A principios de Diciembre envié al Buenos Aires Herald un artículo llamado "Directores de casas de ópera se unen para proyectos musicales", cuya sustancia era la reunión de directores de casas de ópera iberoamericanos con la intención de complementarse en el planeamiento operístico. Lo concluí con una advertencia: cada teatro tiene su historia y las temporadas deben programarse con sólidas razones históricas: poner en escena las óperas que son realmente necesarias; si se puede encontrar la manera de compartirlas, de acuerdo, pero sino, hacer la ópera que corresponde sin compartir.
Antes en ese artículo cité cinco óperas que fueron mencionadas por Darío Lopérfido como posibles candidatas para 2017. De acuerdo a una fuente confiable, tuve dos títulos más. El artículo presente se basa en ambas informaciones y aventura una teoría propia con algo de esperanza.
Empezaré con la esperanza: tener para 2017 el mínimo de títulos que un año de Colón debería ofrecer. Como saben, este año veremos diez óperas pero en nueve funciones (ya que una de ellas es el doble Dallapiccola). Esto es sin duda mejor que los siete títulos del año pasado, pero creo que con buena administración y presupuesto adecuado debería ser perfectamente posible llegar a los diez títulos. Las condiciones imperantes parecen hacer utópico llegar al nivel de los años Sesenta: catorce títulos de Abril a Diciembre más tres en Verano. (Agregado: el mal arreglo del teatro después de su cierre en 2006 ha limitado fuertemente la capacidad productiva y además las absurdas régies actuales son más complicadas y lentas; si ambos temas se atacasen fuertemente podríamos volver a esa época de oro, pero dudo mucho que eso ocurra).
Ahora les comunico mi teoría. Resulta un hecho indiscutible que Verdi es el campeón entre los compositores operísticos. Creo que una casa de ópera como el Colón está históricamente entre las diez más importantes del mundo incluso con sus enormes vaivenes, y que cualquier planificación requiere un conocimiento profundo de su historia pero también del repertorio: si se va a hacer un buen trabajo hay que ver más allá de 2017 e imaginar al menos hasta 2020.
Creo que una buena manera es imaginar franjas de diez años y tener en cuenta con qué frecuencia ciertas óperas deben retomarse: algunas merecerán verse dentro de los diez años, otras entre diez y quince, otros grupos en hasta 20, 30 y 60. Otro factor que sirve de guía es el estreno de óperas injustamente relegadas de cualquier época que deben ser incorporadas si queremos llamar al Colón un teatro serio...y espero que volverá a ser considerado así. Y por supuesto óperas nuevas que presenten razonables garantías de calidad, argentinas o extranjeras.
Hay sólo dos compositores que nos dieron diez óperas merecedoras de estar en la franja de los diez años: Verdi y Wagner. Verdi tiene muchas más a las que les corresponde el rango de los 15 años; en cambio en el caso de Wagner son precisamente diez. Wagner es un caso especial porque cuatro de sus óperas forman "El anillo de los Nibelungos" y la manera ideal es dar las cuatro en un mismo año. El Colón no lo ha logrado desde 1967 y creo que repetir esa proeza está muy lejano. Pero debería ser factible dos por año.
Vayamos a las óperas mencionadas por Lopérfido. Estoy plenamente de acuerdo con "Aida", que en versión escenificada falta desde 1996 (la de Barenboim/Scala fue de concierto). Y con "Der Rosenkavalier" de Richard Strauss, obra esencial ausente desde 1998. Vamos a tener un estreno wagneriano; parece una buena idea, pero "Das Liebesverbot" ("La prohibición de amar"), basada en "Measure for measure" de Shakespeare, es una obra de cierto encanto aunque sin atisbos del futuro estilo wagneriano; es lógico que el venerable Covent Garden lo incluya puesto que ellos atienden convenientemente el repertorio wagneriano habitual, pero el Colón no lo hace: sería vastamente más necesario darnos "Los Maestros Cantores de Nuremberg", que se vio por última vez, créase o no, en 1980. Y como "Porgy and Bess", la última ópera de este año, se hace con un coro importado, sería ideal programar "Los Maestros Cantores" a principios de 2017.
"Grandeza y decadencia de la ciudad de Mahagonny" de Weill es un amargo panfleto muy adecuado para períodos de reconstrucción como el que estamos viviendo, como ocurrió en su última reposición en 1992. Se mencionó la posibilidad de un estreno interesante: "Yerma" de Villalobos, sobre García Lorca. De modo que estamos en cinco óperas.
Sin embargo, se agregarían otras dos. Una es la mejor ópera de Händel, "Giulio Cesare", sólo ofrecida en 1968; quisiera una versión historicista en lo musical y lo escénico. La otra sería "Adriana Lecouvreur" de Cilea, bella ópera que se vio en el Avenida hace unos años pero en el Colón en 1994; tendríamos la presencia de una cantante valiosa, Angela Gheorghiu.
Con tres más llegamos al número mágico. Mis elecciones: para finalizar la temporada, el estreno que García Caffi quería hacer: la versión completa de "Los Troyanos" de Berlioz. Una ópera de bel canto largamente esperada: "Anna Bolena" de Donizetti (sólo se vio en 1970). Y el estreno de la ópera de Britten más esperada, "Billy Budd". Sólo lamento no tener espacio para una ópera eslava: a ver si en 2018 tenemos un Janácek o un Rimsky-Korsakov.