Desde mi anterior artículo , "¿Quo vadis, Colón?", sólo hubo un avance: se decidió la licitación de gerenciamiento del ahora llamado Plan de Obras. Fue adjudicado a la empresa SYASA. Fuera de ello los síntomas de desconcierto han cundido y resulta evidente que la incertidumbre continúa, probablemente intensificada. Casi nada de lo hecho institucionalmente por Sanguinetti y Boschet ha encontrado aprobación y mucho resultó fuertemente atacado.
Las celebraciones por los cien años del Colón fueron abundantes en número y magras en calidad. Curiosamente comenzaron con un acto en ese Colegio Nacional Buenos Aires que lideró durante un largo período Horacio Sanguinetti; allí se presentó un libro sobre el constructor Francisco Saverio Pellizzari (escrito por su nieta Amalia Pellizzari) que participó de modo decisivo durante el largo veintenio en el que se sucedieron tres sucesivos arquitectos hasta la inauguración en 2008, y como prolegómeno de los frecuentes conflictos del ahora centenario Teatro, tuvo serios problemas para cobrar sus trabajos.
La intención de utilizar al menos parcialmente sectores del Colón el 25 de mayo (día de la inauguración en 2008) resulta plausible. Las familias con niños que fueron a las 11 al foyer asistieron a una versión condensada, con relatora y en castellano de "El Barbero de Sevilla"; su aceptable intención difusionista se deslució con los continuos murmullos de un público ajeno a los comportamientos operísticos habituales. También pudieron ver la excelente exposición de fotografías de Arnaldo Colombaroli "El Colón dentro del Colón", que agudizó en muchos la angustia por el cierre del Teatro. El último acto en el edificio se prestó a reparos y preguntas: a) si el Salón Dorado está en condiciones operativas, por qué no tiene actividades programadas durante la temporada; b) ¿puede el amiguismo silenciar para Sanguinetti el estado vocal inaceptable de una artista (Ana María González) que décadas atrás fue estrella en el Colón?
El mismo día pero a las 17 tuvo lugar una maratón lírica en el Opera realizada con mediocre criterio: meramente una sucesión de arias en total mezcolanza con la intención de quedar bien con cantantes argentinos residentes, sin discriminar quiénes están en buenas condiciones y quiénes no, sin armar un programa coherente y variado que tuviera conjuntos, y además claramente improvisado, puesto que los fragmentos orquestales fueron eliminados a último momento para aligerar una tarde muy larga. Antes de empezar, Pastor Mora (contrabajista de la Estable) consideró que lejos de ser una celebración se trataba de un acto con un elemento de tristeza, ya que no se podía realizar en el Colón. Afuera, antes de entrar, el público se encontró con un grupo que repartía volantes en contra de la Ley de Autarquía. Un acto de entrecasa, sin selección, sin la presencia de los grandes cantantes internacionales argentinos ni de al menos un par de artistas internacionales de fuste.
De allí en más hubo varias galas líricas, donde la de jóvenes voces acompañadas por el talentoso Enrique Ricci se destacó porque tuvo una coherencia de programación. "Il mondo della luna" de Haydn fue ofrecida por la Opera de Cámara en la Sociedad Hebraica porque el originalmente anunciado Teatro 25 de Mayo es coto exclusivo de Pablo Batalla y éste se coloca en las paralelas con respecto al Colón. No está de más recalcar aquí la extraña situación organizacional del Teatro, ya que si según organigrama sus directores dependen del Ministerio de Cultura (Lombardi Ministro y Batalla Secretario de Gestión Cultural) en la práctica dependen directamente de Macri por un acuerdo especial. Volviendo a la ópera de Haydn, es vívido ejemplo de la ética actual del Colón que en vez de usar la partitura original se encargue a un arreglador de plaza una orquestación a partir de la reducción de piano, presumiblemente para no pagar derechos.
Las presentación del Ballet Estable en el Opera con un programa integrado por actos sueltos de tres balllets distintos fue atacado por varios medios (fue lapidario el ataque de Pablo Sirvén en La Nación) que más allá de buenas labores individuales notaron indisciplina, problemas debido al piso poceado, una prenda desgarrada, etc. Recientemente el Director del Ballet Guido de Benedetti acusó (también en La Nación) a la Directora de Estudios Irene Amerio (que ya renunció) de impericia en el manejo de los ensayos y a la Dirección por mantener un estado de insuficiente financiación desde el principio del año. Por supuesto que no son los Directores los responsables sino la política restrictiva de Macri, bien poco interesado en que el Colón funcione aceptablemente. La falta de medios adecuados también hizo que el notable maestro Mario Galizzi renunciara a su cargo en el Instituto Superior de Arte (que por su parte ofreció una selección de "Don Pasquale" durante la celebración).
Hubo también un concierto de cámara vocal a cargo de Virginia Correa Dupuy. Por último, la Orquesta Académica ofreció un concierto (no hubo actividad del CETC en la celebración) . Lamentablemente pocas semanas después circuló un mail de los integrantes de la Académica gravemente preocupados por la intención de fundar una orquesta similar dentro de las estructuras de la Ciudad que rivalizaría de modo inconducente e innecesario con la Académica, y con mejor financiación.
Como se ve, hubo mucho que objetar en esas semanas de celebración. Revelaron criterios artísticos dudosos, estrechez financiera y dificultades logísticas al borde del caos.
Escribo esta nota el 20 de junio. A la fecha las dos situaciones fundamentales – la consecución de las obras y la Ley de Autarquía- están en período de espera.
Días atrás una delegación de legisladores, entre los que se contaban miembros de la Comisión de Cultura, visitaron el Colón para interiorizarse del estado de los trabajos. Estaban por ejemplo Inés Urdapilleta, Presidenta de la Comisión de Cultura y del Frente para la Victoria; Teresa de Anchorena, que sostuvo el año pasado una polémica con la gente del Master Plan por el manejo de los textiles; y Patricia Walsh, cuyo asesor es Héctor Bidonde. Fueron recibidos por miembros del ex Master Plan, ya que algunos (incluso Sonia Terreno) siguen estando allí, puesto que cierta actividad todavía hay (en especial el acondicionamiento del plato giratorio del escenario), la parálisis es amplia pero no completa. Hubo coincidencia en que la sala está en razonable buen estado y que varios trabajos artesanales fueron bien realizados. También se supo que las butacas estarían terminándose en Fontenla y que tienen resultados acústicos aceptables. Se tuvo la impresión de que sala y escenario podrían en efecto estar listos para Diciembre 2009, según prevé la licitación de gerenciamiento. Pero la gente de SYASA, por alguna razón de protocolo habilitante aun pendiente, hasta el momento no se apersonó en el teatro.
La sensación fue distinta cuando bajaron al tercer subsuelo. Allí fue flagrante la preocupación de los legisladores, pese a que en días recientes se habían barrido escombros. Pero los boquetes, la acumulación de tierra y el pozo inundado siguen estando. Y, como destacó La Nación, no hubo respuesta satisfactoria con respecto al tema más crucial: la construcción de un montacargas grande que permita la entrada y salida rápida desde la calle de amplios contenedores y así importar producciones extranjeras, clara señal del relegamiento o quizá la extinción gradual de los talleres del Colón. De paso, en la actualidad sólo escenografía está haciendo pequeños trabajos en el Teatro, los otros servicios estarían trabajando en un ámbito lejano al Colón llamado La Nube, donde según datos fidedignos estarían haciendo tercerización al revés, con operarios del Colón haciendo tareas para espectáculos ajenos; ¿será ésta una señal del futuro? Pero ahora los técnicos tienen tiempo amplio ya que no hay temporada; ¿y cuando la haya?
Ley de Autarquía. Al parecer el redactor de la versión original es un legislador del PRO, Avelino Tamargo. Desde su llegada a la Legislatura hubo varias reuniones de análisis, a veces con presencias de trabajadores del Colón o del Ing. Daniel Chaín, Ministro de Desarrollo Urbano, que revelaron fuertes discrepancias con su contenido. Es grave que Sanguinetti lo haya avalado en su forma original. En mi anterior artículo expliqué cuáles son las principales discrepancias, remito al lector a "¿Quo vadis, Colón?". Allí se daba como fecha de tratamiento del proyecto el 8 de mayo; en realidad sufrió varias postergaciones, y a la fecha aun no se sabe cuándo será la próxima reunión, ya que no sólo la Comisión de Cultura debe opinar, también la de Asuntos Constitucionales. Ya ha habido varias revisiones del texto, incorporando correcciones de las otras fuerzas políticas (y hasta
de algún disidente del PRO, según ciertas versiones). Pero persisten graves objeciones al nuevo articulado, según trabajadores serios del Colón que conocen el tema a fondo. Por otra parte, Macri tiene dificultades políticas serias en la Legislatura, donde muchos de sus proyectos están varados por disensos con otras fuerzas; y hay que reconocer que Macri busca consensos; por ejemplo, hubiera tenido los votos para sancionar la Ley de Autarquía, pero tan ajustadamente que hubiera sido políticamente negativo. Es difícil saber qué ocurrirá con esta ley, que en su actual articulado sigue sin definir claramente la estructura del Colón y sin explicitar la situación de los técnicos, pero hasta podría ocurrir que no se sancione, como pretende Urdapilleta. En ese caso, ¿qué pasaría, ya que fue condición de Sanguinetti para aceptar el cargo que la Ley se sancione?
No deja de extrañar que tema tan grave no se haya tratado internamente en Asamblea General en el propio Teatro, con manifiesta reticencia de los delegados que representan a SUTECBA (el gran gremio de la ciudad) en el Colón a convocarla. ¿Porqué? Nuevamente son los de ATE los que defienden claramente los intereses de los trabajadores.
Dos cuestiones mediáticas seguramente son conocidas por los lectores de CANTABILE: las valientes palabras de Daniel Barenboim al finalizar su concierto en el Luna Park emplazando a "responsables e irresponsables" a terminar el Colón a tiempo para que se pueda realizar allí la temporada 2010 y la ocurrencia del notero de CQC de introducirse en el Colón dentro de un contrabajo y reflejar así el estado del teatro ante la opinión pública. Ambas iniciativas concientizaron a la opinión pública más amplia y seguramente influyeron en Macri, que se defendió bien en una entrevista que le hizo el notero, a quien le prometió que era compromiso suyo abrir el Colón para 2010. En suma, el papelón de 2008 de no abrirlo es de Telerman pero el de 2010 sería de Macri.
A todo esto, el 30 de junio vencen muchos contratos de jefes en el Colón, incluso el de Boschet (no el de Sanguinetti). ¿Se renovarán ? Las quejas de De Benedetti publicadas en La Nación y de Carlos Vieu hablando al público deplorando las malas condiciones de trabajo de la Orquesta Estable son tiros por elevación a la figura de Martín Boschet, por otra parte calificado "apático" por Diego Fischerman y denunciado en Página 12 por cobrar mucho más que lo permitido según las pautas de Macri.
Para Cantabile, Julio 2008