Creo que el artículo "El Teatro Colón tiene demasiados empleados" amerita algunos comentarios:
1) Le dan un espacio privilegiado en la primera plana de la sección principal.
2) La esencia del artículo es analizar el proceso de transformación de la Staatsoper de Berlín, pero queda claramente implícito un paralelo con el Colón, y el título es "El Teatro Colón tiene demasiados empleados". En realidad al Colón apenas se le dedica un párrafo de dudoso contenido (ya llegaré a eso). Pero diciéndolo un administrador de un teatro exitoso queda apoyada la idea de la propia Scalisi expuesta en otros artículos.
3) Nuevamente se comparan teatros de muy distinta estructura: repertorio (Alemania) contra temporada (Colón). Unos y otros pueden estar mal administrados, por supuesto, pero los requisitos son muy distintos. Además, nada se dice sobre si el teatro berlinés es de producción integrada, dato fundamental ya que naturalmente esto implica más personal que si se terceriza la producción.
4) Es curioso que la cifra de empleados de ese teatro berlinés llegaba a 1300, similar a la que tiene el Colón. Pero acaso tenía dos orquestas y un instituto, como el Colón? Creo que no. Sí tenía, supongo, un ballet, ya que Vierthaler es también director del Staatsballett.
5) Fíjense en un dato esencial. La reducción a 780 se produjo así: "no hubo despidos";sí "retiros voluntarios y jubilaciones sistemáticas". ¿Qué significa "sistemáticas"? Yo no creo que haya habido allí un tema de jubilaciones similar al nuestro, con 60 % no remunerativo y que no cuenta para la jubilación , como le ocurre a los 250 que recibieron telegramas de Telerman intimándolos a jubilarse. Si esa injusticia no existe, es fácil aplicar un plan de atrición inteligente. Y seguramente los que tomaron el retiro voluntario lo hicieron en condiciones ventajosas.
6)"Saber también dónde reducir o incluso incorporar gente": esto merece un análisis minucioso en el caso del Colón, que nunca se ha hecho, y es arduo trabajo que no dejará de provocar conflictos, ya que el problema está en la calidad de los evaluadores y en la indudable presencia de gente que sobra pero que será respaldada por el sindicato. Y también están los jefes de sección que no quieren perder personal, aunque sobran, porque se les reduce la quintita de poder.
7) Confieso no comprender cómo logra superavit el teatro berlinés, cuando es regla constante en todos los teatros líricos que en mayor o menor grado se pierde dinero, y la diferencia la pone el estado o mecenas privados o ambos.
8) No se dice una palabra de la feroz disputa en la Berlín unificada entre los tres teatros líricos: los dos que eran de Berlín Oriental, la Staatsoper y la Komische (que declinó de los gloriosos tiempos de Felsenstein en los años 60 a la bazofia de Calixto Bieito), y la Deutsche Oper en Berlín Occidental (gran rivalidad de Thielemann con Barenboim ganada por este último). El Senado de la Ciudad, que es quien decide la distribución de fondos, insiste en que tres óperas son demasiado y por ello la lucha por los fondos es constante. Varias veces Barenboim dijo que si le escatimaban fondos él renunciaba porque no podía mantener la calidad.
9) Más que productividad (ya que se mantuvieron en 210 funciones) lo que mejoró fue la relación costo-beneficio (lo mismo con 40 % menos de personal).
10) Hay dos párrafos tremendamente contradictorios: "Cada vez que hay que ocupar un puesto, convocamos a entrevistas personales a los más calificados y entre ellos se elige, con toda transparencia, al que mejor cumple con las expectativas". O sea, se elige en base a una presunta lista preparada por el teatro. Pero luego dice, contestando a la pregunta capciosa de Scalisi, "¿Llaman a concursos para todo tipo de puesto, aun los de mayor jerarquía?", "Absolutamente para todos. Los concursos son abiertos y nos llegan postulantes de todo el mundo". Si esto es así, que no lo creo (Barenboim seguramente no fue elegido por concurso), los concursos son ganados, no elegidos.
11) Nombra un misterioso "acuerdo en 2004" sin otra aclaración. Quien tenga larga memoria recordará que otro artículo de Scalisi se refería al arreglo Ibarra-Barenboim de traer a Buenos Aires a la Staatsoper de Berlín y en particular presentar "Tristán e Isolda" aquí. Aparentemente Vierthaler intervino, pero no se aclara si pasó tiempo en Buenos Aires, ni de dónde sacó sus datos y cómo obtuvo sus conclusiones. Saraví controvierte el último párrafo de Vierthaler: "la gente que obtiene un puesto allí es seleccionada con criterios que no son exclusivamente los de la preparación y la calidad" y dice: "este comentario debería valer sólo para los puestos ´no artísticos´, ya que los músicos, bailarines, cantantes, pianistas y maestros internos hemos dado concurso por oposición, internacional en la mayoría de los casos". Más allá de que algunos concursos se demoraron demasiado en el tiempo o fueron realizados con criterios discutibles (como los últimos de hace ya seis años) sigue siendo cierto que el concurso fue el principal método del Colón para cubrir puestos artísticos, y creo que muchos puestos técnicos. Los administrativos han sido más discutibles.
Como se ve, hay mucha tela para cortar, y creo que Vierthaler opina con ligereza sobre un tema (el Colón) que conoce mal. Pero por algo La Nación lo pone en primera plana... Hay una campaña, y creo que coincide con ideas de Macri y Batalla.
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