miércoles, agosto 07, 2019

LA ACADEMIA BACH EN DOS CONCIERTOS

            En el recoleto e íntimo ambiente de la Biblioteca del Convento en el Monasterio de Monjas Clarisas situado en Alsina 824 al lado del Templo de San Juan Bautista escuché un notable concierto denominado "Venezia sede di musica". Fue el domingo 9 de junio porque enfermó la mezzosoprano Mattea Musso y se canceló la fecha anunciada del 2 de junio; a la artista se la escuchó recuperada.

            Comentando Mario Videla, se la escuchó a Musso, italiana radicada en Buenos Aires, a Federico Ciancio en una espineta fabricada por Jorge González y un arpa de Mathias Strom y a Gabriela Massun Sovic en violoncelo barroco. Una breve Passacaglia del gran Girolamo Frescobaldi inició el programa, muy variado y novedoso. "Angelorum ad convivium" de Giovanni Legrenzi (1626-1690)  representa a un prolífico compositor de música sacra y de cámara y de óperas que fue maestro de capilla de San Marco  desde 1685 hasta su muerte y amplió mucho su orquesta. Es una pieza sacra pero alegre y ornamentada. Barbara Strozzi (1619-77) fue una de las pocas compositoras de la época; de ella se escucharon "L´Eraclito amoroso", op.2,  y "Che si può fare", op.8.  Gran cantidad de sus canciones está grabada y la muestran como comunicativa, sensual e inspìrada. Musso, muy correcta en Legrenzi, estuvo totalmente cómoda en las piezas de Strozzi. La primera estrófica, fue acompañada por el arpa; letra triste y amarga. No es más alegre "Che si può fare", acompañada por arpa y violoncelo.   Como es lógico en la Academia Bach, Johann Sebastian estuvo presente a través de la Fuga sobre un tema de Albinoni, BWV 946. Tommaso Albinoni (1671-1751) realizó una enorme obra durante una larga vida: gran cantidad de música instrumental y 48 óperas; es uno de los más valiosos compositores venecianos. Bach realizó tres fugas sobre temas de sus obras; dos para órgano, y una para clave sobre un trío-sonata, según Eric Blom en Grove. Sonó muy grata en espineta.

            Lo más valioso del programa estuvo dedicado a partituras vocales de Antonio Vivaldi; no sé cuánto del programa fue estreno pero para mí todo lo fue, buena prueba de cuán gigantesco es el panorama musical si un crítico con 53 años de actividad y frecuente  presencia en programas de todo índole todavía tiene tanto para descubrir. Primero la Cantata "Piango, gemo",  RV 675; luego el Recitativo y Aria de la Serenata "Gloria e Imeneo", RV 687. Las cantatas pueden ser profanas o sacras; ésta es de la primera categoría; según  Grove hay 24 de Vivaldi pero no da un listado. Ambas obras cantadas por Musso han sido grabadas por otros intérpretes previamente al año 2000. Ahora que finalmente se están conociendo las óperas vivaldianas (se conservan unas 50 de alrededor de 90) nos damos cuenta de que tienen un estilo propio y vale la pena conocerlas; aquí hace ya varias décadas se escuchó "Il Giustino" por alumnos de la Gencer. Y por cierto esa habilidad para  dar vida a textos es igualmente observable en cantatas y serenatas. "·Piango, gemo" es dramática e intensa  y fue admirablemente dada por Musso y los instrumentistas. Si bien la serenata es generalmente más aplicable a las instrumentales, también las hay vocales y suelen ser óperas breves o cantatas celebratorias, como "Gloria e Imeneo" (pero también escribió Vivaldi, y hay grabaciones,  óperas breves, en "La Senna festeggiante" y "La ninfa ed il pastore"). Musso brilló en la coloratura del aria, y así, pese a que Videla pidió no aplaudir  hasta el final del concierto, hubo aplausos, y él los permitió como justo premio a la artista.

            Me resultó una sorpresa la calidad de una Ciaccona en La mayor de Johann Schmelzer (1620-80), compositor de la corte de Viena; muchas piezas suyas han sido grabadas. Tocada con gran refinamiento por Ciancio en un arpa pequeña de exquisito sonido, fue un placer auditivo especial.

            Por último, "Folle è ben che si crede ("Es loco el que se cree") y "Sentirete una canzonetta", de Tarquinio Mérula (1595-1665), de quien hay muchas piezas grabadas, vocales e instrumentales. Las que escuchamos son parte de "Curtio precipitato et altri capricci, libro secondo"; madrigales a una voz, op.13, publicados en 1638. No son habituales los madrigales a una voz con  instrumentos; además, a éstos se los llama "caprichos". Fueron grabados por Montserrat Figueras con el grupo instrumental de Jordi Savall.  Tal como los cantó Musso, sonaron a cantos populares  divertidos con algún toque picaresco y liviano; un simpático fin de fiesta para un concierto poco común. Pese a que los textos se refieren a enamorados cuya dama los hace sufrir, el tono es alegre y rápido. Es que son "caprici" para ser tomados "cum grano salis", como las "frottole" del siglo anterior.  Lo que no entiendo es la relación con Venecia, ya que el compositor era de Cremona, donde tuvo cargos, y también trabajó en Bergamo, Florencia, Bologna y Varsovia; el Grove no indica la ciudad de los canales.

            Vale agregar que Massun Sovic tocó el violoncelo barroco con limpia técnica y expresiva musicalidad, y que los comentarios de Videla fueron informativos y sintéticos.

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            El otro concierto estuvo fuera del abono y se llevó a cabo en el Santuario de Jesús Sacramentado (imponente edificio de reverberación algo molesta) el 11 de junio. Se trató del Collegium Iuvenum Knabenchor Stuttgart, un coro ecuménico de niños varones con sede en la Catedral de Stuttgart, que conserva su independencia confesional e institucional. Fundado en 1989, su objetivo es continuar la tradición de más de 800 años de los renombrados coros de niños europeos para garantizar la transmisión cultural de la música coral sacra.  El coro se destaca por la gran amplitud de su repertorio. Organizado como escuela coral, actualmente cuenta con unos 190 cantantes. Los varones comienzan a cinco años con educación musical temprana y luego de atravesar varias etapas llegan al coro de concierto. Después del cambio de voz muchos regresan para cantar en el coro de hombres y siguen siendo cantantes activos hasta los 25 años (o sea que es un coro con las cuatro voces de un coro mixto). Se estimula que capten el espíritu de la obra y asimilarla a nivel emocional. Desde 2013 los conduce Michael Chulo. Al coro lo sostiene la Asociación de fomento Collegium Iuvenum Stuttgart, que cubre parte de los gastos de enseñanza, los conciertos, los viajes, las salas de ensayo y la administración. Gracias al compromiso de miembros del coro, padres y amigos, y al apoyo del Estado Federal de Baden-Württemberg, cuya capital es Stuttgart, el coro logró un standard musical y artístico de primer nivel. Realizaron giras por muchos países europeos, Canadá y Estados Unidos, y ahora llegó  a Buenos Aires. Ofrecieron un programa similar para el Mozarteum en los Conciertos de Mediodía en el CC ex Correo. Tal como lo vimos, fue un coro mediano, de unas 40 voces.

            Chulo (extraño apellido; me intriga el origen) estudió música eclesiástica, canto y pedagogía en Rothenburg y Tübingen. Además estudió órgano con Michel Chapuis, dirección coral con Eric Ericson, clave y bajo continuo con Carsten Lorenz. Obtuvo numerosos premios en concursos de órgano, dirección y composición. Trabajó en la Catedral de Rothenburg, la Stiftskirche de Stuttgart y otras iglesias de Baden-Württemberg. Fue consejero musical del coro que ahora lidera, y  Cantor en Nürtingen, cerca de Stuttgart. Ha dirigido la Orquesta de Cámara de Heilbronn y la Orquesta barroca L´arpa festante.  Todos estos datos están en el programa.           

            Entraron y salieron  cantando un himno no identificado. El programa no siguió una cronología sino que alternó siglos XX/XXI con compositores barrocos y del siglo XIX. Y de manera algo desconcertante a veces Chulo respondió al aplauso y saludó y otras no se inmutó. No hubo comentarios de Videla ni de las obras. Las 16 piezas fueron breves.

            Johann Baptist Hilber (1891-1973) fue un compositor prolífico de música sacra netamente tonal; también escribió música para piano o piano y violín y un par de conciertos. Tiene al menos un disco de música coral. Aquí no es conocido. "Veni Creator Spiritus" permitió aquilatar su buena técnica y tener un primer contacto programado (aunque ya el canto de entrada había sido grato) con el Coro, de voces frescas y bien seleccionadas y una impecable afinación. Benjamin Britten ha compuesto muchísima música vocal profana y sacra, varias de ellas memorables. "Deus in adjutorium meum intende" ("Dios, dígnate librarme"), sobre el Salmo 70, es música intensa, de armonía compleja; el coro respondió con disciplina y calidad. Urmas Sisask (no Urman Sisak, como figuraba en el programa)  realizó con armonía moderna una versión expresiva del "Laudate Dominum" (Salmo 117); estuvo  bien cantada. Se trata de un compositor estonio nacido en 1960 muy influenciado por la astrología y por su condición de ferviente católico. Tiene toda una serie de obras sobre los planetas, pero además escribió seis misas y muchas piezas religiosas donde tuvo muy en cuenta la tradición.

            Siguieron tres piezas de importantes autores. Felix Mendelssohn escribió por supuesto un gran oratorio como "Elías" pero también muchos salmos, nobles y expresivos, de un romanticismo contenido; el salmo 100, "Jauchzet dem Herrn, alle Welt" ("Cantad al señor, todos los pueblos"), es alegre y brillante, sin exageración. Andreas Hammerschmidt (1612-75) está, según Blom en Grove, entre los creadores alemanes más positivos en la transición entre Schütz y Johann Sebastian Bach, con una amplia producción sacra y profana: "Schaffe in mir, Gott, ein reines Herz" ("Crea en mí, Dios, un puro corazón") es el Salmo Nº 51; forma parte de su op.16, "Sechsstimmige Fest- und Zeit-Andachten" ("Actividades religiosas a 6 voces para Festividades y Fechas"), nada menos que 38 piezas en estilo de motete. Aunque nació en Bohemia, la Guerra de Treinta Años lo llevó a vivir y tener cargos en Sajonia (Freiberg y Zittau). Escribió unas 400 piezas y fue exitoso en toda Alemania del Norte. Mi catálogo de CDs del año 2000 registra pocas grabaciones; algunas se agregaron en los siguientes diez años pero son todavía escasas.  La obra que cantaron me resultó atrayente, con influencia del Schütz de primera época y por ende del estilo italiano, y estuvo cantada con calidad. Anton Bruckner es para el público el autor de sorprendentes sinfonías, pero también lo fue de tres grandes misas y muchos motetes admirables. Entre ellos, "Locus iste" ("Este lugar"): "Dios convirtió este lugar en un sacramento inestimable", música de profunda unción religiosa  cantada con ajuste y calidez.

            Y llegamos al gran Heinrich Schütz (1585-1672) en su "Magnificat alemán", SWV 426, sobre Lucas 1, 46: "Mi alma engrandece al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha considerado la humildad de su sierva". Y también "Also hat Gott die Welt geliebt" ("De tal modo amó Dios al mundo"), SWV 380 (Juan 3, 16). Su magnífica primera etapa estuvo marcada por sus dos visitas a la Venecia de los Gabrieli en 1609-12 y de Monteverdi en 1628-30, pero luego se inició la Guerra de los Treinta Años y desde entonces hasta su muerte ya no volvería al Sur. Estas influencias venecianas asociadas a sus tempranos estudios alemanes de contrapunto produjeron una simbiosis personalísima reflejada en sus admirables "Symphoniae sacrae". Apenas un año antes había creado "Dafne", la primera ópera alemana, basada en la escuela florentina de Jacopo Peri aunque presumiblemente más desarrollada; desgraciadamente se perdió, y así la llegada de la ópera a Alemania se postergó durante décadas; se había estrenado, pero no apareció ninguna copia. Pese a las vicisitudes de la Guerra, Schütz siguió componiendo, pero volviendo a la tradición alemana. La "Geistliche Chormusik" ("Música coral sacra") de 1648 es, nos dice el especialista Anthony Lewis, "una espléndida declaración de fe en la  validez continuada del método contrapuntístico". Sus 29 motetes están divididos en tres series; la primera, del Nº 1 al 12, está escrita a 5 voces; de ella escuchamos la última, más arriba especificada. En sus últimos años, pese a una gradual sordera, siguió componiendo obras austeras y bellas; a los 86 años nos legó su "Magnificat alemán" a 8 voces. No tengo grabación ni partitura; supongo (aunque el programa no lo dice) que sólo escuchamos un fragmento del bien conocido texto (ya lo reproduje). Esos pocos minutos a doble coro me dejaron muy impresionado. En cuanto a "Also hat Gott die Welt geliebt", a 5 voces, en ella un compositor más joven da clara muestra de su maestría. Y la sólida técnica del director Chulo así como la concentrada colaboración de niños y adultos nos permitió gozar de esta música del mayor compositor alemán del siglo XVII. Este sector terminó con otro motete de Mendelssohn: "Herr, nun lässest du deiner Diener in Frieden fahren" ("Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz" ), Lucas 2, 29-32. Es abundante su producción sacra, en latín, inglés y alemán. Este fragmento sobre la Pasión según San Lucas es un ejemplo más de inspiración sincera y atrayente.

            En lo que sigue el Coro cantó a cuatro compositores de tres países. No conocía a Bob Chilcott, nacido en 1955; su "God so loved the World" (Juan 3,16), usa el mismo texto que comenté de la obra de Schütz, pero en inglés. Su estilo, bien tonal, podría haber sido escrito hace más de un siglo, pero la pieza me resultó grata y fue cantada con un solista, un niño soprano rubio, de muy bella voz y bien afinado. En mi catálogo de CDs figura como Robert Chilcott, inglés. Fue coreuta muchos años en King´s College, Cambridge, como tenor, y recién a los 42 años empezó a componer, en general pequeñas piezas, muchas de ellas dedicadas a los niños; más tarde  escribió obras grandes, como el Requiem y la Pasión según San Juan. Maurice Duruflé (1902-86) es conocido aquí por su atrayente "Requiem", sereno como el de Fauré pero con giros armónicos más avanzados. "Notre Père" es sencillamente el Padre nuestro, escrito ya septuagenario. Para mí es nombre nuevo Carl Gottlieb Reissinger (1798-1859); sucedió a Weber como Director de la Ópera Alemana de Dresden", para la que compuso varias óperas, entre ellas…¡"Turandot"! pero también compuso música de cámara, misas y otra música sacra, como "Veni Sancte Spiritus", elegida por Chulo; música agradable, sin más. Charles Stanford (1852-1924) es en cambio, un importante compositor irlandés; junto con Sullivan y Parry, representan un trío de buenos creadores tras un hiato bastante asombroso de unos 70 años de mediocre producción (salvo las óperas de Wallace) en un país que tuvo relevancia ya desde el siglo XV y hasta el final del XVIII. La producción de Stanford  es inmensa en todas las categorías. En música sacra, además de "Services", Misas, Requiem, Stabat Mater, Te Deum, numerosas Anthems (antífonas) y motetes. Hay un error en el programa; "Beati quorum via integra est" ("Dichosos los que van por camino perfecto"), salmo 119, no es op.38 sino op.51 Nº3, de "Tres motetes para coro", 1905; el op.38 es el Anthem "The Lord is my shepherd". El motete es muy atrayente y fue cantado en razonable inglés por el coro.

            En las últimas tres piezas retornó Duruflé con "Ubi caritas et amor" ("Donde hay caridad y amor, hay Dios"), música fina y recatada. No encontré a Franz Josef Schütky (1817-93) ni en Grove ni en el catálogo de CDs pero sí en Google: era suizo y compuso música eclesiástica. "Emitte Spiritum" ("Envía tu espíritu") es un gradual para el Domingo de Pentecostés y termina con un Alleluia; me resultó bien hecho y cantado con entusiasmo. Por último, "Abendlied" ("Canción del atardecer") utiliza un texto de Lucas 24-29: "Permanece con nosotros porque atardece y el día ha declinado". La música es de Josef Gabriel Rheinberger (1839-1901), el único compositor nacido en Liechtenstein que conozco (atravesé ese pequeño país en pocos minutos). El "Abendlied" es el 3º de los "Drei Geistliche Gesänge" ("Tres cantos espirituales") y  tiene un estilo romántico  y melódico. Y allí terminó el concierto, porque no se cantó algo que me intrigó, ya que nada tenía que ver con lo sacro: un arreglo por un señor Siegfried Bauer del "Poema a una pequeña rosa del prado" de Goethe y que resultó ser el texto de la famosa "Heidenröslein" de Schubert. Y salieron como entraron con el mismo canto. Mi impresión final: un coro bien adiestrado en donde las mejores voces son las de los niños soprano, un director serio pero sin carisma, un repertorio excesivamente mezclado pero con cosas interesantes.

Pablo Bardin


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