miércoles, agosto 07, 2019

FESTIVAL BARENBOIM. CONFERENCIA DE PRENSA Y SONATAS DE BEETHOVEN

            Desde 2014 los Festivales Barenboim se han convertido en una etapa muy esperada año tras año, como lo eran los Festivales Argerich antes de que fuese maltratada por la Filarmónica y no volviera al país durante varios años. No volvieron los Festivales Argerich pero ella se fue acercando a Argentina en las provincias. Por otra parte, hubo un reencuentro entre Barenboim y Argerich y ella participó en varios Festivales de Barenboim, tocando con él a dos pianos y a piano a cuatro manos, como habían hecho en Berlín. Junto con esta amistad renovada, los dos más grandes intérpretes argentinos, de enorme carrera internacional, demostraron tener nostalgia por su país de origen y tuvieron un apoyo formidable del público. Ella el año pasado no pudo coincidir con las fechas de Barenboim pero hizo un minifestival propio en el CC ex Correo. Este año están juntos en el mismo ámbito, pero ella también tocará en el Colón, como antes lo hizo con Barenboim. Ni ella ni él volvieron a actuar con orquestas del Colón. Es una lástima que desde el año pasado Barenboim se haya desligado del Mozarteum Argentino, que lo había promovido intensamente durante décadas.

            Barenboim siempre fue un músico pensante, interesado no sólo en la música sino en el devenir del mundo y en particular Israel y Palestina, en lo que influyó su gran amistad con el palestino Edward Said. Por eso fundó la WEDO (West.Eastern Divan Orchestra) hace ya dos décadas, en la que israelíes y palestinos tocan juntos. Es una orquesta que se reúne sólo algunas semanas por año y que tras intensivos ensayos hace giras; pero esto cuando Barenboim consideró que su nivel era internacional. Va cambiando su integración año tras año y a veces tiene músicos que son ni israelíes ni palestinos. Aquí demostró su calidad en obras muy difíciles de Boulez, Berg (Tres piezas) o Schönberg ("Peleas y Melisenda"). Sin embargo, su nivel de calidad es el de muchas en el mundo, ya que la eficiencia ha aumentado mucho y hay cantidad de orquestas que dan gran placer auditivo. Con todo, las hay excepcionales, como la Sinfónica de Londres o la otra orquesta de Barenboim con la cual trabaja mucho más tiempo: la Staatskapelle Berlin, tanto orquesta de foso como de concierto. Y el año pasado fue contundente al respecto: por única vez Barenboim ocupó el foso del Colón y dirigió "Tristán e Isolda" escenificado (había hecho el Acto 2º pero en versión de concierto) y el resultado orquestal fue de apabullante grandeza. Pero quiso hacer los conciertos en la Ballena porque le había gustado la acústica, y allí hizo las sinfonías de Brahms y un extraordinario concierto con las "Imágenes" de Debussy y "La Consagración de la Primavera" de Stravinsky. La foto en la Plaza Lavalle con Alcaraz, Avelluto y Lombardi fue la síntesis de lo que pasó ese año, para mí el mejor de los Festivales Barenboim.

 

CONFERENCIA DE PRENSA

 

            Tuvo lugar el lunes 22 de julio a las 12,20 (estaba anunciada a las 12) en el Salón de Honor, en el Segundo piso del CC ex Correo. Estuvieron Barenboim y Lombardi, pero también Roni Mann, israelí, y Sa´ed Atshan, palestino. A sala llena, por supuesto. El festival se llama Música y reflexión y se desarrolla entre el 23 de julio y el 8 de agosto, en el CC ex Correo, salvo un concierto gratis en Tecnópolis. No es un abono; los conciertos son 8, todos en la Ballena, y por cierto no son gratis (única excepción este año en esa sala), gracias a lo cual se tienen asientos numerados. Las figuras nuevas son el tenor Rolando Villazón y la violinista Anne-Sophie Mutter (el primero debuta aquí, Mutter retorna). Hasta último momento no se supieron los programas exactos. Las charlas son cinco, entre el 25 de julio y el 8 de agosto; son gratis con reserva en www.cck.gob.ar desde una semana antes del evento, pero no aclaran dónde; presumo que en el Salón de Honor. Habrá ensayos abiertos y gratuitos que también deben reservarse; y el concierto de Tecnópolis será por orden de llegada.

            Primero habló Hernán Lombardi y anunció que por sugerencia de Barenboim la Sala Sinfónica (que yo llamo la Ballena) se llamará Auditorio Nacional, lo que me parece plausible (aunque el edificio total no cambiará su discutido apelativo). Luego expresó su alegría por albergar el Festival Barenboim y se explayó sobre su contenido. Me llamó poderosamente la atención que ni él ni Barenboim ni en las dos entrevistas publicadas en INFOBAE y La Nación se mencione que el año pasado los conciertos se hicieron en la Ballena.

            Luego habló Barenboim  y tras una extensa exposición contestó preguntas. Hubo una breve intervención en castellano de Roni Mann. Lo que sigue es una extrema síntesis. Barenboim recordando a Said citó una frase de éste: "un especialista  es alguien que sabe más y más sobre menos y menos". La Barenboim-Said Akademie en Berlín no sólo enseña música a los talentosos músicos de Medio Oriente  sino también humanidades; más de 90 estudiantes en una carrera de 4 años. Definición de Barenboim: justicia para los palestinos y seguridad para los israelíes; sin esto no habrá paz. En este Festival, si bien hubo encuentros de reflexión en anteriores Festivales, expande estos encuentros; en efecto, hay cinco; además de Barenboim, Mann y Atshan, intervendrán Villazón y Mutter en variados temas; judíos y palestinos, la música en la existencia humana, ópera, literatura, el intérprete. Recordó sus encuentros con Felipe González. Antes, presentando a Mann y Atshan, dijo: ella es israelí en contra de su gobierno, él es palestino en contra del suyo; yo estoy en contra de los dos (coincido). "Se sientan en el WEDO  un palestino y un israelí uno al lado del otro; después de horas de trabajo conjunto el enemigo tiene otra cara. La cosas han desmejorado; ahora sería imposible un concierto como el que dimos en Ramallah". Han agregado a la WEDO a iraníes y turcos. "En Argentina se aceptan identidades múltiples: no hay otra ciudad donde esto existe y desde hace muchas décadas; su comunidad es la tercera en el mundo después de Estados Unidos y Rusia" (confieso que lo de Rusia me extrañó, teniendo en cuenta los tremendos pogromos del final del siglo XIX y principios del XX y el hecho real que hubo un gran exilio de judíos rusos a la Filarmónica de Israel en recientes décadas). "La música necesita disciplina y pasión permanentes. Los niños desde el jardín de infantes deben tener música" (nunca dijo qué tipo de música).

            Sección preguntas. Boris: "aquí cayó mucho el público" (aunque depende de para qué: "La Bohème" o Barenboim llenan la sala; y también de cómo anda la economía). Barenboim: es mundial: hay demasiado marketing; los chicos deben tener música en las escuelas. Muy pocos políticos saben de música; la llaman elitista y cortan el presupuesto" (por cierto aplicable a la Argentina y sobre todo a Buenos Aires, ciudad y provincia: Lombardi no le da a la Sinfónica Nacional condiciones adecuadas de trabajo, Avelluto tampoco; y Vidal  recorta el dinero para el Teatro Argentino). "Se habla de globalización; yo prefiero llamarlo universalismo. La tolerancia, dijo Goethe, es un insulto; debe haber respeto" (mutuo, agrego; y debe merecerse). Frase de Felipe González: "menos mal que es Medio Oriente, imaginen si fuese entero…" "Entender la música es buscar las conexiones y el contrapunto (unidad de elementos contrarios). Le preguntaron sobre el tango (se recordará que tocó y dirigió tangos aquí); "me encanta y suelen decir grandes verdades; Merello cantaba tangos reos, como ese que decía: "si tengo el morfi diario, qué me importa el diccionario" (qué duda cabe que hoy muchos pueden decir lo mismo, como lo pensaron en el pasado). Le preguntaron sobre 2020: el Festival va a ser más breve pero tendrá algo importantísimo: a sugerencia de la propia Filarmónica de Viena, tras hacer un minifestival Mahler en otras ciudades las traerá a Buenos Aires: Nos. 5, 7 y 9 (entusiasmante, pero qué lástima que no trae la Sexta, mucho más valiosa que la Séptima, que la hizo aquí estupendamente con la que es técnicamente la mejor orquesta del mundo; la Sinfónica de Chicago en su única visita; Barenboim fue el sucesor de Solti). Y como ya hizo muchas sonatas beethovenianas, traerá algo nuevo para él que le insumirá mucho estudio: las Variaciones Diabelli. No estará la WEDO porque ya vienen los vieneses y sobre todo porque tiene un proyecto que le fascina: llevar la WEDO a varias ciudades del África negra; un concierto y una visita a escuelas en cada una. Mi conclusión general: el Barenboim actual es tan músico como siempre pero más humanista que nunca. Olvidaba decir: Barenboim se refirió a Alcaraz así: "la Directora del Colón (¿cómo se llama?) dijo que yo era caro: nunca cobré un peso por venir con la WEDO; no se puede ser más barato"; y que para 2020 "no hay fechas"; "si no las hay, no las hay". (Aunque debo recalcar que el año pasado era la Staatskapelle y sí era cara la orquesta y caro Barenboim).

 

SONATAS DE BEETHOVEN

 

            Cuando Barenboim hacía su Festival en el Colón importaba relativamente poco qué pasaba en otras salas; este año por primera vez hay tal aglomeración de cosas atrayentes que decidir es todo un problema para el público y en especial para el crítico. Barenboim empieza el Festival con tres fechas de sonatas de Beethoven; sólo pude asistir a la primera, el 23 de julio; el 26 decidí ir al Gran Abono de "Ariadne auf Naxos" de Strauss en el Colón; y el 28, a la Filarmónica de Israel dirigida por el gran amigo de Barenboim, Zubin Mehta, involuntarios rivales en este caso. Es muy significativo que Barenboim ha mantenido el mismo orden en las sonatas desde que realizó el primer ciclo completo a sus increíbles 18 años; denota una madurez temprana. Tuve ocasión de presenciar una de las sesiones de la integral en Londres en mayo 1967: las Sonatas Nos. 7, 21, 27; esto fue en la sala intermedia del.Southbank Centre, el Queen Elizabeth Hall. Pasaron muchos años hasta la integral en el Colón: Barenboim daba dos sesiones de sonatas diferentes para el Mozarteum; cuando llegó sintió ganas de hacer toda la serie y llegó a un acuerdo con la Municipalidad para completarlas; escribí al respecto en el Buenos Aires Herald; era mi quinta integral después de Gulda, dos de Richter-Haaser y una de Buchbinder; sólo pude presenciar parte de la de Martha Nogueira. Todas fueron interesantes, especialmente la de Gulda, pero la de Barenboim tuvo algo más: un exhaustivo análisis de la forma, del fraseo y del significado profundo de cada obra.   Conviven en Barenboim dos personalidades: el pianista y el director de orquesta; y se agrega el humanismo, el escritor. Es un "workaholic" (obsesionado con el trabajo) y tiene la inmensa facultad de no sentir stress delante del público; al contrario, es cuando está más cómodo. Pero creo que en años recientes es cada vez más un director que toca el piano, y es tan seguro de sí mismo que piensa que obras conocidas y trabajadas tantas veces (él dijo que tocó la integral entre 25 y 30 veces) no necesitan ser revisadas; esto puede ser cierto con respecto a cómo las tiene pensadas, pero no en cuanto al rendimiento de los dedos. Creo que fue Rubinstein quien dijo: "si no practico un día, yo me doy cuenta; si no lo hago en 3 días, mis amigos se dan cuenta; si no toco en una semana, todos se dan cuenta". Y recuerdo una frase de Gelber: "un pianista sólo puede tomarse vacaciones breves de una semana, al volver necesita dos semanas para practicar;  sólo entonces puede dar un concierto". Hace bastantes años Barenboim dio una clase magistral en el Colón: durante una hora entera el adolescente Iván Rutkauskas, ya entonces un buen pianista, no pudo pasar de la primera página de la Sonata "Patética": a tal extremo desmenuzaba Barenboim los fraseos, y eso lo hace un director. Hay aquí un problema: un fortissimo de orquesta no es el de un piano, ni Beethoven es Stravinsky. Hace unas semanas ví por TV algo memorable: la versión para piano a 4 manos de "La consagración de la Primavera" por Barenboim (Primo) y Argerich (Secondo); esto sí que no sólo Argerich, también Barenboim, lo habían estudiado concienzudamente; no se podía creer la energía de estos septuagenarios. Y a medida que fui escuchando el concierto que comento de sonatas beethovenianas, me convencí que los equilibrios dinámicos de cuando hizo la integral en el Colón ya no estaban: sí los pianissimi, pero los fortissimi parecían atacarse con los ffff de Tchaikovsky en sus sinfonías, no en un piano beethoveniano, sobre todo en la Sonata Nº 5, en do menor, op.10 Nº1. Si bien es la más avanzada de las primeras cinco, sobre todo en el primer movimiento y en ciertas armonías del movimiento lento, todavía no le llega a la famosa Octava. Conviene aclarar aquí que esta vez no trajo su "·piano Barenboim" sino su Steinway. Durante esta Sonata hubo pocos errores y fue muy refinado el largo movimiento lento, donde supo hacer notar la extrema sensibilidad del Beethoven joven, pero ya se notó alguna nota omitida o pequeño desliz; no hay que olvidar que el tercer movimiento es arduo, ya que tiene la marcación más rápida posible: Prestissimo. La Sonata N 11, en si bemol mayor, op.22, se toca raramente; es extensa (cuatro movimientos) y tiene muchas sutilezas y dificultades; si bien no resulta tan dramática como otras, sí tiene muchos avances rítmicos y armónicos con respecto a su época. De vuelta el Adagio con molta espressione fue lo mejor, con una delicadeza atrayente; en los otros movimientos se empezó a sentir, en aquellos pasajes en donde se acumulaban semicorcheas rápidas, cierta dejadez en cuanto a articulación precisa de cada nota y algunos furcios; dio la sensación de que faltó ponerse más en dedos; o sea, más trabajo mecánico. Sin embargo, asomaban transiciones y fraseos muy inteligentes, como alter ego del compositor que iba encontrando maneras nuevas de inventar música.

            Yo, como tantos otros, estudié las "sonatas fáciles" en mi adolescencia; es un placer escucharlas bien tocadas y no "chapurreadas", como me salía. Son la Nº 19, en sol menor, op.49 Nº 1, y la Nº 20, en Sol mayor, op.49 Nº 2 (la del célebre Minué que mis nenas conocían porque lo cantaban Los Parchís…). Por supuesto, Barenboim las tocó con el mismo conocimiento y análisis que siempre aplica, y en este caso sin problemas mecánicos, pero me extrañó que no respetara la doble barra en un movimiento y sobre todo que salteara un extenso pasaje en el Minué; ¿porqué? ¿Hubo un motivo o una laguna?

            Pero donde el aspecto mecánico fue muy evidente fue en la más famosa de las sonatas beethovenianas (y de las más difíciles): la Nº 23, en fa menor, op.57, "Appassionata". Como era de esperar, fue excelente el movimiento lento, sensible y expresivo. Pero tanto en el primero como en el tercero el aspecto mecánico tuvo problemas serios; el concepto era satisfactorio pero los dedos con frecuencia no fueron exactos. Estaba la garra, era "appassionato"; sin embargo, si bien es cierto que no hay que desvincular la razón y la emoción, es igualmente cierto que eso funciona si la mecánica está bien aceitada, y eso es trabajo. Creo que Barenboim en la actualidad es mucho más director que pianista y eso se nota; es un gran pianista cuando le dedica trabajo, no lo es tanto cuanto faltan horas dedicadas al piano. Por eso la versión 2019 fue inferior a la de la integral que en su momento escuchamos, mucho más exacta y sin fortissimi de cuatro efes. Es hora de que  desconfíe de sí mismo; recuerdo un Trío de Tchaikovsky claramente inferior a aquello de lo que Barenboim es capaz.

            No hubo piezas fuera de programa, sino una breve ceremonia con Lombardi en la que se mostró la placa con el nuevo nombre de la Sala sinfónica, Auditorio Nacional.  La adoptaré en vez de la Ballena.

            El 26 de julio  Barenboim tocó las sonatas Nos. 2, 17, 10 y 26; el 28, las sonatas Nos. 9, 4, 22 y 32. Saltearé los dos conciertos con la WEDO el 31 de Julio y 1º de Agosto, todo Beeethoven: Obertura de "Egmont", Concierto para violín y Sinfonía Nº 7 (escucharé esta última en el concierto de despedida). Estaré el 2 de agosto para el recital de Villazón con Barenboim con canciones en castellano.

Pablo Bardin


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