a Davide Dato, es piamontés y nació en 1990, bailando ya desde los 8 años; se graduó a 17 años en Viena; se unió al Ballet en 2008; en 2011 fue designado Bailarín Principal por Manuel Legris. Ganó varios premios y visitó teatros importantes en Italia, Francia y Estados Unidos. Viéndolos bailar juntos pronto se sintió que tienen mucha afinidad. Un conocimiento exacto de la sensibilidad de Nureyev se sintió desde su cálido baile en el bosque. Musicalmente el baile de los copos de nieve aparece en el mismo lugar unos minutos más tarde y junta a un grupo considerable de bailarinas vestidas de blanco; 2 de ellas son solistas; dentro de las artistas algunas son alumnas del ISATC. Todas bailan con fino control de un extenso vals que tiene una idea exquisita cantada por los Niños del Colón con perfecta afinación y timbre; al final reaparecen Clara y el Príncipe y así termina el Primer Acto.
En la versión original el Segundo Acto nos lleva al Palacio de la Montaña del Azúcar, en el Reino de los Dulces. El Príncipe no es Drosselmeyer sino el Cascanueces transformado. Son recibidos por el Hada de los Confites, quien quiere agradecer a Clara por haber salvado al Príncipe y ordena un magnífico banquete. Se produce entonces el famoso divertimento. Las danzas representan al chocolate, el café y el té. La versión Nureyev es muy distinta. El Cuadro I vuelve a llamarse La Nieve y el Príncipe es Drosselmeyer tal como lo imagina Clara convertido en su Príncipe. Y bailan con impecable estilo. Pero la tortuosa imaginación de Clara nos lleva al Cuadro II, "La pesadilla". Vuelve a ver ratones y soldados pero además, se añaden murciélagos y cabezas gigantes. Al desaparecer las alucinaciones, vuelve a ver a la familia y los invitados (todo mientras sigue soñando). Cuadro III: El Folklore. Allí siguen en pareja Clara y el Príncipe, y nada indica que haya un Divertimento preparado. Así, de repente, desde el fondo del escenario aparece un grupo que bailará la Danza Española (un brioso bolero) con eficacia. Confieso que siempre recuerdo a "Fantasía" y cómo figuran allí los bailes en dibujos animados. La Danza árabe es lenta pero sensual, y así la hizo Paula Cassano seduciendo a Alejo Cano Maldonado; otros 4 bailarines complementan y además se añaden 3 odaliscas. La breve pero intensa "Danza rusa" (magnífica en Disney) estuvo correctamente bailada.; el ritmo es de trepak. Graciosísima en Disney, me pareció muy lograda la "Danza china", por Emanuel Abruzzo, Yosemer Mejía y Martín Vedia. Agradable la Pastoral (que no está en Disney). Por una razón que desconozco, el célebre Vals de las Flores está en el Cuadro IV. Fue bailado por un grupo grande y de sólido trabajo. En la versión original es el hada la que baila con el Príncipe; con Nureyev es Clara la que sustituye a el hada. Es nada menos que un gran pas de deux, sobre todo el extenso adagio inicial, expresivo y difícil; luego, la variación del Príncipe, brillante; la de Clara, refinada; y el final, todo un "tour de forcé" de ambos. Los argentinos hicieron un trabajo logrado y fino; los invitados de Viena demostraron ser figuras de primer orden mundial, un verdadero placer de mutuo entendimiento. La variación de Clara es la breve pieza con celesta, que no me pareció idéntica a la de Stokowski en "Fantasía". Finalmente en un rápido y grato finale fueron apareciendo todos los que habían bailado y se integraron Clara y el Príncipe. Clara se despierta en el Cuadro V, la Sala Chica; están los padres, abuelos e invitados, y Clara tiene al cascanueces en la mano. Muy brevemente, la obra termina en el Cuadro VI, La Calle, donde Clara con el cascanueces en el brazo da por terminada la obra. Salvo la innecesaria oscuridad de ciertos pasajes, fue una versión Nureyev de gran calidad, con los argentinos y los europeos.
Pablo Bardin