Dos espectáculos de danza opuestos en estilo fueron presentados en el Coliseo en semanas recientes. Por alguna razón que no comprendo, la carátula del programa chino está en inglés; la traduzco. 12 Zodíaco Chino: Historias chinas en danza y música. Presentado por el Grupo Chino de Artes y Entretenimiento. Coliseo, 26 y 27 de Noviembre. Presencié la función del 27 de Noviembre. Por su parte, el Teatro di San Carlo de Nápoles presentó una Gala de Ballet denominada Homenaje a Nureyev y Rossini el 4 y el 5 de Diciembre; estuve en la primera función.
12 ZODÍACO CHINO
En castellano algo macarrónico el programa intenta explicar el propósito del espectáculo. Con música de percusión y danza expresa la cultura tradicional china a través del zodíaco. Ciertos elementos simbolizan la reencarnación del zodíaco cada 12 años y la ley de la continuidad y el círculo con el fin de interpretar el gran tema del tiempo y la vida. El drama está dividido en 4 escenas y 12 programas desde el Prólogo con "El Toro en el campo" hasta el final con "El dragón en el Cielo". También se alude a las 12 grandes épocas históricas chinas: desde el pionero estado de Pangu con el toro, las poderosas dinastías Wei y Jin con las ovejas y la postura inclusiva de la dinastía Tang con la serpiente. Proponerse todo esto a través de un espectáculo es ambicioso y difícil. En un estilo que trata de conjugar la tradición china con los modernos espectáculos occidentales se logró un híbrido desparejo con aspectos que funcionaron muy bien y otros que no me convencieron.
Yo soy la rara avis que estuvo en China en 1962 en época de Mao poco antes de la terrible Revolución Cultural que no sólo rechazó la cultura occidental sino también la china: 4 años más tarde sólo valía el libro rojo de Mao. Pero yo todavía pude ver un concierto sinfónico que contenía por ejemplo el Concierto para violín de Sibelius; en cambio, la única ópera china que vi se estrenaba y tenía por heroína a la campesina que vencía al malvado terrateniente. Cuando cayó la Banda de los Cuatro paulatinamente cambiaron dos cosas: hubo un regreso a las culturas históricas china y occidental y el casi milagro de Deng Hsiao Ping: ir abriendo China a la economía de mercado y a un capitalismo de estado y llevar a centenares de millones de la pobreza a la clase media. La China de hoy es la segunda economía del mundo, autocrática de partido único y capitalista. En la cultura musical la magistral película con Isaac Stern "De Mao a Mozart" indicó el cambio hace ya varias décadas. Cuando volví hace una década el nuevo camino ya había avanzado, los trenes andaban a 300 km por hora, el turismo era abundante y Shanghai tenía un nuevo barrio comercial de espectacular desarrollo. Esa China es imparable, con sus 1.400 millones de seres humanos que mejoran su nivel de vida año tras año. Y el espectáculo que comento, si bien está enraizado en la vieja cultura, tiene con frecuencia un fuerte tufillo a Las Vegas. Sesenta años atrás en el período inicial de Mao se conoció en Buenos Aires la auténtica ópera china, y luego a través de las décadas vinieron circos que demostraron que la flexibilidad del cuerpo chino es inalcanzable en cualquier otra cultura; hacían y hacen cosas inverosímiles, y bien lo sabe el Cirque du Soleil. También descuellan en las artes marciales y hace ya muchos años visitó al Luna Park una muestra de la cultura de Shaolin; luego los visité durante mi segundo viaje. Por otra parte, Buenos Aires tuvo durante esta última década visitas anuales de la contracultura china instalada en New York y enemiga del régimen, presentando grandes shows de arte ancestral según una doctrina que rechaza al actual gobierno chino. Es bueno que podamos presenciar las dos caras de la moneda, pero también resulta necesario que podamos apreciar lo auténtico: la ópera china es muy difícil para los oídos occidentales y no "vende" como los espectáculos mixtos mencionados (lo mismo vale para las artes clásicas japonesas) pero una ciudad que se pretende cultural como la nuestra supo apreciarlas otrora y hay que arriesgarse; debe defender la pureza de una cultura, y eso vale de manera muy amplia teniendo en cuenta la actual epidemia de fusiones.
Pese a que probablemente la gran mayoría de mis lectores tienen tanta dificultad como yo para recordar nombres chinos, menciono los principales responsables de 12 Zodiac. Equipo creativo: Director General, Stan Chen; Guión, Sun Lei; Director Musical, Meng Ke; Escenógrafo, Bian Wentong; Luces, Hou Xin; Trajes, Tao Lei; Multimedia, Wang Zhigang; Artistas (en inglés): China Oriental Song and Dance Troupe; Producción: China Oriental Performing Arts Group Co. Ltd. Bailarines: 18; Bailarinas: 17; Músicos masculinos: 2; Músicos femeninos: 3. China Arts and Entertainment Group (CAEG) es la principal empresa internacional de cultura y entretenimiento de China, con más de 60 años de experiencia (o sea que empezó en la época de Mao); es la única empresa estatal en el área cultural con desempeño global. En cuanto al China Oriental Performing Arts Group, es un grupo nacional de artes escénicas y cultura; es heredero del Grupo Chino de Canto y Danza y el Grupo Oriental de Canto y Danza.
El espectáculo está ligado por breves episodios musicales, posiblemente para facilitar los cambios de escena. Dura unas dos horas y no tiene intervalo. Se inicia lenta y solemnemente en una llamada Obertura con un artista atravesando la escena de izquierda a derecha hasta que suenan las campanas, el tótem del zodíaco marca el símbolo de la vida para los chinos. I: Bueyes en prados: El cielo y la tierra se separan entre diluvios, la antigua época comienza, un grupo de bueyes viene paso a paso. Con pesados movimientos los bailarines-bueyes avanzan de a trancos iguales, siempre agachados; se hace algo monótono. II: Tigres en bosques: tambores agitados, "tigres" de espléndida fuerza y acrobacia; un imponente espectáculo con variedad de tambores tocados con virtuosismo (me recordó a los tambores taiko japoneses que nos presentó el Mozarteum años atrás). Episodio Madera y Primavera: varios instrumentos exóticos crean un clima particular, incluso uno de creación occidental con la apariencia de una gran olla de cobre cerrada que permite ser tañida con gran variedad de timbres de pp a ff. III: Ovejas en montañas: un número opaco y poco interesante. IV: Ratones en tierra: cinco bailarines mimos humorísticos hacen gestos y muecas ratoniles con bastante gracia. Episodio Fuego y Verano: los cinco músicos tocan otra variedad de instrumentos, sobre todo percusivos. V: Serpientes en ríos: si bien aprovecha los cuerpos flexibles de las bailarinas, no logran dar la sensación de serpientes, quizá porque lo que visten no lo sugiere suficientemente. VI: Monos despiertan la madrugada (¿no debería ser "en la madrugada"?). Los monos son esenciales en los mitos chinos e indios y su evocación permite el despliegue de acrobacias impactantes, aunque el maquillaje da poca idea de monos, salvo uno de rostro pintado que quizá sea el Rey Mono; usan largos palos. Episodio Oro y Otoño, con distintos tipos de tambores. VII: Conejos invitan a la luna. Gratas evoluciones de bailarines de ambos sexos, aunque ni la ropa ni el maquillaje sugieren conejos. VIII: Perros juegan con el viento. Juegos miméticos muy angulares, con ropas de distintos colores pero que nuevamente no evocan perros (creo que al espectáculo no le hubiera venido mal un asesor de Disney). De paso, hay rimbombante música grabada en muchos pasajes de la velada y con muchos decibeles. IX: Cerdos alegres. "Los cerdos velan el nuevo año y la gente vive en paz". Los bailarines y las bailarinas son flacos pero están engordados por detalles de vestuario y todos se visten de rojo en este momento ingenuo y simpático; los rostros son bien humanos. Episodio Agua e Invierno: esta vez los sonidos provienen de grupos de tubos tañidos. X. Caballos persiguen las nubes. Un número vistoso y dinámico; los bailarines tienen máscaras y botines y se mueven con gran agilidad, "galopando". XI: Gallos salen del polvo. Esta vez sí el vestuario es sugerente y las poses de los "gallos" (también con bailarinas) dan una idea adecuada de sus "personalidades": "orgullosos de pie". XII: Dragón regresa al nuevo inicio. Nada hay más chino que el dragón, y en este caso sin pretender que los bailarines usen de artificios para parecer dragones, se optó por gestos y poses de mucha fuerza y con música intensa. Terminando: las campanas y los tambores suenan y todos los artistas hacen un gran despliegue de optimismo.
Si bien hay mucho trabajo y grandes medios, con abundante inversión en vestuarios, proyecciones y escenografías, pocos números me parecieron de especial interés y varios hubieran necesitado de otro enfoque tanto en vestuario como en movimientos. Los artistas son múltiples: bailarines, mimos, acróbatas; y los músicos logran una variedad de sonidos valiosa (me gustaron mucho menos aquellos grabados "a la Hollywood"). No es nada fácil lograr algo convincente con humanos haciendo de animales y aquí pienso que eligieron un tema muy riesgoso y arduo; aunque fue logrado a medias, el balance puede darse con la pregunta "¿valía la pena verlo? Y la respuesta mía es que sí, pese a creer que podría ser considerablemente mejorado o cambiado.
TEATRO DI SAN CARLO
Tuve el privilegio y placer de ver ópera en este gran teatro, seguramente uno de los más grandes y bellos del mundo, en dos ocasiones: en Febrero de 1954, "La Wally" de Catalani con Tebaldi, Turrini y Tagliabue, director Santini; y en 1974 una interesante combinación de "El Castillo de Barba Azul" de Bartók con "El prisionero" de Dallapiccola. En cambio, no pude ver ningún ballet. El Teatro di San Carlo nace en 1737 cuando el primer Borbón de Nápoles, el rey Carlos III, promovió "una obra que combina maravilla con magnificencia; el más gran teatro de Europa". No hay que olvidar que entonces esta ciudad era un centro fundamental operístico, esa Escuela Napolitana con Alessandro Scarlatti, Pergolesi y Leo que tuvo gran influencia en Händel. En el siglo XIX fue ampliamente remozado por Niccolini, Guerra y Maldarelli. Los grandes belcantistas y luego Mercadante y Verdi estrenaron allí muchas de sus obras. Ya en el siglo XX brillaron los napolitanos por nacimiento y formación Leoncavallo, Giordano, Cilea y Alfano. Y en el XXI realizó 8 giras en el extranjero (incluso Chile). Ya desde su inauguración hubo danza en el San Carlo. Más tarde en el siglo una figura esencial fue el napolitano Salvatore Viganò, iniciador en Europa del "ballet de acción" y el "coreodrama". En el siglo XIX grandes figuras como Fanny Cerrito, Fanny Elssler y Maria Taglioni brillaron en este teatro. En el s.XX tuvo un período opaco, pero después de la Segunda Guerra Mundial tuvo ilustres visitantes: Fonteyn, Fracci, Maximova, Nureyev y Vassiliev, y Roland Petit creó ballets para el San Carlo. Después de directoras prestigiosas como Elisabetta Terabust y Anna Razzi, actualmente lo lidera Giuseppe Picone.
Picone, que todavía baila (lo hizo en este programa), tuvo destacada actuación en varias compañías, especialmente en el American Ballet Theatre donde tuvo muchos roles protagónicos. Bailó en muchos otros grandes teatros, como el Covent Garden, el Bolshoi, la Ópera de Viena, el Ballet de Cuba y el Massimo de Palermo. Además intervino en gran número de nuevos ballets y realizó coreografías propias (incluso algunas que se vieron en este espectáculo). El programa de mano incluyó biografías de todos los bailarines y además una semblanza de Rudolf Nureyev por Constanza Bertolini. Nuestra ciudad ha sido afortunada, ya que pudo ver a los tres grandes rusos: Nureyev, Baryshnikov y Vassiliev. En estos días se está viendo el "Cascanueces" coreografiado por Nureyev, bailado de modo inolvidable por él mismo cuando se estrenó aquí; y su "Petrushka" es otro recuerdo imborrable. La fuerza de su personalidad y la calidad de su baile fue única.
El gran problema con una Gala Nureyev está en que él es irremplazable como bailarín, de modo que la única manera de evocarlo, aparte del video sobre él que inició la velada y que fue conmovedor (salvo que las palabras dichas por una voz cascada no ayudaron), es presentar con muy buenos bailarines coreografías suyas, pero no se programó ninguna. ¿Se conectaron con su representante Aleth Francillon, que salvaguarda su legado? Si lo hicieron, ¿no se pusieron de acuerdo? No lo sé, pero no hay otra manera de representar sus coreografías que llegar a un "sí" de ella. Así las cosas, juzgo a esta Gala como una más.
En todo caso, elegir obras donde él se lució aunque en coreografías ajenas, pero no el Pas de deux de "El cisne blanco" (de "El lago de los cisnes" de Tchaikovsky) que en realidad es nada más que un Adagio en donde el Príncipe es meramente un "porteur" para las bellas evoluciones del cisne en la coreografía de Petipa. Fue bailado con elegancia por Luisa Ieluzzi y Stanislao Capissi, alto y espigado, acompañó correctamente (Nureyev era más bien bajo). Mediocre el violinista en la banda sonora, bastante desafinado. Nada más clásico que el Pas de Trois de "Paquita" de Minkus con coreografía de Petipa, donde me sorprendieron dos cosas que asocio con Bournonville: los pasos pequeños y rápidos y los fragmentos cortos de apenas un minuto bailados por alguna de las dos damas o el caballero. Giovanna Sorrentino, Carlo De Martino y Luana Damiano lo hicieron con elegancia y respeto por ese estilo tan del s.XIX.
Lo que siguió me pareció desubicado; Nureyev no estuvo asociado al ballet contemporáneo; su fuerte fue encontrar un estilo propio en las grandes obras clásicas o en las del Ballet Ruso de Diaghilev. No, "Volver" en este caso no fue un tango sino una pieza áspera contemporánea con música de A. Mallardo interpretada por su coreógrafo, Edmondo Tucci; eficaz dentro de su estilo pero despegada del resto del programa.
Un punto fuerte levantó el resultado de la programación: hace muchos años que no veía el Pas de deux de "Scheherazade", coreografía de Fokine sobre la música de Rimsky-Korsakov, y me volvió a parecer magistral en su perfecta coincidencia con la sensual y flexible mujer y el violento Rey. Muy bien bailado por la atrayente Anna Chiara Amirante y el hosco Alessandro Staiano, que además tuvieron atuendos orientales, fue un acierto programarlo.
Sin ningún intento modernista y conociendo bien el estilo clásico, Picone realizó una lograda coreografía muy vital y brillante de nada menos que el Tercer movimiento (esa Marcha de tremendo dinamismo) de la Sexta Sinfonía de Tchaikovsky (dato ausente en el programa). Si bien figuran siete bailarines de ambos sexos yo sólo conté cinco (pero son muy numerosas las entradas y salidas; quizá sean siete pero no todos juntos). Un buen final de Primera Parte.
La segunda empezó con una interpretación rutinaria de la trillada Muerte del cisne" de Saint-Saëns/Fokine. Amirante, media hora antes tan convincente, aquí no logró la magia ni los movimientos agónicos; la sombra de Plisetskaya dominó a este espectador.
El espléndido Pas de deux de "La bella durmiente" de Tchaikovsky se vio en coreografía de Picone muy respetuosa del estilo original y bailada con calidad por Sara Sancamillo y el ágil Danilo Notario. De paso, conviene mencionar que la música grabada, luego del traspié inicial de la velada, mejoró mucho, aunque a veces exageraron los decibeles.
Siguió una breve coreografía de Picone, "Elegie", con música de Rachmaninov (creo que adaptación de una canción), pieza sentida y expresiva en la que Picone inventó pasos más modernos bien diseñados; fue bailada con sólida técnica por Ieluzzi y Ertugrel Gjoni, este último muy personal en el control de su cuerpo.
Vino luego algo que me parece incongruente en una Gala Nureyev, aunque ésta resulte desvirtuada: un homenaje a Rossini en su bicentenario. En este caso, aunque no figuraba en el programa, cualquier melómano reconoció a los diez segundos la Obertura de "El Barbero de Sevilla". El propio Picone fue su único intérprete en una coreografía de F. Annarumma que intentó ser humorística y lo logró de a ratos. El vestuario contribuyó a sugerir la época rossiniana y Picone conserva su prestancia y técnica en su madurez.
¿Habrá manera de librarse en estas galas del Pas de deux de "Don Quijote" de Minkus-Peripa? No esta vez. Al menos fue bailado con buen nivel por Claudia D´Antonio y Salvatore Manzo y me gustó que ella usara abanico en su variación.
El Gran Final de "Raymonda" de Glazunov, coreografía de Peripa remozada por Picone, resultó brillante, muy breve y espectacular, pero me pareció una exageración que entre los 14 intérpretes aparecieran en los últimos segundos algunos que no habían bailado antes. Después de todo, esta visita es de bailarines solistas, no de Cuerpo de Baile. Magnífico el vestuario. Y me atrevo a insinuar, por si alguien del Colón me lee, que sería espléndido que en 2010 Herrera programara la integral de "Raymonda", ausente desde la muy lejana visita del Bolshoi.
En suma, conocimos a varios bailarines de calidad. No se trata de una compañía rectora pero fue grato, más allá de las reservas, apreciar su arte.
Pablo Bardin