Hace unas semanas me referí a dos entrevistas que hizo La Nación: una con Paloma Herrera, donde explicó los motivos de su renuncia al puesto de Dirección del Ballet, y otra con Mario Galizzi, que tomó la dirección. Poco después renunció María Victoria Alcaraz y la sustituyó Jorge Telerman; esto también fue objeto de otro escrito mío. "Giselle" siempre fue el personaje favorito de Herrera y lo bailó en el Colón. Con total confianza en el cariño del público con este ballet, se armaron 10 funciones. Hubo 2 con artistas extranjeros: Natalia Osipova, rusa del Royal Ballet de Londres, y como Albrecht, Isaac Hernández, del English National Ballet. Al saber la renuncia de Herrera, Osipova confirmó que vendría pero Hernández se solidarizó con Herrera y renunció. Luego fue anunciado el ruso Vladimnir Shklyarov, sin darse cuenta de que es del Ballet Maryinsky, apoyado por Putin. Finalmente Albrecht fue Daniel Camargo. Otro cambio fue el de la dirección de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires: en vez de venir Tara Simoncic, fue reemplazada por el español Manuel Coves. Herrera eligió la coreografía de Gustavo Mollajoli, notable bailarín y coreógrafo argentino (1935-2019). Volvió la magnífica escenografía y el vestuario impecable de Nicolás Benois, respetando plenamente la ambientación de 1840 de la obra, con la música romántica de Adolphe Adam (1841). Iluminación del veterano Rubén Conde. Dice el programa anual del Colón: "Mollajoli restituyó en 1984 los movimientos originales de Jean Coralli y Jules Perrot, los tratados de Petipa y realizó aportes contemporáneos respetuosos del estilo francés". Cabe agregar que en el Primer Acto se añade un Pas-de-Paysan con música intercalada de Friedrich Burgmüller (no Burgüller como figura en el programa). Tres artistas colaboraron para depurar el resultado del ballet: Loipa Araújo (Maestra invitada) y dos especialistas en la reposición coreográfica: Martín Miranda y Néstor Asaff. En las funciones del 6 y del 19 la notable Nadia Muzyca se despidió del Colón.
Parejas protagónicas: Macarena Giménez y Juan Pablo Ledo (5, 9 y 13 de abril), muy bien recibidas en La Nación y Clarín; Camila Bocca y Gerardo Wyss (8 y 16 de abril); Bocca y Nahuel Prozzi (12 de abril); y 8 y 19 de abril, Muzyca y Federico Fernández.
La función que comento tuvo lugar el 14 de abril; fue un éxito descomunal, con el teatro atiborrado de platea a Paraíso, salvo las zonas desde las cuales no se ve nada de la danza. Tuve un buen lugar que agradezco, en fila 7. En La Nación salió una entrevista a Osipova realizada por Laura Chertkoff. Mencionaré algunos fragmentos. "El ambiente y la compañía son muy lindos. Me siento feliz de estar acá". "Vine en 2011 para una Gala Internacional de Ballet, por un día o dos, pero no pude conocer nada de la ciudad". "Tengo una lista enorme de lugares para recorrer". "Entre la función del jueves y la del domingo aprovecharé esos 2 días libres. Simplemente salir a caminar. Me impresionó Buenos Aires como una ciudad muy grande, las calles son muy anchas". Chertkoff (Ch): "¿Cómo es el trabajo con tu partenaire, el bailarín brasileño Daniel Camargo?". Osipova (Os): "Fue un encuentro muy bueno. Siento que todo va a salir muy bien. Nunca habíamos bailado juntos y es la primera vez que nos vemos, pero hubo buena conexión. Ch: "En noviembre hiciste ´Giselle´ con el Royal Ballet en Londres. ¿Cómo encontrás la versión de Mollajoli?" Os: "Me impresionó que el escenario del Colón sea tan grande. ¡Son muchos metros! ¡Y hay mucha gente! La versión de Sir Peter Wright tiene menos cuerpo de baile. El público está mucho más cerca". Ch: "¿Cuáles son los desafíos en esos climas de los 2 actos?" Os: "El primer acto está lleno de vida y es más teatral, requiere un código más actoral. En el segundo acto G es un espíritu y requiere un lenguaje más técnico, más visual, más plástico. No tiene que sobrar nada". "En Londres hace casi 10 años que estoy allí y lo siento como mi casa. El mes próximo tendré pasaporte británico". Ch: "¿Cómo es tu relación con Marianela Núñez, la argentina que también es principal en el Royal?" Os: "Muy buena. Hace poco estuve enferma de Covid por segunda vez y Marianela me reemplazó con mucho amor. Ahora me siento bien pero tomo vitaminas". En cuanto a la guerra de Rusia con Ucrania: "Yo no estoy de acuerdo con la política de Rusia. Polonia no invita a los artistas rusos. Pero ya pertenezco a otro mundo y estoy en Londres. El mes pasado en el Royal Ballet hicimos ´El lago de los cisnes´; justo antes de abrir el telón habían tocado el himno ucraniano. Bailando me sentí abrazada con amor por el público. Y entendí que no importa el contexto de conflicto: el arte es arte". Dos datos para cerrar: tiene 35 años y está casada con un coreógrafo.
"Giselle" es muy conocida, pero no está de más citar algunas frases de Laura Falcoff en el programa. Théophile Gautier, famoso poeta, "había encontrado en la colección de ensayos ´De la Alemania´, de Heinrich Heine, un motivo muy apropiado para el argumento de un ballet: espíritus femeninos llamados Willis que bailan hasta la extenuación. Gautier no tenía experiencia en escribir libretos y buscó la colaboración de Vernoy de Saint-Georges, con el que dio forma a la ´Giselle´ que conocemos: un primer acto que muestra la vida idealizada de una aldea rural y Giselle, cuyo deseo inagotable de bailar es amenazado por su salud frágil". Pero debe añadirse su amor por Albrecht; ella no sabe que es Duque de Silesia y al verlo en relación con Bathilde, prometida de Albrecht, Giselle se vuelve loca y muere. "Un segundo acto ubicado en un mundo sobrenatural; allí viven las Willis, espíritus de muchachas que murieron abandonadas por sus enamorados antes de la boda". No está de más agregar que la primera ópera de Puccini es precisamente "Le Villi". Y que Giselle en el Segundo Acto es Willi. Falcoff con buena razón menciona a dos grandes Giselles: la primera, Carlotta Grisi; y en el siglo XX, Carla Fracci. En cuanto a la música, Adolphe Adam fue prolífico (40 óperas, unos 15 ballets) y exitoso, pero "Giselle" fue la obra suya que llega hasta nuestros días. Es música grata aunque repetitiva y que se presta muy naturalmente al baile.
Primer Acto. Estamos en Turingia y en el Medioevo. Al principio Giselle, que tiene gran gusto por la danza, es reprimida por su madre Berthe, que la sabe débil y teme un ataque al corazón. Pero interesado por la belleza de Giselle, "Albrecht se hace pasar por Loys, un apuesto aldeano llegado a la vendimia"; baila con ella, que pronto se enamora de él. "Hilarión, el guarda cotos profundamente enamorado de Giselle, sospecha de Albrecht". Se intercala un Pas de deux bastante extenso de Johann Friedrich Burgmüller, festejando la vendimia y llamado pas-de-paysan. Lo bailaron en esta función dos talentosos artistas, Camila Bocca y Maximiliano Iglesias. Hilarión descubrió la espada de Albrecht y toca con el corno el tema de Curlandia; es contestado y viene gente de la corte; la Princesa de Curlandia, Bathilde, es la novia de Albrecht, que a su vez es Duque de Silesia. La interpretó con gracia Natalia Saraceno. Al principio Bathilde y Giselle se tienen simpatía, ya que ambas ignoran que están enamoradas del mismo hombre. Pero Hilarión encontró la espada de Albrecht y demuestra que el Duque de Silesia las engaña; Albrecht sale de escena con Bathilde. Giselle, que poco antes había sido elegida reina de la Vendimia, se vuelve loca y tras una danza desesperada, muere. Como creía su madre, será Willi. Hilarión fue interpretado con destreza por Dalmiro Astesiano. Los dos principales fueron de gran calidad; Osipova desplegó una gran técnica, tan segura como expresiva, y Daniel Camargo, alto y de sólida formación, fue un partenaire muy adecuado. Los cuerpos de baile impresionaron muy bien, bailando con coordinación, firmeza y buen gusto. Manuel Coves, con la concentrada colaboración de la Filarmónica de Buenos Aires, demostró conocer muy bien la obra; tiene mucha experiencia en España en ballet, ópera y zarzuela.
ACTO II. Es de noche. Llega Hilarión para visitar la tumba de Giselle (bien a la izquierda), ya que su amor es auténtico; pero aparentemente no conoce que allí a medianoche aparecen las Willis. Todas las Willis bailan con bellos trajes blancos. Myrtha, su reina, baila una extensa pieza muy elegante; Paula Cassano le dio relieve con su cuerpo alto y sus movimientos estilizados. Luego descubren a Hilarión y le obligarán a danzar hasta que cae exhausto y muerto. Muy hábil la coreografía en esta escena, haciendo que una y otra vez parezca que podrá salvarse pero las Willis logran rodearlo con música intensa y rápida. Pequeño interludio antes de que llegue Albrecht, que fiel a su verdadero sentimiento aparece "buscando la tumba de Giselle para suplicar su perdón". Ella, que antes no había participado del triste final de Hilarión, aparece cruzando velozmente la escena. Él la ve, logra que ella se aproxime; Giselle "intenta prevenirlo para que se marche, pero ya es tarde. La implacable Myrtha ordena a las Willis que lo atrapen y le quiten la vida haciéndolo bailar. La fuerza del amor de Giselle será la salvación de Albrecht, que le hará resistir hasta la llegada del alba. Con el amanecer, las Willis desaparecen y Giselle debe despedirse de su amado para siempre". Fue magnífica la labor de Osipova tanto en lo técnico como en la intensidad de su actuación, y Camargo a su vez logró reflejar la angustia y el amor de su personaje con gran habilidad. Pero lo que impresionó especialmente al público (y a mí) fue la sucesión de combinaciones del cuerpo de baile, de una calidad sorprendente cruzándose entre sí. Pocas veces se ha visto algo semejante en el Colón. Nuevamente muy bien la orquesta. Y refinada la puesta en escena y la belleza de los trajes. En suma, una "Giselle" para recordar y un excelente principio para el Ballet del Colón.
Pablo Bardin