Parece la máquina del tiempo. En el número anterior figura lo siguiente: “Escribo esta nota el 20 de junio. A la fecha las dos situaciones fundamentales –la consecución de las obras y la Ley de Autarquía- están en período de espera”. Hoy, 21 de Agosto, debo repetir las mismas frases.
Consecución de las obras: el 30 de Julio llegó una orden de Martín Boschet (Director Ejecutivo) a diversas dependencias del Colón: hay que dejar vacío de su personal al Colón por requerimiento de la empresa gerenciadora SYASA avalado por Mauricio Macri. Esto debía hacerse de inmediato, pero sin instrucción alguna de adónde irían a parar los 1.100 empleados actuales; típico caos “coloniense” actual. (De paso, observarán que los 1.300 bajaron a 1.100 por atrición jubilatoria y otros motivos). En la práctica, esto no se cumplió por razones poco claras (otra constante de la situación que se vive ahora). Se anunció en La Nación que habría una conferencia de prensa describiendo los planes futuros, pero ésta no tuvo lugar. A la fecha se sigue cabildeando y nada se define, pese a que Sanguinetti designó a dos funcionarios de su confianza para coordinar la compleja situación: su asesor Eric Le Comte y un ex ingeniero de Siemens apellidado Lang. Por otra parte, se habría tomado dos decisiones positivas (pero no confirmadas): la construcción del controvertido montacoches que permitiría la tercerización de la producción quedaría sin efecto; y se restauraría el telón en vez de hacer uno nuevo. En un encendido discurso delante de la Jefatura de Gobierno, el delegado de ATE Máximo Parpagnoli acusó a Macri de querer sacar a los empleados del teatro para que no puedan monitorear el progreso de las obras.
Ley de Autarquía: supuestamente se trataría en Agosto, pero las diferencias de opinión y los arreglos entre los bloques de la Legislatura demoraron las cosas. También hubo cambios de frente: Inés Urdapilleta, Presidenta de la Comisión de Cultura y del Frente para la Victoria (kirchnerista), se negaba a que hubiera una Ley de Autarquía; ahora la acepta. El despacho de mayoría, pese a las modificaciones de redacción, sigue teniendo graves inconvenientes puntualizados por el despacho de minoría de Patricia Walsh; he aquí algunos ejemplos. Objetivos de tercerización y privatización parcial: según el Despacho de mayoría , los bienes del Colón “pueden ser destinados a producciones y espectáculos realizados por terceros”; un inútil Directorio que sólo trabará al Director General podrá “aprobar las prestaciones de servicios gratuitos a terceros”. Los cuerpos artísticos y escenotécnicos no están incluídos en forma explícita en el articulado. El colmo: no habrá Dirección Artística global, sólo la de los distintos organismos, cuando la Artística es la dirección clave. El Jefe de Gobierno designa tanto al Director General como al Director Ejecutivo y les da el mismo término a su tarea que el suyo propio: politización total y vertical. También se crea un absurdo Consejo Asesor Honorario, que sólo dificultará las cosas. Por todo ello Walsh pide que se archive el proyecto. Y tiene razón. Pero lamentablemente el 18 de agosto la Comisión de Cultura lo aprobó; éste debe pasar por las Comisiones de Presupuesto y de Asuntos Constitucionales antes de bajar al recinto. Llegaría allí en algún día de Septiembre y presumiblemente sería aprobada esta enormidad pese al petitorio de 15.000 firmas, muchas de ellas ilustres, a actos públicos profundamente críticos y a rechazos directos a Macri por su política hacia el Colón. Sólo se podría evitar el mal resultado cambiando voluntades en la Legislatura, pero esto es arduo de lograr si ya hay arreglos previos.
Noticias de bajas y altas. Dos funcionarios que habían tenido ríspidos intercambios con Boschet renunciaron o se les pidió la renuncia. Carlos Vieu, que hace sólo dos meses se había prestado a una entrevista en la revista del Colón donde parecía dispuesto a hacer una gestión de largo alcance, mandó una lapidaria carta a Sanguinetti donde dice claramente que fue engañado, que se le prometieron múltiples cuestiones que no se han realizado y que no quiere cargar con problemas que le son ajenos. Un tonto rumor pretende que sería nombrado Franz-Paul Decker, a 85 años…
El Director de Danza Guido de Benedetti había hecho quejas públicas con respecto a los recursos asignados al Ballet (no hay dinero para zapatillas ni para un piso que nivele la superficie poceada del Opera, decía). Boschet, con la asombrosa prescindencia de Sanguinetti, cada vez más “dibujado”, nombró a la muy prestigiosa y casi octogenaria Olga Ferri como Directora de Danza y a Jorge Amarante, bailarín y coreógrafo de 38 años, como Director del Ballet. Ya reprogramaron lo que había pergeñado De Benedetti con pocos cambios; ojalá se note su labor en el espectáculo que en estos días se presentará con “Las Sílfides” como obra principal en el Coliseo. Se agrega a los problemas que el Teatro Bristol de Martínez cortó relaciones con el Colón por su imprevisibilidad.
Una última noticia, totalmente contradictoria con la Ley de Autarquía: como acto de servicio, Mario Perusso aceptó la Dirección Artística (no había nadie nombrado pero Salvatore Caputo tenía la mayor influencia como Director de Opera; la lógica sería eliminar ese inventado cargo). Formará equipo con Guillermo Opitz, Director de Estudios. La amplia experiencia de Perusso debería ayudar a suavizar la situación en esta etapa tan conflictiva.
Para Cantabile
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