jueves, marzo 24, 2022

“LA BOHÈME” INAUGURÓ EL CICLO OPERÍSTICO DEL COLÓN

               La venta de los abonos operísticos se cumplió antes del cambio de director. Teóricamente armarlos depende de Enrique Arturo Diemecke, Director General Artístico y de producción, pero creo que Martín Boschet, Director Ejecutivo, también tiene que ver, y ambos dependieron de la Directora General María Victoria Alcaraz.  El abrupto cambio de Alcaraz por Jorge Telerman coincidió con la función de Gran Abono de "La Bohème" de Puccini. Están programadas 9 funciones con 2 repartos: en el primero van el Gran Abono, el Nocturno tradicional, el Vespertino y el Nocturno Nuevo; los otros 5 son Funciones Extraordinarias (fuera de abono). Fechas del martes 15 al domingo 27 de marzo. Fui a la función inicial; de los extranjeros se conoce al albanés Saimir Pirgu (Rodolfo), que viene por tercera vez (vino para "La Traviata" y una "opera buffa" de Mercadante)) y el barítono uruguayo Alfonso Mujica (Marcello). Todavía no sé si podré estar para el segundo reparto, en el que debutan aquí Alexandra Grigoras (Mimì) y Galeano Salas (Rodolfo).

               Un aspecto positivo fue el debut del veterano director de orquesta francés Alain Guingal; desde su debut en Avignon en 1975 ha realizado una amplia tarea en los repertorios italiano y francés en teatros importantes en Viena, Munich, Madrid, Barcelona, Nápoles, Florencia, Roma, lugares lejanos como Seúl y cercanos como Sao Paulo y Santiago de Chile. Entre las óperas francesas que grabó se destaca "Henri VIII" de Saint-Saëns. Su versión de "La Bohème" fue directa y brillante, con una orquesta que respondió bien; el director fue flexible y apoyó a los cantantes y los coros aunque siempre dando color y exactitud a la estupenda variedad orquestal pucciniana, siempre respetada por el director. Los dos coros cumplieron con oficio: el estable (Miguel Martínez) y el de niños (César Bustamante).

               La puesta en escena fue la ya conocida de Stefano Trespidi con la escenografía e iluminación de Enrique Bordolini (que era y es el Director general escenotécnico del Colón) y de Imme Möller en el vestuario (trabajan juntos desde hace décadas, cuando Bordolini estaba en Santiago). Es innegable que Trespidi ha desarrollado una muy intensa carrera en un gran número de teatros italianos (sobre todo la Arena de Verona) y colaboró con grandes como Zeffirelli, Pizzi y Deflo. Respecto a su anterior "Bohème" la actual me resultó menos convincente; es cierto que los amigos son jóvenes y pueden teóricamente moverse mucho teniendo en cuenta los juegos inocentes y cómicos propuestos por Illica y Giacosa y aceptados con entusiasmo por el compositor.  En este caso los artistas demostraron flexibilidad y pudieron subir y bajar entre los dos niveles de la buhardilla imaginada por Bordolini; y hasta Benois se pavonea en la magnífíca interpretación de Luis Gaeta, para quien no pasan los años. Pero es el Segundo Acto el que no me pareció logrado. Hubo quien pretendió que Trespidi imitó a Zeffirelli pero como pude comprobarlo en varios años de su versión en el Met, hay mucha gente como lo piden libretistas y compositor (y ni siquiera Zeffirelli puede evitar el error de los creadores que se olvidaron del frío, ya que todo pasa como si fuera un lindo día de primavera), pero la gente está manejada con mano maestra, lo cual no ocurrió con Trespidi, sobre todo en esta reposición. Además de los dos coros, hubo 20 figurantes, incluso un acróbata y un clown. No están en el libreto, como tampoco debería haber dos hombres vestidos de negro mezclados en la multitud y que al final de la obra son los primeros en saludar. Como Buenos Aires en la pandemia, el Bar Momus pone parte de sus clientes en la calle. Esto tiene un sentido: que Musetta llegue con su viejo amante (Alcindoro) y haga una escena exagerada para atraer a su joven amante (Marcello) y recuperarlo. Pero aparte de esto, ¿porqué mover a los niños con saltitos tontos durante un largo rato? Los gritos de Sergio Spina como Parpignol tampoco son positivos (de paso, la niña que dice -no canta- "vo´ la tromba, il cavallin" casi no se escuchó). Ya hacia el final, entró en medio de la multitud la banda y logró hacerse de un camino en medio de la turba; y tocaron bien. Los minutos iniciales del Tercer Acto se basan en lo habitual en la década de 1840 en las puertas de entrada a la ciudad; estaban cerradas y la gente entraba o salía con control de gendarmes y aduaneros; en la ópera piden entrar las barrenderas y luego las vendedoras de leche y las campesinas trayendo manteca y queso, pollos y huevos, que pasan y dialogan. Trespidi "inventa" que algunas sean mujeres fáciles y el sargento las trata mal.  El texto sólo menciona la nieve una vez y más bien indica que hace frío. Es mejor que no caiga nieve evidentemente falsa y que Mimì esté bien abrigada pero sin nieve en sus dos escenas, la primera con Marcello y la segunda con Rodolfo. Pero están bien marcados los personajes tanto aquí como en todo el cuarto acto.

               En Diciembre Verónica Cangemi ofreció un admirable trabajo en "La finta giardiniera" de Mozart, donde ciertamente no parecía 57 años y su canto fue siempre puro. En esos días una interesante entrevista en La Nación indicó que ella se sentía cómoda en el barroco y el clasicismo (Händel y Mozart), no en romanticismo o en Puccini (cita a "Turandot", obviamente Liù). Me extrañó que la anunciaran como Mimì y si bien mi reacción es bastante más positiva que las que leí de los críticos de diarios, no basta la musicalidad (su canto fue correcto ya desde el Primer Acto aunque sus mejores fueron el Tercero y el Cuarto): faltó volumen en varios momentos álgidos y el timbre no es pucciniano (con más de 60 años Freni fue convincente cuando cantó Mimì en el Colón en 1999). Pero el Colón este año no ofrece en el abono al siglo XVIII…

               La ausencia de intensidad se hizo más notable porque Rodolfo fue cantado con voz muy poderosa por Saimir Pirgu, que además tiene agudos muy seguros y no parece cansarse; llegó al final con la voz plena de un cantante todavía joven y que se siente cómodo en Puccini. Su italiano es bastante claro y el personaje le va muy bien. Rodolfo es más largo que Mimì y exige resistencia: Pirgu la tiene.

               La otra pareja me resultó competente sin entusiasmar. El Marcello de Alfonso Mujica es correcto, afinado y de timbre suficiente pero no comunica la personalidad del personaje. Giuliana Gianfaldoni debuta aquí como Musetta; en el Segundo Acto me resultó muy exagerada (por ejemplo, el chillido cuando pretende que le duele el pie) aunque su vals tuvo momentos gratos. En el Tercer Acto ella y Mujica se pelearon bien, y en el Cuarto ella muestra otra manera: "È buona Musetta" y cree en Dios; su canto fue adecuado a ese cambio, completamente distinto a lo que fue en los actos anteriores.

               Dos artistas para mí fueron de primer orden: Fernando Radó (Colline) y Gaeta. Radó es nuestro mejor bajo pero canta mucho más en Europa que aquí. Una voz sana y grata, un actor divertido y rápido, hasta que llega su breve aria "Vecchia zimarra", donde da muestra cabal de su estilo refinado. Y Gaeta en su última etapa un Benoit tan bien actuado y cantado que convierte lo suyo en lo más cómico de la ópera. Juan Font (Schaunard) y Emiliano Bulacios (Alcindoro) cumplen con sus personajes.

               Un Colón con mucha gente festejó esta "Bohème", que la acepto en términos de iniciar un año que se espera normalizante después de dos años de Covid. Ojalá este principio sea la buena noticia que tantos esperamos y el Colón cumpla con su plan durante el resto del año, aunque creo injusto terminar con otro Puccini: "Tosca".

Pablo Bardin

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