martes, octubre 15, 2019

Don Pasquale en el Colón. Buen canto. Dudosa puesta

             Tras 21 años, al fin se repuso en el Colón "Don Pasquale", la magnífica opera buffa de Gaetano Donizetti. Sólo tres óperas de las 70 que compuso se han dado con cierta asiduidad en la historia de nuestro teatro: ésta, "L´elisir d´amore" (otra opera buffa) y "Lucia di Lammermoor", drama. Por cierto que en Europa y en New York muy otra ha sido la historia, y después de la Segunda Guerra Mundial hubo un justificado renacimiento en el que los grandes divos y sobre todo las grandes divas fueron esenciales: Callas, Sutherland, Sills, Gencer. No en el Colón, sino en otros teatros, tuvimos aquí a Adelaida Negri que se animó a dar muchas de las obras que el Colón olímpicamente ignoró. No obstante, aunque en la lejanía, hay que mencionar a estos dramas: "Anna Bolena" (1970, Suliotis, Cossotto, Raimondi); "Belisario" (1981, Bruson, Mara Zampieri); "Caterina Cornaro" (1982, Bruson, Áurea Gómez); "La Favorita", bastante más recordada: 1909, 1911, 1922, 1941, 1967 (Cossotto, Kraus, Bruscantini), 1995 (Scalchi, Vargas, Hvorostovsky); "Linda di Chamounix" (1910, Storchio, De Luca); "Lucrezia Borgia" (1919, Mazzoleni, Gigli). Gruesas ausencias: "Maria Stuarda", "Roberto Devereux"; interesantes: "Marino Faliero", "Poliuto". Opere buffe: "L´ajo nell´imbarazzo" (1980, Opera de Cámara del Colón, OCC); "Il campanello di notte" (1973 y 1974, OCC); "Le Convenienze ed inconvenienze teatrali" (1978, Cesari, De Retes); "Il Giovedì Grasso" (1973, OCC); y "Rita" (1957, Opera di Camera di Milano; 1967 y 1974, OCC).  Ausencia fundamental (y en francés): "La fille du régiment".

            La historia de "Don Pasquale" en el Colón ha sido positiva. Grandes figuras de entonces que no voy a mencionar en 1910, 1912, 1914, 1921, 1926, 1930, 1932, 1941. Algunos datos después de 1945: 1951, Arizmendi, Falzetti, Damiano, Cesari, Serafin. Desde 1955 vi todas: Arizmendi, Misciano, Damiano, Cesari, Sivieri; 1958: Hoffmann, Sassola, Corena (gran figura), Mattiello, Calusio; 1965: Scovotti, Alva, Evans, Bruscantini (reparto de primera), Previtali; 1977: De Retes, Renzo Casellato, Cesari, Yost, Martini; 1985: Ana M. González, Raúl Giménez, Giorgio Tadeo, Yost, Martini; y 1997, Almerares, Gregory Kunde, François Loup, Marc Barrard, Enrique Ricci. Un dato asombroso: Kunde, en una transformación extraordinaria, ahora canta Otello y muy bien.  De todo esto, sin duda la gran versión fue la de 1965, aunque hubo méritos importantes en varios otros cantantes. En cuanto a puesta, sin duda la mejor fue la de Pöttgen con Bauer-Ecsy en la escenografía. En este último rubro la que desentonó fue la de Graciela Galán de 1997, completamente fuera de estilo.

            Fuera del Colón hubo dos versiones interesantes: a) la del Teatro Argentino de 2008: Paula Almerares, Carlos Natale, Ricardo Ortale, Víctor Torres, Logioia Orbe. b) la de Buenos Aires Lírica de 2015: Oriana Favaro, Santiago Ballerini, Hernán Iturralde, Homero Velho, Juan Casasbellas. No pude estar en la primera pero sí en la segunda, de la cual tengo buen recuerdo. Quiero agregar que, en 1992, cuando el Argentino estaba en el Rocha (yo era Director General y Antonio Russo, Artístico), hicimos un buen "Don Pasquale" en el que Almerares cantó Norina y Torres, Malatesta.

            Esta vez hubo en el Colón un reparto principal con Jaquelina Livieri, Ballerini, Nicola Ulivieri y Dario Solari. El segundo fue con Laura Polverini, Santiago Martínez, Gustavo Gibert y Cristian Maldonado. Y en el caso de Don Pasquale, una función la hizo Torres, que en años anteriores había cantado Malatesta. Un total de 7 funciones: 4 de abono, 3 extraordinarias. Sólo presencié el principal, pero quisiera mencionar que escuché a Martínez cantando la Serenata en la Gala de Juventus Lyrica y me causó muy buena impresión; y que recientemente escuché a Gibert en un importante rol en otra ópera y lo encontré en muy buena voz. Polverini es una artista de interesante carrera y he apreciado a Maldonado cantar bien en el Avenida.

            Antes de ir al análisis de artistas y puesta, unas reflexiones y opiniones. Son pocas las opere buffe que pueden llamarse de gran repertorio: las dos mencionadas de Donizetti y las tres más famosas de Rossini: "Il Barbiere di Siviglia", "L´Italiana in Algeri" y "La Cenerentola". Sólo cinco, ya que las comedias de Mozart no son opere buffe ni no lo son "Falstaff" de Verdi y "Gianni Schicchi" de Puccini: obras estupendas pero no de bel canto. Yo agregaría una opera buffa que me gusta mucho pero no se da tanto, "Il matrimonio segreto" de Cimarosa; y una comedia de tiempos más cercanos que me da enorme placer: "I quatro rusteghi" de Wolf-Ferrari. Del siglo XVII habría que mencionar el otro "Barbiere", el de Paisiello, y de Rossini, ciertamente añado "Il Turco in Italia". Claro está que son muchos los autores olvidados que en su momento tuvieron gran repercusión y algunos han sido "resucitados" en Europa en décadas recientes; el melómano inquieto tiene mucho que explorar. Pero no va a encontrar nada que empareje o supere a las que ya mencioné.

            Al escuchar "Don Pasquale" no me cupo duda nuevamente que su estilo es muy contrastante: hay todavía mucho de Rossini (y del mejor) pero también canto elegíaco de raigambre belliniana; y sin embargo jamás se duda que estamos escuchando a Donizetti en ambos extremos. Y más allá de ciertos detalles poco felices del texto, la calidad musical nunca flaquea.

            No son tantas las excelentes grabaciones integrales de "Don Pasquale"; la primera tuvo a Schipa como Ernesto ideal, con Saraceni, el notable Badini y Poli, dir. Sabajno (1932); en 1955 en el San Carlo de Nápoles nació una muy buena, que tengo en mi colección: Bruna Rizzoli, el buen tenor rumano Petre Munteanu y dos grandes figuras: Renato Capecchi y Giuseppe Valdengo; dir., Molinari-Pradelli; conozco otra de admirable nivel: Sciutti, Oncina, Corena, Krause, dir. Kertész; no conozco pero pueden ser valiosas las siguientes: Freni, Winbergh, Bruscantini, Nucci, dir. Muti; y Sills, Kraus, Gramm, Titus, dir. Caldwell. Puede haber más pero con las mencionadas ciertamente se cubre el campo, y vale la pena mencionar una histórica tomada de una función del Met: Sayao, Martini, Baccaloni, Valentino, dir. Papi.   

            Vale la pena mencionar el libreto. Es de Giovanni Ruffini y del propio compositor (cuya vis cómica se observa en varias de sus obras con libreto propio), adaptado del texto de Angelo Anelli para "Ser Marcantonio" (1810) de Stefano Pavesi. Pero…¿conocían la espléndida comedia de Ben Jonson (gran contemporáneo de Shakespeare) "Epicoene"? Porque allí también, y con texto muy incisivo, hay una protagonista  que fragua un falso matrimonio con un viejo que no permite a su sobrino casarse con quien el joven quiere. Ya en el siglo XX, Zweig lo adaptará para "La mujer silenciosa" de Richard Strauss, que Valenti Ferro programó dos veces en el Colón. Y aquel texto de Jonson fue adaptado en una obra de Salieri, "Angiolina". Sea como fuere, el libreto  funciona muy bien, salvo un detalle muy típico y que parece sacado de "Romeo y Julieta": Malatesta no le avisa a Ernesto cuál es la trama urdida por Malatesta y Norina para convencer a Don Pasquale que debe dejar que Ernesto se case con Norina.

            Pasando a los cantantes de esta reposición, voy a analizarlos mezclado con la puesta, y dejaré coro y orquesta para el final. Una entrevista en La Nación al régisseur  Fabio Sparvoli (debut) me dio un dato en principio positivo: haber trabajado con el Piccolo Teatro de Milán con Giorgio Strehler; vi de este gran director dos obras opuestas y en ambas su puesta fue extraordinaria: "Arlecchino servitor di due padroni" de Goldoni y "Galileo" de Bertolt Brecht. Y en ópera (datos de la biografía en el programa) fue colaborador de otro talento, Roberto De Simone. Supongo que haber puesto "Don Pasquale" en Santiago e "Il Barbiere di Siviglia" en el Solís de Montevideo lo acercó al Colón. Volviendo a la entrevista, dijo que respetaría la ambientación y época del libreto y que Don Pasquale no debía ser  de aspecto viejo y que no era tonto; estive de acuerdo con lo primero y no con lo segundo. Y bien, al abrirse el telón quedó claro que NO se respetó la ambientación y época, y al tener el dato de haber hecho la ópera en Santiago me di cuenta de por qué la escenografía y la iluminación  es de Enrique Bordolini y el vestuario de Imme Möller, ya que ambos están ligados a la Ópera de Santiago, no sólo al Colón. El equipo Bordolini-Möller ha realizado muchas puestas de calidad en el Colón a través de las décadas, pero esta vez erraron el camino: "Don Pasquale" necesita calidez y debe ambientarse como una linda casa de hombre rico italiano de las primeras décadas del siglo XIX; el Primer Cuadro  del Primer Acto dice así en el libreto: "Sala en casa de don Pasquale, con puerta al fondo para que la gente entre y puertas a derecha e izquierda". Nada se especifica en cuanto a los muebles, pero es obvio que deben ser sillones cómodos  y muebles de madera. Lo que vimos fue una estructura rígida en dos pisos metálica y fría, con escaleras incómodas. Eran tirantes de madera pero parecían metálicos. Y la sala tenía dos escalones, raudamente bajados y subidos por un Don Pasquale de aspecto maduro pero no viejo, que se inclinaba hasta el piso para recoger cosas. Y había sillas comunes. No por primera vez, el Colón narra el argumento como es, y frecuentemente no coincide con lo que se ve; a veces está a 180 grados de lo que hizo el régisseur; dilema, porque el argumento debe figurar de acuerdo al libreto. ¿Pero cuántos espectadores lo leen? ¿Y cuántos se dan cuenta de los estropicios?

            Nicola Ulivieri es un artista de calidad que cantó Don Giovanni en el Colón; alto y flaco y sin canas, dista de ser un "anciano aquejado de gota". Pero maquillaje y relleno pueden darle un aspecto coherente con el libreto; Sparvoli lo convierte en un hombre atractivo que bien podría casarse de nuevo y que no parece más de 50 años; Don Pasquale tiene 70. En realidad hay una historia previa, que va a ir entendiéndose, pero conviene aclararla: un sobrino (Ernesto) vive en la misma casa y está enamorado de Norina  (que Don Pasquale no conoce) pero su tío quiere casarlo con "una dama noble, rica y fea" (argumento programa). El sobrino se niega y el tío quiere desheredarlo. El Dottor Malatesta (médico) quiere ayudar al sobrino y le tiende una trampa a Don Pasquale cuando éste le dice que quiere casarse para de tal modo determinar que si él muere hereda su mujer. La acción empieza con Don Pasquale solo, esperando a Malatesta. (De paso, no se explica porqué Don Pasquale es rico). Entra Malatesta (barítono) y hay un  dúo en el que entre paréntesis M. opina que D.P. es un bobalicón pero en una bella aria a ratos interrumpida por D.P., "Bella siccome un angelo". Le cuenta que encontró la candidata ideal y que es su propia hermana; D.P. insiste en que M. la traiga lo más pronto posible, y M. se va. Hasta aquí la régie tergiversa a D.P. haciéndolo relativamente joven, ágil y flaco, pero Ulivieri pese al aspecto canta bien y dice con intención su texto. M. es el uruguayo Darío Solari, de carrera italiana considerable y que según creo debutó aquí  (¿habrá sido parte del Barbero" del Solís con régie de Sparvoli?). La biografía del programa informa que ha hecho roles dramáticos como Macbeth o Simone Boccanegra pero también Figaro (¿el de Rossini y/o el de Mozart?) y que además de teatros italianos también fue contratado por salas alemanas, de Monte-Carlo y Tel Aviv, y que lo dirigieron eminencias como Mehta, Muti y Maazel y en régies de Zeffirelli o McVicar. Inicialmente sentí su timbre como demasiado duro para Malatesta, pero gradualmente su canto se hizo más flexible; siempre estuvo afinado y actuó bien. Al quedar solo, D.P. canta un aria rápida y divertida, "Ah, un foco insolito", donde  canta "olvido los achaques de la vejez" y que tendrá "media docena de nenes", buffo puro bien expresado por el artista. Sigue un diálogo entre D.P. y Ernesto en recitativo: aquí sí se menciona la dama con la que él quiere que se case Ernesto; si no lo acepta lo deshereda y D.P. se casará: E. le afirma que ama a Norina, D.P. la llama una "pobretona" ("spiantata"), E. la defiende: "pobre pero honrada y virtuosa". D.P. lo conmina a dejar su mansión y que como le había dicho tiempo atrás, en este caso se casará. Se ve que E. no le había creído ya que se sorprende y en esta régie se ríe. Pero D.P. lo confirma y entonces el ánimo de E. cambia, y canta su aria "Sogno soave e casto", donde renuncia a Norina porque no puede ofrecerle pobreza (a diferencia de su tío, no tiene dinero) con el acompañamiento de un D.P: que da su opinión sin que E. lo escuche: "se lo merece". Escuché a Ballerini  cuando hizo el personaje para Buenos Aires Lírica y me pareció un tenor lírico muy promisorio; ahora tiene una carrera internacional y es un artista de importante nivel. Su voz está asentada y frasea con refinado gusto, "a la Schipa"; su registro agudo es impecable, la voz corre y llega fácil a las últimas filas (me consta, estuve en fila 20), y logra reflejar la melancolía del joven poeta. Ernesto, a diferencia de Norina, es un rol suave y melifluo. Es la voz para Nemorino, también. Después del aria, en la cabaletta "Ah! Mi fa il destin mendico" E. se cree traicionado y D.P. expresa: "es lo que merece".

            Segundo Cuadro. Según libreto, habitación en casa de Norina. En esta régie, a la extrema derecha del mismo Primer piso en donde está a la extrema izquierda el cuarto de Ernesto, allí está Norina leyendo en una bañadera…(oh hados de Churchill…). Y buena parte de los espectadores sólo oyeron, no vieron. Jaquelina Livieri está entre nuestras mejores cantantes jóvenes y creo yo que está lista para una carrera internacional. La voz es límpida y fresca, de amplio registro y muy firme control, además de gran facilidad para la coloratura. Y va del pianissimo al fortissimo sin dificultades. A ello se añade su desenvoltura para actuar incluso con desparpajo: uno piensa que si se casa con Ernesto no será él quien mande. Es que en realidad Norina es un ejemplo de feminismo precoz. Está leyendo  un relato de caballero medieval estilo amor cortés con una tierna melodía, y tras unas risas canta su aria "So anch´io la virtú magica d´un guardo a tempo": "conozco los mil modos de los engaños amorosos; soy vivaz, me gusta brillar y hacer bromas. Mi cerebro es excéntrico pero tengo excelente corazón". Luego en un recitativo cuenta que Malatesta ha urdido una trama para burlar a D.P. y ella lo espera; pero le llega la carta de Ernesto y queda consternada. Antes dos ayudantes la visten detrás de un biombo, y sale con ropa bastante contemporánea y sensual. Llega Malatesta, la encuentra enojada por la carta recibida, y él la lee (hablado): "dice Ernesto: "desheredado, me voy de Roma y luego de Europa. Le deseo felicidad" (ni siquiera la tutea). La típica reacción del romanticismo extremo de esa época. En el recitativo siguiente M. asegura que avisará a E. (pero no lo hace) y cuenta que D.P. sabe que M. tiene una hermana en el convento, y esa "hermana" será Norina; y los "casará" su primo Carlotto, que hará de notario. El Cuadro y el Acto terminan con un espléndido y extenso dúo bufo, muy rossiniano, donde ambos artistas se lucieron. Ella asume presuntos roles de altanera, triste, llorosa, histérica; pero no: debe parecer muy simple. "Me avergüenzo, soy modesta, a su servicio". Y ya en la parte rápida ambos se alegran con la cercana venganza.

            El Acto II transcurre en la casa de D.P, supuestamente en la misma sala que el Primer Cuadro del Acto Primero. Aquí es distinto. Tras un melancólico Preludio, muy expresivo, admirablemente tocado por la trompeta con sordina (elección poco común del compositor y tuvo razón), E., solo y abatido, canta un Recitativo conmiserándose y luego el aria "Cercherò lontana terra"; por lejos que esté, Norina siempre estará en su corazón. En otro contexto sería música dramática, pero el espectador sabe que no ocurrirá. Fue cantada con perfecto control por Ballerini mientras bajaba la escalera. Esta versión permitió escuchar una cabaletta que no está en las grabaciones con Schipa o la dirigida por Molinari-Pradelli; en ella sale E. de su melancolía y se lo ve dispuesto a luchar. Se va.

            D.P. está vestido de gala; en Recitativo dice al sirviente que espera a M. y a quien lo acompaña pero que nadie más puede entrar; al quedarse solo se congratula de tener tan buen aspecto cercano a los setenta años. Entran M. y Norina y juegan la escena de la extrema modestia, marcada de modo muy exagerado; ella si bien no tiene un verdadero velo, como pide el libreto, no deja ver su rostro. A las preguntas de D.P. contesta que ella estaba siempre sola en el convento, ni sabe lo que es un teatro, y lo suyo es coser, cocinar. Deja ver su rostro y D.P. se declara conmovido y quiere que M. pregunte a N. si acepta a D.P. como marido; "Sofronia" da el sí. Entra el "Notario" con un viejo chiste (se le caen los papeles); es la primera vez que lo veo por un bajo en vez de un tenor y con voz plena, no "característica"; Mario De Salvo es un lujo para este rol pequeño y confirma que el cambio de tipo vocal resulta positivo. M. le dicta el texto del "matrimonio" mientras que el "Notario" repite "etcetera"; enseguida es D.P. quien le dicta que ella será "patrona amplia, absoluta". Pero entra E. ante la sorpresa de todos para despedirse de D.P. y reconoce a N.; M. lo insta a no interferir, que es para su bien, y a duras penas E. consiente en firmar como testigo (el Notario exigía dos; estaba el Mayordomo y no debía estar). El Notario dice a D.P. y N.: "Son marido y mujer". De inmediato ella no es más Sofronia y al primer intento de acercarse de D.P. lo rechaza, y como E. se ríe D.P. quiere echarlo y ella lo impide. Y el libreto demuestra el error de Sparvoli; dice Norina: "Un hombre como usted, decrépito, pesado y gordo, no puede acompañar a una joven si quiere salir; necesito alguien que me acompañe; (E.) será mi caballero". Por supuesto, D.P. se niega. N.: "todos deben obedecerme, yo sola voy a mandar". Llama a los criados, ve que son sólo tres; le duplica la paga al mayordomo y le dice que la provea de gente joven y bella, de un carruaje con dos caballos. "Hay que renovar la casa y necesito un peluquero, un joyero, un sastre". "Y paga usted", le dice a D.P. Sigue un cuarteto: D.P.: "Estoy traicionado, no voy a soportar este infierno"; N. y E. dialogan como enamorados; M. les pide calma a D.P. y luego a N. y E. que D.P. no los vea con gestos de enamorados. Y así, con este brillante cuarteto de perfecta armazón, termina el acto, y los cuatro artistas se lucen: Livieri da rienda suelta a su poderosa voz y actúa con ferocidad; Ballerini juega bien la comedia; Ulivieri demuestra ser un muy buen buffo sufriente y enojado; y Solari disimula ser el factótum de la intriga con habilidad. Y las cuatro voces se coordinan admirablemente.

            Al principio del Primer cuadro del Tercer Acto aparece el Coro, inexistente en los dos primeros actos. En realidad lo que aparece en el libreto es nada más que cinco sirvientas y un sirviente, pero ese minuto y medio de música suena mejor en un coro y la música es muy rápida y exuberante. Y si bien al exagerar la cantidad de sirvientes se hace inverosímil, no se le pide a una opera buffa que sea completamente racional y el efecto fue impactante, con el excelente Coro del Colón, la fuerte luz, y el continuo movimiento que también incluyó a 9 figurantes. Al quedarse solo D.P. se lamenta por los gastos y se extraña de que N. salga sola en el primer día de bodas (el libreto peca: en un solo día no puede hacerse tanto lío). Entra N., "en grandísima gala" según el libreto, pero lo que se vio fue un vestido colorado de pésimo gusto. N. "voy al teatro a divertirme". "El marido ve y se calla; cuando habla no se lo escucha". D.P. no acepta que se vaya, y ella le da una fuerte bofetada, punto álgido en la ópera, y demasiado cruel. Siguen un triste monólogo de D.P. y otro de N. que admite que la lección ha sido dura pero la cree necesaria. Luego le dice a D.P. que ella parte, pero él le espeta que encontrará cerradas las puertas. Dúo: ella se burla y no le cree y él exclama "¡Divorcio! ¡Yo, pobre tonto! Si el cerebro aguanta este martillo será un milagro". N. se va pero deja caer una carta. Él la lee (hablado) y se entera que "Sofronia" tiene un amante que le da cita en el jardín y se anunciará cantando. Entonces manda un criado para que venga Malatesta. Sale D.P. y entran todos los del coro: esta vez se explaya en tres estrofas de enorme regocijo. "Buena casa, montada a lo grande, se gasta y se expande"; se cuentan la pelea de la pareja pero en un tono de alegría. Una versión rápida, espléndidamente cantada y con buena marcación de régie, aunque mucho mejor fue la puesta de Pöttgen.  Llega M. y D:P le dice: "Cuñado, en mí ve a un muerto que camina. Pensar que por un asunto de honor me encuentro en esta situación. ¡Si hubiera dado mil Norinas a Ernesto!" M. hace que no le cree pero D.P. le muestra la carta, y esto lleva al famoso dúo en donde traman cómo sorprender a los amantes; la segunda parte del dúo empieza "Aspetta, cara sposina", D.P. ya saborea la venganza, y por su lado M. se dice "Pobrecito, no sabe lo que le espera"; y sobreviene el pasaje donde cada uno sobre una sola nota canta un torrente de palabras rapidísimo; los dos lo hicieron muy bien, muy cerca del público con el telón cerrado detrás de ellos; pero en lenguaje coloquial me pareció "canchereada" volver a entrar en escena y salir a bisar lo mismo.

            Cuadro segundo: en el jardín. Mediocre decorado con poca sensación de jardín o de bosquecillo ya que la rígida estructura de todos los otros cuadros sigue en pie. Pero fue musicalmente una delicia porque tanto la serenata de E. como su dúo siguiente con N. es lo más melódico y tierno de la obra y Ballerini estuvo admirable en ambas piezas. La primera la canta algo lejano sin ser visto y acompañado por un pequeño coro: el texto empieza siendo una apología de la naturaleza pero luego es erótico: "ven a mí; tu fiel amante se consume de deseo, ¿quieres que muera?" Llega N. y cantan juntos el mismo texto: "Tornami a dir che m´ami". Y Livieri, capaz de tanta fiereza, aquí fue dulce y tierna. Se escapa E. a la casa, D.P. increpa a N., ella niega la acusación, "stavo prendendo il fresco"; D.P. explota, le niega el retorno a la casa, pero M. le pide carta blanca, D.P. acepta, y M. llama a E., que entra con sirvientes. "D.P. le otorga la mano de N. y un cheque anual de 4.000 escudos". "Sofronia es Norina; la verdadera está en el convento". "No hubo matrimonio".  En típico final relámpago rossiniano, D.P. los perdona y les desea felicidad. Y N. subraya: "la moraleja es que los viejos no deben casarse". No es algo que hoy se acepte pero parecía justo en la época de Donizetti.

            Me resta ocuparme de la Orquesta y del director Srba Dinic, a quien me referí al escribir sobre "La Damnation de Faust". Por supuesto, ayudó a salvar la situación del concierto de la Filarmónica; con la Estable tuvo los ensayos normales y demostró entender el humor de la música, fraseando con elegancia no sólo la obertura sino muchos otros momentos y concertando muy hábilmente con los solistas y el Coro (preparado por Miguel Martínez con su habitual seguridad). Sólo le objeto algunos pasajes demasiado rápidos (tendencia bastante generalizada en la actualidad) pero tanto la orquesta como el coro respondieron con eficacia.

            En suma, régie mejorable pero hoy en día se ven muchas cosas abrumadoramente peores aquí y en el  hemisferio Norte; cantantes muy positivos, sólido trabajo orquestal y coral.

Pablo Bardin


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