martes, abril 30, 2019

“DON QUIJOTE” DE VASILIEV INAUGURA TEMPORADA COLÓN Y ABBAGNATO LA DE NUOVA HARMONIA

No es secreto para cualquier entusiasta del ballet que el Pas deux más trillado del repertorio es el de "Don Quijote" de Minkus/Petipa. En mi caso, si asisto a una gala y no figura en ella ese Pas de deux, exhalo un suspìro de alivio; no me sucede a menudo. Y bien, lo vi por partida doble en una semana: dentro del ballet completo en el Colón y en una gala de bailarines italianos y de otros países capitaneada por Eleonora Abbagnato. 

"DON QUIJOTE" DE MINKUS/VASILIEV.

No sólo el Pas de deux sino el ballet completo se ha visto aquí con una frecuencia tal que probablemente el único ballet que le ha ganado sea "El lago de los cisnes" o quizá "Giselle" en estos últimos 30 años. Estoy tan poco a favor de esto como de escuchar por enésima vez la Quinta Sinfonía de Beethoven o ver "La Boheme" al extremo de conocer el  libreto de memoria como los intérpretes. Pero el Colón de hoy quiere llenar la sala, no abrir horizontes,  y tanto "Don Quijote" como "Lago", que cierra el año, la llenan y por muchas funciones, sean quienes sean los que los   bailen. 
La versión que más se vio fue la de Zarko Prebil, que ponía el acento en Kitri y Basilio y resaltaba el humorismo y la liviandad; relegaba a Quijote (no a Sancho) y si bien daba con brillo la escena de los toreros  luego casi no aparecían; tenía un encanto kitsch la escena del sueño del Quijote. Difícil olvidar la gracia y agilidad de Bocca y  las Kitri notables que acompañaron a nuestro gran bailarín en muy numerosas funciones. 
Pero más distante en el tiempo, otra pareja espléndida y muy distinta nos dio su visión de los personajes: Vladimir Vasiliev y su mujer, Ekaterina Maximova. Y bien, él nos retorna tras décadas de ausencia, a casi 78 años, para presentar su versión de "Don Quijote", muy distinta de la de Prebil y donde sólo dos cosas parecen haber quedado sin cambios: el Pas de deux de Petipa y el  turbulento baile de la Gitana (de Kasyan Goleizovsky); a su vez Alexander Gorsky había agregado a principios del siglo XX más trabajo para el Cuerpo de Baile, con  frecuencia descuidado por Petipa. Sobre esas bases Vasiliev innova. 
Pero para aquellos lectores que no son veteranos, no está de más dar una apretada síntesis de la carrera de Vasiliev, tan extensa y variada. Sólo tenía 18 años cuando lo nombraron bailarín principal del Bolshoi, y lo fue durante 30 años (1958-88) en roles tan variados como Basilio, Espartaco, Romeo o Iván el Terrible. A partir de 1971 fue coreógrafo: sus propias versiones de "Don Quijote", "Giselle", "Cascanueces", "Cenicienta", pero también ballets nuevos como "Macbeth" o "Icarus" y coreografías para ballets de óperas verdianas. También fue docente y dirigió la Facultad de Coreografía del Instituto Estatal de Artes Escénicas ruso y fue Director General y Artístico del Bolshoi (1995-2000). Recibió numerosos premios en distintos lugares del mundo y en los 80 nos visitó con frecuencia (generalmente con Maximova) en el Colón y el Luna Park. Alto, de fuerte presencia y magnífica técnica, conquistó a nuestro público en una etapa ya avanzada de su carrera de bailarín. Además fue pintor y realizó múltiples exposiciones;  y diseñó sus producciones de ballet, cosa que pudo apreciarse en este "Don Quijote". Su frecuente colaborador Viktor Barykin, de relevante carrera como bailarín y maestro de ballet del Bolshoi, fue su asistente en esta ocasión.


Según el programa de mano Vasiliev fue el responsable de esta Nueva versión coreográfica y producción, concepción y pintura de proyecciones escénicas, pero con colaboradores argentinos de veterana trayectoria: escenografía de Enrique Bordolini, vestuario de Eduardo Caldirola e iluminación de Rubén Conde. Entre el 3 y el 14 de abril se ofrecieron once funciones: dos de abono con los invitados Margarita Shrainer e Isaac Hernández y nueve extraordinarias con principales del Ballet del Colón. Carlos Vieu fue el Director de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Asístí a la del viernes 5, de abono. 
Fue un espectáculo fastuoso, caro,  de gran exigencia técnica, que más allá de la brillantez de los invitados permitió comprobar que la disciplina de Paloma Herrera da sus frutos, ya que tanto el Cuerpo de Baile como los intérpretes de los distintos personajes dieron aportes positivos, más allá de alguna reserva. Y también que valía la pena conocer las ideas de Vasiliev, incluso si se puede diferir de algunas de ellas. Eso sí, siempre imaginadas con un contundente conocimiento del ballet clásico, sin desvíos contemporáneos. PRÓLOGO. Los cambios son importantes ya desde el principio: el bailarín que hace  de Basilio es también el Barbero de Don Quijote  y Kitri ya aparece allí; Cupido flecha a Don Quijote y éste cree que Kitri es Dulcinea; Sancho Panza, que robó comida, es perseguido por las cocineras y Quijote lo rescata y lo hace su escudero para las acciones nobles  que quiere hacer. ESCENA 1. Pero naturalmente son "Las bodas de Camacho" el tema esencial, como en cualquier versión de este ballet. Y  veremos al tabernero Lorenzo, padre de Kitri, oponerse al casamiento de Basilio con Kitri, ya que quiere casarla con el rico "pero tonto" noble, Camacho; tanto el pueblo como los enamorados harán toda clase de  subterfugios cómicos para  que Camacho quede en ridículo y que Lorenzo fracase, pero éste es testarudo. El ritmo es vertiginoso y la comedia se mantiene. La entrada del Espada y sus toreros es un episodio muy gustado en este ballet; si bien me quedo con la coreografía de Prebil (más salerosa), la de Vasiliev está muy correctamente realizada. Aquí la pareja del Espada, Mercedes, es una bailarina callejera, no una prostituta, y ello le da un carácter más romántico. La entrada del Quijote a la plaza sorprende, ya que un caballero andante es una figura del pasado, pero tal es su nobleza de porte que Camacho lo atiende con toda cortesía y lo instala en una mesa que da a la plaza. El zafio y hambriento Sancho es una figura cómica en Prebil y Vasiliev; arrastra una ristra de chorizo, juega a la gallina ciega y es manteado. Quijote ve a Kitri-"Dulcinea" y la corteja con noble amor; ella responde con aparente agrado pero aprovechando una intervención de Camacho que lo deja mal parado se escabulle con Basilio. ESCENA 2. Basilio y Kitri están felices en un bosque de noche. Pero se acerca un grupo de gitanos amigos junto con Espada y Mercedes, la otra pareja de enamorados y  amigos (Vasiliev les da mucho mayor importancia en toda la obra). Pronto hacen ruedo y estimulan a la Joven Gitana a interpretar su fogosa y rápida danza. Pero también hay baile de grupo, el Espada hace un solo y Kitri y Basilio contribuyen con pasos virtuosísticos. Los enamorados se esconden al ver llegar a Quijote, Sancho, Camacho y Lorenzo. Los gitanos los invitan a ver un espectáculo de marionetas, sobre "el infeliz amor de un príncipe y una princesa y de su cruel padre que quiere que un rico turco se case con ella. Quijote toma la ficción por verdad y ataca al malvado actor. Al caer las máscaras, los espectadores reconocen" a los enamorados, que vuelven a huir. (Con algunas variantes, es el tema de "El retablo de Maese Pedro" de Manuel de Falla). Un fuerte viento tormentoso hace girar las aspas del molino, y Quijote cree que son monstruos; los ataca, un aspa lo levanta por los aires y cae magullado al suelo. Los otros ya se han ido. Nos cuenta Laura Chertkoff: "Los cambios de escenografía suceden tras el desarrollo de alguna escena en el proscenio con una teleta también ilustrada por Vasiliev". Quijote sueña, se levanta el telón y estamos en un mundo ideal de dríadas, hadas y cupidos que acompañan a Kitri-Dulcinea. Tanto la Reina de las Dríadas, en una variación serena, como Kitri, en una rápida y virtuosística, amenizan una escena en la que también interviene el Cuerpo de Baile, el propio Quijote cortejando a Kitri, y Cupido con su séquito de cupìditos. La escena tenía un encanto kitsch en Prebil, pero en ella Quijote intervenía menos  que en la de Vasiliev, donde corteja a Kitri-Dulcinea;  también se logra una atmósfera de cuento de hadas. Baja el telón, aparece la teleta; Quijote se despierta; Sancho, que lo encontró lastimado y dormido, fue a buscar ayuda y la encontró en un Duque que oyó hablar de sus "grandes hazañas" y lo invita a su castillo (mientras ríe disimuladamente), pero el caballero dice que sólo lo hará cuando encuentre a Dulcinea. (No se aclara quién se ocupará de su estado físico). Y así concluye suavemente el acto; hubiera sido mejor hacer el intervalo tras la escena del molino. La duración total es de una hora 10 minutos.
ACTO II. ESCENA 4. En lo que parece una decisión poco inteligente los enamorados se refugian en la taberna de Lorenzo. Camacho conmina a Lorenzo que apure su casamiento con Kitri; aparece Basilio y en aparente desesperación simula suicidarse; lo creen muerto (Kitri sabe que no) y Lorenzo emocionado lo conmisera; Kitri llora y lo besa, lo cual "resucita" a Basilio. Lorenzo se percata de la triquiñuela y se enoja; pero Kitri ruega a Quijote que intervenga a favor de su casamiento con Basilio; noblemente Quijote entrega su Dulcinea a Basilio, aunque Camacho pretende cruzar armas con el Hidalgo y termina nuevamente por el suelo. Lorenzo cede y acepta; los enamorados invitan a todos a la boda y agradecen a Quijote.  Ésta es una escena con más pantomima que baile, pero en la ESCENA 5 la danza domina continuamente. Son las fiestas para la boda  y todo será júbilo  y sentimiento. También Espada y Mercedes se casarán. Camacho acepta estar presente de buena gana, Lorenzo ahora apoya la unión de Kitri y Basilio. Los amigos del pueblo bailan un brillante Fandango con momentos solistas incluso de Sancho. Y cuando llega el famoso Pas de deux es expandido por la intercalación de las variaciones de las dos amigas de Kitri.  Asisten democráticamente el Duque y la Duquesa y los chicos de la calle. Y en los últimos minutos Quijote, sintiendo que ha cumplido un deber de caballero, se retira con Sancho, siendo aclamado por todos. 
Petipa conocía bien a España, ya que pasó largos meses en 1844 en Madrid y Andalucía, de modo que para él danzas como el fandango, la seguidilla o la jota  habían sido vivencias. Realizó dos versiones, para el Bolshoi (1869) y para el Teatro Imperial de San Petersburgo (1871). Fue su primera colaboración con el compositor austríaco Ludwig Minkus, con quien trabajó en varios otros ballets, incluso "La bayadère". Está de moda desde hace décadas atacarlo a Minkus y despreciar su música, pero tiene sus méritos. Resulta absurdo compararlo con el genio de Tchaikovsky; sin embargo Petipa estuvo contento con él por varias cualidades: melodías gratas y pegadizas; adaptabilidad a diversos estilos (su sentido de lo español es innegable, así como el incandescente fervor de su música  gitana); hay ímpetu y continuidad, adecuada música ambiental o pantomímica; orquesta bien (aunque sin innovar) y respeta de modo muy efectivo las necesidades narrativas y coreográficas. Claro está que para lucir su música debe ser tocada con respeto y estudio y dirigida por alguien que sabe percibir lo positivo y comunicarlo. Y es lo que esta vez ocurrió: Carlos Vieu supo inculcar a la música intensidad, colorido y ajuste y logró un excelente trabajo de la Filarmónica, haciendo olvidar "Quijotes" chatos y aburridos. Me parece injusto que no hayan dado a Vieu una ópera  este año; hubiera sido interesante apreciarlo en "Turandot"; o algún concierto del abono de la Filarmónica. 
Según el programa estuvo a cargo de Vasiliev la Nueva concepción coreográfica y producción, concepción y pintura de proyecciones escénicas.  Para mi gusto sus pinturas son demasiado coloridas y pastosas; en cambio sabe mover las masas en los abundantes momentos de Cuerpo de Baile o que tienen figurantes (hubo 12, 10 de ellos contratados) y mantuvo una vibrante continuidad, veloz y divertida, durante la mayor parte del espectáculo. Aprecié especialmente el vestuario de Caldirola, muy adecuado y bello, adaptado  a cada personaje y escena (una cantidad muy grande de bocetos). Bordolini respetó las necesidades del baile en sus escenografías muy correctas aunque no de sus más imaginativas, y las luces de Conde fueron inteligentes y supieron ser brillantes en los momentos jubilosos, oscuras y ominosas en la tormenta y cándidas y transparentes en la escena del sueño. 
Y llegamos a los bailarines. Margarita Shrainer, del Bolshoi, reemplazó a la anunciada Evgenia Obraztsova (también del Bolshoi) en el folleto anual. Moscovita, en 2011 se graduó en la Academia Coreográfica Estatal de Moscú y se unió al Bolshoi. Desde entonces ha realizado numerosos roles en la compañía; baste mencionar en 2018 Gamzati en "La Bayadère", Swanilda en "Coppélia" y personajes en "La bella durmiente", "Anna Karenina" y "Raymonda". Joven, atrayente y en la plenitud de sus medios, estuvo muy cómoda en esta Kitri rápida y en las numerosas pantomimas humorísticas de la versión Vasiliev, y exhibió una técnica de primer orden aunque sin llegar al deslumbramiento de su partenaire de lujo, Isaac Hernández. Mejicano, nacido en abril 1990, curiosamente se inició en la Philadelphia Rock School para educación en Danza, pero pronto derivó  a la danza académica y entró a sólo 18 años en el San Francisco Ballet. En 2012 se unió al Het Nationale Ballet de Holanda y actualmente es solista principal del English National Ballet. Ganó entre otros premios el Benois de la Danza el año pasado como mejor bailarín del mundo. Ha interpretado coreografías de creadores muy variados: Ashton, Van Manen, Van Dantzig, Cranko, Balanchine, Anderson, Akram Khan, y con esta versión de Vasiliev  encarnó a Basilio en cuatro coreografías (las otras: Nureyev, Baryshnikov y Laurent Hilaire, y la del Mariinsky). En mi experiencia he visto un solo Basilio de calidad comparable a Hernández: Julio Bocca. Tienen mucho en común: cuerpo delgado, agilísimo y poderoso; carrera de precoz inicio y maduración; humorismo comunicativo (aunque Bocca agregaba una pizca de picardía); extraordinario virtuosismo aparentemente logrado sin esfuerzo (esos increíbles y  numerosos trompos que Vasiliev pide no los exigía Prebil; pero en cambio no hay en Vasiliev ese tour de force –literalmente-  demandado por Prebil: levantar por dos veces a Kitri a la altura del hombro con un solo brazo; y Bocca, nada fornido de aspecto, lo conseguía). Él y Shrainer se entendieron muy bien y hubo perfecta empatía a través de toda la obra. Un detalle molesto de estos últimos años: la manía de interrumpir con aplausos el dúo final del pas de deux después de cada proeza, quebrando la continuidad que debe tener y que antes tenía, subrayando así lo acrobático por encima de lo artístico. Las argentinas alternativas fueron en las demás funciones Macarena Giménez, Camila Bocca y Ayelén Sánchez, subrayando la política de Herrera de estimular a los bailarines jóvenes; y los argentinos: Juan Pablo Ledo, Jiva Velázquez y Maximiliano Iglesias, mezclando aquí la asentada solidez del primero con la juventud de los otros.
Hubo un sensible cambio en el personaje de Espada: Federico Fernández (a mi juicio el mejor solista del Ballet del Colón) tuvo una lesión en el pie y debió ser reemplazado por Gerardo Wyss, uno de los dos alternativos (el otro: Alejo Cano). No hay que olvidar que el espada es un matador que se juega la vida ante el toro; hará su faena con mayor o menor sutileza y elegancia pero es una profesión de fiereza y garra. Es verdad que en parte Vasiliev lo diluye al promover su enamoramiento con Mercedes, pero incluso así lo esencial del personaje debe permanecer. Y creo que hay en Fernández esa energía y ese desafío al peligro que el Espada debe transmitir; Wyss es un bailarín de sólida escuela y realizó un buen trabajo, pero ese ingrediente faltó: fue un Espada demasiado sereno y blando. Por su parte, Mercedes no es como en Prebil una prostituta sino una bailarina callejera, y así resulta más lógico el desarrollo romántico que imaginó Vasiliev y la mayor extensión de ambos papeles, aunque Espada tiene mayor protagonismo que Mercedes. Se entiende así que Ayelén Sánchez le haya dado una calidez al personaje ajeno a la mera sensualidad y que su personalidad sea menos insinuante; también, que contrasta con la rapidez y  el humorismo de Kitri. Sánchez lo bailó muy bien; sus alternadas fueron Paula Cassano y Mariano Rodríguez Echenique. Hay que apreciar en Sánchez y Wyss el profesionalismo con el que se adaptaron al cambio.
El mayor énfasis de Vasiliev en Don Quijote (Sancho es similar al de Prebil) permitió a Igor Gopkalo hacer un personaje más completo, menos incidental, más coprotagonista. Se mantuvo el tradicional paso solemne y entecado y la larga lanza pero los movimientos fueron a veces más rápidos y expresivos de su enamoramiento por Dulcinea, o más de caballero andante al defender a la pareja contra el tabernero y Camacho. Gopkalo hizo 8 de las 11 funciones (hay una errata; figura el 8 de abril pero no hubo función ese día) y las otras 3 estuvieron a cargo de Leandro Tolosa. Hubo la misma distribución en cuanto a Sancho Panza: Roberto Zarza en 8 y Marcelo Antelo en 3. Zarza hizo un divertido y convincente Sancho, barrigón, hambriento y torpe pero fiel a su amo; jaranero, jugando a la gallina ciega, arrastrando una ristra de chorizos y luego manteado, y  bailando en el fandango con mucha gracia.
Camacho, como en Prebil, es un aristócrata tonto y ridículo, vestido con todos los excesivos oropeles que pueden chocar al pueblo (su contraste con el Duque es evidente) y una torpeza que lo lleva a terminar en el suelo con harta frecuencia. Lo hizo fielmente Maximiliano Cuadra en 8 funciones y su alternado fue Julián Galván. El tabernero Lorenzo persevera en interesarle sólo el dinero de Camacho y persigue continuamente a Kitri, hasta que en el Segundo Acto la intervención de Quijote le hace ceder; Matías De Santis cumplió fielmente con el personaje en 8 funciones, y las otras estuvieron a cargo de Martín Foronda.
Cupido aparece en el Prólogo, en la Escena del Sueño y en la escena final, siempre acompañado por sus Cupiditos: como es tradición (y funciona muy bien) Cupido es Cupida, y fue personificada con mucho encanto y técnica por Georgina Giovannoni, fina, pequeña, elegante y tierna, seguida de "las Cupiditas", en el cuadro del sueño y en el final: 8 alumnas niñas del ISATC, muy bien disciplinadas y simpáticas. Giovannoni bailó en 4 funciones (incluso las de abono); en 3 Carla Vincelli; en 2 Emilia Peredo Aguirre; y en 2 Caterina Stutz.
La Joven Gitana sólo tiene una intervención, pero es muy difícil, rápida y apasionada: la personificó Natalia Pelayo con notable garra e intensidad (4 funciones); las alternantes fueron Giovannoni (¡qué cambio con respecto a Cupido!) en  otras 4 e Iara Fassi en 3. Sergio Hochbaum hizo dos partes muy distintas: el Gitano Mayor y el Duque; ambas con autoridad. Las amigas de Kitri tuvieron relevancia en la Escena I y en la última, donde bailaron sendas variaciones: fueron Ludmila Galaverna y  Bocca en 4 funciones (incluso las de abono), Natalia Pelayo en otras 4 y  Peredo Aguirre y  Vincelli cada una en otras 3. Galaverna y Bocca son dos jóvenes talentos; hicieron sus variaciones con frescura y precisión.  La Reina de las Dríadas fue interpretada por Paula Cassano en 4 funciones (incluso las de abono); 4 Galaverna y 3 Giovannoni. La variación de la Reina es lenta y serena, sin mayores dificultades; Cassano la hizo bien, con altura y el porte que la Reina requiere. Hay cortas intervenciones de Tres Dríadas y Cuatro Dríadas para dar variedad al Cuerpo de Baile de Dríadas. 
Y llegamos al Cuerpo de Baile, que tiene mucho que hacer, además de intervenciones menores en varios momentos de la obra; en la Escena I los Toreros y Acompañantes, y la Seguidilla; los Gitanos en la Escena 2; el Cuerpo de Baile de Dríadas en la 3; los Invitados en la 4; y el Fandango en la 5.  En el Cuerpo de Baile además de los bailarines estables y contratados hubo un refuerzo de otros 18, y además varios del Programa de Jóvenes artistas ISATC. Con la disciplina de Herrera y su equipo (y un amplio cuerpo médico de 6 personas y una institución, Kynet.ar) no se puede negar que hay una gran estructura, pero también que no se ha atacado lo esencial: concursos que terminen con el absurdo de no tener primeros bailarines ni primeras bailarinas y que los únicos dos que figuran como bailarines solistas (Silvina Perillo y Omar Urraspuro) no están activos: una vergüenza.  Hay que concursar para todo: también para el Cuerpo de baile eliminando contratados y evitar refuerzos. Y resolver de una buena vez el asunto jubilatorio; va para tres décadas que esta situación sigue prolongándose: claro reflejo de los males del Colón y de la República. Ello no quita que, bien a la Argentina, se encuentren soluciones y se logre dar un gran espectáculo con calidad. Como ocurrió la noche del 5 de abril, y que ese híbrido cuerpo de baile haya bailado con entusiasmo y técnica, por supuesto respondiendo tanto a Vasiliev como a Barykin. Además de solucionar el rompecabezas de múltiples repartos para 11 funciones. 
A sala llena, el éxito fue indudable: a medida que fueron saludando los artistas el aplauso subió y subió, hasta llegar al frenesí con Shrainer y especialmente Hernández; luego fue muy aplaudido Vieu; pero la máxima explosión fue cuando apareció Vasiliev, que había visto el espectáculo desde la platea: estaba evidentemente feliz y entusiasmado, en este reencuentro con un público que o no lo olvidó o sabe de su prestigio. Gran comienzo de temporada con una obra de fácil acceso pero difícil concreción con una miríada de intérpretes, sólo al alcance de un Ballet de envergadura, y el del Colón contra viento y marea lo es. ¿Se repetirá los próximos años este "Don Quijote"? Es probable, hubo mucho gasto para concretarlo y llega al público.

GALA DE BALLET: ELEONORA ABBAGNATO Y ÉTOILES ITALIANAS

Un día antes del "Don Quijote" que comenté se inició la temporada de Nuova Harmonia en el Coliseo con una gala de ballet denominada "Eleonora Abbagnato y étoiles italianas en el mundo, a cargo de Daniele Cipriani". Formó parte de la amplia programación de ItaliaXXI: música, danza, ópera, teatro. Nada menos que cinco de las diez funciones de Nuova Harmonia estarán dentro de ese marco, lo cual a mi parecer implica que la mitad de la temporada está más en manos de Italia XXI que de Nuova Harmonia, y que la tendencia (que ya se notó el año pasado) es hacer de una temporada de conciertos, como siempre fue Nuova Harmonia, un híbrido cruzado con otros géneros; hay quien le gusta esto; a mí no: la música no necesita de ningún cruce, se escucha y vale por sí misma. Yo entiendo que el Coliseo no es el Colón, no tiene cuerpos estables; y que la mayor parte de su programación tiene que ver con música popular o formas teatrales varias; pero es fundamental respetar a Nuova Harmonia como lo que debe ser: la única institución internacional de conciertos que compite con el Mozarteum. 
No soy amigo de las Galas de ballet porque en lo académico repiten a nivel de tortura los mismos pas de deux con sus inevitables fouettés; ya aclaré que sí, estuvo el de "Don Quijote".  Sin embargo hubo un elemento interesante, debido al entusiasmo de la notable bailarina Eleonora Abbagnato por Roland Petit: se vieron los denominados  "La Rose Malade" y  "Cheek to Cheek", muy contrastantes pero valiosos. Y conviene aclarar que  estuve leyendo la Nación y se extrañaban que "Notre Dame de Paris" de Petit, único ballet suyo visto aquí, no se haya vuelto a dar; es muy simple, el Colón nunca le pagó al coreógrafo y éste determinó que en vida suya ninguna coreografía creada por él se daría allí; y así fue. Hubo conversaciones hace un par de años, ya muerto Petit, pero Herrera se inclinó por el "Cascanueces" de Nureyev (donde también hubo otro choque, pero en ese caso de García Caffi y Segni con la repositora Aleth Francillon, que se sintió insultada y dijo que la obra no se daría mientras ellos estuvieran en el Colón). También fue valioso que Abbagnato bailase "Le Parc", una atrayente coreografía de Preljocaj que estrenó Alessandra Ferri en el Colón. 
Abbagnato tiene ahora 40 años y al menos en el repertorio contemporáneo es una artista de fuerte personalidad y excelentes medios. Es actualmente étoile del Ballet de la Ópera de París y Directora del Cuerpo de Baile del de la Ópera de Roma; ha bailado un amplio repertorio tanto académico como contemporáneo. Cipriani fundó Daniele Cipriani Entertainment con "especialización en la creación y producción de espectáculos de danza/ballet", con larga trayectoria  y numerosos grandes nombres que colaboraron. La programación, entonces, fue conjunta de Abbagnato y Cipriani.
No voy a seguir el orden del programa sino por intérpretes y naturalmente empiezo por Abbagnato., aunque "La Rose Malade", de Petit, sea justamente la primera obra que se vio. El coreógrafo la creó para Plisetskaya, se estrenó en Enero 1973 en París y está basada sobre un poema de William Blake; se refiere a una rosa que tiene en sí el dolor de la destrucción. En realidad tiene tres partes y las primeras dos están basadas en la Segunda sinfonía de Mahler. Se bailó la tercera parte; como los sendos "Adagietto" de Neumeier y Araiz, la música es la del famoso cuarto movimiento de la Quinta sinfonía de Mahler, y no puedo menos que pensar que su uso al principio de "Muerte en Venecia" de Visconti desencadenó un interés enorme en esa sinfonía y en particular el Adagietto. En Petit el Pas de deux final es La muerte; combina un estilo libre con el académico y necesita de una bailarina actriz con admirable juego de brazos; siendo la música bastante extensa (unos once minutos), es todo un desafío de interpretación y Abbagnato fue conmovedora; en los estertores de la muerte su cuerpo se fue sutilizando, como perdiendo toda musculatura. Concibo al partenaire como una rama que a su vez se va degradando; conocimos a Giuseppe Picone el año pasado, y él también tuvo la sensibilidad y la técnica para este Petit notable. Demostrando la versatilidad del coreógrafo y de la intérprete, "Cheek to cheek", música de Irving Berlin (muy famosa canción), cerró la noche y fue pensado para la musa de Petit, su mujer Zizi Jeanmaire, de especial facilidad para coreografías influidas por el pop estadounidense y el jazz. Fue realizada sobre una idea de un ídolo y amigo de Petit, Fred Astaire; ¿y qué mejor modelo? Enseguida me referiré a otra obra ya mencionada, "Le Parc", donde también bailó Abbagnato; pero preferí la coherencia de comentar a Petit en una creación tan opuesta a "La Rose Malade". Los pasos son divertidos, rítmicos, elegantes, algo pícaros, y Abbagnato pareció una star de music-hall, flexible y dispuesta a pasar un buen rato con su partenaire Alessio Rezza, que impresionó muy bien. Es primer bailarín del Ballet de la Ópera de Roma desde el año pasado y ha bailado grandes, numerosos y contrastantes roles. Un joven talento de mucha prestancia. En cuanto a "Le Parc". ya mencioné el particular encanto de Alessandra Ferri cuando se estrenó en el Colón, pero Abbagnato no le va a la zaga. Ferri tuvo a Herman Cornejo de compañero, Abbagnato a Benjamin Pech, francés de larga carrera en el Ballet de la Ópera de París, donde se incorporó en 1992 y bailó una plétora de coreografías de muy diverso carácter.  Ganó una cantidad de premios importantes.  Hace 25 años que Preljocaj creó "Le Parc" y se la considera una de sus mejores obras; es un dúo de seducción  (en un parque, por supuesto, y presumiblemente sin testigos) que finaliza con un beso, pero nada tiene de barato erotismo; por el contrario, la  atracción es manejada con  pasos inteligentes, contacto corporal gradual y refinado gusto.  Y ciertamente influye la música elegida, quizá (no estoy seguro) el movimiento lento del  Concierto Nº 24 para piano de Mozart (debería aclararlo el programa, en este caso como en "La Rose Malade"); es exquisita y melancólica, de melodía penetrante. Pech  ha bailado con Abbagnato frecuentemente y está viviendo una madurez plena. Bastarían las tres obras comentadas para justificar esta Gala.
"Who cares?" ("¿A quién le importa?"), variación masculina, es un poco habitual Geoge Balanchine, ya que se aleja de la tradición europea para coreografiar una canción de Gershwin. Y es que este ruso vivió tantos años en Estados Unidos con su estupendo New York City Ballet que terminó por asimilar ese mundo de simil-jazz refinado de los años Treinta.  Obrita menor en su inmensa y trascendental producción, pero muy lograda, fue  bien bailada por el estadounidense Amar Ramasar, que formó parte del New York City Ballet hasta el año pasado e interpretó allí una multitud de coreografías de Balanchine, Robbins y Martins, sus sucesivos directores.  Ya maduro, mantiene su estado físico y carisma.  
Vimos también una obra recién estrenada en la Ópera de Roma: una particular visión de "Carmen" del checo Jirí Bubenícek; una suite del acto II pero que nada tiene que ver con la disposición de la música en la ópera de Bizet, ya que se inicia con la Habanera, que es del Acto I, incorpora un arreglo de una pieza para guitarra creo que de Tárrega, luego de lo cual se escucha la música del final de la ópera con un cambio: José no sólo mata a Carmen, también al torero; y se vuelve a escuchar la Habanera, ahora lenta y con campanas. No se aclara quién hizo el arreglo de la música. Carmen (Susanna Salvi) estuvo escoltada por Ramasar y Rezza en una coreografía con pasos bastante modernos y de color español pero sin llegar a extremos. Salvi está ligada desde 2008 al Ballet de la Ópera de Roma; primero con Carla Fracci, y tras un interregno en el Maggio Musicale Fiorentino, desde 2013 en la gestión de Abbagnato. Bella mujer y de sólida técnica, no llegó empero a la intensidad de las grandes Carmen; fue flanqueada  con destreza por los dos varones, que dieron carácter a los minutos finales. Esta obra cerró la Primera Parte.
Damiano Ottavio Bigi, tras formarse en Roma, Cannes y Angers, fue miembro del Tanztheater Wuppertal de Pina Bausch de 2005 a 2012, y luego formó un trío con colegas de Wuppertal y un dúo con el bailarín Africa Manso. Ya en sus años maduros, presentó dos coreografías propias solitarias; un extracto de "Al faro", con música agresiva y fea de Amon Tobin; y un fragmento de "Les Indes Galantes" de Rameau, horriblemente desfigurada por salvajes gritos en la grabación que se escuchó. Como bailarín Bigi conserva su flexibilidad para las arduas piruetas que inventó, pero encontré a su lenguaje coreográfico repetitivo y poco atrayente; no tuve empatía con su tarea y creo que tampoco la tuvo el público;  ello se vio en el intérprete, que apenas saludó  en la primera obra y lo hizo someramente en la segunda, ante el débil aplauso.
Pasando a los ballets clásicos, el más antiguo fue "La Sylphide" en la coreografía de August Bournonville para Copenhague con música de Herman Lövenskiold, un Pas de deux grato y refinado, de pasos breves y rápidos, con Svetlana Lunkina y Gabriele Frola. Ella es moscovita; se unió al Bolshoi en 1997 y fue bailarina principal desde 2005.  Desde 2013 pasó al Ballet Nacional de Canadá, y al año siguiente fue también allí designada bailarina principal. Petit le dio varios roles y actualizó "La Rose Malade" para ella. Lunkina ha sido invitada por toda una profusión de grandes teatros y ganó el Prix Benois de la Danza como bailarina de la década en 2010. En suma, un currículum impresionante. En la plenitud de sus medios, demostró ser una bailarina de primer orden, elegante  y con el toque de fantasía que corresponde a esta sílfide de amor imposible con  un humano; no sólo el cuerpo, también la belleza de su rostro ayudó a completar la imagen. En cuanto a Francesco Gabriele Frola, italiano, se formó en Parma, Hamburgo y México; entró al Ballet Nacional de Canadá en 2010 y es bailarín principal desde el año pasado; este año agregará el Ballet Nacional Inglés. Tiene un gigantesco repertorio y ha ganado varios premios. Joven, ágil y fresco, llevó el kilt escocés con naturalidad en este juego rápido que lo fascina con esa sílfide evanescente que lo lleva a bailar con livianos y ágiles saltos y serle partenaire cuando logra acercarse. La misma pareja hizo en la Segunda Parte el Pas de deux del Acto II de "El Corsario", de Petipa con música de Riccardo Drigo; ambos muy cómodos en el clasicismo difícil del coreógrafo, el corsario con la misión de rescatar a la esclava, y ella dispuesta a enamorarse del apuesto aventurero; ambos despliegan  todo el arsenal de pasos clásicos.
Sólo falta mencionar los dos Pas de deux más trillados: el del cisne blanco del Acto II de "El Lago de los Cisnes", de Tchaikovsky-Ivanov, y el ya mencionado de "Don Quijote", en este caso en la versión de Baryshnikov revisada por Hilaire. En el primero el caballero tiene poco que hacer; sólo secundar al cisne convertido en bella mujer por unas horas, pero debe admirarse la pureza del estilo de Ivanov, tanto más romántico que el de Petipa. Aquí Picone cumplió con  Flavia Stocchi, joven romana ligada tanto a Roma como a Florencia y de variado estudio contemporáneo y clásico. Hizo el cisne con límpidos pasos y control de las poéticas y complicadas evoluciones de Ivanov. Por último, el de "Don Quijote" con Salvi y Rezza, que hicieron un trabajo muy profesional y seguro. Me gustó que la variación de Kitri (como en el Colón)  se hiciera como corresponde, con abanico; y no me gustó que (como en el Colón) se interrumpiesen los virtuosísticos minisolos del Finale con indebidos aplausos.
Hubo un Desfile final con la música de Berlin donde cada artista hizo algunos pasos de lo que habían interpretado durante la velada.
Las grabaciones fueron adecuadas (salvo Rameau) y las luces estuvieron manejadas correctamente según el carácter de cada obra, desde la semipenumbra a la luz plena.
Pablo Bardin    
 

LA ACADEMIA BACH REANUDA SU GRAN TAREA DE DIFUSIÓN

Hay pocos casos de tesón extendido en el tiempo como el de Mario Videla; ex sobre todo se me ocurren los nombres de Jeannette Arata de Erize y Gisela Timmermann en el Mozarteum. La de este año es la temporada Nº 37 de la Academia Bach de Buenos Aires. Desde que lamentablemente habo que interrumpir la actividad de su "madre", Festivales Musicales de Buenos Aires, Videla logró seguir en estos últimos años habiendo creado la Asociación Academia J. S. Bach. Si bien se notó y se nota cierta apretura económica, la programación continuó siendo interesante y novedosa, con muchas primeras audiciones y notables artistas. Varias cosas quedaron firmes: que al menos algunos de los conciertos se hagan en una de las mejores acústicas de la ciudad, la Iglesia Metodista Central (Rivadavia 4050);  que se sigan estrenando cantatas año tras año; que explique en detalle las obras, con la colaboración de los artistas. Y como siempre, por algo es Academia, haciendo cantar al público, generalmente algún coral; y seguir las pautas de la Academia madre, la de Stuttgart que fue durante tantos años de Helmut  Rilling, con quien Videla tuvo una amistad entrañable.  Claro está que ya desde muy joven colaboró en las exitosas temporadas de Karl Richter en Amigos de la Música. En su triple condición de conferencista, intérprete de teclado (clave, órgano, hasta clavicordio) y director tanto de grupos chicos como de la orquesta bachiana más amplia en las Pasiones, el Oratorio de Navidad, la Misa en re menor y algunas cantatas extensas que requerían el Colón, nadie hizo más para difundir la obra de Bach; incluso también con buen número de grabaciones. Ahora septuagenario, sigue firme en la brecha, y habría que agregar esa audición radial de las cantatas de Bach que sigue manteniendo tras 22 años. Y no hay que olvidar su actualización a través de viajes europeos conectados con la Neue Bach Gesellschaft. Como Rilling, es un historicista moderado, sin intento de hacer las cantatas tal como las estrenó Bach; y esto es particularmente notable en cuanto a los solistas, ya que no cantan niños sopranos ni niños contraltos, y las cuerdas no son de tripa. 
Cada año el ciclo tiene un nombre distinto; esta vez es "Bach-Vivaldi y el gusto italiano", con  autores que figuraron en la biblioteca personal de Bach. Este artículo tiene tres partes: el comentario sobre el primer concierto; la programación anual; y una crítica sobre el tercero y último de conciertos presentados en iglesias, gratis, con el auspicio de Mecenazgo.
La primera obra no por conocida dejó de ser un placer: el Concierto  en re menor para oboe, cuerdas y continuo de Alessandro Marcello es de los más tocados y con razón: es música noble, bella y atrayente. Forma parte de los Concerti a cinque editados por Jeanne Roger en Amsterdam, en 1716. Un dato significativo: el Adagio fue ejecutado con algunos ornamentos añadidos por Bach. Andrés Spiller, integrante desde hace tantas temporadas de los Solistas de la Academia Bach, pasados los 70 años sigue manteniendo tanto una técnica perfecta como un sentido del estilo que es privilegio de los verdaderos artistas, más allá de un oficio muy desarrollado. Fue muy bien secundado por los otros miembros, que merecen ser mencionados pos su gran nivel y en su mayoría veteranos de la Academia: el propio Videla en órgano de cámara y dirección; los violinistas Pablo Saraví y Gabriel Pinette; la violista Marcela Magin (casada con Spiller); en violoncelo José Araujo (más reciente) y el contrabajista Fernando Fieiras. 
La siguiente obra fue un muy buen ejemplo del estilo sacro de Vivaldi: su "Stabat Mater" en 9 concisos movimientos (19 minutos), RV 621 (editado en Brescia, 1712). Permitió escuchar a una italiana radicada aquí desde hace unos años, Mattea Musso; el coro fue Periferia Vocal, dirigido por Pablo Piccinni, creado en el año 2000. Buena idea: la traducción al castellano en el programa ¡es de Lope de Vega!  Se alternan el coro y la solista en la expresión del texto de Jacopone da Todi que refleja la tristeza de la Virgen ante la muerte de su Hijo en música intensa y expresiva, mayormente lenta. Musso impresionó muy bien, tanto por la calidad de su voz como por su sentido dramático y comprensión del Barroco; y el coro, que ha intervenido otras veces en los conciertos de la Academia, es un conjunto de gente joven bien formada, con firmes voces,  dirigida con tino y conocimiento.
Luego se escucharon obras de Bach en 1ª audición. Generalmente estos programas terminan con una cantata, pero esta vez no fue así. Primero escuchamos la Cantata Nº 48, "Ich, elender Mensch, wer wird mich erlösen" ("Yo mísero hombre, quién me librará") y luego el motete "Der Gerechte kömmt um" ("El justo perece"), sin número BWV, recientemente descubierto. El libreto de la Cantata es anónimo; Bach la escribió en 1723 en Leipzig para el Domingo 19º después de Trinidad. La joya de la obra es el Coro con coral del principio, de 138 compases, en sol menor, con un muy breve texto: "Yo mísero hombre, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?"  Ante todo porque añade una trompeta tocando el coral mientras el compositor imagina músicas distintas para el oboe, para las cuerdas y para el bajo continuo, y a todas estas texturas, tras una introducción de pasmosa inventiva, se agrega el coro. Luego,  un recitativo corto pero de mucho texto para mezzosoprano, cuerdas y bajo continuo;  dice: "El mundo es una morada de dolor y muerte" y "cuando el alma saborea la amargura del cáliz de la cruz, entonces este cáliz arranca un gemido del alma". Sigue un breve coral con todos los instrumentos. El aria de la mezzosoprano es muy valiosa, con el oboe obbligato introduciendo la melodía que  acompañará a la cantante en otro sombrío texto  durante los 95 compases: "Que la Sodoma de los pecaminosos sea destruida". En cambio, tanto el recitativo como la corta aria del tenor tienen textos positivos: "Él (Jesús) puede a los débiles de espíritu sanar el cuerpo y fortalecer el alma" (recitativo) y "Perdona, Jesús, mis pecados, y serán sanos cuerpo y alma" (aria), de melodía más liviana, sin profundizar. El Coral que cierra la obra tiene en el acompañamiento el vital agregado de la trompeta para dar mayor color al texto: "Señor Jesucristo, único consuelo, a ti quiero volverme". 
El punto más fuerte de la interpretación estuvo en el grupo instrumental, donde todos supieron dar el exacto fraseo y la calidad tímbrica que la música requería, con especiales aportes de Spiller y del trompetista Valentín Garvié. Un cuidado trabajo del coro dio fuerza y variedad a los minutos iniciales. Los solistas estuvieron correctos; sin embargo a Musso la encontré un poco incómoda con el alemán, aunque siempre fue musical; y al tenor Hugo Ponce, que el año pasado obtuvo en otra cantata un muy buen resultado, lo encontré esta vez menos timbrado, quizá porque la música que le tocó fue más superficial.    
Johann Kuhnau fue un sólido compositor que ejerció  en Leipzig justo antes que Bach el mismo cargo, Kantor de Santo Tomás. El motete bachiano está basado en el de su antecesor, "Tristis est anima mea", y es un pasticcio de 5 minutos y medio con citas de Telemann, Graun, Altnikol y de un Oficio de tinieblas del Jueves Santo; además Bach agregó los instrumentos. Videla nos hizo escuchar antes el de Kuhnau para comparar; ahora ya hay grabaciones del de Bach. Una rareza digna de conocerse, bien interpretada por el coro y todos los instrumentistas.
*****************
He aquí una síntesis del resto de la temporada.
II) 11 de Mayo, 18 hs, Iglesia San Juan Bautista (Alsina y Piedras). Graciela Oddone, soprano; Gustavo Gargiulo, corneto; Mario Videla, órgano. Obras de Frescobaldi, Bach, Bassani, Vivaldi/Bach, Fontana y Rosenmüller.
III) Turno A: 1º de junio, 18 hs; Turno B: 2 de junio, 18 hs; Biblioteca del Convento, Alsina 824. Mattea Musso, mezzosoprano; Federico Ciancio, espineta y arpa; Gabriela Massun Sovic, violoncelo barroco; comentarios de Videla. "Venezia sede di musica": obras de Frescobaldi, Legrenzi, Strozzi, Bach, Vivaldi, Schmelzer y Merula. 
E) (según la fecha debería ser D): 11 de junio, 19,45 hs (entrada libre); Santuario de Jesús Sacramentado, Corrientes 4433. Coro de niños Collegium Iuvenum Stuttgart (Michael Chulo).  Obras de Bruckner, Distler, Duruflé, Hassler, Di Lasso, Mendelssohn, Schütz y autores contemporáneos. 
D) (según la fecha debería ser E): 6 de Julio, 18 hs; Auditorio Fundación Beethoven, Santa Fe 1452. "Vivaldi y la ópera": "Montezuma", RV 723, libreto de Girolamo Alvise Giusti; estreno: Teatro Sant´Angelo, Venecia, 1733. Disertación con proyecciones en video a cargo de Mario Videla.
IV) 10 de agosto, 18 hs; Iglesia Metodista Central, Rivadavia 4050. Soledad de la Rosa, soprano; instrumentistas: Pablo Saraví, Gabriel Pinette, Marcela Magin, José Araujo, Fernando Fieiras. Vivaldi: Conciertos para 2 violines, viola d´amore, violoncelo; "Laudate pueri Dominum", RV 600 (Salmo 12).
V) 14 de septiembre, 18 hs; Catedral Anglicana, 25 de Mayo 256. Imaginario Barroco (María Laura Wirth, flauta dulce; Marisa Schmidt, oboe y oboe d´amore barroco; Hermann Schreiner, violoncelo barroco; Alejandro Cattaneo, clave). Vivaldi: Sonata en sol menor, "Il pastor Fido", Op.13; Sonata en mi menor, RV 40; Trio sonata en sol menor, RV 103; Bach: Toccata en do menor, BWV 911; Trio Sonata en re menor, BWV 527.  
VI) 19 de octubre, 18 hs; Iglesia Metodista Central. GCC-Grupo de Canto Coral (Néstor Andrenacci); Solistas de la Academia Bach: los habituales más Soledad de la Rosa y en trompeta Federico Ciancio; órgano, dirección y comentarios: Videla. Bach: Cantata BWV  51, "Jauchzet Gott in allen Landen"; Vivaldi: Gloria en re mayor, RV 589 (reconstrucción de la versión original en La Pietà, Venecia). Aclaración: es el Gloria famoso; hay otro, RV 588. 
                      ************

El ciclo "Cantatas sacras para meditar", 3 conciertos en Abril con entrada libre, figuró anunciado en el programa de mano pero sin dar datos con respecto a las obras. Tuvo lugar en el Santuario de Jesús Sacramentado el 11 a las 19,45; en la Basílica San Antonio de Padua, el 14 a las 16,30, Lincoln 3751; y el 28, a las 16,45, en la Parroquia San Benito Abad, Villanueva y Maure. Lo presentó la Academia Bach pero dentro del cuadro de Mecenazgo Cultural. Tampoco se aclararon los intérpretes, aunque obviamente fueron de la Academia.  Lamenté la escasez de  datos pero presumí que luego serían enviados por mail, recibí información del tercero y último, y allí fui.  Lástima, porque hubiera podido asistir a los otros dos.
Hace 15 años que existe el Ciclo Música Sacra San Benito Clásico; éste fue el concierto inauguración. El edificio es bellísimo y digno de conocerse; pero la acústica es desastrosa, con una reverberación enorme que arruina la música  salvo que se toque o cante muy pianissimo y en tesitura grave. Presentó el párroco, no Videla, que no comentó las obras. Los solistas de la Academia fueron los habituales, y cantó Soledad de la Rosa dos de las varias cantatas bachianas para soprano (ella también figura como solista de la Academia). Como la participación coral se limita al coral final de la Cantata Nº 52, se agregaron dos fragmentos de motetes de Bach.  Las cantatas están numeradas no por cronología sino de acuerdo a cómo fueron editadas por la Bach Gesellschaft; así, la Cantata BWV, "Mein Herz schwimmt im Blut" ("Mi corazón está bañado en sangre"), data del período de Weimar (en esa etapa Bach creó 20 cantatas), mientras que la Cantata BWV 52, "Falsche Welt, dir trau ich nicht" ("Mundo falso, en ti no confío) es de la gran época de Leipzig. Los textos son pietistas y negativos, pero la música es con frecuencia admirable. La 199 es una sucesión de 8 recitativos y arias, salvo la sexta pieza, que es un coral, pero cantado por la soprano sin coro. Dura unos 22 minutos y sólo la última pieza sale del clima dolorido y culpable, aunque la belleza de muchos momentos es compensatoria. La Nº 52 es mucho más corta, unos 13 minutos, con sólo seis números, pero el primero es una breve y atrayente sinfonía lenta; 2-3 y 4-5 son recitativo y aria, de escritura bastante florida; y como mencioné la obra concluye con un coral. En ambas obras hay solos de oboe tocados con la calidad que se le conoce por Andrés Spiller. Bien conozco la seguridad y la voz de Soledad de la Rosa y no es su culpa si esta vez sonó estridente cuando la tesitura subía y que la línea melódica resultara distorsionada.
El curiosamente llamado Coro de Garage consiste de 16 voces jóvenes de aceptable nivel dirigidas con entusiasmo por  Demián Sielecki. Los fragmentos de motetes fueron: "Gute Nacht, o Wesen" ("Adiós, oh vanidad"), de "Jesu meine Freude", BWV 227; y "Denn seine Gnade und Wahrheit" ("Pues su gracia y su verdad es eterna, Aleluia"), de "Lobet den Herrn" ("Alabad al Señor"), BWV 230.
Videla no pudo con su tendencia académica e hizo que la gente coreara una melodía de Louis Bourgeois (1551) bastante similar a un coral.
Pablo Bardin 

martes, abril 16, 2019

LA JUVENIL SAN MARTÍN CUMPLE 25 AÑOS Y ESTÁ EN PLENO

Qué alegría y qué "tour de force" llegar a los 25 años de la Orquesta Juvenil Nacional José de San Martín, fundada por Mario Benzecry, que la sigue dirigiendo gallardamente a los 81 años. Benzecry estuvo ligado durante largos años previos a la vida musical venezolana y allí conoció admirado el método de José Antonio Abreu, esa pirámide de orquestas infantiles y juveniles que llegaba a su cima con la Simón Bolívar que aquí conocimos con un Dudamel joven y produjo fuerte impacto. Por algo tanto Rattle como Abbado consideraban que de allí provenía la renovación de las orquestas mundiales. Y bien, como contó Benzecry haciendo un resumen de lo ocurrido, Abreu lo incitó a fundar un método semejante en Argentina; meses después asistió a un primer concierto, iniciando Benzecry un difícil y áspero camino de veinte años sin respaldo del Estado y con escaso mecenazgo.  Pero lentamente la semilla se fue expandiendo y décadas después se ha llegado a una red de orquestas infanto-juveniles y juveniles, liderada por Benzecry pero también por el tesón y la empatía de Valeria Atela en Chascomús. Y a no olvidar aquellas que fuera del método Abreu crecieron como la Juvenil del ISA, o recordar las que antes existieron, como esa Juvenil de LRA que dirigieron  Fuchs y Gianneo. 
Gradualmente la Orquesta fue creciendo; sencillamente porque el Aula Magna de la Facultad de Derecho, pese a su muy resonante acústica, tuvo una época de oro mientras existió la Orquesta de Radio del Estado (ahora Nacional), fructificó la idea de Benzecry de volver a utilizarla como sala de conciertos sinfónicos, y pasó a presentar la Juvenil el primer lunes de cada mes en temporada; en las siguientes semanas otras orquestas y bandas tocan allí hasta la actualidad; era y es en realidad la única sala que se puede tener gratis  (salvo la de la Bolsa de Comercio, de menor capacidad, usada esporádicamente por la Sinfónica Nacional). Siete años atrás fue finalmente una Orquesta apoyada por el Estado, aunque inicialmente dependió no de Cultura, que era lo lógico, sino de Bienestar Social; con el cambio de Gobierno hubo una incómoda etapa de traspaso a Cultura, con problemas burocráticos y presupuestarios.  Actualmente depende de Alejandro Pablo Avelluto, Secretario de Gobierno de Cultura, que a su vez depende del Ministro Alejandro Finocchiaro (que también abarca Educación, Ciencia y Tecnología). Un aspecto muy importante es la existencia de un Cuerpo de Profesores con relevantes figuras de otras orquestas, enseñando a los jóvenes  por secciones: cuerdas (a su vez divididas), maderas, metales y percusión. La orquesta es grande: 105 ejecutantes; y para este programa, dos refuerzos en clarinete bajo  y corno inglés.  Desde hace varias temporadas los conciertos se ofrecen el primer sábado a las 18 hs en la Facultad y el domingo inmediato a las 11,30 generalmente en la Sala Sinfónica del CC ex Correo (alguna vez en la Sala Argentina); pero en el especial caso de este programa se agregó una repetición en la Facultad el martes siguiente, aprovechando así la preparación de una obra seminal como "La Consagración de la Primavera" de Stravinsky. 
Para los interesados en cuestiones de escalafón, ahora Hernán Lombardi tiene su puesto así denominado: Secretario de Gobierno del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos. Y de modo confuso, figuran debajo de Avelluto Andrés Gribnicow, Secretario de Cultura y Creatividad (¿qué implica esto? Un Secretario no puede depender de un Secretario) y Juan Manuel Urraco Crespo, Director Nacional de Formación Cultural; a su vez, ¿qué relación tiene ese cargo con la Juvenil?  A mi parecer, estos cargos no son claros y complican cuando la Orquesta debe hacer algún trámite interno. 
La presentación que hizo Benzecry tuvo tres partes: la ya mencionada síntesis de la historia de la Juvenil; luego agradeció e hizo que pasaran a saludar a la Directora adjunta María Clara Marco Fernández, a los Directores Asistentes Agustín Montali y Agustín Tocali y al encargado de Archivo y Copista Tomás Cabado; por último, breve referencias a las obras (por supuesto, ningún programa en el CC ex Correo tiene comentarios…).  
Como siempre hace, inició el programa con una obra argentina; en este caso la "Gagliarda Hispánica" de Juan Francisco Giacobbe (1907-90). Tuve el privilegio de ser su alumno en la Facultad de Música de la UCA y fue un extraordinario Profesor de Historia de la Música Antigua y Renacentista, no sólo erudito sino comunicativo y profundo. Católico ferviente, compuso 15 misas polifónicas y varias obras corales; pero también 5 cuartetos y 5 óperas. Escribió poco para orquesta, pero esta "Gagliarda Hispánica está muy lograda en su clara orquestación y en su estructura ABA, donde el tema de gagliarda, bien ritmado, alterna con otro de distinto carácter. Ya aquí pudo apreciarse la disciplina, buena afinación y concentración de los jóvenes ejecutantes (de paso, es una orquesta con un considerable porcentaje de mujeres y esto es positivo: sólo importa la calidad y debe ganar el mejor, o la mejor, en los concursos).
Siguió una obra magna: el Concierto para violín de Brahms, para muchos el más importante de la Historia. Aunque en tres movimientos, es muy extenso y tiene todas las características brahmsianas: armonía rica, orquestación densa, admirable manejo de las formas tradicionales, melodías variadas con abundante imaginación. Y en la parte solista, los consejos de su amigo Joachim, lo cual implica grandes dificultades pero al alcance de un virtuoso. Sólo que el ejecutante además debe (como en sus conciertos para piano) aportar un gran conocimiento estructural. Sólo se me ocurre como paralelo el arduo Concierto de Elgar, valioso aunque algo discursivo.
Fue solista Leandro Hauxwell, que a  20 años (o 19, el programa  dice nacido en 1999) ya tiene varios hitos en su carrera. A los 11 fue guía de segundos violines de la Juvenil cuando era más niño que adolescente; estudió en el ISA del Colón desde los 14 años; asistió a clases de Mintz e Inchausti. Entre otros premios, está el de la Shlomo Mintz International Violin Competition de Beijing; participó en festivales en Brasil y Alemania y en el Programa de Jóvenes Artistas del National Arts Centre de Ottawa (Canadá). Fue solista en varias orquestas nuestras, incluso la Sinfónica Nacional, en Gli Archi del Maderna y en la Juvenil de Perú; actualmente, pese a la madurez de su técnica, estudia con Rafael Gintoli en su afán de perfeccionamiento (casualmente me crucé con él en el ascensor;  tengo gran respeto por la pureza técnica de Gintoli). No había visto a Hauxwell en concierto, pero escuché por radio una notable versión suya de la Sonata "Kreutzer" de Beethoven con el pianista Friedman tomada de un Concierto de Mediodía del Mozarteum del año pasado, y ambos me impresionaron muy positivamente. 
Tras escuchar el concierto de Brahms llegué a dos conclusiones: que Hauxwell  tiene grandes cualidades técnicas y musicales pero que su sonido es más bien camarístico y que hubiera estado más cómodo en Mozart, Beethoven y Mendelssohn; incluso en pasajes donde la orquesta no predominaba la calidad de su timbre fue indudable pero el volumen era algo parco y a veces quedaba tapado. Por otra parte la Juvenil toca con energía, y Benzecry, buen conocedor de la obra, se atiene a lo indicado por Brahms, que a veces lleva la orquesta al fortissimo. Por ello lo más convincente fue el movimiento lento, aunque hubo muchos momentos buenos del solista en los otros dos. Brilló cuando agregó con impecable articulación y afinación un capricho de Paganini, creo que el Nº 5. Fue ovacionado con todo afecto por la orquesta, ya que no olvidan su etapa en la Juvenil.
Bien se sabe que a Benzecry no sólo no lo amilanan los grandes desafíos, sino que insiste en proponérselos a la Juvenil como una forma de crecer, y los resultados de esta "Consagración" fueron asombrosos: aparte de la perfecta claridad de los gestos rítmicos del director y de los sin duda numerosos ensayos, cada solista hizo lo suyo admirablemente, con apenas pequeños detalles sin peso en el resultado. Curiosamente la estridencia de la acústica fue en este caso un plus, ya que los grandes climax (que abundan) sonaron precisos pero salvajes, haciendo más creíble el argumento sacrificial de la elegida en ese rito antiquísimo. La obra tiene más de un siglo y parece escrita ayer: su riqueza rítmica, innovadora orquestación y absoluta coherencia son las de una obra maestra sin igual en el siglo XX. Que una Juvenil argentina pueda tocarla con tanta seguridad y garra  nos hablan de una madurez sinfónica emocionante en esta época donde tantas otras cosas decaen. Recuerdo cuando Rosenthal la dio a principios de los Cincuenta y necesitó tres semanas de ensayo para que la orquesta pudiera hacer un trabajo no más que correcto. 
No me cabe duda: el punto máximo de la Juvenil este año será esta "Consagración", sencillamente porque era el máximo desafío y se resolvió admirablemente. Profundas felicitaciones al Maestro pero también a cada miembro de la orquesta, especialmente los solistas; lograr tal dominio de intrincados ritmos y arduos solos los pone en un nivel internacional.  
Benzecry, en una de las mayores injusticias de nuestro medio musical, fue dejado de lado por el Colón y por la Sinfónica Nacional en estos últimos 20 años. No es el único caso. El mejor director sinfónico-coral, Antonio Russo, también fue ignorado; y yendo más atrás, Jorge Fontenla fue castigado por pretender disciplina en la Sinfónica. Y aún más atrás, Juan José Castro estuvo en el exilio durante el peronismo, para volver triunfalmente en 1955 y hacer ejemplares programas con la Sinfónica hasta 1960, cuando la burocracia lo saturó y se fue. 
  Sin dar fechas, un mail de Benzecry informa algunas de las obras que serían parte de la programación 2019: "Así hablaba Zarathustra" de Strauss, la Cuarta de Tchaikovsky, "Pinos de roma" de Respighi, Sinfonía "Mathis el pintor" de Hindemith; "Aida" de Verdi en versión de concierto; y culminará con la Segunda sinfonía, "Resurrección", de Mahler.  Les deseo todo lo mejor.
Pablo Bardin
 

LA SINFÓNICA NACIONAL: GRAN VERSIÓN DE LA SEXTA DE MAHLER PERO EL ESTADO LA MALTRATA

      Y la triste historia se repite año tras año: la Orquesta Sinfónica  Nacional da un magnífico concierto  tocando a nivel internacional; en este caso una muy difícil sinfonía en su primer concierto de la temporada en el CC ex Correo, la Sexta de Mahler, mientras el Estado sigue maltratándola y el público ovacionándola. Y como sucedió el año pasado (pero esta vez con ropa de concierto, no de calle) una integrante de la orquesta, rodeada de dos ejecutantes masculinos, habló con mesura pero contundencia e informó al público (cuyo apoyo agradeció) que los males de la orquesta continúan: a) los sueldos de la Sinfónica siguen siendo los más bajos del país: no sólo las del Colón sino las del Interior tienen mejores sueldos; aberrante y persistente; como corolario primeros atriles de violoncelo y trombón renunciaron y se pasaron  a la Filarmónica y la Estable, que pagan mucho más (Araujo y Fenoglio); b) sigue habiendo directores y solistas extranjeros y nacionales que no cobraron, a veces con  hasta tres años de demora (me asombra que varios de ellos vuelvan, y sólo me lo explico por el cariño y respeto que sienten por la Nacional); c) El Parlamento votó una suma adicional muy importante para Cultura, pero el Secretario de Cultura Avelluto a la fecha nada le dijo a la Sinfónica , cuando ya empezó la temporada, con respecto a cuánto de esa cifra irá para la orquesta; el resultado es que no saben si podrán cumplir el programa.
Más abajo daré mi opinión sobre el concierto, pero ahora agregaré datos fidedignos a lo ya expresado. Lo esencial de una carta enviada a un director de orquesta por un miembro de la administración de Cultura es elocuente: "El motivo de mi contacto es informarte que desde la administración de la Secretaría nos confirman que este año todos los pagos a artistas que residen en el exterior deberán realizarse exclusivamente en pesos y en cuentas en Argentina. No podrán realizarse transferencias a cuentas en el exterior ni en moneda extranjera. Estamos comunicando esto a todos los artistas que se encuentran en esta situación" (incluso argentinos que residen en el exterior). "Es una indicación del Secretario que debemos cumplir". Ante esta información el director decidió cancelar su intervención. Es evidente que no sólo pagan tarde sino que además si pagan en pesos no se ajusta por inflación si se demoran. Pero está claro que la restricción viene de más arriba que Avelluto: lo primero que Macri cortó para cumplir con lo pactado con el FMI de lograr reducir a cero el resultado fiscal primario de 2019 fue Ciencia y Cultura. 
  Un comentario: Hacienda habría desestimado el año pasado giros de moneda extranjera firmados por Avelluto y quizá el Secretario crea más fácil manejar fondos en pesos. Pero es un gran argumento para cancelar.
Otro comentario: El Colón le dijo que no a Barenboim para su Festival pero Lombardi le ofreció el CCK; resultado, uno de los conciertos programados por Stefan Lano, con nada menos que la Novena de Mahler, fue cancelado. 
Llegó el momento de ocuparme de la Sexta, dirigida por el brillante  Mariano Chiacchiarini,  uno de los tres talentos argentinos principales jóvenes (junto con Alejo Pérez y Pablo Druker) que tienen experiencia europea muy valiosa. Antes de empuñar la batuta hizo dos cosas: homenajeó a Marta Lambertini, fallecida recientemente, maestra suya en la UCA y admirable compositora; y realizó una breve presentación de la obra, sucinta y clara, útil para quien no la conoce,  ya que los programas de la Sala Sinfónica mantienen su total ausencia de referencias a las obras (nada cambió desde el año pasado y los errores de criterio persisten  en este y en varios otros sentidos). Y luego dirigió los 80 minutos de la partitura ante una sala atiborrada, con mucha gente joven, que mantuvo un perfecto silencio y al final aplaudió con un entusiasmo fervoroso. Estuve en el segundo piso siguiendo la música en la edición Dover con dificultad, ya que la luz era muy mediocre, pero no me cupo duda: fue una versión para recordar, como lo fueron las de Mehta con la Filarmónica de Israel y Neschling con la Sinfónica de Sao Paulo. 
La Sexta, denominada "Trágica", pertenece al grupo de tres sinfonías sin participación de solistas vocales o de coros: Quinta, Sexta y Séptima; fueron precedidas por las cuatro ligadas a "Des Knaben Wunderhorn" ("El cuerno maravilloso de la juventud"), colección de poemas folklóricos que inspiró a Mahler  tanto en Lieder como en sinfonías. La Sexta es la única sinfonía suya de final catastrófico, ya que las restantes (anteriores y posteriores Octava y Novena) o terminan triunfales o se subliman en Adagio. La batalla mahleriana está ganada aquí desde hace décadas y sus sinfonías se escuchan  con notable frecuencia, así como las de Bruckner y Shostakovich. Enhorabuena.   
Conocí la Sexta en 1956 gracias a la pionera grabación de Eduard Flipse con la Filarmónica de Rotterdam para el Festival de Holanda. Bastantes años después se incorporaron a mi discoteca la versión de Kubelik de la integral que realizó con la Orquesta de Radio Baviera, y la de Georg Solti con la Sinfónica de Chicago. Por cierto que hay otras seguramente importantes (Bernstein, Haitink, Karajan) pero con las tres que tengo y escuché asiduamente y con las versiones en vivo mencionadas (agregaré la de Calderón con la Sinfónica Nacional) la Sexta quedó al tope con la Segunda y la Novena en mi  admiración.
Deryck Cooke, el especialista mahleriano que luego realizó una posible versión de la inconclusa Décima, nos cuenta que Mahler dirigió por primera vez la Sexta en el Festival de Música de Essen en 1906, y fue la obra más apreciada junto con otra obra maestra radicalmente diferente, "Sea-drift" de Delius (el notable compositor tan promovido por Beecham y tan desconocido aquí). Impresionó grandemente a Schönberg y Berg. El máximo campeón de Mahler desde su muerte hasta la época del LP fue Bruno Walter, quien dijo: "la Sexta es desoladamente pesimista; en ella la copa de la vida tiene un tufo amargo. La obra termina con desesperanza y nos sumerge en la oscura noche del alma". Pero, nos dice Cooke, "la personal expresión de terror y desastre está sujeta a un control clásico férreo".  En su primera versión el segundo movimiento era el scherzo y el movimiento lento en tercer lugar; luego el compositor los invirtió; pero poco antes de morir no sólo volvió a la idea original sino que en cuanto a los tres enormes martillazos del movimiento final decidió eliminar el tercero. Mis grabaciones están en el orden Scherzo-Andante, pero tanto Mehta como Chiacchiarini han optado por la solución Andante-Scherzo, aunque aceptando la supresión del tercer martillazo. Considerando la tremenda densidad y duración del movimiento inicial y la sardónica cualidad del Scherzo, parece razonable la idea de darle un respìro al oyente con el único movimiento de relativa calma. 
Si bien hay varios otros elementos, el Allegro energico, ma non troppo inicial contrasta dos elementos: una marcha poderosa y de gran impulso, y una melodía amplia y bella con la que el compositor quiso retratar a su mujer Alma Schindler. La orquestación de la sinfonía es tremenda en todos sus sectores, pero ante todo en la percusión: timbales (dos juegos), Glockenspiel, cencerros, campanas graves, xilofón, bombo, triángulo, tambor militar, gong, platillos, pandero, vara de abedul, martillo. Los cencerros simbolizan el amor de Mahler por la naturaleza (componía en campos altos en verano) y los golpes de martillo son los del destino. El inicio del Andante es una lírica melodía de cuerdas y luego de oboe; el corno inglés hace escuchar un  segundo tema. Luego se crea una atmósfera impresionista con las misteriosas armonías de cencerros, arpa y celesta. Se llega eventualmente a un poderoso  climax,  que va declinando hasta que el arpa y la celesta, con cuerdas en sordina, cierran suavemente el movimiento. El Scherzo es, según David Rubin, uno de los más macabros del compositor. Un tema rústico, algo así como un Ländler rápido, pasa por "aventuras siniestras e irónicas que sugieren sueños distorsionados". El Trio está marcado "Altväterisch" (antiguo) y continuamente alterna el 4/8 con el 3/8. El retorno del Scherzo es cada vez más violento, hasta que se disuelve en la oscuridad de fagotes, trombones y contrabajos. Dijo Alma Mahler: "las voces infantiles se hacen cada vez más trágicas, y al final terminan en un quejido". (Ella estaba muy asustada porque simultáneamente con la Sinfonía Mahler componía las "Canciones para los niños muertos" y ella lo tomó como una premonición; pocos meses después murió una de las hijas de la pareja). Cooke define al enorme Finale (22 minutos) como una triple Introducción y Allegro; "la cavernosa introducción resulta esencial, ya que presenta casi todas las ideas principales: precedido por una niebla sonora un tema ascendente de los violines es pronto contrastado con otro lúgubre de la tuba; aparecen temas de anteriores movimientos; se vuelven a escuchar los cencerros; las trompas hacen escuchar un tema ascendente, una extraña fantasía lleva a un tema  coral de bronces que va descendiendo y a una idea más vital de las maderas graves, varios materiales se repìten variados y llevan  a una marcha Allegro moderato y a un tema del destino tocado al unísono por seis trompas que alterna con el anterior tema de trompas, hasta que inesperadamente aparece la Introducción ; pero vuelve el Allegro energico, y en su climax estará cortado por el primer enorme martillazo. Algo más brevemente estos variados temas vuelven a escucharse y llegan al segundo climax y por ende al segundo martillazo". El Allegro energico vuelve a escucharse  y en el exultante tope reaparece la introducción pero esta vez no hay martillazo; Mahler lo eliminó y lo lamento, creo que era natural y lógico que se escuchara. Por último, una "coda negra: un lento, disonante fugato sobre el tema del destino en trombones y tuba y una última aparición del tema trágico que tras su fortissimo se desvanece en un ominoso silencio". Una obra que para espíritus afines al mundo mahleriano es de una elocuencia arrolladora.
La versión duró 80 minutos, unos 5 minutos más que Solti y Flipse, pero no sentí pesadez ni lentitud donde no correspondía. Desde el principio mismo hubo energía, claridad y exactitud, pero también la poderosa expresividad y el sentido de lo inexorable que está en la esencia misma de la obra. Chiacchiarini es preciso en sus gestos y domina la compleja estructura de la música; además empatiza con los ejecutantes y en esta obra con tantos solos supo dar su respaldo a cada primer atril. En el primer movimiento resultó evidente que la Sinfónica, pese a sus grandes problemas, tomó una decisión "japonesa": mostrar su calidad internacional en cada área. Conviene aclarar que la Sinfónica, como ocurre con las otras orquestas importantes (Filarmónica, Estable del Colón, Estable del Argentino) tiene una cantidad excesiva de ejecutantes; cien debería ser el número razonable, tiene 113; pero 30 son interinos, un número inaceptable. Y además hubo en este caso 11 músicos extranumerarios (maderas y bronces). Daría 124, pero un amigo melómano que me acompañó contó 105; sólo explicable porque  estos últimos son todos vientos, ni cuerdas ni percusión, dada la inmensa orquestación que propone Mahler. Esto aparte, los solos de trompa, trompeta, maderas, violín y violoncelo fueron de una seguridad asombrosa; el de trompa en la gran melodía del Andante fue de una belleza tímbrica raramente escuchada. La acústica tan viva de la Ballena destacó cada solo y en los grandes climax la estridencia no molestó porque esta música llega en esos momentos a la exasperación. Y la capacidad del director para entender la estructura y llevar a buen puerto cada fragmento sin perjuicio de la unidad lo confirma como un artista que a los 36 años ya tiene plena madurez y puede medirse con cualquier partitura. Así, supo dar la angustia y desesperanza de los movimientos extremos, así como la vena melódica del Andante y la cruel sátira del Scherzo. Cabe agregar que los extranumerarios se integraron muy bien, y así los varios momentos en donde se escucharon nueve trompas o seis trompetas sonaron firmes y muy profesionales. Al final pudo observarse la alegría de la orquesta y cómo los grupos de vientos se saludaban con calidez. Es que habían demostrado que pueden tocar la Sexta en cualquier lugar del mundo. Y una orquesta de este nivel es maltratada por el Estado.
***********
APÉNDICE: LA TEMPORADA DE LA SINFÓNICA
 
Lo que sigue es lo que está planeado, pero nada asegura que se vaya a cumplir cabalmente. El programador Ciro Ciliberto año tras año intenta que la Sinfónica ofrezca temporadas de primer nivel, pero como reflejé en anteriores artículos de estos últimos años, con frecuencia "los de arriba" arruinan las mejores intenciones. Ciliberto está apoyado por Francisco Varela, Coordinador artístico y administrativo, y por Carolina Cacciabue en Gestión Artística. 
Como Lombardi no puso a disposición de la Sinfónica fechas en semanas anteriores a la de la Sexta de Mahler (que se escuchó el Viernes 29 de Marzo), la Orquesta dirigida por Gustavo Fontana tocó dos veces el mismo programa bien tradicional (Beethoven, Tchaikovsky, Brahms) en el Auditorio del Parque Centenario (15 de marzo) y Bolsa de Comercio (22 de marzo). Después de Mahler Chiacchiarini a su vez ofreció otro programa en la Ballena el 5 de abril con dos obras habituales (Obertura de "Der Freischütz", Weber; Octava de Beethoven) y el atrayente Segundo concierto de Wieniawski con la precoz violinista (18 años) Victoria Warzyka; no pude verlo porque estaba en el Colón asistiendo a "Don Quijote". 
Va a ser interesante el 17 de abril (si no especifico lo contrario, siempre en la Ballena) escuchar las obras programadas por el director venezolano Rodolfo Saglimbeni: "El valle de los Menhires" de Eduardo Alonso-Crespo, el Concierto para piano de Dvorák con Emilio Peroni y la Segunda sinfonía de Tchaikovsky ("Pequeña Rusia"). El 26 de abril el colombiano Hadrián Ávila da un programa crossover con supongo primeras audiciones del Concierto para timbales de Ney Rosauro, "Elemental" para sexteto y orquesta de Sonia Possetti (con su sexteto) y las "Escenas rurales" de Gerardo Gardelín. Como todo esto figura en el programa mensual del CC ex Correo supongo que está confirmado. Más allá, quién sabe (el propio CC ex Correo sólo da a conocer lo que pasa en el mes siguiente a fines de cada mes; complicado para aquellos que deben armar agendas, como los periodistas musicales). 
El brillante violinista y director italiano Massimo Quarta da un programa breve (65 minutos) el 3 de Mayo: "I Palpiti" de Paganini y la Sinfonía Fantástica de Berlioz. El 10 el alemán Bernhard Wulff, bien conocido aquí, ofrece una combinación compleja y valiosa de partituras: "Lágrimas" de Mariano Etkin; el Concierto para flauta de Nielsen con Amalia Pérez; "Pájaros exóticos" de Messiaen, y Música para cuerdas, percusión y celesta de Bartók. Ojalá pueda cumplirse lo del 22 y el 24, ya que la obra de fondo, la extraordinaria "Misa glagolítica" de Janácek, fue cancelada dos años consecutivos. Además se ejecutará la "Danza salvaje" de Lucio Bruno Videla y la Tocata festiva de Barber. Sebastián Achenbach, órgano; Mónica Ferracani, María Luisa Merino, Mario De Salvo y Enrique Folger, solistas, y el Coro Polifónico Nacional. El 31 Ricardo Sciammarella, conocido aquí como violoncelista, dirige un programa clásico: de Mozart, la Obertura de "La clemenza di Tito" y el Concierto Nº 24 con el pianista irlandés Miceal O´Rourke, y de  Beethoven la Sinfonía Nº 1. 
En Junio 7 el suizo Emmanuel Siffert (radicado en Argentina desde hace unos años) nos da un magnífico programa inglés: "En el Sur" de Elgar; la "Balada de Héroes" de Britten con el Coro Polifónico Nacional; y la Segunda sinfonía ("Londres") de Vaughan Williams (lástima que no haya elegido las mucho más necesarias Cuarta y Sexta, que se han escuchado aquí una sola vez y son muy importantes). Si no fuera que Diemecke la programó con la Filarmónica semanas antes, estaría muy contento que Carlos Vieu dirija la Tercera Sinfonía de Mahler el 28 (Alejandra Malvino, Coro Polifónico Nacional, Coro Nacional de Niños). Las dos orquestas jamás se coordinan.
Como mencioné más arriba, el Festival Barenboim alteró la programación de la Sinfónica en Julio, y Stefan Lano sólo tendrá un concierto el 19 pero con un programa que no sólo permitirá conocer a Lano como compositor ("Siete canciones sobre textos de Rilke" con Eiko Senda) sino que incluirá una de las mejores sinfonías de Shostakovich, aunque raramente ejecutada: la Octava. Entre el 20 de julio y el 2 de agosto hay un período sin determinar en el cual podría haber una gira por el Interior o un Concurso o algún concierto de difusión. Del 5 al 16 de agosto habría Concursos (muy necesarios).
El sobrio y talentoso director francés Sylvain Gasançon ha programado admirablemente sus dos conciertos de Agosto. El 23 rodea al Triple concierto de Beethoven (Inchausti, Araujo y Balat) con dos obras valiosas: "Métaboles" de Dutilleux y la Tercera sinfonía ("Litúrgica") de Honegger. Y el 30 se dan dos partituras que no recuerdo haber escuchado aquí: "Amitié" de Ysaÿe (Haydée Seibert y Gustavo Mulé, violines) y "La tumba resplandeciente" de Messiaen; además, tras larga ausencia, se escuchará la notable Tercera sinfonía de Roussel. 
Está por determinar qué ocurrirá en la primera semana de Septiembre. Retorna Fontana el 13 con dos famosas obras rusas: el Primer concierto para piano (con trompeta) de Shostakovich (Paula Peluso, Jonathan Bisulca) y la Segunda sinfonía de Rachmaninov (sería útil recordar también la 1 y la 3). El 20 la obra de fondo será la Misa de gloria de Puccini (González Dorrego, Caltabiano, Coro Polifónico Nacional); dirigirá Federico Sardella, y antes se escuchará el Concierto Nº 4 para violín de Mozart (Roggero). Y el 27 el español Ignacio García Vidal dará un programa novedoso. Se escucha raramente la extensa Obertura de "Bodas de sangre" de Juan José Castro; se estrenarán las "Canciones populares españolas" de García Lorca (por supuesto con ayuda de un orquestador) en las que intervendrá la cantaora Rocío Bazán, quien también estará en la versión 1915 de "El amor brujo" de Manuel De Falla. Y luego un curioso estreno: las "Variaciones sobre el Himno Español" de Balakirev. El 18 hay una obra maestra en la Segunda Parte: el Concierto para orquesta de Bartók. En la primera hay dos autores argentinos: Fabián Pérez Tedesco escribió "Exodus" para tres violoncelos y orquesta  (Eduardo Vasallo, Jorge Pérez Tedesco y un tercero a determinar); aparente estreno. Luego, el Concierto para bandoneón y violoncelo de Daniel Binelli (el autor y Vasallo); no sé si es estreno. Dirige Pablo Boggiano.  Y el 25 retorna Chiacchiarini con dos rarezas enmarcando al Concierto para la mano izquierda de Ravel (Panizza): "Todo noche" de Daniel Sprintz y el oratorio "Nagasaki" de Schnittke, seguramente estrenos (Malvino, Coro Polifónico Nacional).
Ya en Noviembre, un corto programa sinfónico coral (quizá falte una obra): la cantata op. 13 de José Ciurleo y la "Misa in tempore belli" de Haydn. Será el 1º del mes y dirigirá José María Sciutto, que es el director del Polifónico Nacional; solistas a anunciar. El 8 retornan los rusos Vladimir Lande y  Pavel Mylukov en obras bien conocidas: el Concierto Nº 2 para violín de Prokofiev y la Sinfonía Nº 6, "Patética", de Tchaikovsky. Retorna Vieu el 15 con dos obras interesantes: el Segundo concierto para violín de Prokofiev (Daniel Robuschi) y los "Quattro pezzi sacri" de Verdi (nuevamente el Coro Polifónico). El joven Ulises Maino dirige la mal llamada Obertura de "La Creación" de Haydn (es una Introducción) y la Quinta sinfonía de Schubert y acompaña a Diana Lopszyc en el Concierto para piano de Khachaturian.  Esto tendrá lugar el 27.
Y llegamos a Diciembre. El concierto del 6 formará parte del Festival de Música Contemporánea del Teatro General San Martín, lo dirigirá Natalia Salinas  y presentará tres estrenos. De George Benjamin, "Dreams of the song" (Flavio Oliver, Coro Nacional de Jóvenes); "Orion" de Kaija Saariaho; y "El lenguaje" de Luciano Azzigotti. Carlos Jaimes da un programa atrayente con obras poco transitadas el 13: "Voyevoda" de Tchaikovsky; Gran dúo concertante para violín y contrabajo de Bottesini (Lucía Luque, Julián Medina); y la Quinta sinfonía de Dvorák. Por último, en lo denominado como inicio del Proyecto Internacional Beethoven, el 18 dirigirá Andrés Tolcachir la Misa en do mayor beethoveniana (solistas a determinar, Coro Polifónico de Ciegos); y estrenará "Arena entre carne y hueso" de Andrés Gerszenzon (con la soprano Ana Moraitis). Y así terminaría el año la Sinfónica. Que la suerte la ayude.
Pablo Bardin

miércoles, abril 03, 2019

Programación de las Orquestas del Colón y Tres Primeros Conciertos

            Este amplio artículo se ocupará primeramente de la programación de la temporada de las orquestas del Colón y luego de los tres primeros conciertos de la Filarmónica.

 

FILARMÓNICA DE BUENOS AIRES

 

            De nuevo bajo la dirección de Enrique Arturo Diemecke, ofrecerá 18 conciertos de abono en el Colón (tres ya se dieron) y culminará el 5 de diciembre. Además dará una versión de concierto de "La condenación de Fausto"  en el Abono Sinfónico Coral. También habrá un ciclo de la OFBA en la Usina denominado Divertimentos y pasiones de seis conciertos entre el 24 de mayo y el 22 de noviembre. Ejecutará un concierto extraordinario en el CCK  el 11 de octubre y dará dos veladas en el Auditorio de Belgrano  el 18 de octubre y el 7 de noviembre. También participará en Colón Contemporáneo en la ópera en versión concierto "El baile" de Strasnoy (el 26 de septiembre, pero se desnaturaliza porque simultáneamente es la función Nº14 del abono de la Filarmónica). Y como todos los años, será la Orquesta del ciclo de ballet aunque en un saludable cambio alternando con la Estable, que se resistió durante décadas a hacerlo. Este año la Filarmónica acompañará "Don Quijote" (3 a 14 de abril), "Noche clásica y contemporánea" (6 a 9 de junio) y "El lago de los cisnes" (17 a 29 de diciembre). Como se ve, este año la orquesta estará muy ocupada, como corresponde pero no siempre ha sido. Y si bien yo preferiría que el abono sea de veinte conciertos, es positivo que la Orquesta presente su calidad artística en diversos ámbitos de la ciudad (y no descarto alguna invitación a otras ciudades).

 

ABONO

 

            Ya sé que hay tradición en Europa y Estados Unidos de largas etapas con un solo Director Musical en las orquestas e incluso varios son vitalicios. No lo comparto pese a varios brillantes ejemplos; sí un razonable período tras el de prueba pero que no sobrepase los diez años, ya que ningún director por talentoso que sea tiene una afinidad perfecta con todos los repertorios y tarde o temprano empieza a repetirse en demasía; además hay una saturación en el relacionamiento de ejecutantes y director, más allá del carácter disímil de cada director. Y darles el título de vitalicio  es una exageración ya que el director, p.ej., puede declinar mucho su rendimiento meramente por ser demasiado viejo (excepciones a un lado); en determinado momento se debería poder reemplazarlo y nombrarlo director emérito. Diemecke no es vitalicio pero ha cumplido un ciclo donde los melómanos y los críticos archiconocen sus puntos fuertes y débiles y ya no hay renovación ni sorpresa con él; soy de aquellos que quisieran que en el futuro sea un director invitado pero necesita tanto la Orquesta como el público otro director con repertorio distinto, más abarcativo, y sin el lado payasesco que algunos festejan y otros detestan (yo entre ellos).

            Este abono mantiene varias características: a) faltan grandes nombres y los directores invitados vienen por un solo concierto, cosa muy injusta: en cuanto la orquesta y el director se conocen  la relación se quiebra; además de este modo los directores tienden a elegir una obra de fondo importante y bien conocida ya que son juzgados en esa única instancia, en vez de aportar obras valiosas y poco transitadas; b) cuando hay estrenos tienden a ser de autores apenas conocidos y para instrumentos no habituales; c) las obras nacionales son escasas año tras año; d) punto encomiable, los mejores solistas de la orquesta son invitados a demostrar sus valores; e) siguen faltando estrenos fundamentales, así como segundas audiciones de partituras muy importantes; f) si bien es verdad que existe Colón Contemporáneo y la Filarmónica participa en un concierto, los ejemplos de músicas relativamente recientes son escasos, casi nulos, evitando la enorme mayoría de los compositores válidos después de 1950 y más gravemente de los que produjeron entre 1900 y 1950; que una Orquesta como la Filarmónica no haya ejecutado nunca las Tres piezas de Berg es sencillamente aberrante. De  los intérpretes nuevos para la Filarmónica  menciono especialmente entre los directores a Lionel Bringuier y entre los solistas a Sharon Isbin (guitarra), Filippo Gamba y Hélène Grimaud (piano). 

            No comento aquí los tres primeros conciertos, lo hago más abajo. En el cuarto (Abril 25) Diemecke dirige una obra enorme, la Tercera de Mahler, con Adriana Mastrángelo y los Coros del Colón (otro aspecto positivo: al fin se flexibilizaron las horas de ensayo y pueden combinarse los Coros con la Orquesta; la negativa a hacerlo era ridícula y causó grandes problemas durante décadas). El brasileño Roberto Minczuk el 9 de mayo acompaña a Horacio Lavandera en el Primer concierto de Liszt y del mismo creador una partitura valiosa poco transitada: la Sinfonía Dante, con el Coro de niños del Colón.  Emmanuele Baldini será violinista y director el 16 de mayo en un compendio austríaco clásico y pre-romántico: la denominada Sinfonía "Burlesca" de Leopold Mozart, supongo que estreno; homenaje a los 300 años de su nacimiento; no está de más señalar que mi catálogo del año 2000 de CDs lista 18 sinfonías del padre de Wolfgang; del hijo, el Primer concierto para violín, y de Schubert, la mejor de sus sinfonías tempranas, la Cuarta, "Trágica". Hay dos debuts el 27 de junio: el director Manuel Hernández Silva y la pianista Martina Fitjak. Sin dar título, figura el estreno mundial de una obra de la recientemente muy promovida compositora argentina Claudia Montero; el Segundo concierto para piano de Saint-Saëns; y la Octava de Dvorák. El concierto Nº 8 presenta a Bringuier con la mezzosoprano Tara Erraught (debut) en "Les nuits d´été" de Berlioz (homenaje en los 150 años de su muerte); antes  "Mi madre la oca" (presumo que la suite habitual) de Ravel y después la Segunda de Schumann; 4 de Julio. El 11 de julio Diemecke presenta un programa renovado de cierto interés: la interesante Sinfonía Nº5 para cuerdas de Chávez; el Concierto para trompeta en Mi bemol de Johann Baptist Neruda¸ la magnífica "Metamorfosis" para cuerdas de Richard Strauss; y el Concierto para trompeta de Arturo Sandoval. En ambos conciertos, el clasicista y el moderno, debuta Pacho Flores; supongo que son estrenos aquí. En cuanto a Chávez, estoy seguro del estreno de sus primeras tres sinfonías, no de la Quinta; si es estreno, enhorabuena. En el concierto Nº 10, el 1º de agosto, debutan el director John Axelrod y el violinista Hagai Shaham (ignoro su parentesco con el famoso Gil Shaham pero Hagai no es un primerizo: tiene varias grabaciones en el catálogo 2000 de CDs)). El programa incluye dos gratas obras: "Danzas fantásticas" de Turina y las "Danzas sinfónicas" de Rachmaninov; dos buenos ejemplos de la calidad que el género danza puede tener. Shaham evita los conciertos y ofrece la conmovedora suite "Baal Shem" de Bloch, y dos csardas de Jenö Hubay: Nº4, "Hejre Kati", y Nº5, "Hulamzo balaton" (no sé si se estrenaron aquí). Eiji Oue viene por tercera vez, la obra de fondo es la Quinta de Prokofiev; en la Primera parte hay dos obras que creo estrenos: la "Rapsodia japonesa" de Yuzo Toyama y el Concierto para tuba de Jörg Duga con Andreas Martin Hofmeir (debut); atrayente escuchar un concierto para tuba (sólo es bastante conocido el de Vaughan Williams). Es el concierto Nº 11 del 8 de agosto. El 5 de septiembre retorna Diemecke con una especialidad suya: la gran Sinfonía Doméstica de Strauss. Antes el fagotista de la orquesta, Gabriel La Rocca, ofrecerá el Gran concierto para fagot en Fa de Hummel, quizás estreno (¿cuándo algún pianista nos hará escuchar un concierto para piano de este compositor, eslabón imprescindible entre Beethoven y Chopin?). El siguiente jueves Diemecke nos dará la fundamental Novena sinfonía de Bruckner; antes escucharemos la Rapsodia sobre un tema de Paganini de Rachmaninov con Lilya Zilberstein (ignoro si debuta). Será una extraña experiencia la presunta ópera "El baile" de Strasnoy dirigida por el especialista Wolfgang Wengenroth en estreno americano (Colón Contemporáneo); no se anuncian cantantes…Versión de concierto; 26 de septiembre. Curiosa coincidencia, otro Baldini, el argentino Christian, será el director del concierto del 3 de octubre; al programa anunciado le falta una obra. Se inicia con el Concierto para flauta en re menor, Wq.22, de Carl Philipp E. Bach, con Claudio Barile; y se cierra con la Segunda sinfonía de Borodin. Vuelve Diemecke en un programa francés el 31 de octubre; lo inicia la brillante Obertura de "La Belle Hélène" de Offenbach; bienvenidas las hermanas Labèque en el Concierto para dos pianos de Poulenc; y concluye con la Sinfonía Fantástica de Berlioz (sendos homenajes a Offenbach y Berlioz; a Diemecke le encantan las efemérides, como ocurrió en años anteriores). Michael Seal dirigió en dos temporadas a la Orquesta Académica del ISA  (Instituto Superior de Arte del Colón); ahora, creo que por primera vez, toma un concierto de abono de la Filarmónica. El violoncelista Gary Hoffman (probable debut) estrena para Sudamérica el Concierto para ese instrumento del argentino Máximo Flugelman;  el mismo intérprete tocará también las Variaciones sobre un tema rococó de Tchaikovsky. Excelente idea de Seal, la velada termina con la admirable Sinfonía Nº 8 de Shostakovich, raramente tocada aquí.  Todo esto ocurrirá el 14 de Noviembre. Y Diemecke cerrará el abono el 5 de diciembre; como antes lo mencioné, por fin conoceremos a la gran figura del pianismo francés Hélène Grimaud; y por una vez escucharemos la versión integral de "Daphnis et Chloé" de Ravel, aunque lamentablemente sin coro.

 

ABONO SINFÓNICO-CORAL

 

            Creo muy positivo que en el año Berlioz se reponga "La Damnation de Faust", aunque lamente que sigamos esperando los estrenos de "Les Troyens" y "Béatrice et Bénédict". Ramón Tebar, actual director de la Orquesta del SODRE, dirigirá; un Fausto eslavo debutará, Bogdan Volkov; Fernando Radó nos dará su Mefistófeles; y Adriana Mastrángelo será Margarita; cantarán los dos coros del Colón. La cita es el 29 de agosto.

 

  OFBA EN LA USINA

 

            La Usina del Arte sigue siendo un lugar de complicado acceso y dudosa seguridad al salir, pero tiene una buena sala sinfónica y otra de cámara y el edificio es atrayente. El ciclo de seis conciertos tiene un título ambiguo: "Divertimentos y pasiones"; el primero es simple: o la forma divertimento u obras divertidas; ¿pero pasiones? Aquí también hay homenajes a Berlioz y Offenbach. El concierto del 24 de mayo será brillante  y con una incógnita: la Pieza de concierto para snare drums (pequeño tambor militar) y orquesta de Askell Mason (Christian Frette, percusión), seguramente un estreno. Ezequiel Silberstein lo iniciará con el Divertimento K.186 de Mozart, apenas conocido aquí, y tras el snare drum, "La máquina de escribir" de Leroy Anderson, simpática pieza crossover. Dos éxitos franceses muy frecuentados completan la noche: la obertura "Carnaval romano" de Berlioz (¿cuándo estrenarán las oberturas suyas que aquí faltan?)  y la Suite Nº 2 de "L´arlésienne" de Bizet. El 13 de junio dirigirá Gustavo Fontana  y tendrá, creo, un estreno: el "Gran Danzón para flauta y orquesta" de Paquito D´Rivera, con Gabriel Romero (debut), una pieza crossover. Pero el resto va de la clásica seriedad de Gluck (de "Orfeo y Eurídice", "Danza de los espíritus benditos" y "Danza de las furias") y Mozart (Obertura de "Don Giovanni") a la energía  de la "Bacanal" de "Sansón y Dalila" de Saint-Saëns y el humorismo de la Obertura de "Orfeo en los infiernos" de Offenbach (por cierto, otra visión del mito griego). César Bustamante dirigirá el 22 de agosto un estreno, el Concierto en fa menor, Op.18, para trompeta, de Oskar Böhme, autor que desconozco, con Werner Mengel. Hay una obra seria en el programa: "Las Hébridas" de Mendelsohn; las otras dos oberturas son chispeantes: "Las alegres comadres de Windsor" de Nicolai y "Caballería ligera" de Von Suppé. Por último, la música de cine de Nino Rota para Fellini: "Otto e mezzo". El 19 de septiembre va a dirigir Noam Zur, nombre nuevo para mí, un programa sin novedad en las primeras tres obras: el Concierto para violín de Mendelssohn con Demir Lulja, el Divertimento para cuerdas de Bartók y "Una noche en el Monte Calvo" de Mussorgsky/Rimsky-Korsakov. Pero al final va a haber algo atrayente: la "Jazz Suite Nº1" de Shostakovich, que bien poco tiene de jazz pero sí gracia y encanto. Otro director que no conozco, Yenny Delgado, dirigirá el 24 de agosto  un programa que creo incompleto: la espléndida Obertura de "La novia vendida" de Smetana; el muy bienvenido Concierto para tuba de Vaughan Williams (que mencioné más atrás), con Richard Alonso, y dos obras trilladas de Liszt: "Los Preludios" (¿para cuándo otros de sus poemas sinfónicos?) y la Rapsodia húngara Nº 2. Por último, Rodrigo Macías  programó para el 22 de Noviembre tres obras muy tocadas: el Divertimento K.136 de Mozart, la Obertura "Rosamunda" de Schubert y la Obertura "Carnaval". Pero dos cosas hacen interesante la velada: el Concierto para dos violines y cuerdas de Malcolm Arnold, con Grace Medina y Cecilia Barraquero (no sé si se ha hecho antes pero es una obra muy bien escrita) y la gran pregunta: si las anunciadas Danzas eslavas Op. 46 de Dvorák se dan completas (son doce) la velada se hace imprescindible: no sólo son las mejores danzas sinfónicas de la historia sino que no recuerdo que se hayan ofrecido todas juntas (sí las del op. 72, con Smetácek).

           

EL EX CORREO

 

            Un programa probablemente incompleto propone Diemecke para el 11 de octubre: Mariano Rey toca el "Latin-Jazz Clarinet Concert" de Daniel Freiberg (estreno crossover) y viene luego el imponente "Así habló Zarathustra" de Strauss. Faltaría una obra antes de Freiberg.

 

AUDITORIO DE BELGRANO

 

            En este caso sólo hay datos de intérpretes, no de obras (presumiblemente no estaba terminada la programación al hacer el folleto). El 18 de octubre dirige Nuno Coelho (nuevo para mí), ganador del XII Concurso Internacional de Dirección Orquestal de Cadaqués 2017, y el solista en viola es Juan Manuel Castellanos.   El 7 de Noviembre dirige Darío Domínguez Xodo y el solista es Daniel Crespo en trompeta.

            Una conclusión: muchos nombres nuevos de directores en la Usina o el Auditorio; ¿los estarán probando para quizás integrar la programación del Abono del Colón en 2020?

 

ORQUESTA ESTABLE DEL COLÓN

 

            Como corresponde, su tarea principal es ser la orquesta de foso para las óperas, pero este año también lo es para Ballet: "El Corsario"  en Mayo 30 y 31 y Junio 1 y 2; "La Sylphide" en Agosto 20 a 25 y 27; y "La Cenicienta" en Octubre 19, 20, 22 a 26. Era hora, ya que su actividad no resultaba suficiente. Pero además dará conciertos.

            En el Abono Sinfónico Coral colaborará con el Coro Estable del Colón (Miguel Martínez) en la Misa de Réquiem de Mozart el 20 de abril, con Favaro, Barrientos, Ballerini y Debevec Mayer, y el director será Evelino Pidò. El 17 de mayo seguirá con el Magnificat de Caamaño, buena elección argentina pero programa muy corto; dirigirá Mariano Chiacchiarini; el Coro Estable también participará.

 

USINA DEL ARTE

            El 30 de marzo dirigirá Víctor Hugo Toro (¿debut?) un interesante programa: la Obertura de "Lo schiavo" de Carlos Gomes, el Concierto para flauta de Ibert, las "26 variaciones sobre ´La folia di Spagna´ de Salieri (¿también con flauta?), y las muy gratas "Escenas pintorescas" de Massenet. El solista será Jorge de la Vega. Y al final de la temporada, el 14 de diciembre, Tito Ceccherini acompañará a Rodolfo Roson en el Concierto Nº 1 para corno de Mozart y exhumará tras muchos años la única Sinfonía (obra juvenil) de Wagner, que lo revela (como las Sonatas para piano) muy capaz en un rubro que pronto abandonará; por supuesto es como operista que llega al genio, pero vale la pena conocer estas partituras tempranas instrumentales. Programa demasiado breve, quizá añadan una partitura.

 

CC EX CORREO

            El 6 de abril Enrique Diemecke  combinará dos obras rusas: el Concierto Nº 2 para violín de Prokofiev (con Freddy Varela)  y la sorprendente Sinfonía "Manfredo" de Tchaikovsky.

 

ORQUESTA ACADÉMICA DEL ISA

 

            En el primer año de gestión de Daniel Birman éste muy erróneamente canceló los conciertos de la Académica en el Colón un jueves a la tarde por mes, tan beneficiosos en temporadas anteriores. Bien poco hizo la Académica en 2017 y 2018; sin restituir los conciertos del jueves, en 2019 tendrá mayor actuación pública.

            Intervendrá en actividades para niños, como un concierto didáctico sobre "Scheherezade" de Rimsky-Korsakov dirigida por Ezequiel Silberstein el 18 de mayo a las 11 hs en el Colón. Ignoro si entera o en fragmentos, pero es una obra de gran exigencia. Y la darán entera más "La Gran Pascua Rusa" al día siguiente  a las 11 hs.  El 31 de agosto en otro concierto didáctico Pablo Fenoglio dirigirá "Metales" con el Ensamble de metales y percusión de la Académica; Colón, 11 hs. Luego Silberstein dirigirá tres funciones de "El Principito" de Rachel Portman, ópera de cámara, estreno (Colón, 28 a las 11 y a las 14 hs y 29 a las 11 hs). La mencioné cuando hice el artículo sobre ópera en el Colón, y allí también cité "La finta giardiniera" de Mozart y "Armide" de Lully.

            Habrá un aislado jueves el 27 de junio a las 17 hs. con un programa beethoveniano dirigido por Nathalie Marin: la Sinfonía Nº 6, "Pastoral", y el Concierto Nº5, "Emperador", con el pianista Gastón Friedman. Siempre en el Colón, el Ensamble de maderas de la Académica ofrecerá "Los jóvenes vientos de Mozart" (obras y arreglos) el 28 de julio a las 11 hs. El 4 de agosto a las 11 hs el Ensamble de metales y percusión dirigido por Fenoglio tocará Copland, Chávez, y dos obras poco conocidas: la Sinfonía para metales de Jan Koetsier  y las Fanfarrias litúrgicas de Henri Tomasi. (El mismo programa en el Auditorio de Belgrano el 2 de agosto a las 20 hs). Con un director nuevo para mí, Gustavo Rivero Weber, la Académica dará un concierto el 1 de septiembre a las 11 (en el marco  de la apertura Festival Septiembre Musical) con el Concierto para viola de Hoffmeister (con Javier Cárdenas) entre dos obras de repertorio: "El Carnaval Romano" de Berlioz y la Segunda de Brahms. (El mismo programa en el Auditorio de Belgrano el 5 de septiembre a las 20 hs).  También, Silberstein dirigirá el Concierto de Graduados acompañando a los alumnos de la Carrera de Canto el 1 de diciembre a las 11 hs.  Además habrá un Concierto de Clausura del 2º Seminario Internacional de Dirección Orquestal dirigido por Diemecke el 31 de octubre a las 17 hs en el Colón. Alumnos de la Académica  intervendrán en conciertos de cámara en el Salón Dorado a las 17 hs con programas todavía no anunciados y en el 2º Festival Septiembre Musical en cuatro salas de la Capital. Y alumnos de la Académica se añadirán al Ensemble 2E2M (Francia), que dará un concierto en el CETC y en la misma sala intervendrá en "Formas in pulvere" de Matalón y Theocharidis (sólo la percusión) en Agosto 8, 9, 10 y 13.

            Como se ve, una intensa actividad bien distinta de lo ocurrido en 2017 y 2018. Sin perjuicio de lamentar que no se haya restablecido la serie del jueves, es mucho más satisfactorio lo planteado para este  año, bastante complejo en su estructuración y variado en sus desafíos.

 

FILARMÓNICA: PRIMER CONCIERTO DE ABONO. FEBRERO 28

 

            Diemecke fue bien a lo seguro en el programa ruso elegido: el concierto pianístico más trillado, el Nº 1 de Tchaikovsky, y una selección de "El Príncipe Igor" de Borodin que culminó con las célebres "Danzas polovtsianas" (casi idéntico a lo que  hizo a fines de 2018 Mario Benzecry con la Juvenil San Martín). Al menos permitió conocer a un muy sólido pianista ucraniano, Alexander Romanovsky. Frisando los 35 años ha tocado con varias de las mejores orquestas y fue dirigido por directores de primera línea; además dio recitales en salas famosas. También grabó discos dedicados a Rachmaninov o a las Variaciones Diabelli de Beethoven. Ésta es una época de grandes pianistas de ambos sexos con asombroso virtuosismo, pero no todos son igualmente interesantes en lo estilístico. Salvo algún ritenuto en demasía o un par de pasajes de excesiva rapidez, la casi totalidad del Concierto surgió firme, expresivo y auténtico, con un sonido poderoso sin golpear; no es culpa suya que sea hora de cambiar el Steinway del Colón, artificialmente brillante en las octavas superiores. No fue muy feliz la dirección de Diemecke, con algunos desajustes y arranques violentos, aunque también hubo buenos momentos. El pianista agregó una pieza en absoluto contraste: el lento Preludio en si menor, BWV 855, de J.S.Bach, en arreglo de Siloti, y lo hizo con gran sobriedad.

            Por supuesto, la ópera de Borodin es muy valiosa y al morir estaba casi terminada; lo que hicieron Glazunov y Rimsky-Korsakov fue por un lado llenar algunos espacios  y por otro terminar y mejorar la orquestación. Es una vergüenza que el Colón no la haya repuesto desde 1948. Lo que hizo Diemecke fue muy similar a lo de Benzecry, pero con cortes: la Obertura, en la que la mano de los orquestadores fue esencial, dura unos 12 minutos; con Diemecke duró 8; y la divertida Marcha polovtsiana fue reducida a la mitad. El llamado ambiguamente Coro de las jóvenes polovtsianas  tiene un agregado fundamental: la magnífica melodía es cantada primero por una soprano, y tuvimos la suerte de que fuera Jaquelina Livieri, sin duda la mejor voz de su cuerda de su generación pero además una artista que frasea admirablemente, con innato buen gusto y sentido del estilo. De allí en más imperó la danza, aunque no hubo bailarines: la "Danza de las jóvenes polovtsianas", única anterior a la serie de "Danzas polovtsianas",  que a veces se hacen sin coro pero cuya correcta versión es con coro, como en la ópera (cuando han formado parte de espectáculos de ballet suelen ser sin coro e incluso con música grabada). Estas danzas son magníficas y las hay lentas y rápidas, todas de gran imaginación y frescura. Las tres versiones de estos últimos años (Pérez, Benzecry y Diemecke) se caracterizaron por hacer las rápidas muy rápidas y acentuar el presunto salvajismo de los polovtsianos haciendo que el coro cante en fortissimo de tres efes. En verdad prefiero menos rapidez y salvajismo; bajaría diez puntos de metrónomo y sacaría una efe. Igual sería excitante pero más musical. Ya que los Polovtsy son poco conocidos, no está de más dar algunos datos. Los rusos los llamaban así, pero para los del Turquestán eran Kipchak. Era una confederación tribal que en el siglo XI ocupaba un vasto territorio de la estepa Euro-Asiana desde el Norte del Mar de Aral al Norte del Mar Negro. Desde el siglo IX empezaron a mezclarse con los Mongoles Karakitai. En el Sur de Rusia pelearon contra los rusos, bizantinos, pechenegos y húngaros. La confederación quedó destruida cuando los Mongoles mataron al jefe de las tribus Kipchak del oeste y así pasaron a formar parte de la Horda Dorada, la zona oeste del Imperio Mongol. Las tribus Kipchak del oeste, llamadas Kumanos, huyeron a Hungría, para entonces ya firmemente constituida. La ópera no nos da datos precisos pero sí que eran enemigos de los rusos. El libreto pone de relieve la generosidad del Khan Komchak que trata con la mayor cortesía a su prisionero, el Príncipe Vladimir, hijo del Príncipe Igor que está en guerra con ellos. Y hasta hay un amorío del Príncipe con una polovtsi, de modo que no son salvajes según el libreto. Con la salvedad en cuanto a velocidad y dinámica, la versión estuvo bien armada, tocada con habilidad y cantada con buenas voces.

            Más allá de sus mediocres comentarios, Diemecke homenajeó al fallecido André Previn y tras absurdas pseudo-metafísicas uniones del Cielo y la música en su perorata, pidió un aplauso y él mismo lo hizo sostener aplaudiendo largo tiempo, señalando que este año se estrena de Previn la ópera "Un tranvía llamado deseo". 

 

SEGUNDO CONCIERTO DE ABONO. MARZO 14.

 

            También dirigido por Diemecke, fue un programa interesante con algún grado de renovación. Y para quienes conocen al director, hubo una característica singular: dirigió todo con partitura. El criterio fue claro: para qué memorizar las obras elegidas si no son de repertorio; tiene su lógica. El orden de las obras era distinto en el anuncio original. Por otra parte, en ese anuncio sólo mencionaban a "Fancy free" de Bernstein, lo cual hacía presumir que se daría la obra completa, pensada para el ballet (y en efecto el  Ballet del Colón la había bailado días atrás en espectáculos al aire libre en el Anfiteatro del Parque Centenario; además formará parte de la llamada "Noche clásica y contemporánea"). "Fancy free" se traduce "libre del poder del amor" y el ballet de Bernstein y Robbins (1949) se refiere a tres marineros que están de licencia en New York decididos a pasarla bien. Conocí el ballet en la fantástica visita del American Ballet Theatre de Junio 1955, simultáneo con el primer intento de derrocamiento de Perón, y me deslumbró la agilidad jubilosa de los movimientos y la comunicativa energía de la música. Pocos meses después compré el disco por la Orquesta del ABT que tenía del otro lado "Rodeo" de Copland, otro ballet que se vio en esa visita a Buenos Aires. Ambos daban lo mejor de la vitalidad americana en música y baile. Lamentablemente sólo escuchamos las tres danzas  del Nº 7 de los 8 números que conforman la partitura; duración, sólo 8 minutos. Denominadas "Tres variaciones de danza", escuchamos la peculiar interpretación bernsteiniana (algo así como un Shostakovich a la americana) de un galop, un vals y un danzón, el más largo y más logrado. Música brillante y nada fácil, Diemecke estuvo a sus anchas en este estilo y la orquesta respondió muy bien.

            La guitarrista estadounidense Sharon Isbin debutó aquí tras una larga e ilustre carrera. No he tenido acceso a sus numerosos discos  (25) de muy variados géneros y su biografía indica que "expandió el repertorio con más encargos que cualquier otro guitarrista y estrenó conciertos que le escribieron Corigliano, Schwantner, Foss, Danielpour y Chris Brubeck". Estudió con Segovia, Lorenzo Ghiglia y Tureck (en este caso para "la adaptación para guitarra de las suites de laúd de Bach"). Dirige el Departamento de guitarra de la Juilliard School. Atractiva y de joven aspecto, eligió una obra bien conocida de Joaquín Rodrigo, la "Fantasía para un gentilhombre", evitando el trillado "Concierto de Aranjuez". La Fantasía se basa en seis danzas del siglo XVII de Gaspar Sanz, muy bellas y que se han grabado en su versión original. Se divide en cuatro partes y la orquesta es liviana aunque privilegiando a la flauta y a la trompeta y con la particular disonancia de Rodrigo basada en la apoyatura. Recuerdo la gran versión de Yepes con Fuchs y la Filarmónica en 1968, y luego se ha interpretado con bastante frecuencia. La obra se inicia con un Villano, danza popular aragonesa, seguido de un Ricercar, forma precursora de la fuga. El segundo fragmento empieza con la Españoleta, similar a la siciliana, melodía muy expresiva; sólo tras varios minutos aparece brevemente la Fanfarria de la Caballería de Nápoles, tan contrastante. La brillante y rápida Danza de las hachas es el tercer fragmento, y el cuarto, Canario, es por supuesto una danza popular de las Islas Canarias aunque el canto del pájaro no esté lejano. Los veinte minutos pasan con placer y tienen estilo propio.  Un viejo problema de los guitarristas es que el instrumento tiene poco volumen y en principio resulta adecuado para ámbitos pequeños; en el Colón resulta aceptable una discreta amplificación, que no advertí desde mi butaca en fila 20. Cuando Isbin tocaba sola, la escuché siempre y aprecié su admirable técnica y el buen  gusto de su fraseo; pero en los momentos de mayor brillo orquestal a veces apenas se la escuchaba, y como la orquestación tiene algunos pasajes un poco estridentes hubo momentos algo opacos. Creo que Diemecke hubiera debido suavizar aquellos detalles pero admito que no es fácil en este caso. La pieza extra, anunciada en buen castellano por la intérprete, fue el simpático vals venezolano "La tabla" de Antonio Lauro. Isbin señaló que en la sala estaba su primo, ¡Norman Briski! Me quedé con ganas de escuchar a la artista en un ambiente más propicio, ya que su talento es de primera línea.

            Alex Nante es discípulo de Luis Mucillo y como él sus creaciones están influidas por ideas  "espirituales inspiradas en tradiciones sagradas; de allí la relación con la poesía de los místicos" (Sebastiano De Filippi). Nació en 1992 y ahora vive en París. Los diez minutos de "Invocación", estreno mundial, tienen un clima onírico ligado a una obra de piano inspirada en una frase de Teilhard de Chardin en la que el jesuita francés afirma que la Tierra "puede asirme en sus brazos gigantes" (citado por De Filippi). Bien orquestado, llega a un climax que luego amaina. Su inclusión es anómala en un abono que hace muy poco por los creadores argentinos, de ahora o de antes.

            He reprochado otras veces a Diemecke por no incluir sinfonías de autores de Estados Unidos teniendo en cuenta que hace casi treinta años que es Director de la Orquesta de Flint (Michigan) y también estuvo varias temporadas con una orquesta cercana a Los Angeles. Agradezco la posibilidad de haber escuchado la Sinfonía Nº 2 de  Howard Hanson, de quien tengo no sólo ésta sino también la 1ª, 3ª y 5ª y me parece un buen compositor tonal de segura escuela y muy americano en su orquestación. Ojalá si Diemecke sigue en el futuro se acuerde de la 3ª de Harris, las tres primeras de Ives, la 3ª  de Schuman o alguna de Piston. Hanson vivió entre 1896 y 1981 y compuso siete sinfonías, desde la "Nórdica" de 1922 a la "del Mar", con coro cono la homónima de Vaughan Williams, la Nº1, ambas con texto de Whitman, pasando por la Cuarta, "The Requiem" (1945) y la Quinta ("Sacra") de 1954. Las siete fueron grabadas por la Sinfónica de Seattle dirigida por Gerard Schwarz. Descendiente de suecos, su música está influida por Sibelius y Nielsen pero también por un romántico de Estados Unidos como MacDowell. Nacido en Nebraska, se formó en su ciudad natal, Wahoo, y luego en el Institute of Musical Art de New York y la Northwestern University de Illinois. Decano del Conservatorio de Bellas Artes en San José, California, en 1919, en 1921 ganó la beca del American Prix de Rome (aquí sólo se conoce el de Francia) y pasó tres años en Roma;  en 1925 le llegó el nombramiento que lo haría famoso: la dirección de la Eastman School of Music de Rochester, Estado de New York. Su Segunda Sinfonía fue estrenada por la Sinfónica de Boston dirigida  por Koussewitzky y también se tocó en Roma. Y en EE.UU. la dirigió Toscanini, atraído por una obra lejana al vanguardismo que él no dirigía. Hanson hizo algo esencial en Rochester: creó los American Composers Concerts y dio a conocer música sinfónica de variadas tendencias. En los años cincuenta para Mercury grabó una gran cantidad de LPs que son en la actualidad verdaderas pìezas de colección, antología de gran valor informativo y que dio a conocer a muchos compositores, aunque también obras propias. Poseo el LP en el que Hanson dirige la Eastman-Rochester Orchestra en la Segunda sinfonía y el "Lament for Beowulf", que evoca al texto anglosajón heroico del siglo VIII y tiene coro.

            Las notas del propio Hanson para el estreno de la Segunda en Boston merecen reproducirse aquí, aunque parcialmente. "Mi meta es crear una obra de espíritu joven, de temperamento romántico y de expresión simple y directa. El Primer movimiento, Adagio-Allegro moderato, se inicia con un atmosférico tema de maderas y trompas. El Allegro tiene un primer tema anunciado por cuatro trompas  pero luego hay un tema episódico sereno en oboe y otro Lento en las cuerdas. El desarrollo se nutre de los tres temas, y tras un climax se escucha la reexposición que a su vez lleva a una coda tranquila". Como se ve, una forma sonata tradicional pero con un toque romántico; y Hanson no lo dice, pero su orquesta suena muy americana y a veces saturada. Aquellos que creen ver una influencia de Hollywood se olvidan que la obra es de 1930, apenas nacimiento del sonoro. El romanticismo hollywoodense fue la creación de inmigrantes austríacos y húngaros: Steiner, Korngold, Rozsa, y ocurrió en la década 1931-40. El primer movimiento dura casi 14 minutos; el segundo, "Andante con tenerezza", sólo unos 7 minutos. "El tema principal es presentado por las maderas; un interludio con los bronces se basa en el Adagio del primer movimiento y es interrumpido por pasajes floridos de las maderas; el segundo tema a su vez es tomado del solo de trompa del primer movimiento" (o sea que hay aspectos cíclicos en la sinfonía); "el tema principal finaliza el movimiento". "El Allegro con brio  del tercer movimiento  se inicia con un tema en las trompas que también recuerda el primer movimiento. El segundo tema, Molto meno mosso, es anunciado por los violoncelos; luego se lo varía y lleva a la sección media, Più mosso: una llamada de trompa sobre pizzicati; la llamada  es tomada por los trombones y lleva a una fanfarria empezada por las trompetas. Su climax  lleva al tema principal del primer movimiento en las trompetas, y sigue el segundo tema del primer movimiento fortissimo. Una breve coda con fanfarria finaliza la sinfonía". Claramente cíclica pero también muy enérgica, la sinfonía combina el sentimiento romántico con una forma muy elaborada. No es una obra memorable pero ciertamente vale la pena conocerla. La versión de Diemecke y la Orquesta pareció bastante bien llevada aunque algo demasiado ruidosa por momentos.

 

TERCER CONCIERTO DE ABONO. 21 DE MARZO

            Programa trillado pero artistas valiosos que retornaban al país tras cerca de veinte años: el director ruso Alexander Anissimov y el pianista italiano Filippo Gamba. Anissimov, moscovita, es actualmente Director de la Sinfónica Nacional de Bielorrusia en Minsk; antes dirigió el Teatro Bolshoi de Bielorrusia en dos períodos: 1980-84 y 1989-2002. Otros cargos: Director del Teatro de Ópera y Ballet de Perm (1985-2002), gran ciudad de los Urales, ahora conocido por ser su director Currentzis, muy de moda en el Festival de Salzburgo; de 1985 a 2002, de las orquestas Filarmónica de Busan (Corea del Sur) y Sinfónica Nacional RTE de Irlanda en Dublin; y en 2011-2017 del Teatro de Ópera de Samara (Rusia). Ciudades no famosas pero que tienen una ingente actividad de repercusión local, asombrosa cuando se investiga y se conocen los detalles. Obviamente todas apreciaron la multiplicidad de Anissimov, igualmente cómodo en el concierto, la ópera y el ballet. Pero además fue invitado por los grandes centros; Mariinsky, Bolshoi de Moscú, San Francisco, Colón, La Fenice de Venecia, Hamburgo, París, Tokio, Sinfónica de Londres, Birmingham, Santa Cecilia de Roma, etc. Grabó con la Sinfónica de Moscú las nueve sinfonías y los tres ballets de Glazunov, y con la Sinfónica Nacional de Irlanda las tres sinfonías y todos los poemas sinfónicos de Rachmaninov. En suma, una muy intensa trayectoria. Busan (o Pusan) tiene más habitantes que la CABA y este puerto del Sur de Corea del Sur es la segunda ciudad del país, de modo que es un lugar importante y con vida cultural. Samara (en época soviética Kuybyshev) es una ciudad industrial sobre el Volga con una población cercana a la de  nuestra Córdoba (al menos 1,5 millones) y como ha ocurrido en otras ciudades, su desarrollo hidroeléctrico y petrolero la ha llevado a promover las artes. Se observa también que Anissimov ha llevado de frente cargos simultáneos en ciudades distintas y lejanas entre sí.

            En cuanto a Filippo Gamba, un amigo melómano me confirmó que había dado conciertos en Buenos Aires unos 18 años atrás en el Instituto Italiano de Cultura y en el Conservatorio Beethoven, datos que no figuran en la biografía del programa. Graduado en el Conservatorio de su ciudad natal, Verona, se perfeccionó con Maria Tipo y Homero Francesch. Fue premiado en concursos como el Géza Anda en Zürich, el Van Cliburn, el Rubinstein o el Pozzoli y actualmente es profesor de la Academia de Música de Basilea. Por supuesto participó de Festivales como el de piano del Ruhr, de Lucerna, el Lockenhaus de Kremer o el de Varsovia. Y tocó con orquestas como la de Cámara de Viena, la Tonhalle de Zürich o la Filarmónica de Israel con directores como Rattle, Conlon, Armin Jordan o Ashkenazy. Realizó algunas grabaciones; destaco las Bagatelas completas de Beethoven, tan valiosas y poco tocadas. También se dedica con frecuencia al mundo intimista de la música de cámara, especialmente con cuartetos.

            Hubiera preferido que la primera parte, dedicada a Beethoven, se iniciara no con la Obertura de "Fidelio" sino con la Leonora Nº3, tanto más enjundiosa, aunque la llamada "Fidelio" es sin duda buena. No sentí a la orquesta bien asentada y la versión fue sólo correcta; o se ensayó poco o la empatía con el director no había madurado. Pero en cambio fue muy seguro y estilístico el acompañamiento en el Tercer Concierto, obra que se inicia con una introducción orquestal de gran impacto; y a los pocos minutos Gamba demostró ser un beethoveniano de pura cepa, vigoroso, exacto, sensible y límpido. Si supo dar el drama del primer movimiento, incluso la ardua cadenza,  también fue sutil, refinado y cantabile en el Largo, y sin solución de continuidad, en el Rondó: Allegro, jubiloso y virtuosístico a la par que muy variado; cada matiz y cambio fue reflejado en su versátil pianismo de primera categoría. Y el director y los solistas orquestales fueron muy buenos socios. La "yapa" de Gamba fue la Mazurca Op. 68 Nº 2 de Chopin, elegante y bien ritmada. Gamba es seguramente uno de los mejores pianistas italianos actuales.

            Tengo gran admiración por la "Scheherazade" de Rimsky-Korsakov, su obra maestra, de enorme imaginación y habilidad y de profunda belleza en sus cuatro partes narrativas, donde cada historia es contada con singular talento mientras que la personalidad de la seductora Scheherazade y el terrible Sultán no dejan lugar a dudas. Tuvimos el privilegio de una versión dirigida con total dominio por Anissimov y con solistas orquestales que vuelven a demostrar la categoría de la actual Filarmónica; Pablo Saraví fue un lujo de técnica y sensibilidad con su violín insinuante y comunicativo, pero hubo otros grandes intérpretes en los solos de violoncelo, flauta, clarinete y fagot; bronces seguros salvo un pequeño traspié de trombones, y notable timbalista. La orquesta sonó bien de pianissimo a fortissimo. Lástima que no hubiera un segundo concierto para permitirle a Anissimov  ir a repertorio valioso pero menos transitado, como la Primera Sinfonía de Balakirev.

Pablo Bardin